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miércoles, 14 de marzo de 2012

ARISTÓTELES Y MAX SCHELER




La Historia de la Filosofía es el intento -sometido potencialmente a fracaso la mayoría de las veces-  de comprender al hombre y su mundo. Todo hombre tiene su forma de entenderlo, verlo y explicarlo mediante su particular cosmovisión en cada época histórica que le ha tocado vivir. Para ello es necesario construir paradigmas que nos ayuden a entenderlo. Es sorprendente como aceptamos nuestra visión de la realidad sin  cuestionarla con mayor  o menor profundidad. Es cierto que no corren tiempos para profundizar en el conocimiento ni para detenerse en profundizar en la cultura, ni lingüística, ni literaria, ni humanista y menos filosófica. Pero es indudable la importancia para nuestra existencia el cultivo de la filosofía y la visión  de totalidad que ésta nos aporta para tener una cosmovisión ḿas  o menos profunda de nuestra vida. Las ideas y creencias que ésta nos aporta tienen -nunca mejor dicho- una importancia vital. Todo el mundo tiene esta visión metafísica que con mayor o menor profundidad le ayuda a interpretar el mundo. Algunos de forma simple y tosca, poco original, pero válida para cuestionares desde la sencillez y con el propio bagaje cultural de formación al que cada uno ha accedido. Otros lo harán con mayor intensidad por vocación o profesionalidad, con peocupación por el cultivo del espíritu y por responder a la insaciable pregunta por el sentido de la existencia. Y otros, ocupados en sus quehaceres diarios, no tendrán tiempo sino dejarse llevar por el espíritu conservador y dejar de cuestionarse problemas cuya solución es problemática o sencillamente no tienen tiempo ni para proponersela ni para responderla.
Tanto Aristóteles como Max Scheler son dos filósofos que han sabido tratar profundamente el tema del hombre y llegar a explicar la antropología humana con minuciosidad y gran espíritu de miras. Pocos tratados hay en la cultura occidental que como la Ética nicomaquea y el Tratado del alma de Aristóteles caractericen al hombre en su complejidad. Lo mismo sobre los ensayos de Scheler sobre el  resentimiento y la simpatía. Como el cirujano que disecciona el cuerpo humano con minuciosidad, estos dos filósofos desnudan la naturaleza humana con mirada serena e inteligente, siempre atentos a los hombres concretos y a las motivaciones que les mueven a comportarse: éste hace todo por el lucro económico; éste otro porque tiene un afán incorregible de recibir honores y parabienes de los demás, sobre todo si sus aduladores representan un status socialmente alto; aquel lo hace todo por amor a los demás  y por simpatía  hacia los otros; aquél está tan ensimismado en su vida, que le importa un bledo la opinión de los demás y sólo tiene tiempo para él mismo...Un retrato que no estaría mal contemplarlo de vez en cuando, para que las largas tardes de invierno se nos hagan más cortas y la vez aprendamos a conocernos mejor.




sábado, 10 de marzo de 2012

EL IMPERIO DEL NÚMERO





Desde la crisis de la filosofía Escolástica y el desmoronamiento de la metafísica en el siglo XVII, con la irrupción de la filosofía racionalista cartesiana, nunca hubo un período en la historia del pensamiento donde se tambalearan los cimientos de la ciencia y del saber con tanta intensidad. El Racionalismo, iniciado por René Descartes y seguido por  Spinoza, Malebranche y Leibniz, confiere una importancia excesiva a la razón como principio y un valor fundamental a la razón como fundamento de todo conocimiento, al margen de los sentidos. En este sentido el Racionalismo suele oponerse al Empirismo Inglés de Locke, Berkeley y Hume, cuya tesis principal sostiene que nuestros conocimientos proceden, en último  término, de los sentidos, de la experiencia sensible. Ambas corrientes inauguran lo que los estudiosos del tema llaman filosofía moderna.
La nueva forma de filosofar encuentra en las matemáticas la seguridad que carecía con el modelo tradicional y mediante la aplicación del método deductivo se lanza a conocer el Universo a partir de ciertas ideas y principios evidentes y primitivos, basándose en la convicción de que el ámbito del pensamiento se corresponde exactamente con el ámbito de la realidad, y que el pensamiento por sí mismo es capaz de descubrir la estructura de la realidad. Todo sea por conseguir la seguridad que ahora está en la mente; si para ello, hay que renunciar al "ser" en favor del "pensar", y renunciar a la contingencia y la libertad del hombre en favor de la necesidad, sea bien venido el cambio, -dicen los modernos-
El olvido de la metafísica y la suplantación de la realidad por el sujeto, erigiéndose éste como dueño y señor de todo lo que existe, afecta no sólo a la metafísica u ontología, sino a la antropología, a la epistemología, a la ética y hasta a la sociología política. En efecto, la implantación del Racionalismo y la matematización, como modelo del saber, se manifiesta en nuestra cultura bajo lo que podríamos denominar el imperio del número y de la cantidad. Actualmente, se complica el conocimiento de la sociedad actual y la incidencia en las relaciones humanas, si prescindimos de la cuantificación y sus numerosas aplicaciones en métodos estadísticos aplicados a las ciencias sociales  y a las ciencias físicas. Aplicado al mundo social y político, el criterio de la mayoría rige como absoluto: el peso de la mayoría democrática, decide qué es bueno y qué es malo; qué es verdadero y qué es falso; qué es bello y qué es feo; qué se debe preferir y qué hay que rechazar u odiar; qué se debe hacer y qué no hay que hacer;...De este modo podríamos sintetizar esta tiranía en una palabra: eficacia. Lo que se inicia como un medio o instrumento de conocimiento, se convierte como único criterio de saber y actuar. Desde el punto de vista de la física, la realidad se presenta primeramente como "extensa", para posteriormente considerarla como masa dentro de un sistema mecanicista.
El racionalismo moderno extiende sus tentáculos cuantitativos inundando la realidad y "creando" a ésta a su imagen y semejanza. "Todo lo racional es real y todo lo real es racional", decía Hegel desde su idealismo absoluto. Al generarse la realidad a partir de la razón como paradigma cuantitativo matemático, la realidad que emerge es deformada, fría , calculadora, reduccionista. Cree conocer la realidad pero solo la cuantifica. Válida para las ciencias físico-matemáticas, la economía y la estadística, pero inservible para las ciencias humanas como la psicología.Solo retrocederá ante la "vida" y la "historia", realidades que escapan a la razón por ser ésta producto de ellas. Profundicemos en este concepto.
La teoría del conocimiento ha de lindar necesariamente con la ontología o teoría sobre la realidad. Todo conocimiento a  ser conocimiento de algo está relacionado con la realidad o lo que llamamos "ser". No puede haber conocimiento de nada; el ser necesariamente es el objeto del pensar: son dos polos que interactúan mutuamente. Así lo proclamaron los griegos y toda la tradición occidental de la Edad Media; su filosofía estaba necesariamente unida al "ser" o "ente", por eso sus fundamentos estaban asociados a la metafísica u ontología.
Pero he aquí que llegan los modernos racionalistas del S.XVII, en concreto Descartes y con el "cogito" o "pensar", aplicando su duda metódica, rompe con la realidad exterior quedando encerrado su yo en la certeza y la evidencia, dándole más importancia a la función lógica del conocimiento que a la ontológica de la realidad.
Pero un tercer grupo -el empirismo- entiende la teoría del conocimiento asociada a la psicología, reduciendo la realidad a vivencias o ideas en la mente, a partir de la experiencia. La teoría del conocimiento se convierte en psicologismo, olvidando las otras dos vertientes, la ontológica y la lógica. El error de los modernos consistió en optar por la lógica, olvidando la tradición ontológica.
En efecto, la filosofía de Kant -paradigma de lo que venimos afirmando- es la fundamentación filosófica de la ciencia físico-matemática de Newton. Una ciencia fenoménica, consecuencia de la nueva metodología que rompe con la metafísica y abandona la vocación ontológica, al descubrir el sujeto sus enormes poderes para constituir el objeto de conocimiento. Este es el ideal científico de los modernos, tanto empiristas como racionalistas. Es el fruto de la concepción homogénea y cuantitativa de la naturaleza (estructura matemática como denominador común de la mente y de la realidad)
Por eso, el profundo vínculo entre todos ellos, como la impronta o el carácter o la modernidad, hay que buscarlo en la estructura fundamental y fundante de la matemática, como clave interpretativa de la realidad y de la mente. Esto, está claro que es un pilar del materialismo porque presupone implícitamente el carácter extenso cuantificante (matematizable) de toda la realidad. Por eso, los modernos están más unidos que desunidos, a pesar de las aparentes y superfluas diferencias entre empiristas y racionalistas, entre filósofos y científicos. El espíritu de Galileo y el de Descartes; el de Descartes, el de Spinoza y el de Hume; el de Newton y el de Kant, todos ellos forman parte de un ideal científico y humanista que no descarta la naturaleza, sino que la asume bajo el denominador común de las estructuras mentales del sujeto, que son las estructuras matemáticas.
El problema es, si este ideal científico y humanista se mantiene incólume en nuestros días; yo considero que se ha quebrado por muchas partes, especialmente en las humanidades, aunque ha tenido vigencia casi absoluta hasta finales del siglo XIX. Es indiscutible que nuestra sociedad, fruto del ideal científico y humanista estudiado, vive hoy una profunda crisis. Considero -que en no pequeña parte- se debe al carácter exagerado y dogmático con que se aplicaron los principios de la filosofía moderna, negándose torpemente a asimilar algo, por pequeño que fuese de XX siglos de historia del pensamiento humano desde Thales. El olvido del ser -y todo lo que representa la tradicción filosófica- lleva al racionalismo o idealismo a inundar todas las esferas de la realidad mediante la razón, que se convierte en el arma más poderosa para interpretar y entender todo bajo su luz cegadora. Desconectada de la vida y de  la historia, se convierte en  manipuladora de la realidad a su antojo sin tener en cuenta otros aspectos de la totalidad, reduciendo la realidad a números,  que cree conocer pero lo único que consigue es cuantificarla. Es el caso mencionado de la estadística.
Más ilustrativo es el campo de la política, donde su objetivo principal es la cuantificación del número de votos para alcanzar mayorías y aplastar al oponente con la consecución del poder. Los hombres y mujeres quedan reducidos a listas, diluida su subjetividad por razón de disciplina de partido.
Pero donde se manifiesta con más virulencia es en la economía. Esta ha entrado en nuestras vidas como un elefante en una cacharrería. Así se puede decir que una economía marcha muy bien si su PIB (Producto Interno Bruto) aumenta, aunque exista paro, y no se sepa como reducirlo. Relacionado con ella está el problema de la emigración, donde según la productividad y la temporalidad habrá que importar emigrantes cuando haya crecimiento y necesidad de mano de obra barata, y expulsarlos cuando haya paro y bajada de producción. Sin evaluar las consecuencias y las incidencias sobre su adaptación a nuestra cultura occidental. etc,. En el imperio del número, todo es desproporcionado y cuantitativo; lo determinante es lo colosal, lo grande, lo llamativo, la novedad: lo que se tiene, no lo que es.
Por eso, si descubrir esto es el placer del estudioso, revisarlo críticamente, para volver a sus cauces el torrente lógico desbordado, es el deber de los pensadores que aun siguen creyendo en la fecundidad de algunas ideas, o esquemas estructurales del pensamiento clásico, en tanto que aprovechables, eficaces y oportunos para salir de la crisis que presenta la actual cosmovisión.




miércoles, 22 de febrero de 2012

El HOMBRE SOCIAL EN SÉNECA





                             "Humano soy y nada de lo que es humano me es ajeno"

                                                                  Lucio Anneo Séneca  (Ep., XV)


