Translate

viernes, 27 de agosto de 2021

Charlie Watts




Hay artistas que nunca mueren. Su música permanece ajena al paso del tiempo, es eterna. Ha muerto Charlie Watts, el baterista de los Rolling Stones, la banda en activo más importante del mundo. Su muerte sigue conmocionando al planeta por la propia personalidad del finado. Y si por él fuera, el mundo no conocería tal noticia, porque él era así: nunca quiso ser protagonista, ni siquiera de su propia muerte, siempre lejos de la notoriedad pública. Los golpes de su batería hablaban por él y rompían el silencio del escenario, tanto, como empequeñecían su figura corporal y elevaban su grandeza humana como artista. Detrás siempre un hombre prudente, muy lejos de la notoriedad pública, alejado de la propaganda fácil y de la gloria efímera del momento, que otros, no supieron o no quisieron sobrellevar. Los que  lo conocieron resaltaban su personalidad brillante y cáustica y su extrema humildad. Un hombre íntegro, fiel a su familia, que permaneció siempre unido a su primera esposa y a su grupo musical. Se negó a tocar un solo de batería, porque siempre consideró a este instrumento solidario y soporte con el resto de instrumentos de la banda, como uno más, al servicio del ritmo y la armonía del grupo. Así era Charlie Watts, un hombre que vivía para sus golpes, virtuosos golpes de baqueta, que efectuaba a fuerza del dominio de las muñecas -herencia de sus inicios en el jazz- contrario a la mayoría de bateristas del rock and roll, que para golpear más fuerte, utilizan los brazos: el resultado, un sonido rítmico de una pureza asombrosa. En estos días, la música está de luto. El silencio cubre las notas musicales del pentagrama, y en la soledad de una noche estrellada, parpadea una estrella detrás de una nube que esconde su itinerario en libertad.  De lejos, nos llega el sonido nítido del chaston  de los Rolling y al bueno de  Charlie Watts, haciendo lo que mejor sabe hacer: tocar la batería. Decía Gabriel García Márquez que "la muerte no viene por la vejez, sino por el olvido". Y así es: siempre lo recordaremos, su estrella brillará eternamente en nuestro corazón.



Muere Charlie Watts, baterista de los Rolling Stones, a la edad de 80 años. Estarás siempre en nuestros corazones.



