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domingo, 31 de marzo de 2024

Del Jesús histórico, al Cristo de la fe






!Cristo ha resucitado¡ !Aleluya! Esta es la gran noticia que da sentido a nuestra fe como creyentes cristianos. Sin ella vana es nuestra fe. Sin la resurrección del Señor nada tiene sentido. Ni siquiera la constitución de la Iglesia Católica -siendo tan importante- solo sería una empresa humana, como es la creación del Imperio Romano, el Renacimiento, la Ilustración, o la Revolución industrial. Muy importantes, sí, pero al fin y al cabo, hechos sociológicos culturales creados por el hombre de importancia trascendental para la humanidad, pero no dejan de ser inventos humanos, históricos, empíricos, valorables. Si la Iglesia Católica es un hecho trascendental en la historia de la humanidad para los creyentes, es gracias,  a que Jesús de Nazaret ha resucitado. "Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación y vana también vuestra fe"(...) Pablo (1Cor 5, 15-19) .
¿Cómo hemos de entender la resurrección de Jesús de Nazaret? No ha de entenderse como la vuelta del Cristo resucitado al Jesús histórico de la vida terrena. La vida de Jesús fue un hecho histórico, empírico constatable. La resurrección no fue un hecho empírico constatable.  Jesús no revivió, no volvió a la vida que poseía antes de su muerte, adquiriendo las funciones fisiológicas vitales de todo ser vivo, sujeto al espacio y al tiempo. Su cuerpo resucitado se manifiesta glorificado, inmaterial, sin estar sujeto a las leyes físicas de la naturaleza inherentes a todo ser material. Entender la resurrección como una vuelta a su existencia histórica, es un error. Cuando Cristo resucitó, resucitó en cuerpo y espíritu glorioso. Es la vuelta del Jesús histórico al Cristo de la fe. (Hechos 28,31). Así lo manifiesta la Iglesia Católica en el Credo: "Está sentado a la diestra de Dios Padre" como Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Del mismo modo lo manifiesta el testimonio de los Apóstoles: "Pero Dios le resucitó de entre los muertos y nosotros somos testigos de ello. Y por la fe en su nombre, este mismo nombre ha restablecido a este que vosotros veis y conocéis" (Hechos 3,15-16). La única prueba que tenemos es la fe de los Apóstoles hasta morir en el martirio por dar testimonio de la  resurrección de Jesucristo. Y desde entonces, a lo largo de casi dos mil años, seguimos renovando este anuncio después de celebrar el misterio Pascual. La resurrección es un hecho histórico, al que solo se accede por la fe, lo que significa que no puede ser un hecho probado ni demostrado empíricamente. Lo único costatable empíricamente es haber encontrado el sepulcro vacío, pero este hecho solo prueba que su cuerpo ha desaparecido. Nada más.
La ciencia y la filosofía nada tienen que decir sobre la Resurrección. El mundo expresable en el lenguaje científico y filosófico es el de los hechos, más allá de ese límite, mejor es callarse. En el Tractatus, Ludwig Wittgenstein escribió: "Sentimos que aún cuando todas las posibles cuestiones científicas hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales todavía no se han rozado en lo más mínimo" (Tractatus, 6.52). La búsqueda del sentido ha sido una tarea constante de varias cosmovisiones metafísicas, en concreto, la aristotélico-tomista, tarea noble que brota de lo más hondo de la subjetividad humana, como respuesta a la inquietud innata de trascendencia del ser humano, sin conseguirlo. Ha sido más un intento que una realidad. Corresponde más bien al ámbito del hecho religioso, (teodicea o teología), dar respuesta a preguntas sobre lo Absoluto, lo divino y sus atributos, mediante la utilización de un lenguaje simbólico que trasciende la racionalidad de la ciencia y la filosofía.  "En este sentido, la religión implica siempre extrapolación, un ir más allá de los límites (de la razón, del mundo, de la historia) que no puede justificar la racionalidad filosófica. No se asume simplemente la finitud y la contingencia como dimensiones fácticas de la vida humana, sino que se busca darle un fundamento y significado más allá de la realidad material, de lo limitado y finito, de lo mortal y perecedero" (J.A.Estrada, Filosofía, Ciencia, y Religión) 
Cristo resucitado ha vencido a la muerte. Su resurrección es un mensaje de alegría y esperanza para nuestro mundo, sediento de igualdad, paz y justicia. El amor ha triunfado sobre el odio, la luz sobre las tinieblas, la vida sobre la muerte. A nosotros como comunidad eclesial, nos corresponde dar testimonio de esta "Buena Nueva" con nuestra palabra y  nuestras obras. No estaremos solos "porque dónde están dos o tres reunidos en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos" (Mat 18,20). Gracias a la Resurrección, Cristo está presente en el Sacramento de la Eucaristía con su cuerpo y su sangre, bajo las especies de pan y vino. Un acto grandioso, un milagro precioso del amor de Dios, que acontece y se actualiza en cada Eucaristía. Él está en el cielo como Hijo de Dios-Padre, resucitado, a la espera de nuestra resurrección. Aunque nosotros los cristianos somos su cielo en la tierra cuando llevamos su nombre como testigos de su resurrección; cuando lo sentimos, lo gozamos y lo vivimos en los sacramentos. Parece que tan lejos...pero no es así. Está muy cerca. En el sagrario, en la asamblea, y en el corazón de cada hombre que siente la necesidad de amarle. Así nos lo prometió: "Estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos". (Mat 18,20).



