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martes, 21 de diciembre de 2021

Ahora son las 21 horas y 21 minutos, del día 21, del año 21, del siglo XXI


                                       "El hombre es la medida de todas las cosas"

                                                                                  Protágoras


Hoy son las 21 horas y 21 minutos, del día 21, del año 21, del siglo 21. Brindo por todos vosotros, para que esta fecha tan especial, marque nuestras vidas de paz y prosperidad. Hasta dentro de cien años no se dará la combinación del día 22, a las 22 horas, 22 minutos, del año 22 en el siglo 22. 

Qué haríamos sin el tiempo. Nada. El tiempo es quien conforma bajo su inexorable pasar todo lo que acontece. Nada acontece sin el tiempo, ni nada transcurre sin su permiso. El "ser" está muy a gusto en el tiempo porque sabe que fuera de él perdería su ser. Siempre está en guardia, vigilante..., nunca desfallece ni descansa, si así fuese,  acabaría todo. El tiempo es la esencia del acontecer, el receptáculo del transcurrir de la vida y de la duración: todo dura en el tiempo nada es fuera de él. Por eso es todo y es nada. No es, porque la esencia del ser es aquello que permanece en su materia y su forma, ocupando un lugar real o virtual en el espacio, con sus propias dimensiones espacio-temporales. Pero a la vez es todo, donde todo fluye y nada permanece, tal como lo hace el tiempo, porque si lo desmenuzamos, en el pasado ya no es; en el presente se nos escapa entre los dedos de la mano, y en el futuro es quimera o esperanza de lo que aún no es. solo queda el instante. Por eso el tiempo no es, si por "ser" entendemos algo que está ahí permaneciendo. es el carril, más bien, de la permanencia y duración. Mas bien diríamos que es "la condición de posibilidad de toda experiencia" (Kant), es receptáculo que contiene todo aquello que es o pretende ser, es condición "sine qua non", nada es, ni puede ser.

El tiempo, lo podemos medir pero no parar ni tampoco definir. Si por definir entendemos poner límites a una cosa, resaltándola de las demás cosas, singularizándola, particularizándola, sacándola del "totum revolutum" de la homogeneidad y de la multiplicidad de las cosas, en la que se encuentra. Si identificamos como parte de la realidad el tiempo, ¿qué quedaría de la otra parte llamada el "no tiempo"? pero el no tiempo no es, ni existe; ni siquiera puede ser pensado, porque, no es un concepto, sino la condición de todo concepto, porque pensar en algo fuera del tiempo es imposible, es como trasladarse a otro lugar o iniciar un viaje sin contar con el tiempo transcurrido, un viaje sin duración, y eso es imposible: ese viaje necesitamos hacerlo en el tiempo. Es como pretender guardar el agua sin un cuenco que la soporte, conteniéndola y dándole forma. El tiempo, siempre está ahí, soportando y suponiendo el sostén, cauce, camino de  toda experiencia. Basta un llamada, una palabra mágica y siempre responde: al ¿cuándo?.

Es amigo y tirano a la vez. Depende de él mismo. Se manifiesta en todo momento, se disfraza como amigo (tiempo para gozar) y aliado o como inexorable enemigo (tiempo para sufrir). En las alegrías se queda corto, pasa raudo y veloz, y a veces se oculta con rapidez, para luego aparecer en la nostalgia del pasado, en la memoria "de que cualquier tiempo fue mejor", cuando ya no podemos disponer de él. Se hace efímero. Otras veces, se queda parado, inerte, su transcurrir es lento y cruel. Aparece en los momentos más críticos, amargos y duros de la experiencia humana: en la enfermedad, en la angustia, en la frustración..., en esos momentos en donde cada momento del tiempo, queda paralizado e inamovible. Se adueña de nuestro estado de ánimo, de nuestro espíritu, y nos martiriza con el repiqueteo constante de la duración, de la quietud que se torna en inquietud, en la repetición de lo mismo; en ir cayendo en el pozo a cuyo fondo nunca se llega. Hasta se muestra cruel, insoportable, en un tiempo determinado, para luego, con el tiempo, ir cerrando, curando la herida, consolando y atemperando el ánimo, hasta hacerlo soportable: nos hiere en el tiempo, pero nos cura con el tiempo; es una misma moneda con dos caras.

Aprovechando el tiempo, ahora que me es favorable, con la alegría de haber vivido 74 años, y pese a estar rodeado de incertidumbre a causa de la pandemia que asola al mundo entero, levanto mi copa de vino, con el deseo solidario, para que dentro de los próximos cien años, la humanidad tenga un dominio mas efectivo sobre la enfermedad, sea más justa y solidaria y destierre la violencia en el mundo. ¡¡¡Por Vosotros: paz y bien!!!


NB. Mi nombre es Antonio González Padilla. Nacido en Almería (España). Vivo en Abla, y he sido  profesor de filosofía. Casado con tres hijos. Feliz por compartir con vosotros la existencia y la pertenencia al género humano. ¡Qué Dios nos bendiga a todos!


miércoles, 8 de diciembre de 2021

Consejos doy que para mi no tengo




"Consejos doy que para mi no tengo"
así reza el refranero
tan cierto como certero
que en la ocasión viene a cuento
como anillo al dedo.

Maritxell Batet
-Presidenta del Congreso-,
el día de la Constitución
nos ofreció un recital
de eufemismos de salón
cual de ellos más ramplón.
Y todo en un parlamento 
donde no se controla al gobierno
sino a la oposición.
Lleno de moralina
de consejos sin ton ni son
con fanatismo y resentimiento
hacia la oposición.

Consejos das,
sin mirar a tu partido
de "sanchismo" vengativo
carente de moralidad
de lealtad y sinceridad
con esta Constitución
que un día juró defender
que ofende con deslealtad.

Hablas de aceptar
legalidad y autoridad
¿Te refieres a Cataluña
tu tierra de origen natal
donde el 25% del castellano
es proscrito en la escuela
con total impunidad?

¿Te refieres a tu gobierno
que ha indultado a los golpistas
con tufos supremacistas
para mantener en el poder 
a palmeros y sanchistas
mirando para otra parte
el partido socialista?

¿Respetar la Constitución
es pactar con secesionistas
los mismos que no acatan
sentencias de la justicia,
renunciando a defender
derechos
entre los constitucionalistas?

¡Menuda desfachatez 
la de Maritxell Batet!