A Séneca se le ha estudiado siempre como filósofo moralista y ético y sin embargo se ha dejado un poco en el olvido su vertiente social y la importancia que tiene ésta para el hombre. Por ello he querido reflexionar en este incipiente filón, para poner al descubierto sus ricas vetas y contribuir así, de forma muy modesta, al conocimiento del hombre como ser social. Sirva como recuerdo y humilde homenaje a quien fue mi maestro y profesor D. Luis Martínez Gómez J.I. -allá donde esté- al quien tanto le debo en mi formación filosófica en la Universidad Pontificia de Salamanca.
Lucio Anneo Séneca, nacido en Córdoba en el año 4 d.C. y muerto en Roma en año 65, no es un filósofo metódico ni sistemático. Su estilo, sin llegar a la sequedad, es cortado, sentencioso, como compuesto de refranes. Por ello, trataré de recomponer y entresacar las ideas principales de Séneca, respetando al máximo su pensamiento, aun a costa  de sacrificar la metodología. Aunque se mantiene dentro de los cuadros generales de la doctrina estóica, no se sujeta con exclusivismo a ninguna escuela determinada. Conserva su libertad, con un poco de excepticismo, dando amplia acogida a otros elementos incluso de los epicúreos.
Para Séneca la filosofía tiene ante todo un color práctico. No es filosofía la que simplemente enseña a conocer cosas, sino la que enseña a vivir bien, conforme a la virtud. No es filosofía la que solamente sirve para la escuela, sino que sirve para la vida.
Séneca fundamenta la base de la sociedad en la naturaleza; ésta exige de los hombres su unidad. Pero ésta no le es dada sin más, sino que por ser el hombre racional, necesita del concurso de la razón, entendida como principio de sociedad humana que incluye en sí una disposición ética verdadera prenda de la formación de la unidad del género humano. Esta disposición, en un auténtico sentido estoico, tiene que plantarse en el individuo, para despertar así el impulso hacia la sociedad. Así el deber frente al género humano se centra principalmente en la vivencia de los hombres singulares. De aquí que su originalidad, mas que en doctrinas concretas, consista en su carácter profundamente humano, en centrar su interés en el hombre mismo. En interiorizar la vida moral y ensalzar como algo sagrado la dignidad de la persona humana: "Homo res sacra homini": "El Hombre es cosa sagrada para el hombre".
Séneca, no se considera ligado a ninguna pátria, como buen estoico. La pátria del sabio es el mundo. Todos los hombres son iguales por su origen. Por esto defiende la sociedad común de todos los miembros del género humano. La única nobleza y distinción entre los hombres, es la que proviene de su ingenio y su trabajo, y sobre todo la que distingue al hombre virtuoso. Ni siquiera el estado de esclavitud llega a someter a todo el hombre, pues siempre queda libre su parte mejor. Séneca no llega a condenar la esclavitud, pero tiene para los esclavos frases de consideración, reconociendo la dignidad humana que hace a todos iguales. Desde este punto de vista, su doctrina no fue superada por ningún filósofo no cristiano.
En cuanto la doctrina política de Séneca, hay que señalar su escasez en relación al número de temas políticos que aborda, pero estos pocos revisten gran valor e importancia. Son, además, una mera consecuencia lógica  del principio fundamental de su filosofía: vivir armoniosamente con la naturaleza.
Las  dos grandes conclusiones que definen y caracterizan sus ideas políticas son: primera, la igualdad de todos los hombres por naturaleza; en virtud de ella, todos los hombres forman un universalismo social o un gran Estado social universal, en donde todos los hombres son ciudadanos naturales. Segunda, en el interior de esta sociedad universal todos gozan, en principio, de los mismos derechos; sólo la virtud crea desigualdades pero ésta está al alcance de cualquiera.
A detalles más particulares no desciende. Nada se nos dice sobre la posible organización de ésta gran sociedad universal o cosmopolis; no se menciona el fin al que se ordenaría, ni el tipo de autoridad o régimen por el que se regiría. Y esto tiene su explicación en Séneca, ya que su programa político es una consecuencia de su moral y su ética, y por tanto,  los lazos de esta sociedad universal, son morales y religiosos, más que jurídicos y políticos y quedan centrados especialmente en el individuo. A esto contribuyó, sin duda, el desengaño y la decepción que tuvo sobre la vida política, lo cual le llevó al retiro y al alejamiento de ésta. Contribuyó también a esto, la época que le tocó vivir, en la cual se mostraba ya los síntomas de la decadencia y de la catástrofe, por ello su programa no era de conquista y civilización, sino un ideal de libertad interior. La vida social, los deberes, las relaciones humanas, no son ya el fin de la vida, sino un medio de ejercitar la voluntad, de conquistar la fuerza, de bastarse así mismo aún en medio del estrépito del mundo. Séneca no es un pesimista en el sentido metafísico de la palabra; no cree en la sabiduría del pueblo, pero cree en la racionalidad del universo y cree en la energía espiritual del individuo concreto, que puede elevarse por encima del anonimato de la muchedumbre y hacer el bien, por puro amor al bien.
También es justificable el Estado y el Derecho positivo para Séneca: Estas instituciones son imprescindibles tal y como está la situación de la humanidad; y son queridas por Dios para hacer posible la convivencia entre los hombres. El sabio debe aportar toda la sabiduría para la construcción de un mundo mejor.Por tanto, puede y debe dedicarse a la política, pero debe saber retirarse a tiempo cuando las circunstancias lo aconsejan. Para ello, Séneca ha sabido crear una figura nueva de sabio dedicado al Estado desde su retiro. Desde aquí, el hombre sabio y bueno presta un servicio a la humanidad, aunque no tenga poder político. Lo hace así por virtud de su relación moral con sus semejantes o aún por la mera contemplación filosófica.
Estos dos principios de la doctrina senequista: la igualdad radical de todos los hombres por naturaleza y la universalidad social de todos los hombres, representan el más alto grado de moralización de la acción política, nunca alcanzada en la antigüedad. Ciertamente, el cristianismo estaba imbuido de las mismas ideas, pero estas adquirieron inmediatamente un sentido religioso totalmente ajeno a la política. La igualdad de todos los hombres se tradujo desde muy temprano, en la igualdad ante Dios; igualdad de oportunidades para ser bueno, para salvarse. Como principio de valor político fue casi absolutamente inoperante, y sólo muy tarde en la historia de Europa  adquirió su significación y su puesto en la política. La fraternidad universal, predicada igualmente por la doctrina cristiana, salvó su esencia en el orden puramente místico, mientras que en el político degeneró en un particularismo mezquino, que llegó a considerar como santa la guerra y la persecución de aquellos que eran fieles a otra religión o a otras ideas. La doctrina estoica de Séneca, nunca obtuvo la preponderancia e influencia que obtuvo la cristiana; no podemos saber a qué resultados hubiera llegado. Pero el valor de la misma como programa teórico y práctico es indudablemente definitivo tanto bajo un punto de vista estrictamente político como bajo un punto de vista moral.




N.B. Este artículo es el compendio de la Tesina: "El Hombre Social en Séneca", publicada en la Universidad Pontificia de Salamanca en el año 1977, cuyo autor es Antonio González Padilla y dirigida por el Doctor en Filosofía Luis Martinez Gómez.

lunes, 20 de febrero de 2012

MARCUSE O LA UTOPÍA NEGATIVA





Acabo de releer El Hombre Unidimensional, Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada. Ed. Orbis, Barcelona 1985, de Herbert Marcuse (1898-1979) y creo, que podemos extraer de su lectura algunas consideraciones importantes para mayor conocimiento de nuestra sociedad actual. Perteneciente a la Escuela de Frankfurt, junto a Max Horkheimer y Theodor W. Adorno forman una trilogía cuyo objetivo es hacer una crítica disolvente de la sociedad real, inspirándose en Hegel, Marx y Freud, -los llamados "filósofos de la sospecha"- y entrelazando estrechamente la investigación filosófica con la sociológica y psicológica.
En el Hombre Unidimensional Marcuse usa la expresión "sociedad cerrada" para definir a aquellas sociedades que han logrado eliminar todo tipo de oposición de su organización de tal manera que quedan imposibilitadas para la autocrítica de ellas mismas y de los individuos que la componen. Son sociedades unidimensionales porque solo se mueven en una dimensión de la realidad sin asimilar la dialéctica de la oposición  o de la negación (Hegel y Marx). Su denominación incluye a todas las sociedades democráticas burguesas desarrolladas en el mundo occidental y a las no democráticas.Unas y otras han construido un sistema de oposición que hacen creer a sus individuos que son libres en sus decisiones y que sus fines son los más racionales posibles eliminando como disidente e irracionales todo lo que se opone a sus intereses. Para Marcuse -y en general toda la Escuela de Frankfurt- ésta labor la hace la sociedad moderna para mantener un dominio clasista y perpetuarse en el poder, mediante métodos de control sutil en todos los campos del saber y de la praxis: política, derecho, filosofía, arte,etc.
Para el hombre de una sola dimensión la Razón es incapaz de trascender la realidad; su alienación en la sociedad tecnológica en la que se mueve, le impide distinguir la separación entre "lo que es" y lo que "debe ser", de tal manera que le cierra las posibilidades de "existir" fuera de ella y de realizarse. Este "racionalismo critico" se manifiesta en la filosofía analítica o positivismo, incapaz de cumplir  con la función transformadora de la sociedad que se supone corresponde a la filosofía. Al buscar la eficacia tecnológica de la parte -propio de las ciencias- y olvidarse de la totalidad transformadora, -propio de la filosofía- se desentiende del desarrollo armónico racional entre el hombre y la naturaleza.
Frente a este hombre unidimensional, alienado y acrítico, Marcuse propone la negación total del sistema hasta llegar a la eliminación total del sistema mediante la revolución que ha de ser llevada a cabo por aquellos marginados que aún no han sido absorbidos por el sistema: Colectivos feministas, homosexuales, ecologistas, -y los hoy llamados "antisistema", etc, en concreto, todos aquellos grupos sociales que se mantienen al margen de los procesos productivos y que no tienen nada que perder con su caída ¿Les suena a algo esto, queridos lectores? Efectivamente, el Mayo del 68 en París, la mini-revolución fué montada al principio por estudiantes, siguiendo las consignas de nuestro autor. Sorprende que para un freudomarxista -como lo es Marcuse- no sean los proletarios los encargados de hacer la revolución; su respuesta es el aburguesamiento de este colectivo en las sociedades capitalistas, lo que les impide salir del sistema para oponerse a él.
La conclusión  de la obra es, por tanto, negativa. Marcuse no aporta salidas ni soluciones a los males que aquejan a la sociedad actual. Se queda en una crítica demoledora de la situación sin apuntar soluciones a su "sociedad unidimensional". Su "proyecto trascendente" terapéutico queda vacío en la nada. El sistema capitalista tiene cierto derecho a preguntar a aquellos que lo denostan y lo quieren sustituir por la justificación de su acción, definiendo el nuevo orden sustitutorio. Después de todo, la obra de Herbert Marcuse -como la de la Escuela de Frankfurt- apunta hacia la utopía, eso sí, una utopía negativa, donde se nos invita a realizar un camino sin apuntar dirección meta o destino; muy alejada en el tiempo y en el contenido a la utopía trascendente de Platón, Tomás Moro, y Campanella. 
Poco consuelo el que nos ofrecen los humanismos modernos, apelando a la capacidad crítica y reflexiva de la mente humana, como garante de un futuro incierto, cuyo dios es la propia Razón. ¿Pero de qué razón hablamos? ¿Cómo delimitar a la propia racionalidad auténtica frente a la pseudorazón impregnada de intereses creados al servicio de fines ocultos? ¿De qué racionalidad hablamos? ¿Qué posibilidad tiene la filosofía para ser instrumento de liberación? ¿De qué tenemos que liberarnos? ¿De la razón crítica, histórica, dialéctica, analítica, vital, simbólica, utópica, poética, instrumental, etc.? Pues ya no se trata de definirla frente al mito, ni de enfrentarla a la fe, delimitando sus competencias; tampoco hablamos de una razón ilustrada que ha superado su minoría de edad; se trata de adjetivar dialécticamente a la razón en un mundo global que no es de nadie y es de todos; Se trata de una razón emancipatoria. En definitiva, se trata de recoger las distintas "razones" de todos los pueblos, grandes y pequeños, ricos y pobres, blancos y negros, norte y sur, etc., en un diálogo constructivo, donde todos los pueblos puedan ser oídos en sus justas reividicaciones. ¿Utopía o realidad?