miércoles, 27 de marzo de 2024

Dios se enamoró del barro





Dios se enamoró del barro e hizo al hombre. A su imagen y semejanza. "Y vió Dios que aquello era bueno". Ese mismo Dios, en la plenitud de los tiempos, no se concluye en la eternidad sino que se hace  palabra  e irrumpe en la historia y en el tiempo. Ese es el misterio de la Encarnación. Podía haberlo hecho de otro modo. Lo hizo así. Eligió a una joven virgen como Madre y Ella respondió al misterio: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su palabra". La gran tragedia de Jesús de Nazaret comienza en un pueblo humilde hasta acabar clavado en una cruz en el Gólgota. En medio, se desarrollan  episodios de ocultamiento y vida pública que es necesario recorrer, contemplar y meditar. Actos y acontecimientos que a la luz de la razón humana son difíciles de comprender, no así de la fe; de parábolas y milagros, de cercanía y alejamiento, de alegría y esperanza, hasta de dolor y soledad en un acto sublime de entrega, desnudez, abandono, sin sus discípulos, sin su Madre y hasta sin su Padre: "Padre, ¿por qué me has abandonado". La historia de una infamia y la de un fracaso...hasta la gloria de la Resurrección. La Semana Santa es la manifestación de un relato dramatizado del amor de Dios por nosotros, ante la mirada atónita del mundo, que expectante llena nuestras calles de pueblos y ciudades con estaciones de penitencia, para contemplar las imágenes y dar rienda suelta a sus inquietudes religiosas, sentimientos y deseos más devotos. Es la piedad de un pueblo y su gente que procesiona y reza a través de la contemplación de su Virgen dolorosa o el Cristo crucificado, entre varales, flameo de cirios, flores e incienso, o bajo el canto improvisado de una saeta desde un balcón florido. Es la grandeza y la plasticidad de unas imágenes sobre tronos majestuosos portados por costaleros o portadores, escoltados por hermandades de penitentes en estación de penitencia, donde destreza, esfuerzo y oración forman una unidad de sentido, como respuesta a  una promesa o el cumplimiento de una tradición ancestral.  Es el embrujo de la noche bajo el perfume del azahar mezclado con la canela y la vainilla... es el lejano sonido de una bocina que rompe el silencio de la noche primaveral. Es el  misterio hecho imagen de la Pasión de Cristo en la calle...
Pero la Semana Santa es algo más que la representación plástica de una tradición. Con la celebración de la pasión y muerte de Jesucristo y su resurrección, el hombre encuentra sentido a su existencia. Vivir la Semana Santa es morir y resucitar con el Cristo de la fe, a través de los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía de un modo real, no imaginario; es llevar una vida intima de comunicación con Dios mediante la oración. Es hacer presente la muerte y pasión del Señor que nos redime en la cruz para resucitar con Él. Implica una verdadera conversión de nuestras vidas y un arrepentimiento sincero para seguir a Dios y a su Palabra. Es seguir la cruz del crucificado y renunciar al mundo y a sus falacias. Es dejarse llevar por la fuerza del Espíritu y renacer de nuevo del agua bautismal. Solo así superaremos nuestras frustraciones y saciaremos nuestra sed de eternidad. Solo así viviremos la Semana Santa "como Dios manda".





domingo, 11 de junio de 2023

¿Cómo transmitimos la fe?





