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domingo, 2 de noviembre de 2025
Una sociedad anestesiada
domingo, 26 de octubre de 2025
A la memoria de Juan José Ortiz Jiménez
miércoles, 22 de octubre de 2025
Apertura de Curso Universidad Abierta Comarca Río Nacimiento
Ayer, 21 de octubre, a las cinco de la tarde, el Centro Cultural de Abla volvió a ser un lugar lleno de sonrisas, conversaciones y reencuentros. Con el inicio de un nuevo curso de la Universidad Río Nacimiento, regresó también esa ilusión compartida por aprender, descubrir y seguir creciendo juntos.
martes, 23 de septiembre de 2025
José María: un entrañable amigo
Hay personas que dejan una huella imborrable en la vida de quienes tienen la fortuna de compartir con ellas un tramo del camino. Seres cuya sola presencia irradia bondad, cuya mansedumbre inspira confianza, cuya amistad es tesoro y refugio. Personas buenas, profundamente buenas.
Una de ellas, sin duda, fue José María Gómez Lázaro-Carrasco: el entrañable amigo que nos ha dejado hace tan poco. Con el corazón desgarrado sentimos hoy su ausencia; su partida nos ha sumido en un dolor profundo, en un desconcierto inquietante, en un vacío existencial que lacera lo más hondo del ser humano y que nos descubrimos incapaces de colmar.
Y sin embargo, desde la fe que compartimos, hallamos un tenue resplandor que, aunque no disipa por completo la incomprensión y la absurda herida de la muerte, sí atenúa en parte su aspereza, dejándonos la certeza de que lo amado no desaparece, sino que permanece transformado en presencia eterna.
Hablar de José María, recordarlo hoy ante su familia y sus amigos más cercanos, es un atrevimiento que asumo con humildad, guiado únicamente por el afecto sincero y la amistad que nos unió en vida. Ponerle palabras a quien ya no camina entre nosotros es un acto difícil, porque su presencia se explica mejor con los gestos que dejó con la hondura de su mirada y la nobleza de su corazón. José María fue, y sigue siendo en la memoria que nos congrega, un ejemplo vivo de principios y valores humanos: diálogo constante, respeto profundo, confianza en el otro, fe firme en la educación como senda de dignidad. Él creía que toda vida se ennoblece al ser compartida, que el bien se multiplica cuando se siembra en común; y así lo practicó cada día, en la claridad de la conversación con sus semejantes. Si a esta impronta de humanidad añadimos los lazos de amistad que me unieron a él, entonces su recuerdo no es ya un deber ético, sino una gratitud necesaria y luminosa. Hoy, José María, al honrar tu memoria después de tu partida, celebramos tu modo de ser, imitamos tu manera de vivir: con honestidad, con ternura, con la certeza de que tu huella, aunque ausente en cuerpo, permanece entre nosotros como ejemplo a seguir.
Maestro de vocación y de vida, entregó su sabiduría a los alumnos, aunque confesaba aprender más de ellos que lo que a ellos enseñaba. Ejemplo en Adra dejó huella de luz donde otros apenas dejan paso. Reconoció en su hijo adoptivo la justicia merecida de un legado inmenso, pues su vida entera fue la virtud de olvidarse de sí mismo para darse a todos. Bendita suerte la de quienes lo tuvimos como amigo: prudente, sabio, cercano y afable. Qué riqueza la de quienes compartimos su bondad callada, su consejo sereno, su amistad verdadera. Gracias, José María, porque en tu entrega aprendimos el valor de la humildad, el peso noble del amor y la fuerza silenciosa de quien sirve sin esperar nada. ¡Gracias por haber sido, sencillamente, un hombre ejemplar!
martes, 5 de agosto de 2025
Annie Ernaux
viernes, 3 de enero de 2025
Escribir... ¿para qué?