         Antonio González




domingo, 14 de noviembre de 2021

A mi nieto, MARTÍN



MARTÍN hoy cumples cinco años
los mismos que los dedos
de una mano; 
la que abierta,
estrecha lazos y abrazos,
la que saluda y da paz
a sus hermanos.

¡No cierres nunca tu mano
mantenla siempre abierta
para apretar otras manos...!
y sea ésta, imagen 
de tu corazón samaritano.

¡Que nunca sea puño cerrado!
abierta y generosa
sea tu mano,
para dar al más necesitado;
ni sea arma arrojadiza
de violencia
contra tu prójimo hermano.

¡Feliz cumpleaños, Martín,
nieto amado!

         Tu abuelo


jueves, 11 de noviembre de 2021

Carta a Pablo, alumno del IES Sierra Nevada de Fiñana

  


"No se aprende filosofía, sino a filosofar" 


                                           Inmanuel Kant


Querido Pablo:

No nos conocemos, a pesar de que vivimos muy cerca el uno del otro, en este precioso Valle del Río Nacimiento de la Alpujarra almeriense, pero todo se andará.Tu denuncia sobre la supresión de la filosofía me ha sorprendido gratamente, aunque no menos esperada, pues a lo largo de mi vida como profesor de filosofía, me he encontrado con alumnos comprometidos con la libertad y el pensamiento crítico, con las mismas inquietudes que tú.
Ante la noticia de que la filosofía en la ESO ha sido "completamente laminada", pues no solo la asignatura de Ética ha visto rebajado su estatus a una sola hora semanal de Valores cívicos y éticos, sino que la Filosofía de 4º de la ESO, sorprendentemente ha desaparecido de la oferta de optativas de Secundaria, siendo sustituida por otras asignaturas afines o de valores éticos, no puedo menos que levantar mi voz, -junto a la tuya- como antiguo profesor de filosofía, y denunciar un atropello que atenta contra el espíritu crítico de nuestros alumnos. 
La pregunta que todos nos hacemos es el por qué del tremendo atentado contra la filosofía (otro atentado más -y ya son muchos- parangoneándo las palabras de Aristóteles sobre la huida de su maestro Platón de la ciudad de Atenas, por cuestiones políticas), y las consecuencias que se derivarán en la formación humanista y el daño que causará en las generaciones futuras  de ciudadanos a los que se les hurtará un instrumento fundamental para adquirir una formación crítica y unos conocimientos muy válidos para la fundamentación de ideas y valores tan necesarios para la vida. Sorprende que quieran erradicar la filosofía de los curriculum para emplear el tiempo en otras disciplinas de ciencias -tanto formales como materiales- en detrimento de la propia filosofía, cuyos comienzos era un saber de la totalidad sin diferencia alguna, partiendo de un tronco común y diversificándose a lo largo de los siglos a causa de su especialización y metodología. "Responde obviamente a una orientación de la educación hacia un tipo de formación muy procedimental y vacía de contenidos en las etapas básicas, y hiperrespecializadora, profesionalizadora y productora de conocimientos muy rentables en las etapas superiores. En este esquema tan polarizado, la formación crítica, de lenguajes fundamentales -de la música al dibujo, de la filosofía también a las matemáticas-, todo lo que nos forma para tener una relación creativa, autónoma y crítica con el mundo, interesa muy poco. El arrinconamiento de la filosofía no es un problema de una materia en concreto, sino de lo que significa  formarse hoy." En Filosofía inacabada, de Marina Garcés, profesora de en la Universidad de Zaragoza. Pero a este arrinconamiento la filosofía no es ajena: hay que hacer autocrítica por recluirse ésta en el ámbito de lo académico, reconociéndose como lugar difícil, llena de tecnicismos, accesibles solo a unos cuantos, perdiendo su interpelación igualitaria popular, nacida en el ágora ateniense y dirigida a todo aquel que esté dispuesto a cuestionarse. Una actividad que nace en la calle y que no es privilegio de nadie en concreto, sino de todos aquellos que quieran preguntarse las preguntas inaugurales de la filosofía: ¿cómo vivir?, ¿cómo pensar?, ¿cómo actuar?

Como bien sabes, en la antigüedad los filósofos eran físicos, matemáticos, naturalistas, cosmólogos, psicólogos, sociólogos, etc, todo en uno. Amaban el saber por el saber, y trataban de fundamentar y encontrar los primeros principios tanto de la naturaleza como los del hombre, sin establecer distinción alguna, entendiendo a éste como parte integrante del cosmos. La filosofía nos ayuda a comprender la inteligibilidad del hombre y su mundo y a tratar de responder las grandes preguntas que como seres humanos nos hacemos desde la propia filosofía (ciencia), religión (creencias), y la ética o moral (conducta). Las preguntas últimas sobre la realidad la iniciaron los griegos hace 2500 años y siguen siendo las mismas sin que hasta ahora haya respuestas satisfactorias, pero ello lejos de invalidar su función, nos invita a pensar la ardua y difícil tarea con lo que se enfrenta esto que llamamos filosofía. ¿Por qué la filosofía es tan importante para nuestra vida y qué pueden aportar unos  antepasados a nuestro mundo actual culto y tecnificado? Ésta es la pregunta que muchos se hacen y que trataré de responder desde la propia historia de la filosofía y mi experiencia personal como profesor durante más de treinta años. Una respuesta obvia es que los problemas y planteamientos vitales del ser humano hoy son los mismos que los del hombre actual: en nada han cambiado. 

