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jueves, 25 de abril de 2019

El Libro







El libro


Quien tiene un libro en la mano
tiene los mundos lejanos
al alcance de su mano.
Quien tiene un libro en la mano
posee el poder apreciado
de soñar sueños lejanos
y tocarlos tan de cerca
con la yema de sus manos.
Y cual poderoso creador,
recrear mundos fantásticos
que nacen de la imaginación
compartiendo un tesoro
que ya alguien descubrió.

Ese poder misterioso
que se esconde entre sus páginas,
se descubre lentamente
a través de la lectura
reposada de sus letras,
que bien juntas o trabadas
forman una palabra
y así, así agrupadas,
componen una oración
ofreciendo al lector
un mensaje embaucador, 
a seguir y seguir leyendo
hasta llegar al final,
donde escritor y lector
sienten con un corazón
o diferir en la opinión
que de todo ha de haber
en la viña del señor.

¿Que no me gusta el final
porque la trama termina
de una forma desigual?
Pues la cambio a mi antojo
que da el ser soberano
con ese poder omnímodo
sobre sueños y vasallos.

Quien tiene un libro en la mano
tiene el mundo entre sus manos,
quien tiene un libro en la mano
abarca sueños ideados,
sueños a través de recuerdos,
sueños que realizan cuentos
con palabras en la escritura
impresa, hecha lectura,
en novela o en teatro,
en grandes disertaciones
o en un pequeño relato.

Todo está en ese libro
-querido lector-
que se encuentra entre tus manos,
quien quiera seguir soñando
ya sabe lo que ha de hacer:
abrir la página de un libro
y ponerse a leer.

Antonio González Padilla



  
!Feliz día del libro a todos aquellos que no sabemos vivir sin él!



domingo, 21 de abril de 2019

Ha Resucitado






RESURRECCIÓN

¿Por qué buscáis entre los muertos
a quien ha resucitado?

¿Por qué buscáis en la tumba
al que es glorificado?

!Hombres de poca fe
solo creéis si tocáis!
¿No creéis en la palabra,
de aquel a quien amáis?

Aquel a quién buscáis,
ya no está en este mundo,
está en la gloria del Padre,
por haber sufrido mucho.

!Jesús ha resucitado!
Lejos de la muerte está,
aquel que venció al pecado,
nacido de una madre virginal.

Él se nos ha adelantado,
por ser hermano mayor,
él ha sido resucitado,
por su Padre, el Buen Dios.

Nosotros también seguiremos,
la senda que Él nos trazó,
venceremos a la muerte,
el día de nuestra resurrección.


      antonio gonzález padilla



sábado, 20 de abril de 2019

Resurrección






Llueve. Y sigue lloviendo a las siete y ocho minutos de la mañana del Sábado Santo: sabe a Sábado de Gloria. La lluvia, nos ha despertado tocando suavemente los cristales de nuestras ventanas. Abla no ha esperado los tres días preceptivos para que resucite el Señor: Ya es domingo de resurrección porque así lo ha querido la Providencia ¿Hay mayor resurrección que el agua para una tierra sedienta que aquella que regenera la vida y nueve a la naturaleza a salir de su escondite y ofrecer su fuerza? Hemos santificado las fiestas y hemos renovado en la pasión del Viernes Santo la muerte trágica de un Dios que se humilla hasta morir en la cruz para nuestras redención. No nos quedemos en la tragedia ni en el dolor del Viernes Santo, porque entonces el fracaso de la muerte y del sacrificio del crucificado habría sido  rotundo. !Resucitemos con Él! Porque si no es así vana sería nuestra fe. 
Esta noche celebraremos la liturgia de la palabra, las lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento; os invito a que prestéis atención, son maravillosas. Celebraremos la liturgia de la luz con el cirio pascual  y la liturgia del agua con la renovación de las promesas bautismales. !Siempre el agua como elemento purificador y de iniciación en la Asamblea de los Santos como es la Iglesia! El agua sin la cual la vida sería imposible y que tanto significado tuvo para los primeros cristianos. El agua que se manifiesta en nuestra tierra como maná símbolo del resucitado que lo hace no bajo la luz de un tórrido sol, (días vendrán para ello), sino como nubes del cielo, el regalo de un Padre bondadoso que no olvida a sus hijos sedientos. Un regalo en forma de gracia (carisma) de nuestro Dios providente que como respuesta a nuestra fe y oraciones, riega nuestra alma y nuestros campos del agua purificadora y reparadora. Un Dios que aprieta, pero que no ahoga. !Que así sea!




