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jueves, 31 de octubre de 2019

Flores




Flores...

Flores. Montones de flores. Sepultan remordimientos
que encierran recientes y viejos recuerdos,
buenos y malos tratos, amores y grandes afectos,
ausencias que con su olor florido,
anteponen su colorido y acallan emotivos llantos.
Convierten una tierra inerte sin esperanza y sentido,
donde la guadaña siega, cualquier atisbo de vida
en un huerto o paraíso, el camposanto;
para volver a revivir pequeños y grandes motivos,
de seres tan queridos, que hasta la voz se ha perdido
en esa sima profunda, que abre sus fauces al olvido.


                        A. González Padilla



domingo, 27 de octubre de 2019

A mi Suegro



Dejad el balcón abierto... 

 
Cuando yo muera...dejad abierto el balcón,
para que respire el aire y siga entrando el sol.

No me dejéis sólo con esos cirios de cera
ni expongáis mi féretro como en una pasarela.
No quiero el crujir de dientes ni el llanto de plañideras.
!Dejad que entre la brisa! esa brisa mañanera
que acompañe mi descanso, la que durante cada día
refrescó mi rostro ajado.

Quiero que nadie perturbe el estar sólo con ella,
y hablar de esas cosas bellas con la brisa placentera,
cuando en soledad callada las estrellas se ocultaban,
para dar paso a la brisa y a su compañera el alba.

Cuando yo muera, no quiero susurros lastimeros

que interrumpan mi silencio o distraigan mis recuerdos.
Quiero escuchar la campana que con su voz plañidera
rasgue el silencio del pueblo al alba por la mañana.

Sé que sacaréis estandartes que ondeen con crespones negros,

como ha sido y es tradicional y rezaréis en silencio.
También sé en mi fuero interno que no es lo más importante
pero que yo os agradezco.

Lo importante no es el agua bendita sobre mi féretro,
sino la que Dios derrama bendita por ser de riego,
la que sacia a nuestras tierras, y nos procura el sustento.

Sí a las palabras de aliento que nacen del corazón 

y que derraman consuelo, que se elevan en el templo
tan altas como el incienso. O la procesión del féretro
por las calles de mi pueblo -al que serví con esmero-
con coronas de flores que marchitan con el tiempo,
o pésames multitudinarios con gestos que agradecemos
que quedan en el recuerdo.

Ahora que ya estoy con Ella, reiniciamos el proyecto
que hace diecisiete años lo dejamos en lo incierto.
Ahora caminamos juntos unidos por el sendero,
protegiendo a nuestros hijos y también a nuestros nietos,
desde este hermoso lugar en el que no pasa el tiempo.

Aquí hablamos largo y tendido de vuestras cuitas y proyectos,
desde aquí os protegeremos como siempre lo hemos hecho,
porque vosotros, nuestros hijos, vuestras parejas y nietos,
habéis sido la razón de nuestros cuidados y afectos.

Nos dirigimos a vosotros: Virtudes, Magdalena,
Antonio, Juan y Paco,
sabed que con el paso del tiempo nos volveremos a encontrar
en este hermoso lugar para seguir nuestro viaje,
ese, que nunca tiene final.

   
                         Antonio González Padilla



N.B. Dedicado a mi querido suegro Antonio Guzmán Lao, fallecido el 23 de octubre del 2019



lunes, 21 de octubre de 2019

Huida



Huida

Furioso conmigo mismo:
mi disfraz ya no me protege
de mí mismo.
Huyo de mi, y siempre me encuentro
en el camino,
como si éste hubiera sido andado
otras veces,
en una rutinaria repetición
donde vuelve el ayer ...
y siempre se impone el hoy.

                                               
                   Antonio González