Las preguntas de los presocráticos sobre el origen del universo siguen latentes en la actualidad, solo cambian las respuestas. La mutabilidad del universo en "el todo fluye heraclídeo" tiene tanta vigencia en la actualidad como la permanencia y estabilidad del Ser de Parménides.  La tradición metafísica y la filosofía de Nietzsche son muestras evidentes de esta división entre devenir y ser. Martin Heidegger, filosofo alemán del siglo XX se nutre de la filosofía de Parménides preguntándose  "¿Por qué existe el ser más bien que la nada?" partiendo de las posiciones ontológicas de Parménides en su obra"Acerca de la naturaleza"¿Qué es y de dónde procede el movimiento? ¿Hacia dónde va -si es que va a algún sitio-? ¿Hay una armonía cósmica oculta donde todo está predeterminado? ¿Hay algo más allá del mundo empírico de lo que captan nuestros sentidos? ¿Cuál es la auténtica realidad? ¿Cómo organizamos y fundamentamos nuestros comportamiento con los otros y con nosotros mismos? ¿Qué sentido tiene "ser fiel" al deber y al imperativo categórico de nuestra conciencia? Algunas de estas preguntas -aunque no todas- ya estaban en la filosofía griega hace miles de años.
En un debate entre Albert Rivera y Pablo Iglesias, en el 2015, alguien preguntó sobre una obra de Kant y ninguno supo contestar como corresponde a dos políticos que aspiraban a ser presidentes de España y han estudiado en la universidad. Sorprendente, por no decir lamentable, el espectáculo al que asistimos los ciudadanos. Pues sí, hay que estudiar a Kant y si no vean. El mundo actual podemos comprenderlo gracias a la aportación de Kant. En su Crítica de la Razón Pura (1781-1787) se establece un nuevo paradigma cultural, que delimita claramente la diferencia entre saber empírico y saber teórico; dicho de otro modo, se establecen los límites entre el verdadero conocimiento científico y otros saberes o creencias que no son ciencia. Dios no es un objeto de experiencia, pero su acción se aprecia en la finalidad del universo, que no camina a ciegas. Más adelante, Einstein suscribió este argumento, afirmando que Dios no juega a los dados. Kant formuló el imperativo categórico, según el cual el hombre siempre es un fin, nunca un medio. Nadie mejor que él supo fundamentar la ética humanista en una voluntad basada en un imperativo categórico y en el deber por el deber.
¿Cómo entender -querido Pablo- nuestro siglo XX y sus dos guerras mundiales sin estudiar a Hegel y la influencia de su dialéctica en Ludwig Feuerbach y Carlos Marx? Con independencia de aceptar la dictadura del proletariado, o la de ser marxista o no, la filosofía de Marx representa una crítica contra el pensamiento especulativo teórico del idealismo filosófico y la importancia de la praxis: "Lo importante no es conocer el mundo, sino transformarlo" (Marx, XI tesis sobre Feuerbach). Conceptos como plusvalía, valor de uso, valor de cambio, etc, son imprescindibles para el conocimiento del mundo económico actual.

La filosofía no es un saber anacrónico, especulativo o baldío, -como tú bien sabes- sino el origen y fundamento del pensamiento científico, político y ético. No hay que "aprender filosofía" sino a filosofar, (I. Kant) puesto que no es ajena a nuestro cotidiano vivir: tiene una función práctica, concreta, además de una función teórica: sus principios ayudan a tener una visión de totalidad, crítica y racional del complejo mundo en el que nos movemos; por tanto, la filosofía no es el arte de consolar a los necios... su única tarea es la búsqueda de la verdad y destruir prejuicios. No hay que olvidar como la Lógica nos ayuda argumentar e inferir razonamientos que luego pueden ser aplicados a las demás ciencias,  descubrir falacias mediante el análisis del lenguaje, y desvelar discursos demagogos cuya finalidad es ocultar la verdad e instrumentalizar a las masas. Tampoco es despreciable la Epistemología como parte de la filosofía que trata sobre el alcance y límites de nuestro conocimiento, validez, aplicación y métodos, o la Filosofía de la  Ciencia para conocer como se modifican y aplican los patrones de los descubrimientos. Pero si la filosofía tienen una función esencial que brilla con luz propia sobre las demás, esa es  la Ética. Saber justificar nuestro comportamiento personal y social a través de principios que se fundamentan por ser personas de naturaleza racional, sujetos de derechos y deberes por nuestra propia esencia de seres humanos, con independencia de toda raza, creencia, o lugar de nacimiento, etc, no es banal y carezca de importancia. Algunos ejemplos nos ayudarán a entenderlo. Tanto el trabajo de un científico, como las de un biólogo o un médico, comporta decisiones con implicaciones ético-morales que van más allá del trabajo científico-técnico y que la ciencia poco puede decir; corresponderá a la filosofía  moral establecer los fines y los medios que se adecuen mejor a los derechos humanosLo mismo sucede con la Medicina, que interviene en aspectos tan polémicos como el aborto o la eutanasia. Un médico no es una máquina de recetar y aplicar sus conocimientos sin más a sus pacientes, sino un ser racional que somete sus actos al juicio de su conciencia, de acuerdo con un código ético. Lo mismo sucede en el terreno del derecho y la ciencia política. Nuestra Constitución del 78 habla que el sentido de la pena no es solo castigar sino también rehabilitar y reinsertar, siempre que sea posible.  Ya Sócrates en el siglo V a.C. afirmaba que el peor mal del hombre es la ignorancia  (nadie obra mal a sabiendas), y que el mejor bien es el conocimiento; en esto consiste el intelectualismo moral, que con tanta fuerza defendió, pagando con su propia vida, y en cuyos principios se fundamenta nuestro derecho penal para la reinserción social del infractor. Por estas y otras múltiples razones, la filosofía ha de estudiarse en el bachillerato y posteriormente en la universidad, por ser un instrumento imprescindible para ordenar nuestro mundo y dar un sentido racional y crítico a nuestra vida.

Perdona la extensión, no ha sido intencionada. Lamento que te hayan hurtado tu vocación de docente como profesor de filosofía, pero no la de filosofar. Eso nadie te lo podrá quitar. Estoy seguro que entre todos conseguiremos poner a la Filosofía en el lugar que le corresponde. Ya lo estamos haciendo.
         
Con mi mayor afecto.

                                      Antonio González Padilla





martes, 9 de noviembre de 2021

Barcelona, en su bola amarilla de cristal




A Madrid le falta el mar,
casi "na".
Barcelona tiene españoles,
que no quieren serlo más.

La una es universal...,
aquí todo el que viene
se siente de este lugar.
La otra, discrimina... y divide 
a las personas,
según su lengua
maternal,
en un melancólico bucle
de un "procés" de identidad.

La una, crece, y crece más:
es ejemplo cultural
para un mundo abierto global.
La otra,
disminuye cada vez más,
envuelta...
en su bola amarilla de cristal.

Y para poner la guinda del pastel,
el BarÇa,
un club universal,
se ha quedado en "más que un club"
provinciano catalán.

Así les va.

                        Antonio González Padilla





domingo, 7 de noviembre de 2021

Un fanático catalibán





Un catalibán fanático
ha subido a la tribuna
para exigir al gobierno
y a toda fuenteovejuna
que le den hasta la luna.
Es tal su chulería...,
tal es su rufiandad,
que no pide naderías...,
y con total deslealtad
exige cada vez más,
con arrogancia sin par
a cambio de apoyar
a su Sanchidad.