lunes, 15 de abril de 2019

Un monte aturdido




Un monte aturdido

En la madrugá subí al monte blanco,
para pedir agua: No te olvides de mi valle,
tú que tocas al cielo cuando quieres
y rascas el hielo y la nieve.
Sentí la altura de su inmensidad,
y con cierto temor a quien se le molesta,
le toqué su piel con cuidado,
y le desperté de su profunda siesta.
Enfurecido me miró adormecido:
¿Por qué me despiertas, no ves que estoy
dormido?
Respeta el sueño de quien está cansado,
de quien no pide por dar,
nada a cambio...
déjame sentir la nieve y el frío,
sin ellas no soy sino un monte aturdido,
una inmensa mole en un cielo sombrío.


         Antonio González Padilla


jueves, 4 de abril de 2019

Abla...una pasión, un sentimiento




 
Abla...una pasión,
un sentimiento

Abla es mi pasión y mi retiro,
mi sino y mi sentido,
el pueblo donde me inspiro,
mi poema, mi canción,
mi meta, mi destino,
el sitio apacible donde hablar,
y encontrar el refugio del que un día ha partido.

Abla es el amor de lo que soy y he sido,
ese paraíso de infancia perdido: juventud,
pubertad y primeros amigos,
fantasía, creatividad e inocencia de niño.
Abla es mi casa y su plaza.
Es la tienda de mis abuelos,
con ese mostrador envejecido,
por el paso del tiempo y el destino.
Después fue "teléfonos"
donde se hablaba de todo;
en aquella casa, la soledad siempre estaba ausente:
bulliciosa y parlanchina, ruidosa, comunicativa,
la tristeza y la alegría, compartían habitación;
de su locutorio salía la gente contenta,
satisfecha o afligida, consternada o mohína.

Abla es su plaza de tierra y barro, campo de fútbol,
marro, y aquellos juegos de niños, con charcos...
Una plaza tan vistosa y grande
de balcones y banderas, noble,
de esa España de posguerra engalanada,
para el festejo de vacas bravas,
con su matador favorito, Vaquerito,
si el tiempo no lo impedía,
que con regularidad lo hacía.
Y hasta campo de batalla...,
de cuatreros y vaqueros, de indios,
juego de niños de película americana.

Abla la de su plaza apañada,
sin fuente de agua ni prócer a quien
dedicarla;
preparada para lo que hiciese falta,
lugar de mis correrías, 
testigo de mis fantasías,
escuela primaria, juegos y travesías.
Centro de trajín y vida, con farmacia,
médico, ayuntamiento, fonda y barbería,
con placetilla con gradas,
lugar obligado de encuentros,
cuentos, y habladurías.
Plaza de toros y mercado,
multiusos la llamamos: 
lo mismo sirve a las fiestas
con cunicas, casetas de turrón y helados,
los más ricos, porque son del Tío Juanico,
que lugar devoto del Paso en Viernes Santo.

Abla la de mis calles empedradas
y casas encaladas, con balcones de geranios,
y solanas de selvas enristradas,
con sabor a higos secos, tomates desecados, 
uvas pasas y semillas de calabaza.
Coronada por "Castillos" sin muralla
ni atalaya, sin torre del homenaje,
aspillera o patio de armas,
con pitas como lanzas en sus faldas.
Abla la recostada en la ladera,
rodeada de eras, huertos,
pitas y terreras. 

Abla, eterna pasión de este rapsoda,
de pelo blanco y cabello escaso,
aquí esperaré mi ocaso,
y cruzaré el puente de Los Santos,
camino del campo santo
para reposar junto a mis padres
y mis antepasados.
Lejos del ruido y el estruendo
conservaré en mi memoria
la quietud de mi pueblo, 
el contacto con sus gentes,
los ruidos formados por silencios,
vacunado, y de vuelta de tantos
baldíos intentos.
!Siempre empezando...!