¿Por qué hay una crisis de fe religiosa en nuestra sociedad moderna? ¿Cuáles son sus verdaderas causas? ¿Acaso no sabemos los católicos transmitirla? ¿Por qué la mayoría de los jóvenes no viven la fe de la Iglesia y no frecuentan los sacramentos? ¿Acaso los católicos creyentes no damos un ejemplo existencial de nuestra fe mediante nuestros actos? Estas y otras múltiples preguntas son las que nos hacemos los católicos y que tienen difícil respuesta. Reflexionemos en torno a ello.
Para tratar sobre la transmisión de la fe lo primero que debemos hacer  es ponernos de acuerdo qué se entiende por fe. La fe en el cristianismo es una respuesta personal a una experiencia de encuentro con Jesucristo que nace y brota de ese mismo encuentro, y que se debe a la iniciativa exclusiva de Dios como un don o gracia hacia cada persona en particular. Ese don requiere una apertura o receptividad de la persona la cual acepta de forma integral la voluntad de Dios. Esta experiencia se da en la conciencia humana del yo personal mediante un universo simbólico de sentido concreto, que cada cual ha de saber interpretar, integrar, y valorar, según su correcta formación y sus vivencias personales. Desde este punto de vista, la fe es una experiencia firme o conjunto de sentimientos actitudes y orientaciones existenciales interiores del amor que Dios nos tiene. La fe no consiste solo en creer un conjunto de verdades, unos artículos cognitivos proposicionales o dogmas inmutables, que profesamos en el Credo y que tradicionalmente han sido transmitidos y enseñados por la tradición de la Iglesia. Esto se da por hecho, como condición necesaria aunque no suficiente. Por eso hay que hablar de este modelo experiencial expresivista.

Otro modelo o paradigma a tener en cuenta, es el aspecto sociológico o cultural en los que se  transmite la fe y su incidencia y el modo de como afecta a la vivencia de nuestra fe en modo comunitario. ¿En qué se ha fallado para llegar al estado en el que nos encontramos actualmente? La respuesta es compleja puesto que se dan múltiples causas y no todas achacables a la Iglesia como institución, aunque cierta responsabilidad intraeclesial, sí que la tiene. Los tiempos actuales van muy rápidos y da la impresión que la Iglesia llega tarde porque le cuesta trabajo adaptarse a lo que demanda la sociedad. Lo que tradicionalmente se llama "aggiornamento" o actualización. Ya no vale ese catolicismo tradicional ambiental de mayorías, de grandes masas de creyentes, que pese a las apariencias, tampoco ha sido tan eficiente, y que lamentablemente a veces se manifiesta en costumbres tradicionales o folklóricas que poco tienen que ver con la fe transmitida por el evangelio. Tampoco vale ese modelo tradicional sustentado por cierta autoridad conservadora, definido y cerrado por una ortodoxia de la jerarquía clerical, donde la respuesta de los fieles se limita a la asistencia periódica a los actos religiosos de culto como meros espectadores. Hay que crear nuevos cauces de participación en nuestras parroquias, involucrando a jóvenes y mayores en el proceso de evangelización pastoral y hacerles parte activa de ese proceso. La transmisión de la fe es un proceso comunitario, responsabilidad de todo el pueblo de Dios y no solo del clero. Seguir el modelo tradicional es anacrónico y obsoleto. Persistir en esa dirección nos lleva al fracaso. Hay que reconocer que como Iglesia no se están haciendo bien del todo las cosas y  lleva a  que la Iglesia vaya perdiendo credibilidad en un mundo que cambia tan rápido. Pongamosle más fácil el camino al Espíritu Santo. 

Pero no todo es responsabilidad de la Iglesia. También hay causas extra eclesiales en la transmisión de la fe. Estamos sumidos en un proceso intenso de secularización y de crisis de valores. El nihilismo se ha instalado en nuestras sociedades modernas. La religión va perdiendo importancia entre nuestros jóvenes y la convierten en un bien de consumo más, cuándo no irrelevante. Otros valores culturales la sustituyen como sucedáneos que nada tienen que ver con Dios. El materialismo consumista, el positivismo instrumental, la globalización, el exceso de información no asimilable que nos aísla, la emergencia de la posmodernidad, el desarrollo tecnológico y la digitalización, etc. Todo ello conlleva a un relativismo nihilista donde se pierde lo sociológico en función de lo psicológico. Donde lo importante no es cuestionarse preguntas metafísicas sobre el sentido de la transcendencia o de lo Absoluto, etc., sino más bién, estar a gusto con lo que hago y que no me cause traumas.



sábado, 8 de abril de 2023

Getsemaní




Hay un altar entre flores
allí en el Monumento,
doce cirios los que brillan
y uno apagado, sin fuego.
El calor lo ha abandonado
el frío lo ha petrificado, 
por tierra yace en el suelo  
yermo sin vida ni aliento.