Hartos estamos de Rufián,
el que trata con ruindad
a ciudadanos españoles,
en derechos e igualdad,
por solo haber cometido
"un pecado original":
el de nacer cada uno
en un distinto lugar.

¿Por qué Netflix ha de doblar
películas al catalán
que marcan identidad,
cuando en el mercado libre 
no encuentran rentabilidad
y las encarece más?

Hartos estamos de pagar
por leyes de desigualdad,
de rascarnos los bolsillos
y mantener a tanto pillo
a costa de deslealtad.

Hartos de catalibanes
con tantos y tantos delatores,
comisarios de colegio
que vigilan a los niños
en el patio
en sus juegos y relaciones.

Hartos... de tanto golpismo
de fascistas en la universidad,
que hacen de la facultad
un fortín identitario,
donde pueden solo hablar
los que piensan por igual:
solo sus correligionarios.

¡Hartos de tanta orfandad,
de aquellos que en Cataluña
son más que la mitad
no son independentistas,
y sí constitucionalistas,
que solo quieren pensar
por sí mismos -en libertad-,
y hablar sin miedo al qué dirán!

¡Hartos de deslealtad!
¡De desacato a la ley,
de catalibanes que niegan
la legalidad...
de un gobierno que gobierna 
solo para la mitad,
imponiendo un relato
de un país imaginario,
construido,
en la mentira y la deslealtad!

¿Por qué no nos dejáis en paz?

     Antonio González
        


viernes, 5 de noviembre de 2021

Problemática del hecho religioso como "saber"




Es evidente que el saber del hecho religioso manifiesta una peculiaridad especial, si es comparado con otros saberes como el filosófico y científico. Entre otras razones cuando nos preguntamos cuál es la fuente u origen de sus contenidos. Si establecemos como origen la pretensión religiosa de una experiencia revelada por un ser absoluto o trascendente, -y no creación propia del hombre víctima de sus propios miedos-, entonces nos encontraremos con problemas epistemológicos y ontológicos de comunicación, verdad y validez, de difícil solución. En el caso del cristianismo, la implicación de la razón en la religión fue más fuerte que en otros contextos culturales, porque los cristianos se presentaron en la sociedad romana como representantes de la verdadera filosofía ante una cultura marcada por el logos de la cultura griega. Es bien conocida además la importancia de la cosmología y de la ética para las cosmovisiones religiosas, tanto como para la misma filosofía. De ahí, la necesidad de la teología y la filosofía de la religión, que clarifican los presupuestos filosóficos de los mismos pronunciamientos religiosos, así como también la crítica teológica de las distintas escuelas filosóficas, que ha servido de inspiración a la misma filosofía. Este es el núcleo de la ‘fides quaerens intellectum’ (la fe que pregunta al intelecto) anselmiana cuyos efectos duran hasta hoy.
        El lenguaje religioso no puede apelar, como la ciencia, a un saber verificable, sino que se basa en un lenguaje simbólico, expresivo y comunicativo, que, en última instancia, remite al testimonio (narración y expresión) y a la experiencia personal, que pretende hablar con y en nombre de Dios o los dioses. Por eso, el lenguaje religioso tiene pretensiones de sentido y significación, vincula la ética al presunto sentido del hombre en la historia y el mundo e interpreta los acontecimientos en función de esa relación con lo divino. Los diversos tipos de religiones dependen precisamente de cómo se concibe la relación con la divinidad en el contexto de las diferentes tradiciones culturales, es decir, de cómo se articulan la inmanencia y la trascendencia divina en relación con el hombre y el mundo. Dios, mundo, y hombre, son el objeto de la reflexión filosófica y de las creencias religiosas en Occidente, mezclándose e interaccionando ambos ámbitos de saberes y creencias, como ocurre también entre la filosofía y la ciencia.
      Los primeros elementos de la conciencia religiosa son los símbolos, las imágenes y las narraciones míticas. Las religiones utilizan imágenes antropomórficas, naturales y totémicas con las que expresan sus creencias animistas, espirituales y ultra-terrenales. Las tumbas y los enterramientos son escenarios cualificados para captar la dimensión religiosa del hombre, muy unida a la estética. Hay temor, asombro, esperanza y ansias de pervivencia que se canalizan en lo religioso. Si el temor hace a los Dioses (Cicerón), también éstos hacen a los hombres temerosos, vinculando religión y magia, rituales simbólicos y técnicas primitivas de comunicación e intercambio. La proyección de la subjetividad en la religión tiene como contrapartida el troquelado de la conciencia en función de las creencias, símbolos e imágenes de la religión. No se trata sólo de que la religión sea la cristalización de la conciencia social, en la línea de Durkheim, sino que la misma conciencia personal vive de significados y símbolos que aporta la religión, junto a otros saberes. Las metáforas, los conceptos, los símbolos y las imágenes son los instrumentos de la comunicación humana en general y la religiosa en particular. La mente humana se va haciendo cada vez más compleja y la conducta más diversificada, a partir de una cultura naturalista. En ella se une el saber instrumental técnico científico, el comunicativo cultural, la reflexión crítica y abstracta de la filosofía, la expresividad estética y el deseo y la creencia religiosa. 




viernes, 29 de octubre de 2021

Hoy mi flor es un poema...



Hoy mi flor es un poema
y sus pétalos palabras,
palabras que no marchitan
porque no las riega el agua,
sino que salen del alma.

Sembradas por los momentos
de recuerdos y de encuentros,
de gratitud que perdura
pese a la tenacidad del tiempo.
 
Ejemplo fuisteis de amor
de empeño y honestidad,
de entrega y de sufrimiento
de lucha en la adversidad.

Crecimos en los valores
forjados con el ejemplo,
valores que nos inculcasteis
de sacrificio y esfuerzo.

Por eso nunca habéis muerto,
pues no se muere de viejo,
solo aquellos que olvidados
no viven en el recuerdo.

Hoy nos sentimos orgullosos
de cultivar en nuestro huerto,
flores, cuyas semillas,
plantasteis con tanto anhelo.



A nuestros Padres, Antonio y Francisca, de sus hijos, Antonio, Marina, Paqui y Juan David. ¡Os queremos!




miércoles, 27 de octubre de 2021

Voces...


Hay siempre un pueblo cantado por poetas
con el murmullo del viento como ruido,
el abandono plasmado entre sus puertas
y en su dintel escrita la palabra, olvido.