sábado, 11 de febrero de 2012

FILOSOFÍA Y EPISTEMÉ




Según Aristóteles la filosofía surge cuando el hombre se asombra y se admira frente a la realidad. Desde la situación histórica en la que se encuentra y desde su ámbito cultural, el hombre se interroga sobre sí mismo y su entorno natural. En filosofía las preguntas son más importantes que las respuestas. Él mismo se pregunta y él mismo se responde; la naturaleza y el cosmos son ajenos a las vicisitudes del hombre, a sus problemas y a sus inquietudes. El hombre es el único ser del universo que se pregunta. Según Habermas la respuesta a las curiosidades indagatorias del hombre determina los plurales intereses del conocimiento: el conocimiento cientifico-técnico, el práctico social o comunicativo, y el reflexivo-emancipador.
Si bien la filosofía empezó su indagación por problemas cosmológicos con el afán de entender, comprender y dominar la naturaleza y sus leyes, (presocráticos), pronto desvió la mirada hacia sí misma y a los problemas antropológicos, éticos y sociales (sofistas). El conocimiento de la naturaleza y su lectura como si fuese un libro abierto, no persigue un conocimiento teórico, sino el control y dominio de la naturaleza de  modo práctico. El lenguaje científico que se articula como instrumento mediante la matemática y la verificación empírica del siglo XVII, no es sino la consecuencia del asombro y la admiración de los griegos por conocer qué es la realidad, cómo funciona el mundo y cuáles son sus leyes y estructuras. Se trata de penetrar en los grandes enigmas del mundo para hacer de éste un lugar seguro  que sirva a los intereses del ser humano. Por ello,el lenguaje de la ciencia ha de ser objetivo, realista y positivo sin descuidar lo utilitarista y lo pragmático.
Las primeras teorías sobre la naturaleza surgidas en el mundo griego, nos muestran el afán y el ansia de saber donde teoría y práctica se interaccionan, siendo la naturaleza tomada como fuente normativa de comportamiento del hombre, continuidad y manifestación de sus leyes y comportamiento(Teorías iusnaturalistas).Ciencia y Filosofía nacieron juntas. Sus objetivos son el dominio y el conocimiento del cosmos. Responden al conocimiento global llamado epistemé, complementario con el conocimiento técnico-científico y reflexivo-emancipador de Habermas.
El afán de saber pertenece a la esencia del ser humano. Se manifiesta como complemento necesario a la vida instintiva de nuestra naturaleza, formando lo que llamamos civilización.El asentamiento estable generado por la agricultura y la industrialización, y sus distintas formas de relaciones sociales, generaron la formación de la tradición oral y escrita, inicio y germen de los mitos. El mito es la gran creación cultural, en la que se combinan los distintos saberes y se buscan respuestas al por qué y para qué del mundo y del hombre. Las antropogonías y cosmogonías intentan responder a la pregunta por los orígenes, y a su vez, determinan ya en buena parte, las antropologías y cosmologías, que buscan clarificar el significado del hombre y del cosmos. El paso del mito al logos era inevitable. La pregunta por el "arché" (principio) cosmológico de la tradición jónica, se torna en la pregunta por el "ser" metafísico de los eleáticos. En ambas tradiciones se toma el valor del conocimiento y de la racionalidad como algo bueno en sí mismo.
Las preguntas más que las mismas respuestas son el motor de la actividad racional teórica y práctica y constituyen el núcleo no sólo de la filosofía sino del pensamiento en general. Se problematiza la realidad, primero la del mundo y las cosas, luego a la misma conciencia humana y sus pretensiones racionales. Posteriormente surgen los problemas científicos y los enigmas filosóficos, siendo esta capacidad de cuestionar uno de los elementos diferenciadores de la reflexividad humana respecto a la inmediatez del mundo animal. Ambas, filosofía y ciencia responden a preguntas por qué, donde y para qué. Si a la filosofía le preocupa el sentido y el valor del mismo hombre en el marco de la reflexión crítica, creando modelos metafísicos y cosmológicos, explicativos de la realidad como totalidad, que trascienden lo empírico, y a partir de ahí, prescribe una forma de vida, es decir, adecuada racionalmente; a la ciencia le corresponde, en interelación con la filosofía, crear paradigmas que expliquen el cómo y el para qué de lo particular e inmanente en el marco de las realidades naturales. Ambas -filosofía y ciencia- interactúan mutuamente, enriqueciéndose desde los griegos con las grandes cosmovisiones metafísicas de Platón y Aristóteles, hasta nuestros días. La filosofía no se contenta con saber cómo es el mundo, sino que lo valora y analiza en función del hombre, dialogando con los distintos saberes y disciplinas.



viernes, 13 de enero de 2012

LA OBJETIVIDAD COMO META




Ser ojetivo es la meta de todo comunicador. Aunque es más un deseo que una realidad. La objetividad está asociada a la búsqueda de la verdad, aunque ésta es una realidad metafísica difícil de precisar. Los clásicos la definen como "adecuación del pensamiento con la realidad". En este sentido se dice que un conocimiento es verdadero cuando manifiesta el ser de las cosas. El problema aparece al preguntarnos qué entendemos por realidad, un concepto demasiado abstracto e impreciso. No obstante, para determinar la verdad de un conocimiento es necesario comparar lo conocido por nosotros con la realidad objetiva, para determinar si hay adecuación o no.
Cuando comencé a escribir mi blog, me propuse la búsqueda de la verdad y la objetividad por norma, aunque sea más un propósito que una realidad. Intenté siempre separar la noticia y los hechos de la opinión y la subjetividad. Es cierto que en la elección de unos  temas frente a otros o de una forma de desarrollarlos y explicarlos, entra la libertad personal de quien escribe; y hasta el orden seguido también puede ser cuestionado. Algunos lectores me han criticado que he sido demasiado duro con posiciones políticas contrarias a mi posición ideológica. No es cierto, aunque admito pueda parecerlo. Si he sido duro con el partido gobernante es por el poder que ha ejercido y la influencia y la responsabilidad que ha tenido en cuestiones trascendentales para mi País y sus ciudadanos. Lo mismo haré con el partido que gobierna actualmente, cuando corresponda. No pertenezco a ningún partido político y cuando escribo lo hago desde mi propia libertad como ciudadano libre, sin coacción alguna. Todo lo que expreso lo hago a título personal, desde el derecho a ejercer mi libertad de expresión. La única motivación que me mueve es contar críticamente lo que pienso y lo que veo, sin ánimo de lucro, con la certeza de saber que quien más sabe mejor persona será. Si lo he conseguido, no me corresponde a mí expresarlo, sino a mis lectores. 
Las creencias, ideas y valores son parte esencial de lo que llamamos cultura.El proceso de socialización en el que nos educamos, forma parte de "la segunda naturaleza" inherente a cada individuo. Los mecanismos de control social que ejerce el sistema afecta a todos los individuos que lo componen, también a mí. Es cierto que  somos libres para cambiarlo, pero desde dentro del propio sistema, lo cual condiciona todas nuestras decisiones afectando a su neutralidad, por lo que conseguir la objetividad es mas bien un deseo que una realidad. La verdad humana es histórica, contingente y limitada por la circunstancia, que la condiciona. No confundir con el relativismo. Berger sostiene que el fundamento del relativismo radica en el hecho de que muchas personas creen que al estar atrapados en su localización histórica o cultural, les es imposible juzgar la veracidad o falsedad de una convicción, aunque ésta sea una verdad material no formal, -esto es-, una verdad no reconocida universalmente, pero verdad al fin. Este hecho provoca la paradoja de que la misma intolerancia del relativismo absoluto, se relativice a sí misma, pues su pretensión es convertirse en verdad, pero negándola, resultando como tal, en una evidente falsedad absoluta. Sabemos que vivimos épocas en las que el fanatismo de todo tipo le ha hecho mucho daño al mundo, sin embargo, no por eso debemos renunciar al propósito fundamental de la existencia humana, que es, esencialmente, la búsqueda de la verdad. 




viernes, 18 de noviembre de 2011

FORJADORES DE NUESTRA IDENTIDAD

  


                     " Humano soy y nada de lo que es humano me es ajeno"
          
