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viernes, 14 de octubre de 2011

PLATÓN (III)





Frente a estas dos críticas fundamentales, Platón propone como paradigma la imagen del verdadero filósofo a la que conduce el camino de la verdadera educación ("paideia"), que expone después de eliminar estas dos objeciones; (desde 503-d hasta finales del Libro VII).
A pesar de estas objeciones, los filósofos deben ser guías del Estado. El medio ambiente histórico no justifica el no asumir esta responsabilidad política. Esta idea la ilustra Platón en una famosa imagen relacionada con la navegación (488-489-a 2). Compara la "polis" con un navío, imagen simbolizada por el poeta Alceo. La nave es guiada por un capitán superior a todos en grandeza y fuerza, pero con deficiencias visuales, auditivas y de navegación. Los marineros están en discordia entre sí y todos quieren ser piloto, pero ninguno ha aprendido a serlo ni maestro que el enseñara. Unos y otros exigen al capitán que les entregue  el timón y hasta lanza a sus rivales por la borda por tal de conseguirlo. Llega al límite de emborrachar al capitán para ponerlo fuera de combate y hasta de drogarlo, con el fin de apoderarse de la nave, banquetear y beber a mansalva. Para ellos, éste es el verdadero arte de navegar: saber como hay que llegar hasta los remos, pero no como hay que moverlos. Esta imagen muestra la crítica que hace Platón a la "polis" donde no hay espacio para el verdadero filósofo al que considera un inútil. En su imagen no se alude al pueblo, aunque se vislumbra como trasfondo al hablar de los marineros. El saber es condición imprescindible para la guía del Estado, aunque lamenta que la masa es incapaz de saber y reconocer esta superioridad. Acentúa además que la "politiqué tecné". El saber sobre el Estado, es un técnica enseñable Gorgias (464-b) Y además, que su relación con el Estado está por encima de toda ciencia. La ciencia de la "polis" es la mas digna y ha de ser eminentemente práctica. La filosofía así es ciencia del Estado y los filósofos son los sabios navegantes de la "polis". Difiere de Tucídides, para quien llegar al poder y mantenerse es la función del político. Para el filósofo político  sería inmoral, puesto que él no busca las despensas del Estado, sino que  ha de ser llamado a gobernar como el médico que es reclamado por el enfermo. Otra cosa es que la "polis" se reconozca como enferma.



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