Voces de gentes que se han ido
dejando un reguero de recuerdos efímeros,
que en rincones de sus calles, gritan,
sin que el eco encuentre ser oído.

Aquí danzaron en la fiesta al dios Baco
con olvido y desencanto, un "carpe diem",
embriagados por la miseria, anestesiados,

que la hambruna enquistada aprovechó:
la muerte insidiosa "sine die"
acampó, entre egoísmos y dolor.


                   Antonio González

lunes, 25 de octubre de 2021

¿Es la Religión un saber?

 


Tal vez el título que se ajuste más al contenido de este artículo sea más bien: ¿Es el fenómeno religioso un saber?. La respuesta es sí, con sus peculiaridades. Intentaremos justificar esta afirmación a continuación. 
Tres son los ámbitos del saber del ser humano: la filosofía, la ciencia y la religión. Los dos primeros surgen como fruto del esfuerzo, la admiración y el tesón del hombre al preguntarse por dar solución a los problemas más importantes de inteligibilidad, adaptación, supervivencia  e inmanencia del hombre con su entorno natural; el tercero, la religión, también es un saber, si por saber entendemos un ámbito de conocimiento con un contenido racional, (eso sí, un saber peculiar y significante que trata de responder a preguntas en relación a  la vida humana, respecto a lo absoluto, lo trascendente, la ultimidad... Preguntas que enfrentan al hombre en relación con los problemas más profundos del sentido de su existencia, ofreciendo una visión global de éste. 
     Veamos lo que nos dice J.A.Estrada: "La naturaleza no es sólo la realidad referencial con la que se relaciona el hombre desde un saber utilitario e inmanente, marcado por la curiosidad y la evaluación, sino que aparece también como una realidad prepotente y absoluta que suscita admiración y temor, fascinación y reserva. La religión pretende ofrecer una interpretación global del hombre, como la filosofía, pero sin dejarse limitar por la racionalidad y la inmanencia. De ahí que se postule una comprensión original de la realidad misma, definiéndola como creación en las religiones bíblicas, y se busque una referencia trascendente y divina para explicarla. La infundamentación del mundo y del hombre, su contingencia, lleva a buscar una referencia última, absoluta, desde la que explicarla y relacionarla con el hombre". J.A. Estrada, Ciencia y Religión, Ciudad de México, 2003. 
    Podemos definir la religión desde un punto de vista etimológico o desde un punto de vista conceptual. Etimológicamente la palabra religión proviene del latín "religare" (religar, volver a ligar, sujetar) y significa la relación del ser contingente, el hombre, con un ser trascendente Dios, como realidad divina que se manifiesta mediante la hierofanía revestida de poder, temor, y fascinación; (Mircea Eliade en Historia de las religiones). Desde la fenomenología del hecho religioso, conceptualmente, podemos definir la religión como "una experiencia simbólica de sentido". Esta relación o hierofanía, se establece con un ser que está más allá de nuestra experiencia empírica, un ser trascendente, entendiendo como tal, una realidad que no es observable, captable, ni verificable por nuestros sentidos, al estar fuera del espacio y el tiempo. 
     Los fenomenólogos de la religión subrayan que la jerarquización fundamental de la vida humana está constituida por la bipolaridad sagrado/profano, siendo lo sagrado lo no manipulable, lo intocable, en una palabra, lo absoluto. El hombre se relaciona con el ámbito de lo sagrado o de lo santo, en el que se dan las primeras experiencias religiosas como hierofanías, que hacen de la naturaleza o el hombre, representaciones e instrumentos de la divinidad. Esta relación con lo sagrado, se manifiesta a través de los ritos como hechos simbólicos entre estos dos mundos, tanto en el plano social como en el individual. Aquello que ya Rudolf Otto en su libro "La idea de lo sagrado", definió como numinoso, o sea, lo fascinante, misterioso, y tremendo. Y frente a ello, lo profano, comprendiendo como tal lo contingente, finito, temporal, terrenal, inconsistente, mudable, etc. La religion intentan establecer una correspondencia entre estos dos órdenes de la realidad, -lo sagrado y lo profano-, orientando al ser humano en lo racional, psicológico y afectivo. Para ello ha de superar el abismo entre lo contingente y lo trascendente, salir de lo finito y contingente y abrirse a lo infinito, absoluto y eterno, mediante la apertura -desde un nivel experiencial- a creencias, doctrinas, credos y representaciones, vinculadas a ritos, vivencias y experiencias de lo sagrado. Eso sí, marca y delimita la frontera entre estos dos planos, contrapuestos, pero comunicables entre sí, estableciendo sus limites en el espacio y el tiempo
    En este sentido, según J.A. Estrada, "la religión implica siempre extrapolación, un ir más allá de los límites (de la razón, del mundo, de la historia) que no puede justificar la racionalidad filosófica, y menos la ciencia. No se asume simplemente la finitud y la contingencia como dimensiones fácticas de la vida humana, sino que se busca darle un fundamento y significado, más allá de la realidad material, de lo limitado y finito, de lo mortal y perecedero. La pregunta por el significado de la vida humana de la religión, no sólo desborda los límites del cosmos y de la vida terrena, sino que es motivada y canalizada más allá de la razón. La religión es hija del deseo, de la carencia y de la esperanza, y no sólo una construcción de la razón. No es necesariamente anti-racional, pero tampoco permanece dentro de los límites de la razón, aunque ofrece a ésta tópicos y problemas a discutir." (J.A. Estrada; o.c.)