lunes, 23 de agosto de 2021

Racionalidad, Motivación y Voluntad



El principio básico de la ética socrática es que "no hay sino un bien que el conocimiento y un mal que es la ignorancia.” Por lo tanto, considera Sócrates que el criterio del bien reside en la sabiduría, que el conocimiento basta por si sólo para determinar la conducta humana. Sócrates no concibe como se puede obrar mal conociendo el bien. No concibe la mala intención, la maldad de la naturaleza humana. Por eso, él, como el pensamiento griego en general, rechazan la idea de culpa y de pecado. Es la ignorancia la causa de todos los males y no sólo de los fracasos.
Pero esta concepción de la naturaleza humana, no puede ser defendida. 'El hombre, como demuestran los hechos, actúa en ocasiones mal y, si bien es cierto que a veces es por ignorancia, en otras, es por maldad. Sócrates como hizo ver Aristóteles, confunde la sabiduría práctica "sofrosine", con la sabiduría teórica "sophía". A mi juicio, no es justo pensar que el hombre no puede sustraerse ante la influencia del bien conocido, que todo proceder impecable arranca de un conocimiento perfecto. A veces, actuamos en desacuerdo con nuestra conciencia psicológica y con nuestra conciencia moral.
De otro modo, no seriamos libres. Y a veces, vemos personas ignorantes con un gran corazón: un corazón "con razones" que la razón no conoce, según decía Pascal. Así que la ignorancia teórica es perfectamente compatible con la sabiduría práctica, con la abnegación y el sacrificio, con el sentido claro y preciso del bien y del mal, con el coraje del hombre comprometido con la virtud. No hace falta ser inteligente y docto para ser honesto. Ni se es honesto por ser docto e inteligente; tampoco por el mero hecho de ser ignorante. Lo único que se quiere decir es que las categorías éticas (bien-mal) son autónomas e independientes de las categorías científicas (verdad­-error). La inteligencia es una buena condición para practicar las virtudes y, cuando no está ofuscada, se siente atraída por la belleza de la bondad y de la justicia. Pero, por sí sola, no basta para hacer el bien.
Pero Sócrates consideró que la virtud era un hábito racional y confundió la virtud con la ciencia, los hábitos racionales con los hábitos morales. Por eso replicaba Aristóteles no sin razón que el valor, no consistía en conocer los peligros sino en saber afrontarlos; un tipo de sabiduría distinto e irreductible al primero. 
El intelectualismo socrático ofrece una perspectiva del mundo de la virtud adosada al marco de la razón. A ésta perspectiva se le puede llamar RACIONALISMO ÉTICO. Sócrates, para atajar las aberrantes conclusiones de los sofistas, abre las puertas del "logos" y el ímpetu arrollador de este torrente lógico entra en el ámbito de la moral invadiendo y desbordando los sagrados depósitos de la poesía homérica, las costumbres heredadas, los horizontes hasta entonces inquebrantables del recto proceder. El proceso de racionalización del depósito tradicional es sano por un lado como reactivo ante inmovilismos trasnochados; pero es también peligroso si no se sabe usar con tacto y equilibrio. El Maestro, de alma apolínea, sólo sacó del racionalismo ético la lección, también ética, de la renuncia; pero sus seguidores, cínicos y estoicos, abocarían a formas exageradas del racionalismo que acabarán paulatinamente con toda esa corriente cálida y sentimental de los valores tradicionales y de las "razones del corazón". El rigorismo de la razón ahogará definitivamente la corriente cálida de los sentimientos; entonces, los ideales éticos se tornarán lacios e inhumanos. Si en otro momento hemos dicho que el hombre no es solamente pasión,ahora hay que decir que no es tampoco razón solamente. Un racionalismo rígido acaba con el hombre porque acaba con sus venas, con su corazón, con la tarea ética y política. Sin fuerzas instintivas y pasionales queda sin trabajo el auriga de nuestra razón. Hay, indudablemente que romper en favor de la perfección y de la felicidad para los racionalistas éticos, quizás sea la afirmación de la esencia divina, pero es sin duda la aniquilación de la esencia humana. Por eso, el ideal del Sabio en las escuelas postsocráticas es la muerte, en vez de la perfección del hombre, porque cometieron el grave error de calificar las acciones humanas a la luz exclusiva de las directrices racionales. De este modo, se inició históricamente un proceso subestimatorio de la naturaleza humana como reacción ante un planteamiento puramente naturalista o hedonista igualmente insuficiente.
Diríamos, por lo tanto, que es necesario ser razonable, racionalizar nuestra vida y nuestras costumbres; pero con esto no basta para ser moralmente honesto, porque nuestras acciones pueden ser, a pesar de todo, moralmente neutras o inmorales. Para la valoración de la conducta tienen que entrar factores apetitivos y volitivos. No basta con conocer para determinar el signo de la acción; hay también que querer y decidir, teniendo en cuenta el apetito sensible y el apetito irracional. Así pues la inteligencia no basta para determinar el sentido de la acción; ésta es psicológicamente imposible sin las fuerzas que emana de las tendencias y sin el ejercicio de la voluntad. Y puede ocurrir muy bien, salvo que defendamos posiciones deterministas, que la voluntad decida hacer lo que no es razonable o que permanezca en un estado de deliberación permanente, incapaz de decidirse; o que actúe sin deliberación ni reflexión con un claro matiz de neutralidad moral. Y hasta se puede dar el caso de una inteligencia condicionada por unas tendencias fuertes o por una voluntad de hierro.
En resumen, la inteligencia es condición necesaria para la moralidad, porque aporta elementos decisivos en el proceso deliberativo y de reflexión y análisis. Pero no es condición suficiente, pues se requiere el apetito o las tendencias como una anticipación del bien apetecible a nivel biológico y la voluntad como presentación anticipada del bien apetecible a nivel racional. Y en esa confluencia, en esa dialéctica y en ese conflicto se dan la decisión y la responsabilidad moral. Por todo ello, básicamente de acuerdo con el planteamiento socrático en el que de la razón sólo se saca la lección ética de la renuncia a los excesos de las tendencias, no podemos estar de acuerdo con planteamientos extremos ni naturalistas, hedonistas, o racionalistas. El hombre, a mi juicio, es una realidad en equilibrio inestable de fuerzas anímicas. La tarea ética de cada cual es garantizar la estabilidad y proporción de ese equilibrio que corre constantemente el riesgo de romperse. La salud psicológica y la bondad ética u honestidad, son justamente lo que anda en juego. Nadie puede desentenderse porque ésto compromete a todos. Está en nuestras manos nuestro propio destino y en parte, también algo del destino de los demás, en la medida de nuestras posibilidades de interacción en la dinámica moral y social de las gentes con las que convivimos. Esto es grandioso y noble; pero podemos errar en los errores en ésta tarea se pagan caros si no se corrigen a tiempo. En unos casos con la neurosis y en otros por la perversión moral.
Para terminar, dejar claro que Sócrates pretendió alcanzar la felicidad. Creo que todos los humanismos pretendieron siempre lo mismo, aunque no se pusieran de acuerdo en lo que había que entender por ella. Lo que está claro es que Sócrates se resistió a colocarla del lado del naturalismo o del hedonismo para intentar buscarla en la razón. Quizás se extralimitó al considerar la importancia de ésta; pero él, que era un hombre virtuoso y equilibrado, jamás pensó en mecanizar la conducta desde los principios de la lógica, estableciendo ideales éticos inhumanos; sin embargo, es justo reconocer que sentó las bases para que otros menos apolíneos y equilibrados que él lo hicieran sin escrúpulos.