"Haz lo que tengas que hacer"

se oye la voz del Maestro,
y aquel cirio se apagó 
para no alumbrar de nuevo.

Ya en el huerto,
Pedro, Juan y Santiago,
cansados aquella noche
dejan sólo a su Maestro;
el sueño cierra sus párpados
sumidos en el desaliento.
Jesús Hombre entra en pánico 
suda sangre en la oración,
su Padre lo ha abandonado 
solo está
ante su gran elección.

"Padre, que pase de mi este cáliz,
pero no se haga mi voluntad,
sino la tuya"

En la oscuridad del huerto
un falso beso entre antorchas
estremeció el olivar,
y un seco y gélido viento
enmudeció aquel lugar.
La luna desaprobó
la traición del falso gesto
ocultando su fulgor.
Y el cielo se demudó
anegando el olivar
en un agujero negro.

         Antonio González




viernes, 23 de diciembre de 2022

Él sí cree en ti





Hablamos de la Navidad. No la Navidad de las luces, ni la de los regalos, los polvorones, el champán, el turrón, o la lotería. No. Hablamos de esa Navidad que celebra la venida de Dios a la tierra en forma de hombre en Jesús de Nazaret para salvarnos. Sí, ya sé que hay muchos que no creen en Él, pero dejemos eso en manos de Dios. En la película de "Ángeles y Demonios " basada en la novela de Dan Brown, un personaje ateo le dice al Papa que él no cree en Dios, a lo que el Papa le responde: no te preocupes, porque Dios sí cree en ti.
Créeme si te digo que yo lo he encontrado y no lo dejaré escapar. Mucho tiempo ha sido rescoldo en un rincón de mi corazón, pero finalmente ha prendido la llama por el soplo del Espíritu. Lo único que siento es no haberlo encontrado antes. Algunos me llamarán extravagante, iluminado, soñador, cuando no loco. Lo asumo, pero la felicidad de tenerlo siempre cerca de mí, me da paz, serenidad, autoestima y me hace ser mejor persona.
¿Qué dónde lo he encontrado? Pues no, te equivocas si crees que lo he hallado en los libros, o en complicados ensayos de filosofía o teología. Está en ti y en mí. Está entre nosotros, en la gente sencilla con la que convivimos diariamente. En la sonrisa de tus nietos, en la mirada de tu pareja  amada, en el abrazo de un viejo amigo, en el olor a pan recién hecho, en el café de la mañana..., en la lluvia y el olor a tierra mojada.
Pero sobre todo está, en la mano abierta del mendigo que pide a la puerta del supermercado, o en la mirada suplicante del enfermo desde una cama de hospital a la espera del milagro, en la mujer embarazada que besa a su hijo antes de nacer..., y en tantos y tantos hombres y mujeres que sufren la violencia de la guerra, el maltrato personal, la soledad por la pérdida de un ser querido...  
¿Solo ahí? No. Está en vivir con alegría la fe en la soledad del sagrario, en el silencio de la oración y la escucha, en el Sacramento del perdón, en la Liturgia dominical de la Palabra y la Eucaristía, y sobre todo, en la Comunión. Todos los días del año son Navidad; porque cada día, Él nace, te cuida, te piensa, te quiere, más de lo que te imaginas. Él sí cree en ti. ¡Feliz Navidad!



sábado, 8 de octubre de 2022

El hábito sí viste al monje


                                                  
                                                       "Observar los lirios del campo como crecen; no se fatigan, ni hilan"

Mateo 6, 28-30



Cada vez es más frecuente encontrar a jóvenes sacerdotes vistiendo el alzacuellos o "clergymen", cosa que no nos sorprende. Hubo una época en que lo "progre" era dejar la sotana colgada en el armario y vestir de seglar para dar ejemplo de inmersión y adaptación al mundo. Una manifestación formal de integración social. Por aquellos años era una prueba del "aggiornamento postconciliar" del Vaticano II, de acercamiento al pueblo, para hacer más cercana la pastoral de los sacerdotes y religiosos, sobre todo, en los barrios del cinturón de las grandes ciudades industriales. Eran otros tiempos donde imperaba la teología de la liberación de Helder Cámara y otros. 