jueves, 21 de octubre de 2021

La Aventura del saber



El Saber como punto de partida

    El hombre es el ser que se pregunta. Desde la naturaleza es el único que tiene la capacidad de asombrarse. Se asombra ante ese mundo que se presenta ante él y a la vez pertenece a él. Aristóteles lo llamó  Thaumathein (asombro) y es desde aquí donde se inicia el saber como actividad específica de su racionalidad. Xavier Zubiri lo llamó "animal de realidades" y es aquí donde surge la capacidad de preguntarse y donde nace la filosofía en la antigua Grecia. Fue allí donde se gestó el comienzo de esto que llamamos filosofía, como expresión cultural pluriforme y como respuesta ante las múltiples preguntas. Las condiciones de estabilidad y seguridad proporcionadas por aquella sociedad, permitieron el clima apropiado para el inicio de esta aventura del saber, donde las preguntas tienen más importancia que las respuestas. Es cierto, que la pluralidad de respuestas, a veces contrapuestas, de autores y escuelas, desconciertan a los estudiosos, aunque esto es más una impresión que una realidad: Un hilo conductor de racionalidad subyace en cada una de las respuesta, aunque los primeros saberes filosóficos aparecen como intentos titubeantes de avance y retroceso de esto que llamamos filosofía. En este contexto, surgen la filosofía y la ciencia; también la religión, como después veremos, al combinar la seguridad y estabilidad que da la propia sociedad y tradición en que se vive, con la capacidad de preguntarse, de buscar y de crear, que proporciona la racionalidad filosófica. 
       De este modo, del asombro y admiración ante el mundo, surge la curiosidad y el ansia de conocer de qué está constituida la realidad, cómo funciona el mundo y cuáles son sus leyes y estructuras. Hay que comprender y controlar el mundo. Interesa el cómo de la realidad, hacer inteligible la naturaleza, que se convierte en el gran libro abierto a la racionalidad humana. Se intenta penetrar en los grandes enigmas del mundo, que se convierten en retos científicos, y se articula la significación y referencia del lenguaje científico desde el principio de verificación en sus diversas modalidades. El lenguaje de la ciencia tiene pretensiones realistas, objetivas y positivas, a partir de un talante pragmático y utilitarista.
       Igualmente, hay que constatar la conflictiva relación del hombre con la naturaleza, de la que forma parte y a la que, al mismo tiempo, trasciende desde su racionalidad y su libertad, la cual, no sólo está determinada por la voluntad de poder, -siendo este uno de los ejes fundamentales de la actividad científico-técnica y de su afán por domesticar y controlar el mundo-, sino también por la curiosidad y su ansia de poder acerca de la naturaleza. Surgen las primeras hipótesis, teorías y ensayos para comprender el mundo y apoderarse instrumentalmente de él, y con ellos, formas primitivas de cooperación social y de división del trabajo. El intento de descifrar los misterios del cosmos combina el afán teórico de la ciencia y la búsqueda filosófica del conocimiento; ya que pronto se toma a la naturaleza como base normativa del comportamiento humano, anticipando las teorías de derecho natural y la inspiración iusnaturalista. 
       El saber filosófico no sólo se preocupa por cómo es el mundo, sino que se plantea qué es, cuál es su significado y cuáles son las relaciones entre mundo y hombre. Ciencia y filosofía, que en la tradición occidental nacieron juntas como “episteme” global, una vez diferenciadas se complementan e interaccionan entre sí, pasando de conocer el cómo de la realidad a preguntarse por su esencia, su significado y su valor, así como a establecer la relación entre sujeto y mundo.
       El afán de saber pertenece a la condición humana, es el privilegio o la responsabilidad que nos ha tocado llevar, es el contrapunto a la limitación de su aparato instintual, y fue determinante en la cultura griega clásica, así como en la posterior civilización occidental, por la importancia que da al conocimiento como valor en sí mismo. Anteriormente, el pensamiento mítico era el cauce indiferenciado del conocimiento, en el contexto de las culturas neolíticas. Se impuso la tradición oral y escrita, posibilitadas por los asentamientos estables generados por la agricultura, que, juntamente con la industria, es una de las dos revoluciones decisivas de la especie humana. Después, abriéndose paso la desmitificación, se inició la tradición presocrática del filósofo que busca la sabiduría como un bien en sí mismo, combinando los saberes cosmológicos, preponderantes en la tradición jónica, con el saber "metafísico" que pregunta por lo que son las cosas, por su significado, valor y origen, como ocurre, en la tradición eleática.
    La realidad (cósmica, natural, mundanal) aparece simultáneamente como caótica y maravillosamente ordenada, como cosmos regulado y como anarquía amenazante. El mito es la gran creación cultural, en la que se combinan los distintos saberes y se buscan respuestas al por qué y para qué del mundo y del hombre. Las antropogonías y cosmogonías intentan responder a la pregunta por los orígenes, y, a su vez, determinan ya, en buena parte, las antropologías y cosmologías, que buscan clarificar el significado del hombre y del cosmos.
Inicialmente no surge tanto la pregunta filosófica acerca de “¿Por qué hay algo y no hay nada?”, cuanto la previa acerca del sentido (orden) y significación (valor) del universo, del que forma parte el hombre y la naturaleza.  Las preguntas más que las mismas respuestas son el motor de la actividad racional teórica y práctica y constituyen el núcleo no sólo de la filosofía sino del pensamiento en general. Se problematiza la realidad, primero la del mundo y las cosas, luego a la misma conciencia humana y sus pretensiones racionales. Posteriormente surgen los problemas científicos y los enigmas filosóficos, siendo esta capacidad de cuestionar uno de los elementos diferenciadores de la reflexión humana respecto a la inmediatez del mundo animal.




miércoles, 13 de octubre de 2021

Dile a tu hijo quienes somos




¡Háblale a tu hijo quienes somos!
Por qué somos lo que somos,
por qué fuimos lo que fuimos.
¡Háblale a tu nieto quienes fuimos!
Diles que España es su patria,
que estamos aquí desde milenios,
que cada palmo de tierra que pisamos
fue defendido con honor patrio.

!Háblales del Cid y de Viriato¡
valientes hombres que lucharon
por defender la libertad,
como valor sagrado,
en la tierra que heredamos
de nuestros antepasados. 

Cuéntales que hubo una reina,
Isabel la Católica, 
que creyó a un singular aventurero,
y su sueño de loco marinero,
quien descubrió un mundo nuevo.
No los dejes crecer en la ignorancia
de lo que fue su gesta más gloriosa,
no permitas que adoctrinen su memoria
manipulen y tergiversen su historia.

Háblales de esos hombres,
-como seres humanos-
que con sus dones y miserias,
cometieron aciertos y errores,
mezclando la sangre de sus venas
en mestizaje hermano. 
Haciendo de esas tierras un imperio
de súbditos, -que no esclavos-,
donde no se ponía el sol,
en igualdad de derechos
con sus hermanos hispanos.

Llevando nuestra lengua, tradición
y cultura, por mares y océanos,
a tierras y países muy lejanos,
creando universidades, escuelas  
y hospitales,
para enseñar y sanar a todos
como iguales.

Recuérdales, que nuestra lengua
es hablada por 500 millones,
signo identitario de un pueblo,
orgullo de millones de españoles,
cargado de razones.
¡Enséñales a no creer las mentiras
que inventaron,
aquellos que siempre nos odiaron!
         