                                                                  Lucio Anneo Séneca



Hoy me propongo escribir, no sobre política -que bastante tenemos con esta campaña interminable- sino sobre la instrucción de la identidad humana, para aquellos seres humanos  que buscan la manera de edificar la existencia humana con sentido. Por eso -querido lector- si no perteneces a este género de personas que sienten la necesidad de cambio, mejor lo dejas y no pierdas el tiempo leyéndome. Todas las reflexiones que vas a encontrar en mi artículo, van dirigidas a personas críticas, inconformistas, reflexivas, curiosas e inquietas, que no están de acuerdo con el sistema y quieren cambiarlo buscando una alternativa que dé sentido a su vida. Si continúas, encontrarás el testimonio personal de quien escribe, para provecho de quien quiera servirse de él.
Lo primero que se me ocurre decirte es que tienes que encontrarte con tu propio yo. Para eso tienes que volver la mirada introspectiva hacia dentro de ti mismo, olvidando por el momento el mundo exterior, para conocerte, sentirte y amarte a ti mismo. Sí, digo amarte porque pasarás el resto de tu vida contigo mismo y no es baladí aceptarte como eres con tus virtudes y limitaciones. Decía Pessoa, "que eres importante para ti porque es a ti a quien tú sientes." Porque la vida de las demás personas te pueden interesar en cuanto que interactúan contigo, pero la que debe ocuparte y preocuparte es la tuya, con tus éxitos y fracasos, tus derechos y obligaciones. "Aunque la mayoría de las personas no van hacia ninguna parte, es  un milagro encontrarse  con una que reconozca estar perdida"  J. Ortega y Gasset.
¿Y todo esto para qué? Pues para asumir tu propio destino y esculpir tu propia personalidad entre las múltiples posibilidades que encontrarás en el camino. Para asumir tu propia responsabilidad sobre lo que la educación  ha construido desde la infancia, de acuerdo con patrones no siempre bien asumidos ni cuestionados, mediante imperativos categóricos: "debes de", "haz de", "tienes que", y que disfrazados de "autonomía personal", no son sino mandatos heterónomos de dudoso altruismo y fiel reflejo de prejuicios y costumbres. Para no diluirte en el "rol" que la sociedad te ha asignado o en el "status" que te ha situado; siendo, profesor, hombre de negocios, empresario, funcionario, cliente, consumista. Se trata del "Status quo" -estado actual- en el que la sociedad nos ha situado como mecanismo de poder, donde proyectamos "no lo que queremos ser sino lo que los demás quieren que seamos", para jugar en el tablero de la economía consumista donde se valora más el "tener" que el "ser". Y dado que somos un reflejo de la sociedad en la que vivimos, así construimos nuestras creencias y asumimos su paradigma de acuerdo con sus postulados que no son otros sino, la diferencia, la desigualdad, el miedo, el control, y el instinto de supervivencia. En definitiva, para ser tú mismo, como quieres ser y no como los demás quieren que seas.
La palabra "prosopon" tiene su origen en la Grecia clásica y significa "careta" o máscara que utilizaban los actores para actuar en el teatro, ocultando su rostro para jugar un papel o rol asignado en la obra a representar; de ella procede la palabra "persona", que según la definición de Boecio (S.VI d.Xto) es "una sustancia individual de naturaleza racional"; se deduce por tanto, su autonomía individual y su verdadera esencia, la racionalidad. Somos actores del gran teatro del mundo. Nuestra vida es una representación del papel o rol que nos corresponde por status fijos o adquiridos; Los primeros son deterministas, se nos imponen por herencia genética y no implican mérito de quien los posee -nadie elige el momento de nacer, ni el sexo, ni la familia de pertenencia- aunque los segundos son de libre elección, educación, amistades, formación, y todo aquello que forma parte de nuestra segunda naturaleza. Por ser adquiridos, implican esfuerzo, mérito, excelencia y determinación. Nos conducen al éxito o al fracaso, dependiendo de múltiples factores o de unos u otros valores de la cultura de una determinada sociedad y de un determinado momento histórico.
Ante este panorama tenemos dos soluciones o aceptamos ciegamente los valores imperantes de una determinada época, dejándonos llevar por la corriente de moda, el aplauso fácil y el conformismo heterónomo e impersonal, o hacemos frente a ellos, cuestionándonos de forma crítica, reflexiva, responsable y autónoma.
Cada ser humano debe decidir por sí mismo que camino tomar. Yo personalmente he luchado contra todas esa construcciones mentales de mi entorno, etiquetas, prejuicios, costumbres que solo por pertenecer al pasado y venir de la tradición había que asumir, obedecer y cumplir sin cuestionarlas. Mi yo, eso que yo quería ser nunca lo aceptó. Me costó dejar por el camino, familiares, amigos, compañeros y formadores, que equivocados, con buena fe, me aconsejaban seguir en una vocación religiosa que no  tenía. Lo tenía todo: seguridad, aprecio, un expediente académico brillante, amigos a los que apreciaba, buena vida, y confort en un entorno natural privilegiado. Pero me faltaba lo esencial: la libertad.  El tiempo demostró que yo tenía razón. Fue difícil emprender una nueva vida después de pasar 25 años creyendo en algo que de golpe te deja suspendido en el aire. Tuve que abandonar La Moraleja -barrio residencial de Madrid- para trasladarme a un piso pobre de Cuatro Caminos. Al principio lo pasé muy mal sin saber a dónde me llevaría. La palabra "fracaso" martilleaba en mi mente, aunque  siempre creí en mis posibilidades. La angustia económica cercenaba  mis legítimas aspiraciones, mitigada por la enseñanza del inglés como profesor y la ayuda inestimable de mis padres. Tuve que reinventar hasta el lenguaje con mis compañeros de piso. Y, paradojas del destino, allí descubrí la pobreza -no como voto religioso- sino como obligada experiencia personal. Empecé una lucha donde tenía que equilibrar lo que me dictaba la mente -la parte que por educación recibida más había desarrollado- con mi parte visceral, la más intuitiva y con los sentimientos y emociones de mi corazón. El clima de libertad y de librepensamiento que disfrutaba entre mis compañeros de piso, no lo cambiaría por nada del mundo. Allí cada uno argumentaba con razones y discernía de acuerdo a su modo de ver el mundo; cuando se quería convencer a alguien, no se apelaba a ninguna instancia superior metafísica o trascendente, ni al misterio de las Escrituras, ni a la inspiración de una revelación mística de dudosa procedencia para imponer su criterio, sino a la racionalidad de los argumentos y al diálogo constructivo.
Otro frente de lucha que tuve que superar fue el familiar y su entorno sociológico; mi decisión no se comprendió y se aceptó por la familia. En el clima de nacionalcatolicismo que impregnaba  la sociedad rural de mi pueblo, el abandono de la carrera eclesiástica  era considerado como una traición contra la religión. Pero mi elección ya estaba tomada y nadie ni nada la cambiaría. Llegué a la conclusión que no podía sacrificar mi vocación de profesor de filosofía, por contentar a mis seres queridos y menos a la gente de mi pueblo. Y pese a las dificultades que auguraban en mi nueva empresa, tomé el camino correcto que mi conciencia dictaba. Más tarde descubrí que empezaba a seguir el mandato de Aristóteles, quien desautorizó a su maestro Platón en su "teoría de las ideas", por ser errónea a su juicio, diciendo: "soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad". Aprendí a observar y experimentar a través de la experiencia empírica y a deducir según su lógica, y cuando por mi torpeza me alejaba de lo práctico y caía en elucubraciones teóricas, Marx, me recordaba en la XI Tesis sobre Feuerbach que "lo importante no era conocer el mundo, sino transformarlo."
Seguir la verdad de mi conciencia y de mi corazón me costó días de incertidumbre, equivocaciones y dudas. Pero ¿qué empresa humana carece de estos aditivos? evidentemente, ninguna. J.Paul Sartre me enseñó que "los seres humanos estamos condenados a ser libres." Yo decidí que no me gustaba representar personajes con papeles atípicos no queridos por mí, engañándome a mí mismo, como hacen los malos actores al interpretar papeles que no van con ellos. Por eso, decidí escuchar la voz de mi interior para descubrir quien era y qué quería ser. San Agustin me sacó de dudas: "noli foras ire, in te ipsum redi in interiore homine habitat veritas ",  "no busques fuera pues es en tí mismo donde está la verdad".

Ha pasado mucho tiempo desde que viví estas experiencias. Atrás queda el encuentro con el amor, con la mujer a quien amo y respeto, como el primer día que la conocí. El nacimiento de mis tres hijos, la aventura de ser padre, acompañándoles  en el despertar  a la vida. Espero en la actualidad, seguir educando a mis hijos con el ejemplo, asumiendo el papel de la autenticidad, la honradez y las responsabilidad, por encima de convencionalismos sociales, etiquetas e hipocresía; aceptando el éxito y el fracaso como algo inherentes a la naturaleza humana . Hoy soy un profesor de filosofía -dicen que jubilado- pero yo no me siento así. La pasión por el conocimiento y la admiración por lo pequeño o grande, sigue despertando mi curiosidad. La música -la otra pasión de mi vida junto a la filosofía- me ayuda a envejecer con dignidad. Nadie se jubila de amar y conocer a los otros - a los próximos y a los lejanos-, ni de educar e instruir a sus semejantes, ni de sentir nuevos sentimientos, pasiones y emociones y experimentar nuevas aventuras. Han pasado muchos jóvenes por mis clases, he tratado de enseñarles el amor al conocimiento y a la verdad, con la certeza  de proporcionarles instrumentos que les harán más libres y responsables. Algunas veces he podido ser duro, inflexible y distante: les ruego me perdonen si no supe explicarme en aquellos momentos. Ahora pienso que yo he aprendido más de ellos que ellos de mí. Seguiré aportando todo lo que tengo, desde mi modesto blog, con ilusión y pasión, aquello que tanto repetí en mis clases de filosofía cuando leíamos a Aristóteles, que "una vida sin reflexión no merece la pena ser vivida", y que el compromiso más importante de nuestra existencia es ser más humano, reconociendo al humano que hay en cada uno de nosotros. Mejor que yo, lo dice el Maestro Eckhart:

"El que yo sea un hombre, 
 eso lo comparto con otros hombres. 
 El que vea y oiga, y el que coma y beba, 
 es lo que por igual hacen todos los animales. 
 Pero el que yo sea yo, 
 es mío exclusivamente, y no pertenece a nadie más."

                                          MAESTRO ECKHART



lunes, 31 de octubre de 2011

LA CONCIENCIA DE LA FINITUD EN EL HOMBRE




Hoy es un día apropiado para hablar de temas importantes y reflexionar sobre ellos, pues iniciamos el horario de invierno y los días son mas cortos de luz. Recogidos en nuestro hogar, la oscuridad invita a la reflexión y a la meditación, como hacía en su tiempo René Descartes cuando escribió el Discurso del Método, uno de los libros más importantes de la modernidad, junto a una estufa, para aminorar los efectos del frío invierno sueco. La proximidad del día de los difuntos, es una fecha apropiada para hablar de la finitud y la muerte, la única realidad, junto a los impuestos, inexorable (si no, que se lo pregunten a algunos).
El hombre es el único ser viviente que tiene conciencia de su propia muerte; los animales mueren pero no saben que mueren. El hombre tiene conciencia de su propia finitud, y por tanto, de su muerte. Algunos sienten temor -por no decir pavor de la muerte- aunque Epicuro nos reconforta diciendo: "Que no hay que tener miedo a la muerte, porque cuando estás vivo no está la muerte y cuando está la muerte ya no estás tú". Siento desfraudarte, querido lector, ya sé que la filosofía puede darnos poco consuelo sobre este tema que nos afecta a todos, o ¿Tal vez no?. Siempre nos quedará la religión. Sigamos pues. Junto a la conciencia de la muerte y previa a ella, encontramos la conciencia de finitud. Sin embargo, con ser algo tan inmediatamente ligado a nuestro ser y tal vez por ello, la finitud no es objeto directo de nuestra conciencia. Es verdad que basta ejercer la reflexión para ver que todo lo humano está marcado por la finitud; el hombre, que como todo lo vital, depende de su mundo ambiental y de mil factores; que en todo lo que conoce  y quiere, depende de sus sentidos sometidos a mil engaños; el hombre que vacila, duda, teme, espera, desea, busca, sufre, se pregunta, no puede menos de experimentarse a sí mismo como finito. (Cf. Descartes, 3ª meditación metafísica).
Pero cuando tomamos conciencia más clara de la finitud es cuando tomamos conciencia de las realidades que limitan nuestra propia realidad. La conciencia de unas realidades que determinan nuestra propia situación y la limitan, es el primer momento de nuestra toma de conciencia de nuestra finitud. Se las conoce con el nombre de "situaciones-límite". Estas se oponen a todas aquellas otras de  las que el hombre puede disponer mas o menos libremente. Cualquier hombre es capaz de adoptar una serie de situaciones, elige el lugar de su habitación, su profesión, su trabajo; organiza su tiempo, dispone de toda una serie de cosas, se  "busca una situación" y dispone de ella. Puede a su arbitrio cambiarla por otra. Pero hay toda una serie de situaciones de las que el hombre no dispone. Hay situaciones que se las imponen con real necesidad. Puede elegir el lugar donde habita, pero no elige el lugar donde nace. Puede disponer de su tiempo, pero dentro de unos límites que le vienen dados por su nacimiento y muerte. Tratemos de tomar conciencia de algunas de estas limitaciones en las que se expresa nuestra condición finita.
Como ser-en- el-mundo, el hombre está determinado y limitado por él. Está limitado a un espacio y un tiempo determinados de los que no puede disponer más que dentro de ciertos límites, y que le suponen una serie de condicionamientos que afectan a todas sus posibles realizaciones. Todo hombre es "hijo" del tiempo y el espacio en los que le ha tocado vivir. Vive, existe en este tiempo y no en otro, en este lugar y no en otro. La ciencia moderna con su infinitización del espacio y del tiempo, hacen más aguda la experiencia de esta finitud del hombre en el espacio  y en el tiempo. Pascal experimentó muy vivamente este aspecto de la finitud: " cuando considero la escasa duración de mi vida, absorbida en la eternidad que la precede y que la sigue, el pequeño espacio que lleno y aún que veo, hundido en la infinita inmensidad de los espacios que ignoro y que me ignoran me estremezco y me asombro de verme aquí y no allá, porque no hay razón alguna para estar aquí más bien que allí, para existir ahora y no en otro momento..." (Pascal, Pensamientos, Frag. 205)
El hombre tiene en el mundo un campo enorme de posibilidades. Todo hombre puede, sabe, quiere algo, hasta lo quiere todo. Algunos hombres hacen valer su esperanza y la ponen en la ciencia y la política; la primera para conocer las fuerzas de la naturaleza, la segunda para dominar el mundo. Pero el mismo progreso de la ciencia, muestra que a medida que crece el saber del hombre, crece la zona de misterio que rodea su saber, que los problemas se multiplican a medida que se multiplican los conocimientos del hombre, y el progreso de la técnica y de la política que hacen aumentar el poder del hombre no le hacen poder todo, ya que  ni siquiera puede disponer de ese poder. Es decir, que el tiempo que crece el circulo de nuestro saber, de nuestro poder, crece el circulo que los limita a  ambos de forma que no pueda concebirse racionalmente la esperanza de una superación de esta expresión de nuestra finitud.
La finitud es la experiencia de la mismidad. Cada uno es él mismo. Yo soy yo mismo y nunca podré dejar de serlo. Por más posibilidades que se me ofrezcan no podré ejercerlas más que yo mismo. En este punto la experiencia de la finitud se interioriza hasta coincidir con la experiencia de la subjetividad, de  la mismidad.
Y como la más impresionante de nuestras situaciones límites debemos considerar la muerte. La muerte -con una fuerza concentradora realmente única- reune todos los instantes que han ido componiendo la existencia para acabar con toda ella. Solo en la muerte es el hombre todo lo que puede ser; sólo en ella ha conseguido su forma perfectamente acabada; pero al mismo tiempo que la muerte culmina la vida, la termina, la hace desaparecer. La muerte termina así con toda la vida. El hombre no puede salvar nada de la muerte. Todo él tiene que morir en la muerte: su saber, su querer, sus recuerdos, todo lo que constituye al hombre tiene que pasar por el límite de la muerte.
Pero, además, la muerte no está sólo presente como límite al final de la vida. "Desde que nace el hombre es bastante viejo para morir". Desde que nace es mortal y tiene que contar en todos los proyectos en los que realiza su existencia con esa muerte, término, fin de todos ellos.



