Translate

lunes, 31 de octubre de 2011

LA CONCIENCIA DE LA FINITUD EN EL HOMBRE




Hoy es un día apropiado para hablar de temas importantes y reflexionar sobre ellos, pues iniciamos el horario de invierno y los días son mas cortos de luz. Recogidos en nuestro hogar, la oscuridad invita a la reflexión y a la meditación, como hacía en su tiempo René Descartes cuando escribió el Discurso del Método, uno de los libros más importantes de la modernidad, junto a una estufa, para aminorar los efectos del frío invierno sueco. La proximidad del día de los difuntos, es una fecha apropiada para hablar de la finitud y la muerte, la única realidad, junto a los impuestos, inexorable (si no, que se lo pregunten a algunos).
El hombre es el único ser viviente que tiene conciencia de su propia muerte; los animales mueren pero no saben que mueren. El hombre tiene conciencia de su propia finitud, y por tanto, de su muerte. Algunos sienten temor -por no decir pavor de la muerte- aunque Epicuro nos reconforta diciendo: "Que no hay que tener miedo a la muerte, porque cuando estás vivo no está la muerte y cuando está la muerte ya no estás tú". Siento desfraudarte, querido lector, ya sé que la filosofía puede darnos poco consuelo sobre este tema que nos afecta a todos, o ¿Tal vez no?. Siempre nos quedará la religión. Sigamos pues. Junto a la conciencia de la muerte y previa a ella, encontramos la conciencia de finitud. Sin embargo, con ser algo tan inmediatamente ligado a nuestro ser y tal vez por ello, la finitud no es objeto directo de nuestra conciencia. Es verdad que basta ejercer la reflexión para ver que todo lo humano está marcado por la finitud; el hombre, que como todo lo vital, depende de su mundo ambiental y de mil factores; que en todo lo que conoce  y quiere, depende de sus sentidos sometidos a mil engaños; el hombre que vacila, duda, teme, espera, desea, busca, sufre, se pregunta, no puede menos de experimentarse a sí mismo como finito. (Cf. Descartes, 3ª meditación metafísica).
Pero cuando tomamos conciencia más clara de la finitud es cuando tomamos conciencia de las realidades que limitan nuestra propia realidad. La conciencia de unas realidades que determinan nuestra propia situación y la limitan, es el primer momento de nuestra toma de conciencia de nuestra finitud. Se las conoce con el nombre de "situaciones-límite". Estas se oponen a todas aquellas otras de  las que el hombre puede disponer mas o menos libremente. Cualquier hombre es capaz de adoptar una serie de situaciones, elige el lugar de su habitación, su profesión, su trabajo; organiza su tiempo, dispone de toda una serie de cosas, se  "busca una situación" y dispone de ella. Puede a su arbitrio cambiarla por otra. Pero hay toda una serie de situaciones de las que el hombre no dispone. Hay situaciones que se las imponen con real necesidad. Puede elegir el lugar donde habita, pero no elige el lugar donde nace. Puede disponer de su tiempo, pero dentro de unos límites que le vienen dados por su nacimiento y muerte. Tratemos de tomar conciencia de algunas de estas limitaciones en las que se expresa nuestra condición finita.
Como ser-en- el-mundo, el hombre está determinado y limitado por él. Está limitado a un espacio y un tiempo determinados de los que no puede disponer más que dentro de ciertos límites, y que le suponen una serie de condicionamientos que afectan a todas sus posibles realizaciones. Todo hombre es "hijo" del tiempo y el espacio en los que le ha tocado vivir. Vive, existe en este tiempo y no en otro, en este lugar y no en otro. La ciencia moderna con su infinitización del espacio y del tiempo, hacen más aguda la experiencia de esta finitud del hombre en el espacio  y en el tiempo. Pascal experimentó muy vivamente este aspecto de la finitud: " cuando considero la escasa duración de mi vida, absorbida en la eternidad que la precede y que la sigue, el pequeño espacio que lleno y aún que veo, hundido en la infinita inmensidad de los espacios que ignoro y que me ignoran me estremezco y me asombro de verme aquí y no allá, porque no hay razón alguna para estar aquí más bien que allí, para existir ahora y no en otro momento..." (Pascal, Pensamientos, Frag. 205)
El hombre tiene en el mundo un campo enorme de posibilidades. Todo hombre puede, sabe, quiere algo, hasta lo quiere todo. Algunos hombres hacen valer su esperanza y la ponen en la ciencia y la política; la primera para conocer las fuerzas de la naturaleza, la segunda para dominar el mundo. Pero el mismo progreso de la ciencia, muestra que a medida que crece el saber del hombre, crece la zona de misterio que rodea su saber, que los problemas se multiplican a medida que se multiplican los conocimientos del hombre, y el progreso de la técnica y de la política que hacen aumentar el poder del hombre no le hacen poder todo, ya que  ni siquiera puede disponer de ese poder. Es decir, que el tiempo que crece el circulo de nuestro saber, de nuestro poder, crece el circulo que los limita a  ambos de forma que no pueda concebirse racionalmente la esperanza de una superación de esta expresión de nuestra finitud.
La finitud es la experiencia de la mismidad. Cada uno es él mismo. Yo soy yo mismo y nunca podré dejar de serlo. Por más posibilidades que se me ofrezcan no podré ejercerlas más que yo mismo. En este punto la experiencia de la finitud se interioriza hasta coincidir con la experiencia de la subjetividad, de  la mismidad.
Y como la más impresionante de nuestras situaciones límites debemos considerar la muerte. La muerte -con una fuerza concentradora realmente única- reune todos los instantes que han ido componiendo la existencia para acabar con toda ella. Solo en la muerte es el hombre todo lo que puede ser; sólo en ella ha conseguido su forma perfectamente acabada; pero al mismo tiempo que la muerte culmina la vida, la termina, la hace desaparecer. La muerte termina así con toda la vida. El hombre no puede salvar nada de la muerte. Todo él tiene que morir en la muerte: su saber, su querer, sus recuerdos, todo lo que constituye al hombre tiene que pasar por el límite de la muerte.
Pero, además, la muerte no está sólo presente como límite al final de la vida. "Desde que nace el hombre es bastante viejo para morir". Desde que nace es mortal y tiene que contar en todos los proyectos en los que realiza su existencia con esa muerte, término, fin de todos ellos.



2 comentarios:

  1. Muy buena forma de abordar un tema tan inherente al ser humano como es la muerte. En pleno 2020 me vengo a topar con su blog. Muy interesante los temas que aquí trata. Un saludo desde Perú.

    ResponderEliminar
  2. Sus palabras me animan a seguir en mis reflexiones. Se las agradezco con mi mayor aprecio y sinceridad. Muchas gracias.

    ResponderEliminar