Veamos ahora que nos dice la Psicología. La psicología moderna y, los docentes en particular, tienen un problema que aún está por resolver: Todos queremos estar motivados o que nos motiven, todos queremos que nuestros alumnos se motiven con nuestra materia, que participen y se entusiasmen con nuestras clases, pero ¿Cómo conseguirlo? Motivación viene de "motus" = movimiento, impulso, tendencia..., ponerse en movimiento para conseguir una determinada acción, o sea, tener ganas para hacer algo, así de simple. Consideramos que quien está motivado, tiene una ventaja sobre quien no lo está, y creemos que ese convencimiento le proporciona una fuerza interior que elimina los obstáculos o los hace más asequibles, para conseguir un determinado fin. Hoy esta palabra la hemos desterrado de nuestro vocabulario y la hemos sustituido por motivación. ¿De dónde procede ese impulso? ¿Cómo lo llamamos? ¿Qué hay que hacer para conseguirlo? ¿Cómo podemos motivar a nuestros alumnos para que tengan "ganas" de hacer algo y crearles esa necesidad?

Antes le llamábamos voluntad, facultad de querer hacer algo, razonado y alumbrado por el entendimiento; una fuerza que nace del interior de la persona y de su propio convencimiento. Hoy la moderna psicología, por el afán de estudiar empíricamente la conducta y vaciar de contenido metafísico al "yo", acentúa la importancia de la satisfacción de las tendencias mediante la fuerza de atracción del objeto externo, de tal modo, que la conducta depende más de "motivaciones externas" ligadas a la recompensa material obtenidas, que a causas internas dependiendo de una escala de valores altruistas, (como veis las palabras no son ajenas a los contenidos). ¿Qué sucede cuando he de hacer algo y no estoy motivado? Pues no lo hago. Si a corto plazo no atisbo ni veo una recompensa que me estimule, abandono. ¿Dónde está el sentido del deber? Motivar a nuestros alumnos con las notas y el aplauso social, es bueno y necesario porque eleva su autoestima, pero no es suficiente, porque, a veces, hay que hacer cosas que no nos gustan. El deber consolida la fuerza de nuestros proyectos a largo plazo, y es un elemento seguro para mantenernos fieles a nuestros principios y conseguir nuestros proyectos. Ortega escribió: “Es triste tener que hacer por deber lo que podríamos hacer por entusiasmo”. Pero no hay otra solución. José Antonio Marina ha escrito, El misterio de la voluntad perdida (Anagrama), un libro que trata sobre estos temas con la agudeza, claridad y simplicidad que le caracteriza. Te recomiendo que lo leas.



sábado, 7 de agosto de 2021

¿Por qué no dejan salir?