viernes, 14 de octubre de 2011

PLATÓN (III)





Frente a estas dos críticas fundamentales, Platón propone como paradigma la imagen del verdadero filósofo a la que conduce el camino de la verdadera educación ("paideia"), que expone después de eliminar estas dos objeciones; (desde 503-d hasta finales del Libro VII).
A pesar de estas objeciones, los filósofos deben ser guías del Estado. El medio ambiente histórico no justifica el no asumir esta responsabilidad política. Esta idea la ilustra Platón en una famosa imagen relacionada con la navegación (488-489-a 2). Compara la "polis" con un navío, imagen simbolizada por el poeta Alceo. La nave es guiada por un capitán superior a todos en grandeza y fuerza, pero con deficiencias visuales, auditivas y de navegación. Los marineros están en discordia entre sí y todos quieren ser piloto, pero ninguno ha aprendido a serlo ni maestro que el enseñara. Unos y otros exigen al capitán que les entregue  el timón y hasta lanza a sus rivales por la borda por tal de conseguirlo. Llega al límite de emborrachar al capitán para ponerlo fuera de combate y hasta de drogarlo, con el fin de apoderarse de la nave, banquetear y beber a mansalva. Para ellos, éste es el verdadero arte de navegar: saber como hay que llegar hasta los remos, pero no como hay que moverlos. Esta imagen muestra la crítica que hace Platón a la "polis" donde no hay espacio para el verdadero filósofo al que considera un inútil. En su imagen no se alude al pueblo, aunque se vislumbra como trasfondo al hablar de los marineros. El saber es condición imprescindible para la guía del Estado, aunque lamenta que la masa es incapaz de saber y reconocer esta superioridad. Acentúa además que la "politiqué tecné". El saber sobre el Estado, es un técnica enseñable Gorgias (464-b) Y además, que su relación con el Estado está por encima de toda ciencia. La ciencia de la "polis" es la mas digna y ha de ser eminentemente práctica. La filosofía así es ciencia del Estado y los filósofos son los sabios navegantes de la "polis". Difiere de Tucídides, para quien llegar al poder y mantenerse es la función del político. Para el filósofo político  sería inmoral, puesto que él no busca las despensas del Estado, sino que  ha de ser llamado a gobernar como el médico que es reclamado por el enfermo. Otra cosa es que la "polis" se reconozca como enferma.



jueves, 13 de octubre de 2011

PLATÓN ( II )





La oposición ser-no ser, la ha recibido Platón de Parménides (Frag.4 y 6): lo no existente no puede ser  objeto para el pensamiento. En el Sofista, desarrolla por primera vez la oposición que se deriva de la doctrina eléata y muestra que el logos la razón debe relacionarse con un algo existente,  y así poder unir lo que es con lo que no es (El pasaje célebre de la línea y la oposición de los dos mundos). Allí se muestra que tanto el conocer como el opinar don capacidades  "dínamis" de la parte superior del alma del "logisticón". Esto se repite y amplía en el Libro VI. según esta doctrina el vigilante de la "polis" debe ser y solo él, el encargado de vigilar las leyes y las tareas del Estado. En consecuencia, solo quien ve la esencia de la justicia puede dar layes justas y guardarlas (484-c). Convertir a este en gobernante es lo mejor, con esta condición, que tenga experiencia y sea adornado con virtudes políticas. Aquí la gran palabra es "empereia" experiencia (484 d 6 y 7). Hay que ver por tanto ambas cosas: teoría y experiencia. El es suficientemente realista como para no ignorar el valor de la expereincia de la vida. Esta es presupuesto para ser hombre de Estado. Así se prepara ya Platón para la objeción de Adimanto sobrela inutilidad práctica de los filósofos. Por eso se hace necesario estudiar primero la naturaleza del filósofo (485-c 12). 

La primera propiedad del espíritu filosófico es la visión del mundo de las ideas, de la que él adquiere la norma incommovible de la vida frente al mundo siempre cambiante. Con esto, Platón quiere superar la crisis de los Estados actuales que tienen su mas profunda causa en la ausencia de una idea conductora y meta de la vida (485 a). El filósofo -tal como lo concibe Platón- no es un profesor, ni un especialista ni un pensador creativo -en el sentido moderno de la palabra- sino una personalidad armónica en sí misma e interesada en problemas de índole universal. Platón no duda en aplicarle la clásica palabra del antiguo ideal de la nobleza ("kalokagacia").Los presupuestos éticos se unen , por tanto con los intelectuales, sin que se desgarre en ningun momento su personalidad. Ha de estar lleno de moderación ("sofron") (485-e 3) y no de ser amante del dinero ("filoxremaios") (485 -e 3); no ha de ser roñoso ni quisquilloso ("smiarologos") (486-a-5). Su naturaleza se caracteriza por la generosidad y visión de la totalidad ("megaloprepeia"). Este es  el psicograma ético del filósofo. Así mismo, puesto que mira al ser total, no debe tener la vida como sumo valor y la muerte no ha de parecerle algo terrible (486-b 1), por eso una naturaleza cobarde no puede tener parte para la filosofía (486-b), no puede faltarle el espíritu de libertad (486-b 3). En suma, debe de tener un catálogo de exigencias intelectuales y práticas, que son su imagen ideal; su realidad absoluta (487-a3-5). Platón enumera nueve cualidades fundamentales: Intelectuales: Buena memoria ("mnemom"); Buen aprendedor ("eumazes"). De carácter: ("megaloprepes") Encantador ("euxaris"). Amante ("filos") de sus congeneres ("suggenes")  de la verdad ("aletheia") y la justicia ("dikaiosine"), valiente ("andreia") y moderado ("sofrosine").

Platón afirma esto de un modo negativo pero global, acudiendo a una imagen del mito, la del dios Momos. Es en la  mitología del dios encargado de señalar defectos de los dioses. El filósofo debe ser  un hombre sin tacha (487-a 7), la exigencia suma, es unión de teoría y experiencia de la vida. Pero la realidad parece ser muy otra (487-c), así lo muestra la objeción de Adimanto basado en los hechos de la realidad. Segun esto, los filósofos o no son aptos para la vida o están corrompidos (487-b 1 hasta el d 5); objeciones muy extendidas en Atenas. Hay dos pasajes muy importantes en el Gorgias (484ss) y el Teeteto (173). En el Gorgias hace decir a Calicles que la filosofía está llena de encanto cuando se la cultiva en la juventud con medida y moderación. Pero si se la cultiva mas allá de lo necesario, ella es corrupción para el hombre. A los filósofos les falta la experiencia en las leyes del Estado en los discursos de la vida pública y en la alegría y el gozo del hombre. Resultan ridículos en la actividad pública y privada. Platón admite con sorpresa la rectitud de esta objeción, pero hace responsable de ello  al Estado actual y muestra la imagen del verdadero filósofo con experiencia (496-b ss). En el Teeteto aclara mucho más la situación de aquel momento ateniense. Dice así: " Ya desde la niñez no conocen el camino hacia el ágora, a los tribunales, a los lugares de recreo o asambleas del pueblo. Ni conocen las leyes proclamadas o escritas. Ni en sueños les viene el ocuparse por los oficios del Estado; tampoco les preocupa las asambleas o si uno es de casa noble o no.Todo eso le es tan ajeno, como la provervial sentencia de medir las  aguas del mar." 



martes, 11 de octubre de 2011

PLATÓN : EL COMPROMISO DEL INTELECTUAL CON LA POLÍTICA ( I )