         
      Antonio González Padilla



Ayer 12 de octubre de 2021 celebramos la Fiesta Nacional de España. El día que Cristóbal Colón descubrió América en 1492, a la que llamó Nueva España. ¡Orgullosos de nuestra gesta! ¡Orgullosos de nuestra Historia!




viernes, 27 de agosto de 2021

Charlie Watts




Hay artistas que nunca mueren. Su música permanece ajena al paso del tiempo, es eterna. Ha muerto Charlie Watts, el baterista de los Rolling Stones, la banda en activo más importante del mundo. Su muerte sigue conmocionando al planeta por la propia personalidad del finado. Y si por él fuera, el mundo no conocería tal noticia, porque él era así: nunca quiso ser protagonista, ni siquiera de su propia muerte, siempre lejos de la notoriedad pública. Los golpes de su batería hablaban por él y rompían el silencio del escenario, tanto, como empequeñecían su figura corporal y elevaban su grandeza humana como artista. Detrás siempre un hombre prudente, muy lejos de la notoriedad pública, alejado de la propaganda fácil y de la gloria efímera del momento, que otros, no supieron o no quisieron sobrellevar. Los que  lo conocieron resaltaban su personalidad brillante y cáustica y su extrema humildad. Un hombre íntegro, fiel a su familia, que permaneció siempre unido a su primera esposa y a su grupo musical. Se negó a tocar un solo de batería, porque siempre consideró a este instrumento solidario y soporte con el resto de instrumentos de la banda, como uno más, al servicio del ritmo y la armonía del grupo. Así era Charlie Watts, un hombre que vivía para sus golpes, virtuosos golpes de baqueta, que efectuaba a fuerza del dominio de las muñecas -herencia de sus inicios en el jazz- contrario a la mayoría de bateristas del rock and roll, que para golpear más fuerte, utilizan los brazos: el resultado, un sonido rítmico de una pureza asombrosa. En estos días, la música está de luto. El silencio cubre las notas musicales del pentagrama, y en la soledad de una noche estrellada, parpadea una estrella detrás de una nube que esconde su itinerario en libertad.  De lejos, nos llega el sonido nítido del chaston  de los Rolling y al bueno de  Charlie Watts, haciendo lo que mejor sabe hacer: tocar la batería. Decía Gabriel García Márquez que "la muerte no viene por la vejez, sino por el olvido". Y así es: siempre lo recordaremos, su estrella brillará eternamente en nuestro corazón.



Muere Charlie Watts, baterista de los Rolling Stones, a la edad de 80 años. Estarás siempre en nuestros corazones.