Hoy, las cosas han cambiado, y cada vez los sacerdotes y religiosos manifiestan su condición de elegidos para ejercer su ministerio en una comunidad de creyentes, utilizando el clergymen o el hábito. En una sociedad  secularizada, donde lo religioso cada vez tiende a estar oculto y el nombre de Dios no solo se toma en vano sino que se esconde, es necesario que aquellos que predican el Evangelio den testimonio, y lo hagan, no solo con sus obras y ejemplo sino en sus formas y apariencias. Desde un punto de utilidad pastoral, distinguir a un sacerdote de un seglar es operativo y funcional, ante una situación límite de emergencia para la administración de algún sacramento. Por ello, en una sociedad anclada en lo inmanente con la pérdida del sentido -donde una imagen vale más que mil palabras-, es necesario hacerse ver mediante símbolos que nos remiten a una realidad trascendente, donde la religión aparece como una experiencia simbólica de sentido. Algunos de nuestros sacerdotes y religiosos lo hacen, dando testimonio y siendo confesores de una fe en Cristo Resucitado y de su Iglesia. Rezamos y nos felicitamos por ello. Desde este punto de vista, el hábito no solo viste al monje sino que lo hace necesario.











martes, 4 de octubre de 2022

Oración para iniciar la catequesis



ORACIÓN PARA EL INICIO DE LA CATEQUESIS


(Con las manos cubriendo la cabeza)


“Danos Espíritu Santo,

entendimiento y sabiduría,

para conocer tu palabra.

Discernimiento para distinguir tu mensaje

y caminar por la senda de la verdad.

Danos prudencia para juzgar,

valentía y fuerza para actuar.”



(Con las manos tocando los ojos)


“Danos clarividencia para ver y distinguir

el bien del mal,

para rechazar las cosas de este mundo,

y buscar con humildad el tesoro escondido

para los que te aman. 

Danos una mirada pura:

de compasión hacia nuestros hermanos,

de alegría hacia los tristes,

de aceptación a los que nos miran mal,

de perdón a los que nos ofenden,

de amor hacia los que nos odian”



(Con las manos en cada oído)


“Danos capacidad de escucha:

para oír el grito del hermano pobre,

el lamento del enfermo,

el auxilio del que nos necesita.

Haz que nuestros oídos 

escuchen tu voz de "Buen Pastor"

y la reconozcan.

Hagamos oídos sordos al ruido

del mundo,

que nos ensordece y confunde”



(Con las manos en la boca)


“Concédenos el don de la palabra

para predicar en tu nombre

las maravillosas obras que genera

tu presencia en nosotros.

Danos el don del silencio

para escuchar en nuestro interior

tu voluntad.

Danos el don de la paciencia

para escuchar más y hablar menos.

Concédenos el don del consejo

para llevar tu palabra

a aquellos que aún no la conocen”



(Con las manos en el pecho)


“Jesús, mira nuestro corazón,

para que nunca dejemos de amarte;

para que seamos "Templo Santo"

del Espíritu de Dios,

para que obremos

según la voluntad del Padre,

y no la nuestra;

para que llevemos:

caridad, fe, y esperanza

a nuestros hermanos más necesitados.

Danos valentía para proclamar tu nombre

y ser testigos de tu resurrección."


                          Amén.

          



viernes, 2 de septiembre de 2022

¡Sígueme!




Tendida al sol saliente, en una loma o quebrada,
donde "el pasado" y "el mañana",
forman un arco dorado de Filabres a Sierra Nevada; 
abierta al paso del tiempo en la estribanía serrana,
contraste de ocres y blancos
son tus casas y solanas, junto a tu Iglesia dorada.

¡Hablamos de Fiñana!

Aquí dejas los olivos al pie de las Alpujarras,
de color verde turquesa en tierra de bancales,
silentes inamovibles que nunca piden nada.

Aquí dejas la retama, el caminar
tierra adentro,
el arado y los aperos,
por redes de marinero.

Aquí dejas los caminos,
los almendros, las higueras,
la montaña con sus pinos, 
los bancales y sus laderas,
a la espera de la nieve en ambas sierras.

Pero quedan los amigos...
que nunca te olvidarán,
un pueblo que te ha "sentío".

El valle entristecido, nublado queda;
el reloj de la Vega deja pasar el momento,
la campana de la torre
repica silencios,
las horas pasan sin pasar el tiempo.

