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miércoles, 14 de marzo de 2012

ARISTÓTELES Y MAX SCHELER




La Historia de la Filosofía es el intento -sometido potencialmente a fracaso la mayoría de las veces-  de comprender al hombre y su mundo. Todo hombre tiene su forma de entenderlo, verlo y explicarlo mediante su particular cosmovisión en cada época histórica que le ha tocado vivir. Para ello es necesario construir paradigmas que nos ayuden a entenderlo. Es sorprendente como aceptamos nuestra visión de la realidad sin  cuestionarla con mayor  o menor profundidad. Es cierto que no corren tiempos para profundizar en el conocimiento ni para detenerse en profundizar en la cultura, ni lingüística, ni literaria, ni humanista y menos filosófica. Pero es indudable la importancia para nuestra existencia el cultivo de la filosofía y la visión  de totalidad que ésta nos aporta para tener una cosmovisión ḿas  o menos profunda de nuestra vida. Las ideas y creencias que ésta nos aporta tienen -nunca mejor dicho- una importancia vital. Todo el mundo tiene esta visión metafísica que con mayor o menor profundidad le ayuda a interpretar el mundo. Algunos de forma simple y tosca, poco original, pero válida para cuestionares desde la sencillez y con el propio bagaje cultural de formación al que cada uno ha accedido. Otros lo harán con mayor intensidad por vocación o profesionalidad, con peocupación por el cultivo del espíritu y por responder a la insaciable pregunta por el sentido de la existencia. Y otros, ocupados en sus quehaceres diarios, no tendrán tiempo sino dejarse llevar por el espíritu conservador y dejar de cuestionarse problemas cuya solución es problemática o sencillamente no tienen tiempo ni para proponersela ni para responderla.
Tanto Aristóteles como Max Scheler son dos filósofos que han sabido tratar profundamente el tema del hombre y llegar a explicar la antropología humana con minuciosidad y gran espíritu de miras. Pocos tratados hay en la cultura occidental que como la Ética nicomaquea y el Tratado del alma de Aristóteles caractericen al hombre en su complejidad. Lo mismo sobre los ensayos de Scheler sobre el  resentimiento y la simpatía. Como el cirujano que disecciona el cuerpo humano con minuciosidad, estos dos filósofos desnudan la naturaleza humana con mirada serena e inteligente, siempre atentos a los hombres concretos y a las motivaciones que les mueven a comportarse: éste hace todo por el lucro económico; éste otro porque tiene un afán incorregible de recibir honores y parabienes de los demás, sobre todo si sus aduladores representan un status socialmente alto; aquel lo hace todo por amor a los demás  y por simpatía  hacia los otros; aquél está tan ensimismado en su vida, que le importa un bledo la opinión de los demás y sólo tiene tiempo para él mismo...Un retrato que no estaría mal contemplarlo de vez en cuando, para que las largas tardes de invierno se nos hagan más cortas y la vez aprendamos a conocernos mejor.




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