El mayor fracaso
del comunismo cubano es:
si alguien no quiere vivir allí,
no le dejan salir.

Un paraíso con muros, 
un régimen sin libertad
que retiene a ciudadanos
en contra de su voluntad.

Que abre sus puertas
a quien llega,
para pasado algún tiempo,
permanecer a cal y canto:
encerrado...y a la espera.

Si tanto te gusta Cuba
vete a vivir allí...
pero el día menos pensado
querrás salir en libertad 
aunque quedarás atrapado
en una ideología sin fin.

Entonces comprenderás
lo que es vivir sin respirar,
asfixiado...
sin aires de libertad.

      Antonio González



 

viernes, 6 de agosto de 2021

Messi no seguirá en el Barcelona



No busquen las tres patas al gato, porque no las tiene. Messi se marcha del Barsa porque no tiene un duro para pagarle. Así de sencillo. Ahora la onda expansiva de esta noticia generará opiniones diversas y hasta opiniones contrapuestas y disparatadas, pero todo será buscarle tres patas al gato. El Barsa es un club arruinado, con una deuda superior a los mil cien millones de euros. Simplemente no puede mantener el sueldo de Messi, como el Almería no puede fichar a Grizmann o El Ejido a Isco. Messi es un lujo que el Barcelona no puede permitírselo.

El Barcelona es un club arruinado por la mala gestión de sus dirigentes, durante la etapa del señor Bartomeu, y no por las normas bien conocidas y aceptadas por todos del "fair play" financiero. Si el Barcelona quiere ser un club serio, no puede ni debe echar balones fuera y declinar su responsabilidad, comunicando que no puede renovarle "por obstáculos económicos y estructurales", una forma obscena de culpar a los demás y no asumir su propia responsabilidad. Cuanto antes reconozca su situación actual, podrá planificar el futuro sin Messi y empezar una nueva travesía del desierto desde una base realista. Será una travesía durísima,  y esto ha de hacerlo con los jugadores que hasta ayer mismo eran acusados de aprovechados y bien pagados, y a los que exigía una bajada en sus fichas para poder mantener el sueldo astronómico de Messi. Son estos los jugadores que deben sacar la nave adelante en un nuevo sistema de juego, que en los últimos quince años estaba planificado en función del astro argentino. Ahora lo que toca es, inventar nuevos mecanismos porque ya Leo no está ahí para sacar las castañas del fuego. Grizmann y Dembelé serán estos jugadores, hasta ayer señalados como de aprovechados, simplemente por exigir el cumplimiento de un contrato firmado y aceptado por ambas partes. 

Es una irresponsabilidad, impropia de un gran club, mantener esta situación a diez días del inicio de la liga, a sabiendas que la situación era irreversible. Lo que no vale ahora, es echarle la culpa a la liga profesional, a la pandemia, al empedrado o a todos a la vez ¿Por qué se ha dejado la renovación hasta la última hora?¿Acaso Laporta no conocía la situación ruinosa del club y la imposibilidad de poder firmar a Messi? ¿Cómo ha sido posible llegar a esta situación? La negligencia, el engaño-si lo ha habido- o la desidia, han de ser explicadas. Son preguntas que El presidente Laporta debe responder y explicar a la masa social del Barsa, y hacerlo cuanto antes. Mientras tanto, la sombra de Messi seguirá siendo alargada.



domingo, 1 de agosto de 2021

La España "multinivel"

 


La España "multinivel"
ya está aquí
como eufemismo...
entre provocación y ocurrencia:
como gilipollez.
Ya está bien de medias tintas,
de palabras ocurrentes,
de ideas de propaganda 
del "sanchismo" recurrente. 

La patria convertida en "matria"
el soldado en "soldada"...,
mientras, la ciudadanía,
no da abasto
de comentar tonterías:
no sabe a qué atenerse,
si es de noche o es de día.

Todo es lenguaje fatuo:
España es una anarquía,
donde la lengua perdió,
su linaje, su hidalguía...
donde se dilapidó
la herencia recibida,
que tanto, tanto costó.

¿Insulto a la inteligencia?
¿o solemne chulería?

     Antonio González