Te vas,
cuando en la viña han madurado
sus racimos dorados,
a la espera de ser recolectados
y prensados en el lagar.
El vino fermentado en su dulce
despertar,
nos recordará tu trabajo,
fruto esperado,
del Aquél que te llamó,
a trabajar en su viña, mano a mano,
como buen jornalero del Señor.

"Sígueme,
te haré pescador de hombres",
-así te quiero-
"Te enseñaré a echar las redes
como hacen tus hermanos
los marinos Garrucheros,
protegidos por su Madre del Carmelo,
cuando abandonan el puerto,
y navegan por sus aguas procelosas
sin miedo, a mar abierto".

"Estaré siempre contigo...
no estarás sólo al timón,
navegaremos juntos... 
lo llevaremos los dos".

       Antonio González Padilla


Mi pequeño homenaje al P. José María Parra Verdú, en la toma de posesión como párroco de la Parroquia de San Joaquín de Garrucha (Almería), el día 2 de septiembre de 2022.



 

martes, 21 de junio de 2022

"Haced esto en memoria mía"




Ayer domingo fue un día muy caluroso en Granada. Fuimos a votar y aprovechamos la visita para asistir a la celebración eucarística en la parroquia de La Inmaculada Niña. Es un templo moderno construido en un barrio cercano a Bola de Oro, cuyo altar mayor lo preside un Cristo crucificado y una cita evangélica que en letras doradas sobre el ladrillo visto resaltan las palabras que la Virgen madre pronunció en las bodas de Caná: "Haced lo que Él os diga" (Jn 2, 5-6). 
Ayer la Iglesia celebraba la fiesta del Corpus Christi en toda España, por lo que la homilía versó sobre  la hermosa frase que pronunció Jesús en la institución de la Eucaristía: "Haced esto en memoria mía" (1 Cor 11,23-27) La 1ª Carta de los Corintios está escrita en torno al año 50 D.C. por Pablo de Tarso, y considerada la primera cita bíblica en el tiempo sobre la institución de la Eucaristía; no hay que olvidar que el primer evangelio fue el de San Marcos, escrito alrededor del año 70 D.C., unos veinte años después. El celebrante construyó la homilía en torno a la memoria, esa facultad misteriosa y compleja que tenemos los seres humanos para construir lo que somos, y sin la cual la existencia sería imposible. En este día celebramos el Corpus Christi, o lo que es lo mismo, celebramos un homenaje al Cuerpo y la Sangre de Cristo, siguiendo sus palabras de "Haced esto en memoria mía". Bajo las especies de pan y vino Jesucristo se encuentra, verdadera, real y sustancialmente presente, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad. A la Eucaristía se le llama "el sacramento por excelencia", porque en él se encuentra Cristo presente, quien es fuente de todas las gracias. A este sacramento se le denomina de muchas maneras dada su riqueza infinita. La palabra eucaristía quiere decir "acción de gracias", porque en esta celebración damos gracias al Padre, por medio de su Hijo Jesucristo, en el Espíritu Santo, y recuerda las bendiciones judías que hacen referencia a la creación, la redención y la santificación (Cfr. Luc, 22-19).
La iglesia ha de predicar al mundo la gran verdad que emana de la Eucaristía: el amor. Y éste consiste en hacer la voluntad del Padre haciendo su voluntad, que no es otra, que estar al lado de los más desfavorecidos, los pobres, los enfermos, y todos aquellos que sufren la injusticia de la exclusión existencial. Ha de dar testimonio de la gran verdad: que el hombre como criatura, no puede vivir en un mundo secularizado sin referencia a Dios su creador, de ahí el gozo inmenso de sentirse  criatura amada y dar gracias eucarísticas por todo lo que somos y tenemos. Los que nos alimentamos del cuerpo y la sangre de Cristo, hemos de dar testimonio vivo de este don tan apreciado de la Eucaristía, y ser ejemplo de caridad, fe, y esperanza en el mundo, de la presencia de Cristo en nuestra vida.



 

domingo, 1 de mayo de 2022

Hoy he encontrado una flor




Hoy he encontrado una flor
en el huerto de mi casa,
oculta en un rincón 
entre maleza y miradas.

Su tallo esbelto se yergue
movido por suave viento,
y su fragancia se expande
en los aromas del huerto.

Pese a crecer entre maleza
en un lugar apartado,
ella hoy se manifiesta
sobre su tallo espinado.

