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miércoles, 15 de mayo de 2024

Un hombre bueno, un maestro ejemplar





Escribir siempre es un placer. Ese es mi caso. Poner sílabas y palabras en orden para expresar a través del lenguaje sentimientos profundos de amistad y agradecimiento, es un placer indescriptible. En la vida nos encontramos con una diversidad de personas entre las cuales unas nos caen mejor que otras, sin saber por qué. Simplemente empatizamos con ellas. Poner palabras para dar a conocer a estas personas, como ejemplo de valores y principios cívicos, a imitar, es un deber del que diariamente dialoga públicamente en el ágora con sus semejantes. Este es el caso que  hoy nos ocupa. Hablamos de José María Gómez Lázaro-Carrasco, recientemente nominado como hijo adoptivo de Adra por su labor como docente. Conocí a Jose María a través de mi primo David Padilla. Desde el primer momento que me lo presentó, supe que me encontraba ante una persona excepcional. Así se lo comuniqué a David. Propensos a equivocarnos en el enjuiciamiento de ciertas personas, no fue éste nuestro caso. Acertamos de pleno en el diagnóstico.  
Estamos ante una persona cuya presencia irradia sabiduría, prudencia, bondad, generosidad, compromiso y humildad. Un amigo, -amigo de sus amigos- un hombre bueno y un maestro ejemplar. Los que lo conocemos y disfrutamos de su amistad, sabemos la suerte que tenemos de sentirlo cercano a nosotros. Juzguen ustedes. Un hombre que públicamente manifiesta su profunda creencia en Dios y del que agradece a perdonar a sus hermanos, "porque el que vive en el odio no vive". Educado en una familia extraordinaria, cuya madre, "con las ideas muy claras, supo sacar a sus dos hijos con coraje y darles una formación  académica". Un hombre enamorado de su mujer Tere, "una mujer con mayúscula", a quien "cuando habla, llora o piensa en ella se lo dice con palabras del poeta: "Si a veces hablo de ti/ y ves que brillan mis ojos/ no creas que están llorosos/ es que mi risa es así/ Que cuando lloro por ti/ ni las estrellas lo saben/ yo lloro cuando no hay nadie/que te lo pueda decir./ Que cuando yo pienso en ti/ lo hago tan para adentro/ que ni mi piel sabe cierto/ que muero pensando en ti". Un padre orgulloso de su hija Maite y de su nieto Pedro a quien "me duele hasta el alma de tanto como lo quiero". Un hombre agradecido a sus amigos y compañeros de trabajo por el apoyo recibido durante su vida de maestro, con la humildad de quien hace las cosas por entrega y generosidad, sin darle ninguna importancia. Agradecido a sus alumnos: "ellos han sido la razón de mi vida, de mi trabajo y mi constante preocupación. para mí, jamás fuisteis un número en una lista ni en un expediente, fuisteis algo más, mucho más" Este es Jose María, y mucho más. Un maestro ejemplar que ha dejado huella en su pueblo de Adra y que agradecido lo declara su hijo adoptivo. Un reconocimiento muy merecido,  que hace justicia a un hombre cuya virtud ha sido entregarse a los demás en cuerpo y alma. ¡Enhorabuena, Jose María! ¡Qué suerte tenemos tus amigos de tenerte entre nosotros y disfrutar de tu trato prudente, sabio y afable! El mundo y la vida, para los que te conocemos, es más agradable y placentero. ¡Gracias por ser como eres y gracias por estar ahí!






2 comentarios:

  1. Antonio, con los ojos llenos de lágrimas, gracias, la suerte la tengo yo, porque Dios, me ha puesto y me pone en el camino, personas como tú y como David, yo solo hago, oír a mi corazón y cual esponja, recoger y empaparme con lo que vosotros vais haciendo. Gracias de corazón, amigo mío.

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