Abla, refugio de mi soledad callada,
mi retorno y coartada,
mi inspiración y mi musa, y frente a mi
ventana: Sierra Nevada.
Ese amor que se entrega al alba,
después de una noche de magia y sin palabras,
de este amante trashumante,
que siempre vuelve a encontrarte.

Abla, carretera un domingo por la tarde,
con las mozas paseando a su vera,
sus vestidos a estrenar y sus zapatillas nuevas,
y en la hondonada la fuente...
esa fuente: Las Peñuelas, enamorando, 
y mirar el paso del tiempo reflejado
en el agua pasando por su acequia,
reflejo de promesas de amores y quimeras,
como pasan los años, las caras y sus gentes,
en nuevas primaveras...,
en acelerada carrera.
Y... ¿Cómo olvidar tu paseo
y su alineado arbolado,
preñado de gorriones en verano,
entre dos fuentes para quitar sed
en cántaros, y abrevar ganado?

Abla es "La Traída de Los Santos"
con el Tío Paco desfilando de legionario
y "La Niña de Fuego" girando
sobre sí misma, para acabar en la desnudez
y el trueno, partiendo hacia
un lejano firmamento, perdiéndose en el cielo.

Abla es su terraza de verano, con olor a jazmín
Antonio Molina o Machín, cantando.
El NO-DO obligado, con el Gordo y el Flaco
deleitando a la chiquillería, gritando.  
Y en cabina... Don Juan el párroco,
con la censura en la mano,
escamoteando las escenas escabrosas,
preservando a los abulenses de visiones
libidinosas, películas rosas, 
cosa natural de un cine parroquial,
como estricto guardián de la moral.

Abla es lo mejor de Almería,
aunque no tiene playa ni mar, sí alquería, 
y en su serranía está la Sierra Nevá:
pinares, retamas y arbustos, cañaverales,
la paloma torcal o el águila imperial,
armonía entre cielo y tierra
conviven en libertad.
Y a través de sus barrancos y su prodigalidad,
sus aguas riegan el valle, dando aceite,
uva y pan,
y algún que otro mosto producto de su lagar.

Abla orgullo y pasión,
lugar de mi devoción,
de santos, vírgenes y procesión.
Abla, pueblo íbero-romano, cristiano,
orgullo de sus tres Mártires soldados,
Apolo, Isacio y Crotato, aquí venerados,
en la Ermita de Los Santos.
Con San Segundo como copatrón,
obispo de profesión,
humilde por vocación
que renunció a ser primero
por amor al evangelio.

!Abla! alpujarreña al solano,
crisol de culturas entre moriscos y cristianos.
Abla tú eres la uva de barco, marinera,
exportada a las Américas -la otra ladera-,
la que dió pan y quitó penas,
la de su gente atrevida
que apuesta por su faena,
hasta que una traicionera helada
les quita la fe y la esperanza.

Abla es su iglesia mudéjar, decapitada,
sin cabeza: sin la voz de su campana,
hecha metralla,
ahora recuperada, gracias a su nueva torre 
que se yergue con altivez y gracia,
entre sus casas blancas. 

Abla son sus tradiciones: es la Navidad
y el Belén de Don Juan,
el Baile de Ánimas, Las lumbres de San Antón
y San Sebastián,
hogueras con rosas, jamón y mosto en porrón,
San Isidro labrador,
las novenas de la Virgen,
la Semana Santa y la Soledad,
la Merendica, o la Verbena de San Juan.
Es el saber vivir de sus gentes,
-buena gente- donde religión y tradición,
son maridaje y unión.

Donde todos los domingos
y sus fiestas de guardar
no falta el arroz con conejo,
el gazpacho o la fritá, -¿Qué más da?-
y como sobremesa
la partida de cartas o dominó
en el café de José o Nicolás;
para después acabar el ponche en la carretera
de sandía o melocotón,
y hablar del tiempo, la uva, la faena...
o del sermón del cura.
¿Hay quién dé más?

!Paciencia, que ya llegamos al final!
Por esto y otros motivos,
me guardo en esta ocasión,
cosas que seguramente olvido, en mi zurrón,
y otras por omisión.
Hoy, como rapsoda, levanto mi copa,
la copa de la amistad,
por este pueblo que amo
tan único y singular.
      
               Antonio González Padilla