¿Es asunto de quien escribe que haya políticos, gobernantes, canallas que sean corruptos y pisoteen los derechos más elementales qué tanto ha costado conseguir a la humanidad ¿Son las palabras las que hieren, esas que escogemos los que escribimos para crear "simpathos", lo suficientemente comprometedoras, que haya "compasión" entre quien escribe y quien lee? ¿Qué se le ha perdido al poeta para soñar despierto en la madrugada a fuerza de ritmo plasmar en el papel esas inconfesables añoranzas del animal hablante? Entonces, ¿por qué escribir? Duro es escribir y más duro, escribir bien. Vibrar y conectar con el lector llamar la atención en este mundo de ruidos y distracciones varias, donde pasar el tiempo se torna problemático y donde aprovechar tiempo libre para crecer, es harto complicado. Si a esto añadimos que no hay nada que ganar ni nada que vender ¿por qué esforzarse si no hay nada que esperar? "Escribir es un honor y una carga. Pesada. La de saber que nada mal escrito es perdonable. Corrompida la lengua hasta la médula por quienes construyeron esta homogénea habla de esclavos, escribir reviste el riesgo de un amor perverso e imposible". (G. Albiac). Solo la ilusión de transmitir aquello que bulle dentro del escritor en un grito de auxilio que disipe la niebla en la soledad que le envuelve, con la esperanza de recibir el eco ampliado de la palabra que reafirme su mensaje. Escribir es búsqueda de respuestas en la niebla oscura de la nada. Un buscar la mano del otro para no caer en el abismo de la inconsistencia, solo, con la certeza, de que el último renglón, no aún escrito, lo escriba solo. En la soledad absoluta. Es exponerse desnudo en la plaza pública a la espera de la crítica más exacerbada, sin compasión, mostrando sus verguenzas. Crítica y más crítica sin esperar una lisonja. Una palabra de aprobación. Con la peor de las respuestas: el silencio como halago.
martes, 31 de diciembre de 2024
Un año más...
martes, 24 de diciembre de 2024
¡Feliz Navidad, hombres de buena voluntad!
Te hablo de la Navidad. No de la Navidad de los alumbrados de la ciudad, ni la de los grandes almacenes que venden consumo. Tampoco de la Navidad de los regalos, o la de las grandes comilonas de marisco y champán; la del mantecado, turrón, o la lotería. No. Hablamos de esa Navidad que celebra la venida de Dios a la tierra en forma de hombre en Jesús de Nazaret en la pobreza y la humildad. Sí, ya sé que que hay muchos que no creen en Él, pero dejemos eso en manos de Dios. En la película de "Angeles y Demonios" basada en la novela de Dan Browwn, un personaje ateo le dice al Papa que él no cree en Dios, a lo que el Papa le responde: no te preocupes, porque Dios sí cree en en tí.
Créeme si te digo que yo lo he encontrado y no lo dejaré escapar. Mucho tiempo ha sido rescoldo en un rincón de mi corazón, pero finalmente ha prendido la llama por el soplo del Espíritu. Lo único que siento es no haberlo encontrado antes. Algunos me llamarán beato, extravagante, exagerado, cuando no loco. Lo asumo, pero solo pido respeto y comprensión, el mismo que yo tengo con los no creyentes y los agnósticos. Sí, proclamo mi experiencia religiosa y la alegría que siento de encontrarme con Él y sentirlo cerca de mí. Me da paz, serenidad, autoestima y me hace ser mejor persona.
¿Qué dónde lo he encontrado? Pues no. Te equivocas, si crees que lo he hallado en los libros, o en complicados ensayos de filosofía o teología. Lo he encontrado dentro de mí. “ No lo busques fuera en tu interior está la Verdad “ ( Noli foras ire in te ipsum redi, veritas est ) -nos dice San Agustín- Está en el prójimo, en ti y en mí. En nuestros hermanos los hombres. Está entre nosotros (Enmanuel), en la gente sencilla con la que convivimos diariamente. En la sonrisa de tus nietos, en la mirada de tu pareja amada, en el abrazo de un viejo amigo, en el olor a pan recién hecho, en el café de la mañana, en la lluvia y el olor a tierra mojada…
Pero sobre todo está, en la mano abierta del mendigo que pide a la puerta del supermercado, o en la mirada suplicante del enfermo desde una cama de hospital soportando el dolor a la espera del milagro, en la mujer embarazada que besa a su hijo antes de nacer..., y en tantos y tantos hombres y mujeres que sufren la violencia de la naturaleza, arrastrando consigo todo lo conseguido en una vida de trabajo, esfuerzo y sacrificio. Y en todos aquellos que carecen de paz a causa de la guerra, el maltrato personal, la soledad por la pérdida de un ser querido...