Cuál es la solución ideal del conflicto entre el intelectual y la política? Según Platón es la siguiente: La filosofía debe constituirse como fuerza conductora del Estado y solo ella garantiza la salud de la "polis". Cuando Platón escribe el Gorgias, antes de su viaje a Sicilia, este compromiso del intelectual con la realidad está ya en él firmemente arraigado.  Su conclusión, en el tema del Gorgias, no es como debemos vivir, sino cómo hay que gobernar para vivir rectamente. Con esta idea viaja Platón a Sicilia  la primera vez el año 388 antes de cristo, y experimenta una alegría especial al descubrir a su discípulo Dión,así como sufre sobre la vida superficial del tirano y sus ciudadanos. Este primer viaje da testimonio de la firmeza inconmovible de esa creencia suya, a pesar de los desengaños sufridos, y la repite en el último de sus escritos en Las Leyes tras la muerte de Dión (Leyes 712a): "Cuando coincide en un mismo hombre el poder con la inteligencia y la moderación, entonces nace la mejor constitución con las mejores leyes".
Esta perfecta simbiosis histórica entre pensamiento y realidad, muestra que Platón no intentó interpretar la vida, sino trasformar al hombre en su vida. De vuelta del viaje de Sicilia, empieza el bosquejo de la "politeia". Yo creo que en la vacilación de Sócrates, cabe barruntar un cierto pánico de aquel viaje a Sicilia. Pero ahora hay algo muy firme en Platón, a saber su convicción de la tarea de la filosofía y del filósofo; en parte contrasta con la opinión corriente de que el filósofo es un hombre no dotado de talento práctico y realista de la vida, como él mismo recoge en (487 c-d) y al que la filosofía es un objeto de enseñanza para la juventud. Así lo formula Calicles en el Gorgias (484-485). Por ello, Platón hace que sus dos hermanos dirijan las objeciones en dos frentes de ataque y obliguen a Sócrates a desarrollar necesariamente la imagen del verdadero filósofo. Primeramente habla Glauco (474e) y después Adimanto (477-b). Superadas las objeciones, Sócrates aclara sin obstáculos su pensamiento central y puede llegar lógicamente a la meta de sus demostraciones; Las principales arrancan del (502-c) hasta finales del libro VII.
¿Qué quiere decir filósofo? Frente a la masa de retóricos y sofistas, Sócrates expone la imagen del verdadero filósofo, a base de dos rasgos fundamentales (474-a al 480-a): Primero, el filósofo es un erótico de la "sophia"; la ama y tiende ininterrumpidamente hacia ella. Eso incluye un compromiso vital con la actividad intelectual. Segundo, como amante tiende a la esencia de la verdad en su más alta unidad, buscando la cohesión del todo y no en las formas aparentes de las cosas individuales. Para explicar esto, aduce Platón aquí los fundamentos de su doctrina de las ideas y del conocimiento: El filósofo, tiende al conocimiento de la totalidad del saber, hasta llegar a la cumbre de las ideas. Eso envuelve -al mismo tiempo- contemplación y vida práctica; por eso la filosofía es, en primer término, la suma de todo aprendizaje y enseñanza, más aún, es la incorporación de todo lo aprendido y aprendible al organismo vivo de la comunidad. La filosofía sin una referencia práctica es impensable para él. El curioso se contenta con conocer los fenómenos pero no la verdad, ésta es propia del filósofo (475-b). La exigencia de que los filósofos gobiernen significa lo siguiente: La técnica política es solo posible en aquel que conoce la esencia del Estado. Solo él conoce lo que realmente importa a la política. De lo contrario se debatiría en medidas prácticas, más o menos ocasionales en función de un determinada meta política. Las ideas valen no por ellas mismas, sino que sirven como apelación intelectual a partir de lo cual se encuentra el verdadero arte de gobernar; ellas valen para todos los conceptos de la vida porque de suyo, todas se refieren a una última verdad (476-a). Con esto tocamos la sustancia de la filosofía de Platón "eidos". Este vocablo recibe en este pasaje -por primera vez en la República- una significación que lleva directamente a la idea. El primer texto de Platón en el que aparece la palabra "eidos" es en el Diálogo Eutrifón 6-d. Pero es en la "Politeia" donde se desarrolla el concepto de unidad e indivisibilidad de la idea. Eso se consigue fácilmente por medio de los conceptos éticos de donde se ve que la idea tiene una referencia intrínseca al mundo real. Solo hay una cosa justa, no muchas  (476-a 1). La idea aparece así separada de las cosas, y es incorporada y reservada exclusivamente a los filósofos que las entienden. En cambio, los que solo miran las cosas aparentes, están vueltos solo a las cosas, solo ven las cosas "contempladores" (476-a 10). Con esto, Platón establece una valoración (476-d). La misión de las ideas es establecer un estado de vida vigilante, por eso el filósofo es un hombre siempre alerta (478-c 4). En cambio, la misión de las cosas, como mera imagen de las ideas, es apariencia como el sueño con la realidad. Esta valoración la traslada Platón al proceso del conocimiento, estableciendo dos grados del mismo: el conocer en sentido propio como visión de las ideas "gnosis", y la opinión "doxa" como visión de las cosas, unida a la creencia de que en ellas se conoce ya la verdad. Este problema se aclara en el (477) en la célebre antítesis: ser-no ser, conocer-no conocer.



domingo, 9 de octubre de 2011

EDUCACIÓN EN VALORES






Todos los paises hablan de la importancia que tiene la educación para el progreso de un país, pero pocos ponen los medios y la inversión necesaria para que sea efectiva. Según el Doctor  Francisco Kovacs, en una entrevista realizada en un medio radifónico, hay que tener siempre en cuenta algunos factores que según la psicología evolutiva, son de sentido común. 
Qué significa educar para el Doctor Kovacs? De acuerdo con el conocimiento científico tres cosas: El niño debe estar rodeado de un entorno que fomente al máximo todas las capacidades que su código genético permite. No se trata de hacer nada artificial sino permitir que esa potencialidad fructifique. En segundo lugar hay que rodearlo de afecto. Y en tercer lugar hay que darle modelos de conducta que pueda imitar y que le transmitan los valores que socialmente queremos, véase el rigor, la disciplina, la meritocracia, la justicia, etcétera.
El conocimiento científico demuestra que, al nacer, la mayor parte de nuestras neuronas no están conectadas entre sí. Se conectan o no en función de los estímulos del entorno, y cuanto mayor es el sujeto más difícil. Con lo cual, quien debería fijar el calendario educativo es el desarrollo biológico del niño.De ahí la importancia de las circuntancias en la etapa infantil para modelar con mayor facilidad su conducta.
Hay tres estereotipos. -dice el Dr. Kovacs- El primero es el del salvaje feliz, lo de que hay que dejar al niño que brote espontáneamente como las lechugas. Una educación no intervencionista no es educación, es agricultura. Y condena al niño a ser un fracasado toda su vida. No hay ninguna excusa para los padres vagos.
Una vez que el niño ya tiene cierta edad (entre los 10 y 14 años), y empieza a tener una vida cada vez más autónoma en la que la influencia de los padres es cada vez menor, se encuentra con situaciones que son contradictorias a aquellas en que lo han educado.Por ejemplo, si al niño lo han educado bien en su casa, tendrá un concepto claro de la justicia: yo puedo predecir qué voy a hacer y qué me va a pasar, en función de lo que haga, mis padres me van a premiar o castigar. Pero cuando sales al mundo te das cuenta que hay cosas que funcionaban en tu casa que en el ámbito macro no funcionan igual.También es necesario dotar en cuanto es posible al niño de un criterio propio, sólido y fundamentado para que pueda resistir el contacto con la realidad sin considerarse idiota ni abjurar de sus principios.
¿Y cómo se hace eso? A través de tres claves: Formación, información y ejemplo. No basta con decirle al niño desde pequeño que la honradez es un valor positivo, debes predicar con el ejemplo. Si tú admiras a un ladrón porque preside un gran banco te estas contradiciendo.
Hay que darle información para que comprenda que no tiene que cuestionar sus principios sino sobrevivir en un entorno donde no siempre se aplican. Intentar aislar al niño en una burbuja es un suicidio, porque en cuanto el niño sale al mundo se lo comen. Hay que prepararle para que cuando tú ya no estés tan presente, sea capaz de autoeducarse constantemente. Es lo que deberíamos hacer todos los adultos.
Año tras año, cuando salen los resultados del informe Pisa, el director general de turno o la ministra, si las elecciones están cerca, hace dos declaraciones tópicas típicas y hasta el año próximo. Con este planteamiento el fracaso está garantizado.
¿Qué propone, Dr. Kovacs? Volver a implantar valores y mecanismos educativos contrastadamente eficaces y dejarnos de experimentos pedagógicos. Por ejemplo deberíamos agrupar a los niños por nivel, no por edad biológica. Eso de que los niños crecen industrialmente y el que nació el 31 de diciembre le corresponde otro nivel del que nació al día siguiente es una aberración que sólo cabe en la cabeza de los que perpetraron la Logse. Instalar mecanismos de premio y castigo (que no significa tortura y mimo) que es como funciona nuestro cerebro. Si tratas igual al que estudia que al que no lo hace, estas incentivando que todo el mundo suspenda. Estamos en un entorno políticamente correcto y blandito que nos está llevando al hundimiento colectivo. Ahora por ejemplo la competitividad no está de moda. Pero vivimos en una sociedad globalizada, la competencia está y hay que aprender a manejarla. Aprender a competir es no abusar cuando ganas ni frustrarte cuando pierdes. Mi padre me permitió hacer lo que yo quería siempre que estuviera a la altura: si quieres tocar el piano, te comprometes a hacerlo lo mejor que puedas. Si pretendes ser libre tienes que demostrar que eres digno de esa libertad y que la ejerces bien. No ganas derechos por el hecho de crecer biológicamente. Si el niño aprende a abjurar del esfuerzo no sólo lo conviertes en un vago, sino que mediatizas todas sus decisiones de futuro, siempre va a hacer lo que le sea más fácil.
Además de educadores, ¿podemos ser amigos de nuestros hijos? Los padres pueden decidir ser amigos de sus hijos, pero tienen que ser conscientes de que los dejan huérfanos.  

sábado, 8 de octubre de 2011

EL PODER EN LAS SOCIEDADES DEMOCRÁTICAS


"Los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política ( que va más allá del individuo). No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia"

K. Marx, Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política




Hoy quiero iniciar mi reflexión sobre los poderes de las sociedades democráticas, con una cita de  Carlos Marx, aunque hay otros autores que tratan este tema, me parece representativo hacerlo, y lo compararé con la posición de Tocqueville, para intentar sacar conclusiones sobre los poderes en la sociedades democráticas.
Para el creador del marxismo, la conciencia es producto de las fuerzas productivas o clases sociales que son las que determinan la superestructura ideológica y por tanto al individuo como sujeto activo en la sociedad. No es la filosofía, ni la religión ni el Estado, los agentes principales que mueven a las sociedades, mas bien estos son manifestaciones ideológicas de una falsa conciencia que reside en la superestructura idelógica. Para K. Marx existe unas fuerzas sociales que somete las voluntades individuales, imponiendo sus intereses particulares sobre los intereses sociales, dependiendo del periodo histórico analizado, entre el esclavo-señor, rey-súbdito, burgués-proletario. Cuando el comunismo se instaure en la sociedad y se elimine la propiedad privada, las mayorías tomarán el poder frente a los poderosos y estos dejarán de explotar al pueblo.
Alexis de Tocqueville nos plantea que en las democracias liberales hay una máxima en la que se establece que la mayoría en acciones de gobierno, tiene derecho a hacerlo todo. Y profundizando sobre esta tesis, afirma que un pueblo  no puede nunca por definición, desbordar los límites de la justicia y de la razón y que no se debe temer dar todo el poder  a la mayoría que le representa. Pero esto, precisa Tocqueville, es servir  y conduce a la tiranía  de la mayoría. En el marxismo se establece que nunca las mayorias de desfavorecidos han poseido el poder, frente a la minoría burguesa, y que habrá que conquistarlo mediante la revolución del proletariado.
Ninguno de estos planteamientos se pueden mantener, por las razones que expongo a continuación. En ningún momento histórico la mayoría proletaria marxista ha elaborado su propia superestructura, como para influir en la opinión colectiva de las sociedades. Mas bien los "mas media" han creado una ideología a favor de la clase dirigente, sea política (patitocracia, clase dirigente, etc),  o económica (magnates de la comunicación, plutócratas, etc), que han creado una opinión pública siempre a favor de sus propios intereses, haciéndonos creer lo contrario. En cuanto a Tocqueville, no hay tal "tiranía de  la mayoría", puesto que, a veces, los partidos políticos con sus alianzas postelectorales, configuran un espectro político muy en desacuerdo con el sentir de la mayoría surgida de las urnas. De todas formas, la dictadura de la mayoría -si así se da- pertenece a la esencia de la democracia.
¿Quién ostenta el poder dominador en las sociedades democráticas modernas?: La economía y sus agentes sociales. Los grandes grupos económicos, que junto a las reglas del mercado y el capital financiero, marcan la pauta por encima de los poderes políticos y democráticos, creando mediante la "ingeniería social" estados de opinión, ajenos a los intereses de la mayoría. Otra cosa es, lo que nos hacen creer.  




miércoles, 5 de octubre de 2011

LOS VALORES, FUNDAMENTO DEL ESTADO DE DERECHO



   

"El más fuerte no lo es siempre demasiado para ser constantemente amo o señor, si no transforma su fuerza en derecho y la obediencia en deber"