Y por cada primavera...
es mi alma quien descubre
esta flor imperecedera,
que llena de mansedumbre
mi alma,
en su larga espera.


     Antonio G. Padilla



domingo, 24 de abril de 2022

¿Dónde la encontraré?





Por favor, imaginero
o escultor:
quiero una imagen de Dios
que me hable
por sí misma del Dios Bueno.
Que al mirarla, vea el amor 
de aquel que se entregó
hasta el extremo.
Que cada vez que la vea
no dude de su presencia,
me sienta cercano a Dios
y no extrañe su ausencia.

¿De qué material la quieres?
Puedo tallarla en madera,
esculpirla sobre el mármol
o extraerla de una piedra...
pues todas provienen 
de nuestro buen Hacedor.
Tendrás que elegir maderas
de cedro, de caoba o cerezo,
maderas nobles y bellas,
que adornan nuestras iglesias
para tan noble proyecto.

Pero yo quiero una imagen
de un Dios vivo que se mueva,
cuya mirada serena
al mirarme, me conmueva...
y agarrado de su mano
me conduzca por su camino
o vereda.

!Pues desencaminado vas:
aquí no la encontrarás!
Si tú quieres encontrar
la imagen viva de Dios,
la habrás de buscar
no en imágenes talladas
sino en otro lugar.

¡Búscala en tu corazón, 
en ese lugar interior...
allí la encontrarás 
tocando tu propio yo!
¡Búscala en un hospital
en el enfermo que sufre
en su lecho de dolor y soledad!
En la sonrisa del niño
que juega en el tobogán, 
o aquel que juega en la playa 
y trata de meter el mar 
en un cubo con su pala...

Seguro encontrarás su imagen
donde habita la pobreza,
donde la soledad y el hambre
se instalaron sin pereza...
En la gente que trabaja 
y no llega a fin de mes;
en la pareja de ancianos
cuya pasión ya pasó...
y aún siguen enamorados 
por fidelidad y amor.
O en esa otra pareja
donde se apagó el amor
y siguen aún preguntándose
qué les pasó.

Búscala en la gran ciudad,
que en medio de tanta gente
sufren de soledad,
instalada en su hogar silente
con prodigalidad.
Y en tanta y tanta gente
que sufren de incomprensión,
y rezan por sus cercanos 
a la espera de un milagro
que les acerque al buen Dios.
O en aquellos que privados,
carentes de libertad,
expían su culpa encerrados
con un bagaje cargado
por la angustia y la ansiedad 

¡Seguro,
               la encontrarás!
      
    Antonio González 



jueves, 21 de abril de 2022

La Noche huele a Azahar




La noche huele a azahar
la brisa impregna el ambiente
la gente en torno a la Virgen
late con su corazón doliente.

De terciopelo oro-negro
vas vestida "Dolorosa",
en tus manos un rosario
y en tu pecho, una rosa, 
con espinas del Calvario.

Tu rostro dolor refleja...,
y en tu mirada afligida
de lágrimas trasparentes
la pena recobra vida.

Hacia tu trono caminas
con tu pesar, lentamente,
a hombros de tus cofrades
y el aplauso de tu gente.

Hay un silencio expectante
roto por un tambor,
que sube directo al cielo
y susurra una oración. 

Una saeta irrumpe 
desde un florido balcón,
son versos precipitados...
un grito desde el dolor.

!Deja Madre te ayudemos
a soportar esa carga,
déjanos enjugar tu pena
que corre por esas lágrimas!

¡Virgen Dolorosa!
!Virgen linda y hermosa!
¡Ojalá por muchos años
sintamos tu protección,
que bajo tu manto ofreces
por ser la Madre de Dios!


     Antonio González


viernes, 8 de abril de 2022

LA SOLEDAD



Una estrecha calle, un camino angosto,
una sierra nevada sin ventisca ni heladas,
y una playa de arena con agua estancada,
sin olas ni brisa que acaricien el rostro.
 
La Virgen sola en soledad callada, aislada;
nadie le acompaña. Es palabra silenciada,
escrita en hoja blanca demudada:
la solitaria tristeza de una madre asolada.
 

Soledad es su nombre, la de madre dada,
después de perder al Hijo, abatida...
sin respuesta en el Gólgota, abandonada.
 

Madre cuyo vientre da vida, sonrisa y llanto:
como mujer que pare aliento y vida, 
pero no muerte, soledad, y quebranto. 


