Hay días que pasan muy rápido porque el tiempo se nos escapa de las manos, sobre todo, cuando está asociado a emociones placenteras. Días en los que deseamos que las horas sean eternas. El tiempo, ese compañero inseparable del ser humano que nos acompaña mientras estamos vivos: sin él no seríamos nada. Todo nuestro acontecer discurre entre sus raíles. A veces rápido, a veces lento. Ayer pasó muy rápido. Sabemos el dinero que tenemos, pero no el tiempo que nos queda. Afortunadamente.
Juntarse a comer con la familia o los amigos en estas fechas, es lo mejor que hacemos los seres humanos para pasar el tiempo, compartir con aquellos con los que queremos estar y contarnos nuestras cosas. Por eso la Navidad es tiempo de encuentro. Hacerlo en "las creencias" en donde estamos instalados -sean del tipo que sean- reafirman la tradición y estrechan la amistad vivida y sentida en la infancia. Comer en La Consentida, -un restaurante almeriense en pleno centro de Almería- es un placer inigualable, que ayer tuvimos el privilegio de disfrutar los amigos de la infancia, junto con nuestras parejas. Sabemos que sus carnes y pescados son exquisitos. Hoy también constatamos el trato afable y la atención recibida por parte de quienes regentan el establecimiento y sus empleados. Desde aquí nuestro más sincero agradecimiento en nombre del grupo. ¡Volveremos!
En la comida se habló de todo y se brindó por todos, por los presentes y por los ausentes. a los que echamos de menos -bien lo saben ellos- Intercambiamos ideas de toda índole. Con respeto y educación, mantuvimos nuestras opiniónes con sus propios argumentos -como debe ser- siguiendo las palabras de Ortega y Gasset que afirma que "las ideas se tienen y en las creencias se está". Las opiniones argumentadas en la experiencia y en el conocimiento personal, surgen espontáneas reafirmando la posición personal de cada cual tratando de convencer al oponente. Un vano intento, pues cada uno se reafirma en sus propias ideas consolidadas.
Donde sí hubo consenso fue en "las creencias" porque en ellas se "está", y -entre ellas- se habló del significado de la Navidad. Ésta está basada en los recuerdos, vivencias y sentimientos que hemos vivido en nuestra infancia, y en la tradición transmitida por nuestros padres y antepasados. Con palabras de Ignacio Camacho (ABC 25-12-24): "Donde quepa la voluntad de descubrir un refugio contra el desamparo, una referencia frente al extravío o la soledad, un esperanza ante el fracaso", con valores y principios que hermanan y cohesionan el grupo y reafirman nuestra identidad. Como la Navidad que nos devuelve a la pureza de la niñez, al tiempo ingenuo en el que nuestros mayores nos hicieron creer que el mundo era perfecto, pese a la escasez y a la pobreza de la postguerra. Con independencia de las creencias de cada cual, la Navidad impregna a unos, en esa escala de valores morales humanitarios recibidos dentro de la cultura y civilización clásica greco-latina, -y a otros-, nos hermana en el mensaje ético de redención que Dios-Hombre en la persona de Jesús de Nazaret, nos transmite. "La fe refuerza el sentido de pertenencia a una comunidad espiritual unida por lazos de origen sagrado (...) ahí nos encontramos en ese rito amable de intimidad familiar, en ese paisaje de afectos cálidos, en ese rescate emocional de los años perdidos que nuestros padres acunaron con sus abrazos", que saca de nosotros lo mejor que tenemos.