                                                          Rousseau, El Contrato Social, Cap.III





España ¿es un Estado de Derecho? Para ser un Estado de Derecho no basta que lo promulgue la Constitución Española, hay que serlo realmente. Por el pacto social  los ciudadanos consentimos que el Estado ejerza violencia y poder sobre nuestras personas y haciendas, siempre que se base en el Derecho. Son los ciudadanos los que libremente delegan su libertad al Estado siempre que el ordenamiento jurídico de éste se adecue a principios fundamentales ontológicos que residen en el individuo como persona humana. El poder y la autoridad es una potestad del Estado de Derecho delegado por los ciudadanos para la recta gobernación, la convivencia en libertad y la justicia. El respeto a los principios de la persona y la organización de la vida social humana, son los requisitos esenciales para definir lo que es un "Estado de Derecho", y  lo que le diferencia de ser una cuadrilla de bandidos.
Ahora bien ¿de dónde proceden y se fundamentan esos principios y valores de la persona humana?: En el Derecho Natural, considerado como un conjunto de criterios y principios  racionales que rigen y presiden la organización verdaderamente humana de la vida social y asignan al Derecho su finalidad necesaria con arreglo a las exigencias ontológicas de la naturaleza humana.
El Estado que produce normas alejadas de las exigencias de la organización verdaderamente humana de la vida social y que no respeta ni atiende a la dignidad del individuo, no es verdadero Estado. Dispondrá de códigos y normas, pero no dejará de ser, en el fondo, una cuadrilla de bandidos. Es el caso de  las revoluciones marxistas, y en general de los totalitarismos, sean de derechas o de izquierdas, que crearon un orden jurídico a su medida, y elaboraron leyes escritas dimanadas de sus órganos legisladores conforme al aparato jurídico del que se dotaron a sí mismos. El orden jurídico marxista era Derecho sólo en apariencia. El Derecho es algo más que un código de cualquier conjunto de normas escritas. Es la sociedad la que construye la convivencia social sobre la base de principios y valores que emanan de nuestra propia naturaleza -Derecho Natural- y posteriormente el Derecho Positivo lo explicita en normas jurídicas. La aplicación práctica del Derecho corresponde al Estado mediante sus instituciones y representantes, -legalmente elegidos por el pueblo- y deben atenerse a criterios de igualdad, justicia y ecuanimidad, sin sobornos, corrupción, nepotismo, clientelismo y fraude de ley. Erradicar el bandidaje de las instituciones del Estado, ha de ser la prioridad mas importante de éste. El asunto es el hombre. La crisis innegable que vive Occidente deriva del tipo de hombre que hemos creado. Por ello es imprescindible atender al esquema de valores con el que conformar la arquitectura moral de los individuos. De nada sirven normas escritas si se elaboran al margen de esas exigencias ontológicas de la naturaleza humana o si se aplican subordinando el orden jurídico a cualquiera de los desperfectos del alma que componen la sinfonía de lo arbitrario y lo espurio. Sólo un hombre educado en la arquitectura de valores derivada de una vida verdaderamente humana, será garantía de futuro. Sólo ese tipo de hombre, capaz de entender la noción trascendente de la Humanidad, capaz de ajustar la conducta a sus valores, podrá evitar la cuadrilla de bandidos.


lunes, 1 de agosto de 2011

"DIOS NO JUEGA A LOS DADOS"


 

 

Una investigación japonesa demuestra que un único fotón no puede moverse más rápido que la luz, lo que echa al traste la posibilidad real de trasladarse al pasado o al futuro


Un equipo de físicos japoneses acaba de echar por tierra la fabulosa posibilidad, hasta ahora solo parte de las tramas de las historias de ciencia ficción, de viajar en el tiempo. Experimentos realizados en los últimos años sugerían la eventualidad de que los fotones, las unidades de luz, tomadas de forma individual, podían superar la misma velocidad de la luz en su conjunto, pero los investigadores han confirmado que este salto en las reglas del Universo no es posible. Y si esto no es posible, por mucho que duela a los más entusiastas, tampoco lo será viajar al pasado o al futuro.
Durante la investigación, publicada en Physical Review, los científicos, dirigidos por Shengwang Du, hicieron pasar pares de fotones a través de un vapor de átomos a unas 100 millonésimas de grado sobre el cero absoluto, la temperatura más baja de Universo, según informa la BBC. Y resultó que los fotones individuales cumplían con los límites de la velocidad de la luz en el vacío, lo que significa que siguen el principio de causalidad establecido por la teoría de la relatividad de Einstein, por el que el efecto no puede suceder antes de su causa.

ABC / madrid
Día 26/07/2011 - 14.02h



Decía San Agustín: ¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; si alguien me lo pregunta y quiero explicarlo, ya no lo sé. En efecto, nadie sabe definirlo, pero todos sabemos lo que es porque nosotros mismos somos tiempo, somos seres temporales. El tiempo siempre está presente en nuestras vidas. Es más, la vida transcurre en el tiempo, sin tiempo no hay vida. No solo se impone en la Física sino en todos los ámbitos del ser humano: el conocer, hacer y esperar; todo esto lo hacemos en el tiempo. Es la medida o el sustrato de nuestro acontecer. También está presente en el deporte, la música, y en cualquier otra actividad humana. Sin tiempo, el deporte carecería de valor. ¿Cómo podríamos entender un partido de fútbol sin reglas y sin un espacio de tiempo determinado? Ser más rápido que tu adversario, llegar antes que él, ocupar el espacio del terreno de juego, etc ¿cómo podríamos entender la melodía de nuestra canción preferida sin sus intervalos de silencio en el tiempo? El Tiempo es la esencia de la Música, el ritmo es su acompañante inseparable.Siempre está ahí, aunque no lo veamos ni toquemos. Forma parte de nuestra sensibildad, tanto interna -mide nuestras vivencias o estados de conciencia- como externa. Sin él no existiriamos y tampoco me olvido de su hermano el espacio: juntos forman un dúo inseparables.
A veces su medida es irregular. No se cuantifica de forma matemática. Se hace largo y eterno en momentos de angustia, de dolor -sea físico o psíquico- y corto y efímero en los momentos placenteros y felices, que de vez en cuando disfrutamos los humanos. Su medida es muy subjetiva. El ser humano siempre ha querido trascender y escapar tanto del tiempo como del espacio. La filosofía ha tratado de profundizar en estos problemas asociados  al espacio/tiempo. Nietzsche creía solo en el "instante", de ahí su mito del "eterno retorno". El pasado fue y ya no es porque fue y el futuro tampoco es porque aun no es, y cuando sea será presente. Solo existe el presente o sea el instante que es, emparedado entre el pasado y el futuro.
Otra de las aspiraciones del ser humano es viajar trascendiendo las leyes del espacio y del tiempo, tanto hacia el pasado como hacia el futuro. Es una ilusión que yace  como un reto en su imaginación. Einstein afirmaba que la velocidad de la luz imponía la ley del tráfico del Universo: "nada puede viajar más rápido que la luz". La luz viaja a una velocidad de casi 300.000.000 metros por segundo en el vacío. También un único fotón obedece  esa ley. Ese es el límite de velocidad de toda masa en el universo. El postulado  fundamental de la teoría de la relatividad es que las leyes de la ciencia deben ser las mismas para todos los observadores en movimiento libre, sea cual fuere su velocidad. Esta ley tiene consecuencias notables: la equivalencia de la masa y la energía planteada en la célebre ecuación de Einstein E=mc2, (dónde E es la energía, m la masa y c la velocidad de la luz), y la ley según la cual nada puede viajar más rápido que  la luz. La teoría de Einstein revolucionó nuestra imagen del Universo y sugirió el concepto de de un espacio dinámico en expansión, terminando con las aspiraciones quiméricas de la humanidad. Por todo ello, el ser humano en cuanto materia o "soma" (cuerpo), siempre estará sujeto a las leyes de la física, al reino de la necesidad, al determinismo que rige en el Universo, como parte integrante de él. De ahí que su comportamiento no difiera del resto de entes naturales. El principio de causalidad establecido por la teoría de la relatividad de Einstein, por el que el efecto no puede suceder antes de su causa, es una barrera infranqueable para el ser humano. Otra cosa es el espíritu o reino de la libertad, pero eso es otro problema que será tratado en otro momento. No obstante, Einstein no aceptó nunca que el Universo estuviera gobernado por el azar, de ahí su famosa frase  de que "Dios no juega a los dados".