lunes, 23 de agosto de 2021

Racionalidad, Motivación y Voluntad



El principio básico de la ética socrática es que "no hay sino un bien que el conocimiento y un mal que es la ignorancia.” Por lo tanto, considera Sócrates que el criterio del bien reside en la sabiduría, que el conocimiento basta por si sólo para determinar la conducta humana. Sócrates no concibe como se puede obrar mal conociendo el bien. No concibe la mala intención, la maldad de la naturaleza humana. Por eso, él, como el pensamiento griego en general, rechazan la idea de culpa y de pecado. Es la ignorancia la causa de todos los males y no sólo de los fracasos.
Pero esta concepción de la naturaleza humana, no puede ser defendida. 'El hombre, como demuestran los hechos, actúa en ocasiones mal y, si bien es cierto que a veces es por ignorancia, en otras, es por maldad. Sócrates como hizo ver Aristóteles, confunde la sabiduría práctica "sofrosine", con la sabiduría teórica "sophía". A mi juicio, no es justo pensar que el hombre no puede sustraerse ante la influencia del bien conocido, que todo proceder impecable arranca de un conocimiento perfecto. A veces, actuamos en desacuerdo con nuestra conciencia psicológica y con nuestra conciencia moral.
De otro modo, no seriamos libres. Y a veces, vemos personas ignorantes con un gran corazón: un corazón "con razones" que la razón no conoce, según decía Pascal. Así que la ignorancia teórica es perfectamente compatible con la sabiduría práctica, con la abnegación y el sacrificio, con el sentido claro y preciso del bien y del mal, con el coraje del hombre comprometido con la virtud. No hace falta ser inteligente y docto para ser honesto. Ni se es honesto por ser docto e inteligente; tampoco por el mero hecho de ser ignorante. Lo único que se quiere decir es que las categorías éticas (bien-mal) son autónomas e independientes de las categorías científicas (verdad­-error). La inteligencia es una buena condición para practicar las virtudes y, cuando no está ofuscada, se siente atraída por la belleza de la bondad y de la justicia. Pero, por sí sola, no basta para hacer el bien.
Pero Sócrates consideró que la virtud era un hábito racional y confundió la virtud con la ciencia, los hábitos racionales con los hábitos morales. Por eso replicaba Aristóteles no sin razón que el valor, no consistía en conocer los peligros sino en saber afrontarlos; un tipo de sabiduría distinto e irreductible al primero. 
El intelectualismo socrático ofrece una perspectiva del mundo de la virtud adosada al marco de la razón. A ésta perspectiva se le puede llamar RACIONALISMO ÉTICO. Sócrates, para atajar las aberrantes conclusiones de los sofistas, abre las puertas del "logos" y el ímpetu arrollador de este torrente lógico entra en el ámbito de la moral invadiendo y desbordando los sagrados depósitos de la poesía homérica, las costumbres heredadas, los horizontes hasta entonces inquebrantables del recto proceder. El proceso de racionalización del depósito tradicional es sano por un lado como reactivo ante inmovilismos trasnochados; pero es también peligroso si no se sabe usar con tacto y equilibrio. El Maestro, de alma apolínea, sólo sacó del racionalismo ético la lección, también ética, de la renuncia; pero sus seguidores, cínicos y estoicos, abocarían a formas exageradas del racionalismo que acabarán paulatinamente con toda esa corriente cálida y sentimental de los valores tradicionales y de las "razones del corazón". El rigorismo de la razón ahogará definitivamente la corriente cálida de los sentimientos; entonces, los ideales éticos se tornarán lacios e inhumanos. Si en otro momento hemos dicho que el hombre no es solamente pasión,ahora hay que decir que no es tampoco razón solamente. Un racionalismo rígido acaba con el hombre porque acaba con sus venas, con su corazón, con la tarea ética y política. Sin fuerzas instintivas y pasionales queda sin trabajo el auriga de nuestra razón. Hay, indudablemente que romper en favor de la perfección y de la felicidad para los racionalistas éticos, quizás sea la afirmación de la esencia divina, pero es sin duda la aniquilación de la esencia humana. Por eso, el ideal del Sabio en las escuelas postsocráticas es la muerte, en vez de la perfección del hombre, porque cometieron el grave error de calificar las acciones humanas a la luz exclusiva de las directrices racionales. De este modo, se inició históricamente un proceso subestimatorio de la naturaleza humana como reacción ante un planteamiento puramente naturalista o hedonista igualmente insuficiente.
Diríamos, por lo tanto, que es necesario ser razonable, racionalizar nuestra vida y nuestras costumbres; pero con esto no basta para ser moralmente honesto, porque nuestras acciones pueden ser, a pesar de todo, moralmente neutras o inmorales. Para la valoración de la conducta tienen que entrar factores apetitivos y volitivos. No basta con conocer para determinar el signo de la acción; hay también que querer y decidir, teniendo en cuenta el apetito sensible y el apetito irracional. Así pues la inteligencia no basta para determinar el sentido de la acción; ésta es psicológicamente imposible sin las fuerzas que emana de las tendencias y sin el ejercicio de la voluntad. Y puede ocurrir muy bien, salvo que defendamos posiciones deterministas, que la voluntad decida hacer lo que no es razonable o que permanezca en un estado de deliberación permanente, incapaz de decidirse; o que actúe sin deliberación ni reflexión con un claro matiz de neutralidad moral. Y hasta se puede dar el caso de una inteligencia condicionada por unas tendencias fuertes o por una voluntad de hierro.
En resumen, la inteligencia es condición necesaria para la moralidad, porque aporta elementos decisivos en el proceso deliberativo y de reflexión y análisis. Pero no es condición suficiente, pues se requiere el apetito o las tendencias como una anticipación del bien apetecible a nivel biológico y la voluntad como presentación anticipada del bien apetecible a nivel racional. Y en esa confluencia, en esa dialéctica y en ese conflicto se dan la decisión y la responsabilidad moral. Por todo ello, básicamente de acuerdo con el planteamiento socrático en el que de la razón sólo se saca la lección ética de la renuncia a los excesos de las tendencias, no podemos estar de acuerdo con planteamientos extremos ni naturalistas, hedonistas, o racionalistas. El hombre, a mi juicio, es una realidad en equilibrio inestable de fuerzas anímicas. La tarea ética de cada cual es garantizar la estabilidad y proporción de ese equilibrio que corre constantemente el riesgo de romperse. La salud psicológica y la bondad ética u honestidad, son justamente lo que anda en juego. Nadie puede desentenderse porque ésto compromete a todos. Está en nuestras manos nuestro propio destino y en parte, también algo del destino de los demás, en la medida de nuestras posibilidades de interacción en la dinámica moral y social de las gentes con las que convivimos. Esto es grandioso y noble; pero podemos errar en los errores en ésta tarea se pagan caros si no se corrigen a tiempo. En unos casos con la neurosis y en otros por la perversión moral.
Para terminar, dejar claro que Sócrates pretendió alcanzar la felicidad. Creo que todos los humanismos pretendieron siempre lo mismo, aunque no se pusieran de acuerdo en lo que había que entender por ella. Lo que está claro es que Sócrates se resistió a colocarla del lado del naturalismo o del hedonismo para intentar buscarla en la razón. Quizás se extralimitó al considerar la importancia de ésta; pero él, que era un hombre virtuoso y equilibrado, jamás pensó en mecanizar la conducta desde los principios de la lógica, estableciendo ideales éticos inhumanos; sin embargo, es justo reconocer que sentó las bases para que otros menos apolíneos y equilibrados que él lo hicieran sin escrúpulos.

Veamos ahora que nos dice la Psicología. La psicología moderna y, los docentes en particular, tienen un problema que aún está por resolver: Todos queremos estar motivados o que nos motiven, todos queremos que nuestros alumnos se motiven con nuestra materia, que participen y se entusiasmen con nuestras clases, pero ¿Cómo conseguirlo? Motivación viene de "motus" = movimiento, impulso, tendencia..., ponerse en movimiento para conseguir una determinada acción, o sea, tener ganas para hacer algo, así de simple. Consideramos que quien está motivado, tiene una ventaja sobre quien no lo está, y creemos que ese convencimiento le proporciona una fuerza interior que elimina los obstáculos o los hace más asequibles, para conseguir un determinado fin. Hoy esta palabra la hemos desterrado de nuestro vocabulario y la hemos sustituido por motivación. ¿De dónde procede ese impulso? ¿Cómo lo llamamos? ¿Qué hay que hacer para conseguirlo? ¿Cómo podemos motivar a nuestros alumnos para que tengan "ganas" de hacer algo y crearles esa necesidad?

Antes le llamábamos voluntad, facultad de querer hacer algo, razonado y alumbrado por el entendimiento; una fuerza que nace del interior de la persona y de su propio convencimiento. Hoy la moderna psicología, por el afán de estudiar empíricamente la conducta y vaciar de contenido metafísico al "yo", acentúa la importancia de la satisfacción de las tendencias mediante la fuerza de atracción del objeto externo, de tal modo, que la conducta depende más de "motivaciones externas" ligadas a la recompensa material obtenidas, que a causas internas dependiendo de una escala de valores altruistas, (como veis las palabras no son ajenas a los contenidos). ¿Qué sucede cuando he de hacer algo y no estoy motivado? Pues no lo hago. Si a corto plazo no atisbo ni veo una recompensa que me estimule, abandono. ¿Dónde está el sentido del deber? Motivar a nuestros alumnos con las notas y el aplauso social, es bueno y necesario porque eleva su autoestima, pero no es suficiente, porque, a veces, hay que hacer cosas que no nos gustan. El deber consolida la fuerza de nuestros proyectos a largo plazo, y es un elemento seguro para mantenernos fieles a nuestros principios y conseguir nuestros proyectos. Ortega escribió: “Es triste tener que hacer por deber lo que podríamos hacer por entusiasmo”. Pero no hay otra solución. José Antonio Marina ha escrito, El misterio de la voluntad perdida (Anagrama), un libro que trata sobre estos temas con la agudeza, claridad y simplicidad que le caracteriza. Te recomiendo que lo leas.