¿Solo está ahí? No. Dios está en la soledad del sagrario, en el silencio de la oración, en el Sacramento del perdón, en la liturgia dominical de la Palabra y la Eucaristía. Todos los días del año son Navidad, porque cada día, Él nace, te cuida, te piensa, te quiere, te perdona más de lo que tú imaginas. Él sí cree en ti. Crée tú también en Él ¡Feliz Navidad, hombres de buena voluntad!
miércoles, 15 de mayo de 2024
Un hombre bueno, un maestro ejemplar
viernes, 2 de febrero de 2024
El Museo: Epifanía de lo Bello
domingo, 28 de enero de 2024
Un paso atrás
jueves, 25 de enero de 2024
Un niño de 9 años vive solo en casa sin agua ni electricidad
miércoles, 24 de enero de 2024
El "El País" rompe con Fernando Savater
viernes, 15 de diciembre de 2023
Todas, todos, todes...y lo que sigue
miércoles, 1 de noviembre de 2023
El Tiempo es la medida de todas las cosas
martes, 31 de octubre de 2023
Halloween
domingo, 2 de abril de 2023
Progresista, una palabra ambigua
A fuerza de repetir la palabra "progresista" una y otra vez, la izquierda española trata de autoproclamarse como la única opción política válida y eficaz para la resolución de los múltiples problemas de nuestro país, a la vez que califica y denigra a la derecha liberal española como conservadora, ineficaz y obsoleta. El significado de la palabra progresista se queda en la ambigüedad, en la indeterminación más absoluta sin expresar un significado concreto. No obstante, la palabra "progresista" nos catapulta hacia la idea de un futuro, novedoso, moderno, futurible y como tal eficiente, etc frente a la palabra "conservador" que nos remite a la idea de pasado, tradicional, viejo, antiguo, ineficaz y obsoleto. Pero la historia nos enseña que esto no siempre ha sido así, ni tiene por qué serlo. La izquierda, o el marxismo como doctrina en la que se fundamentan los principales postulados de la izquierda representa, no el progresismo, como cínicamente se sigue auto proclamando, sino todo lo contrario: lo retrógrado, anacrónico y antiguo. El marxismo representa la pervivencia de los valores políticos, sociales y económicos del Antiguo Régimen al que se oponían los ilustrados. La izquierda sustituye la figura del rey, del príncipe medieval, por el Estado, máximo representante político y juez supremo, al que el pueblo debe pleitesía. El estatismo representa lo más retrógrado. Es la izquierda, frente al progreso liberal, democrático, de derechas, lo que todavía se invierte en nuestras sociedades. El marxismo siempre se opuso a las revoluciones industriales, al progreso, y a todo lo que ha mejorado la vida en general del ser humano en el planeta. Ahora, con el ecologismo, con la religión climática, puro anti capitalismo, anti liberalismo, pretenden una vuelta inclemente al pasado, a un imposible paraíso terrenal, al tribalismo. No, no es progresista el rancio nacionalismo nacido en el siglo XIX, el populismo actual o el supremacismo catalán o vasco. Miren -a modo de ejemplo- como describía a los españoles el presidente de la Generalidad Joaquín Torra: "Carroñeros viboras, hienas. Bestias con forma humana que beben odio. Un moho perturbado, como con moho de dentadura postiza contra todo lo que representa la lengua(...) Viven, mueren y se multiplican. La bestia segregó de su boca agua rabiosa. Un hedor de cloaca salía de su aliento...un sudor mucoso como de sapo resfriado, le manaba de las axilas." ¿Es esto progresista? Y lo peor, es que algunos secesionistas pìensan lo mismo, y otros miran para otro lado, como es el caso de intelectuales, profesores, jueces o periodistas con intereses creados. Es el mundo al revés: un negocio político del que viven muy bien todos los zánganos del sistema capitalista de siempre. Ahí tenemos al Gobierno de España como ejemplo, y a todo el clan de funcionarios, sindicalistas, feministas y comisarios políticos en general, que dan sustento ideológico a los enemigos de la libertad y del ser humano.
domingo, 25 de diciembre de 2022
Una Mágica Navidad
Si no hubiera Navidad habría que inventarla. La Navidad tiene su origen en las fiestas Saturnales de Roma, que se celebraban alrededor del 25 de diciembre, dedicadas al nacimiento del Dios Sol Invicto. Fue Julio II quien la institucionalizó incorporándola al calendario cristiano de fiestas. Los Evangelios de Mateo y Lucas hablan del nacimiento de Jesús sin precisar fecha exacta de su nacimiento; Marcos y Juan no lo relatan. Se adecuó esta fecha como la más propicia para el gran acontecimiento como es la irrupción de Dios en la naturaleza humana para elevar a ésta a categoría divina.