miércoles, 13 de julio de 2011

CRÍTICA AL DOGMATISMO EPISTEMOLÓGICO Y ÉTICO KANTIANO



Si se quiere críticar el contenido de la Crítica de la Razón Pura, hay que hacerlo desde la primera página, porque mas coherencia, mas rigor y mas claridad es difícil encontrar en un sistema completo de pensamiento. Si admitimos los presupuestos metodológicos de la filosofía moderna en toda su extensión, la filosofía de Kant es irrefutable porque es la consecuencia lógica y coherente del “Cogito Cartesiano”, por un lado, y del principio empirista, por otro.
La filosofía de Kant es la fundamentación filosófica de la ciencia físico-matemática de Newton. Una ciencia fenoménica, consecuencia de la nueva metodología que rompe con la metafísica y abandona la vocación ontológica, al descubrir el sujeto sus enormes poderes para constituir el objeto de conocimiento. Este es el ideal científico de los modernos, tanto empiristas como racionalistas. Es el fruto de la concepción homogénea y cuantitativa de la naturaleza (estructura matemática como denominador común de la mente y de la realidad)
Por eso, el profundo vínculo entre todos ellos, como la impronta o el carácter o la modernidad, hay que buscarlo en la estructura fundamental y fundante de la matemática, como clave interpretativa de la realidad y de la mente. Esto, está claro que es un pilar del materialismo porque presupone implícitamente el carácter extenso cuantificante (matematizable) de toda la realidad. Por eso, los modernos están más unidos que desunidos, a pesar de las aparentes y superfluas diferencias entre empiristas y racionalistas, entre filósofos y científicos. el espíritu de Galileo y el de Descartes; el de Descartes, el de Spinoza y el de Hume; el de Newton y el de Kant, todos ellos forman parte de un ideal científico y humanista que no descarta la naturaleza, sino que la asume bajo el denominador común de las estructuras mentales del sujeto, que son las estructuras matemáticas.
El problema es, si este ideal científico y humanista se mantiene incólume en nuestros días; yo considero que se ha quebrado por muchas partes, especialmente en las humanidades, aunque ha tenido vigencia casi absoluta hasta finales del siglo XIX. Es indiscutible que nuestra sociedad, fruto del ideal científico y humanista estudiado, vive hoy una profunda crisis. Yo considero que en no pequeña parte se debe al carácter exagerado y dogmático con que se aplicaron los principios de la filosofía moderna, negándose torpemente a asimilar algo, por pequeño que fuese de XX siglos de historia del pensamiento humano desde Thales. Por eso, si descubrir esto es el placer del estudioso, revisarlo críticamente, para volver a sus cauces el torrente lógico desbordado, es el deber de los pensadores que aun siguen creyendo en la fecundidad de algunas ideas o esquemas estructurales del pensamiento clásico, en tanto que aprovechables, eficaces y oportunos para salir de la crisis que presenta la actual cosmovisión.
Y para terminar, una pequeña precisión en torno a la precisión kantiana de anular el carácter científico del saber metafísico. Kant ha negado a esa conclusión tras sacar las ultimas consecuencias del principio del empirismo. El problema está en si ese principio es tan inconmovible como Kant creía. Es lamentable que un filosofo crítico de la categoría de Kant acepte dogmáticamente, sin rechistar un principio tan comprometido (se ha visto en la actualidad dentro del propio circulo de Viena, la necesidad de ampliar este criterio hasta unos limites que ya no plantean serías dificultades lógicas ni teóricas a la metafísica) . Decididamente, el espíritu de kant pertenecía al empirismo, porque decir, como el dijo que de la realidad responde adecuadamente la perceptibilidad (intuición empírica) es establecer abusivamente controles, siguiendo el criterio de la simple percepción. ¿No estará Kant asignando a la percepción atribuciones que no le corresponden?. Hoy sabemos que la perceptibilidad no solo no es condición suficiente para determinar la realidad existencial de los seres (se pueden tener imágenes ilusorias o darse circunstancias o fenómenos que nos hagan ver lo que no existe) sino que ni siquiera se puede considerar como una condición necesaria. Solo algunos seres de los reales les conviene el ser perceptibles; concretamente, los que son extensos. Cuando se afirma que la naturaleza y el pensamiento tienen una misma estructura matemática, se está afirmando indirectamente que todo lo real es extenso y por lo tanto perceptible en el espacio y en el tiempo. Y de este dogmatismo hay que acusar a Kant cuando pretende determinar la existencia en función de la perceptibilidad y de la intuición empírica.
Y, en fin, hay que hacer notar que Anselmo y hasta el propio Leibniz; toda la tradición metafísica que ha defendido el argumento ontológico, criticado por Kant en la Dialéctica Tanscendental: como modelo de todo razonar metafísico, hablan de la “Idea” o “esencia” de Dios, mientras que Kant habla de la “Idea” o “concepto”. Esta cuestión terminológica es importante porque cuando la tradición metafísica habla de ideas, está hablando de realidades. Decía Platón que la idea era el “ontos”, lo real y para el pensamiento cristiano era también el fundamento de la realidad. El secreto profundo de este “ de las esencias de la formas o de las ideas, está, tal como ha revelado magistralmente Husserl en la actualidad, en que no cabe un pensar totalmente vacío como el kantiano. La mente está enlazada con el ser, es intencional en palabras de Husserl, está en tensión y en referencia al ser. Es ya, de antemano, aprehensión del ser, como había defendido toda la tradición metafísica de occidente que enlaza con Platón. Por lo tanto no hay necesidad de trascender el ámbito de lo subjetivo (famosa “quaestio de ponte”) porque está ya trascendido de antemano, en virtud de esa tensión hacia lo real ontológico que la mente comparta. Y es aquí, en este contexto, donde hay que situar la validez o la invalidez de la metafísica y de sus críticas.
El problema está en que el Psicologismo inglés (Locke, Hume) fue dejando el concepto en puro concepto y, con ello, perdiendo el carácter ontológico y de esencia la referencia al ser. Así se fué acrecentando ese proceso de disolución de lo real en la actividad del espíritu que irá adquiriendo cada día más prerrogativas hasta devenir con Hegel en el Espíritu Absoluto. Y Kant, cuando crítica la metafísica, no lo hace en su contexto, sino que lo retorna desde Hume y desde sus presupuestos empiristas donde se ha consumado ya el divorcio entre el ser y el pensar. Esto es lo que hace que la crítica de Kant sea ineficaz, porque está presuponiendo lo que hay que demostrar, a esto se le llama dogmatismo. Hoy sabemos que una cosa es el ser, y otra, nuestra manera de aprehenderle (Husserl; y que tal aprehensión, no tiene necesariamente que ser ocultadora puede ser desveladora, aunque tal desvelación, sea parcial progresiva e histórica, sino de forma. El contenido, se le da a sí misma la conciencia de modo soberano. La conciencia es la única fuente de conocimiento moral la última instancia, el ultimo tribunal donde se puede determinar lo que es bueno y lo que es malo.
Pero ésta ética, tan sugestiva, no está libre de insuficiencias. Todas derivan del presupuesto dogmático inicial (como en gnoseología). Quizá, las más importantes, las hayan puesto de manifiesto los sistemas éticos posteriores de corte pragmático. Efectivamente, tanto la moral pragmática del capitalismo americano, como la moral de práxis del marxismo, han reivindicado lo que la ética había perdido con Kant la dimensión exterior, de resultados, de práxis. El pragmatismo ha insistido en que para poder determinar la moralidad de los actos y del autor de estos, no basta con la forma, con la buena voluntad, con la intención sana. Por importante que ésta sea en la moralidad, ésta ha de determinarse fundamentalmente por los resultados prácticos, por el éxito. Independientemente de que se esté de acuerdo o no con la moral pragmática, (yo no lo estoy), lo que está claro es que denuncia la insuficiencia de las éticas formales, defendiendo que el éxito en la acción era también un deber. Y esto, al menos, era oportuno decirlo en unos tiempos en que los hombres, recelosos de los éxitos por una aceptación de la insuficiencia de las propias fuerzas, decidían resguardarse o cobijarse tras la buena intención, tras la buena voluntad, tras los aspectos formales que se desentienden de los resultados. Triunfar, conseguir lo que nos hemos propuesto, también es una obligación. Quien debe responder, p.e. de un desastre ocasionado por su ignorancia, su desidia, su abandono o por un simple descuido, no puede justificarse luego, ni ante sí mismo ni ante la sociedad, diciendo que el no quería hacer lo que hizo, que no sabía lo que iba a ocurrir, que ha tenido mala suerte, y que su voluntad era buena, aunque los resultados hayan sido negativos. Tampoco podrá justificarse diciendo que él pensaba que lo que hacía no estaba mal.
Por otro lado, esto no supone la aceptación de la ética pragmatista. A mí, al menos, me parece también insuficiente y parcial, juzgar o medir la bondad o la verdad por el simple éxito, y la maldad por el simple fracaso. Esto es introducir el subjetivismo en la ética y, como consecuencia, relativizar las categorías morales. Considerar que tanto la razón teórica como la razón práctica se prueban en la acción es decir, que tanto la verdad como el bien, no son adecuación a nada ni a nadie, son creaciones e invenciones del propio hombre, teniendo como único criterio la eficacia operativa. Por este camino, vamos a un mundo en el que se sacrifica sin escrúpulos al que fracasa y se explota sin más contemplaciones al débil e indefenso, dejando la conciencia tranquila después de tamañas fechorías, amparándonos en una moral del poderoso hecha a la medida de sus inventores. Pero para el pragmatismo, las categorías de verdad, bien y valor, no son esencias abstractas, sino que se definen en función del resultado en cada situación concrete de la vida humana. No podía ser de otro modo, después del desprestigio y la aniquilación de la metafísica. El formalismo kantiano no cuenta con ella; pero el pragmatismo americano o el marxismo, tampoco. Por eso, todos los que han suprimido el orden objetivo exterior, abocan, en ética, a posturas relativistas y subjetivistas, independientemente, de que sean materialistas o formalistas.
Por otra parte, la conciencia es, indiscutiblemente, un órgano de conocimiento moral; pero,  ¿se dicta a sí misma, como pretende Kant sus contenidos morales?, ¿es realmente la última instancia ética?, ¿no existe la ley natural ni la ley eterna?, ¿todos los hombres que siguen preceptos religiosos — viven alienados en la medida en que ajustan su conducta a una voluntad distinta de la suya e inexistente?, ¿no podría ser que la conciencia y la prudencia (como factor intelectual no racional sino intuitivo) se limitasen a aplicar la ley a las situaciones concretas de la vida?. Responder negativamente a esta pregunta es producto del mismo dogmatismo que en la Crítica de la Razón Pura negaba la existencia del orden natural inteligible, con esto yo no digo que el filosofo moralista, en tanto que científico, tenga que responder que sí; lo que digo es que en tanto que científicos, tenemos que huir de posturas extremas, dogmáticas, manteniendo una sensata modestia y un prudente respeto por lo desconocido. Quizá, como en tantas otras ocasiones, el científico tenga que encogerse de hombros reconociendo su incapacidad para responder. Por eso yo critico a Kant; no porque yo defienda lo contrario, como científico, sino porque su compromiso con afirmaciones tan tajantes es desmesurado y falto de comprobación.
Y claro, de aquellas semillas, nacieron estas consecuencias. El espíritu ilustrado de la época continuó ahondando en ésta dirección, hasta no concebir la posibilidad de seguir siendo auténtico hombre a la sombra de los dioses. Se producirá, entonces, el deismo, como una deificación de la Naturaleza y de la Razón. El humanismo de la época es, entonces, hijo de esta reducción antropológica desde la teología, de ésta arrogancia del hombre que se siente autónomo y auténtico solo sobre el proceso previo de secularización y de desacralización. (Fíjense que estamos preparando el camino para llegar al marxismo con su concepto de alienación religiosa, base de su humanismo) . Como consecuencia de la decisión kantiana en ética, hija del espíritu ilustrado de la época, y de la inmanentización panteísta de Dios en la Naturaleza y en la Razón (todavía no se ha producido la “muerte de Dios) (Nietzsche), se inició el proceso siguiente que ha sido confirmado por los hechos en la historia de últimos cinco siglos:

Autonomía de la moral (Kant).
Separación de sus fundamentos metafísicos.
Desconexión de la religión.
Manía persecutoria contra la religiosidad, considerada como opio de los pueblos y refugio de los Ignorantes.
Destrucción de la propia moralidad. (certificación de la moral en Freud y anarquía moral en Sartre).

La decisión de subjetivizar el orden moral ha concluido en la destrucción de la propia moral dentro de las corrientes más progresistas.... y en nuestros tiempos. Y tal decisión en Kant está condicionada por los resultados de la C.R.P.. Del mismo modo que la conciencia gnoseológica se había potenciado para salir responsable de los caracteres de objetividad que la ciencia exigía y para evitar el amenazante agnosticismo (Hume) . Así también, y como por contagio, se ha potenciado la conciencia moral hasta convertirse en el supremo legislador que puede determinar, sin acudir a instancias superiores, sean naturales o sobrenaturales, las categorías sobre las que se fundamenta la ética.
Yo pienso, siguiendo en pensamiento de Stoker y de Husserl que la conciencia, tanto la moral como la gnoseológica, no puede ser jamás algo autónomo y cerrado: es intencional. Hay que añadir que no se refiere sólo al mundo de las cosas, sino que es también intuición de Absoluto, búsqueda y pregunta por lo trascendente. Son inquietudes y preguntas que surgen de forma espontánea, aunque no todas las personas las vivan con igual intensidad e interés, es decir, envuelve la referencia a... En el caso de la conciencia gnoseológica, la referencia al Ser que no puede ser creado por la mente humana (psicologismo); en el caso de la conciencia moral la referencia al bien que tampoco es invención, como pensaba Sartre, ni sublimación como quería Freud. El hombre no puede crear el bien ni la verdad, sino que tiene que encontrarlos trabajosa y penosamente, haciendo uso de su inteligencia, de su voluntad, de su conciencia y de su prudencia. La existencia consiste en ésta búsqueda, sabiendo que corremos el riesgo del error científico y del error moral porque el éxito no está garantizado y la libertad es abandono, responsabilidad y tragedia. Para superar el desorden moral hay que tener claras estas ideas.
Pero no podemos terminar sin decir, en honor a la verdad, que Kant estaba muy lejos de sospechar las consecuencias que iban a sacar los pensadores  posteriores, de los principios autonómicos de su filosofía moral. En cualquier caso, la responsabilidad del hecho, no radica en kant sino de todos aquellos que no supieron sacar de la potenciación del sujeto la enseñanza equilibrada que sin duda contenía en orden a determinar la moralidad. Siempre han existido quienes no han sabido beber con mesura y con ponderación de las fuentes, atracándose con avidez de los manjares que deparaban las modas intelectuales o Las nuevas ideas. La buena voluntad y la seriedad del planteamiento kantiano se puede ver solo con por encima cualquiera de las formulaciones que hace del imperativo categórico. “Haz siempre de tal manera que tu comportamiento se pueda presentar como norma universal”. .etc...
Por otra parte, Kant no negó la existencia de un orden exterior al propio hombre: el alma espiritual inmortal, Dios etc. Pero para Kant este orden era absolutamente incognoscible (quizá sea el adjetivo “absolutamente” lo que le sobra al pensamiento kantiano para poder ser aceptado desposeído de dogmatismo) . Por eso, Kant, siguiendo una lógica aplastante, creyó que el hombre, sumido en tal abandono exterior, ya no tenía otra forma de justificarse que la de escuchar desapasionada y honestamente la voz de su conciencia. Indudablemente, Kant tenia parte de razón, pero no toda. El problema estaba en que otros, con peor voluntad que él, aprovecharon los principios autonomistas y subjetivistas de su filosofía, para iniciar el camino regresivo de la moral que acabará por terminar con ella. Pero esto, claro está, no es culpa suya.