Ninguna religión o filosofía se atrevió a tanto. El pensamiento griego fue cosmocéntrico, es decir, el hombre se consideraba un elemento más del cosmos, vinculado a él. Por el contrario, en la Biblia el hombre es considerado como una privilegiada criatura de Dios. La naturaleza no es sólo la realidad de referencia con la que se relaciona el hombre desde un saber utilitario e inmanente, marcado por la curiosidad y la evaluación, sino que aparece también como una realidad prepotente y absoluta que suscita admiración y temor, fascinación y reserva. La religión pretende ofrecer una interpretación global del hombre, como la filosofía, pero sin dejarse limitar por la racionalidad y la inmanencia. De ahí que se postule una comprensión original de la realidad misma, al considerarla como creación en las religiones bíblicas, y se busque una referencia trascendente y divina para explicarla. Nada de esto tendría sentido si Dios no se hubiera hecho hombre en el vientre de María, uniendo la naturaleza divina con la naturaleza humana en la persona de Jesús. Éste es el significado profundo del Niño-Dios hecho hombre en el gran misterio de la Encarnación y que nace en Belén.
Pero personalmente, tengo unos recuerdos entrañables asociados a mi infancia, a mi gente y a mi pueblo de la Navidad, menos filosóficos y más familiares. Me emociona, cada vez más, el sentir la Nochebuena como una noche mágica especial. No tanto el día de Navidad quizás por ser tan corto. Esa noche mágica la esperaba con verdadero anhelo, porque eran las primeras vacaciones del primer trimestre de colegio. La Navidad, sin la mirada al pesebre donde Dios se hace niño, no tendría ningún sentido. Tampoco sin los villancicos. Para mí la Navidad es la fiesta de la familia, la asocio a mi infancia y al entorno donde nací y me crié: un bello pueblo llamado Abla, perdido entre montañas nevadas en la Alpujarra almeriense. Es la fiesta más entrañable de mi infancia, la de los buenos deseos, la unión, y el orgullo de sentirse querido por la pertenencia a una familia. Es la fiesta del encuentro con personas, con las que se comparte todo lo que se es y todo lo que se tiene, más allá del consumismo, los adornos navideños, y los regalos de Papá Noël. Es la fiesta donde aparecen los sentimientos más nobles del ser humano y donde la humanidad desea paz, salud, y prosperidad. La publicidad moderna no ha sido capaz de inventar un anuncio tan sublime como éste: "gloria a Dios en el cielo y paz a los hombres de buena voluntad".
Las navidades de la posguerra, nada tienen que ver con las actuales, las del consumismo y la abundancia. No las cambio por nada del mundo. Estábamos muy felices con lo poco que teníamos, aunque nos sobraba ilusión e imaginación. No teníamos dinero, ni mesas copiosas, el turrón más bien escaseaba y la carne y el pescado no abundaban. Tampoco era cuestión de quejarse: la reciente matanza del cerdo y el jamón curado del año anterior, cumplían su misión restauradora con creces. Cuando Papá abría la caja surtida de mantecados de Estepa, roscos y alfajores, en mi casa sabíamos que la Navidad había llegado realmente. Para hacerla realidad, papá, como agente comercial, vendía cientos de cajas en las casas particulares a conocidos y amigos y aquella caja surtida era parte del fruto de su esfuerzo. Mientras tanto, Mamá, se esmeraba en la panadería de Ángel -"El de la Tahona"- y elaboraba unos mantecados con manteca de cerdo y almendras que se relamía uno los dedos de gusto.
El pollo relleno al horno era tradicional y nunca faltó a la mesa en Nochebuena. A mi me parecía el mejor manjar del mundo. Me pasaba la tarde del 24 contemplando cómo se doraba en el horno de mi casa, dando viajes a la despensa en busca de algún consuelo e ir preparando el cuerpo para la gran cena en familia, en torno al "Portal de Belén", cantando villancicos al ritmo de guitarra, zambomba y pandereta.
En la cena de Nochebuena, mis hermanos y yo comíamos con un apetito sano los exquisitos manjares preparados por mamá para la ocasión. En casa éramos iguales, cada uno cumplía su papel y nos repartimos los roles. Ahora entiendo el significado de la familia. Allí nos queríamos por lo que cada uno era, por su modo de ser; nos aceptamos sin intentar cambiar al otro. La desnudez del Portal de Belén, la escasez, la sencillez y la humildad de aquella familia, servía como modelo de lo que era la nuestra, sin darnos cuenta que vivíamos el misterio de la navidad. Al finalizar la cena, con el último mantecado en la boca, nos disponíamos a asistir a la "misa del gallo" a cantar en el coro los villancicos: "Noche de paz, noche de Dios, claro sol brilla allá. Nace Dios en un pobre portal"... El templo, abarrotado de abulenses, se disponía a celebrar aquella noche mágica, deseando paz a los hombres de buena voluntad. Así fue, y así te lo he contado. ¡Feliz Navidad !