                Antonio González



jueves, 7 de abril de 2022

EL CRUCIFICADO

 

Ante ti estoy, Jesús amado,
manos extendidas para perdonarme,
y en el madero del tormento romano,
atadas y clavadas, para castigarme.

Me presento ante tus ojos de perdón,
para que me miréis con sereno gesto,
y la ira de la justicia del buen Dios
se aplaque, por tu misericordia y amor.

No solo diste tu vida con tu hecho, 
pues si quedaba duda, también
renunciaste a tu madre como gesto.

Nada quedó en el resto de tu cuerpo: 
ya que vertiste la última gota de sangre
por la brecha de tu costado abierto.


               Antonio González



miércoles, 6 de abril de 2022

LA DOLOROSA



Allá va LDolorosa
con su rostro entristecido,
su corazón malherido,
y sus ojos humedecidos,
tras la huella de su Hijo.
Entre flores y faroles,
acompañada,
y guirnaldas como oraciones,
una saeta expresa
con alma sus emociones.

Lágrimas transparentes,
recorren como un torrente
su tez,
marcando en su bello rostro 
la palidez.
Con su manto enlutado
de terciopelo dorado,
junto al Discípulo amado,
va la Virgen Dolorosa
de camino hacia el Calvario,
con dolor y desamparo
por el Hijo abandonado.

Su Hijo el "Bien amado",
-el elegido por Dios-,
a duras penas se yergue,
impotente, 
aplastado por el madero
pesado.
Ella, como toda madre,
no entiende este castigo
de aquel que todo lo puede,
ni el despojo, la condena,
ni el olvido.

La Verónica muestra trazos,
en un lienzo blanco
de un rostro de sangre y sudor,
tras un desconsolado llanto
y aflicción,
al son de una saeta
que suena con emoción.
En un instante preciso, 
-Madre e Hijo-
entrecruzan sus miradas:
en una queda el dolor, 
en la otra
un inmenso amor.


       Antonio González

 

martes, 5 de abril de 2022

EL NAZARENO



Salía El Nazareno, con la cara demudada,
reflejando en su rostro
una patética muerte anunciada.
De terciopelo morado
va vestido El Nazareno,
coronado por espinas
sobre su frente y su pelo.
El tosco madero pesado, percutía,
sobre el camino de piedra, adoquinado,
con esfuerzo abrazado,
que hombre y madero eran uno,
en la cumbre del Gólgota, crucificado.

Manos de mujeres tendidas
unidas para levantar al caído,
lágrimas de madres compungidas
protegen al hijo ya perdido,
la de aquel hombre de mirada triste,
abatido,
con moratones y sangre resecada
por un gélido viento en su cara.

Manos llagadas, aferradas
a los nudos del madero,
fundidas en abrazo de dolor y denuedo.
¡Un grito desgarrado...,
de aquel que se sabe inocente!
con el alma doliente
¡traicionado!
abandonado a su suerte, olvidado
por Dios y por su gente.
uhorizonte rojo del traspuesto 
sol caído, tiñe las nubes de sangre,
sangre que fluye de la ceja
al ojo herido,
como prueba de amor,
-amor no correspondido- 
de un rey, cuya corona no deja
de ser roja, por brotar en ella
espinas y no rosas.

       Antonio González



lunes, 4 de abril de 2022

Y ver pasar al "Ecce Homo"

 


Para afligirse con Él maniatado a la columna,
regada por la sangre que de su cuerpo mana;
látigo de escarnio, la Verdad lacerada,
y la sangre de su rostro en labios resecada.

¡Quién fuera en esta noche golondrina
que anida bajo teja protegida
para secar con sus alas aleteadas
la sangre a borbollones de esa herida!

¡Oh Jesús, traicionado y negado
por tres veces de madrugada,
al canto del gallo, por el más cercano!

Ultrajado como títere de escarnio,
con cetro de caña y corona espinada, 
un rey despojo, mofado y humillado.


                Antonio González



jueves, 31 de marzo de 2022

DIOS CREADOR (III parte)

 


DESPUÉS DEL VATICANO II

El Concilio Vaticano II es el primer Concilio que ha tratado explícitamente el tema de la imagen de Dios en el hombre, llegando a colocar esta doctrina como fundamento de la antropología expuesta en la Gaudium et Spes. (n.12).
La imagen de Dios está en el hombre, en cuanto que el hombre ha sido creado por Dios "con capacidad de amar y conocer a su creador, y que por Dios ha sido constituido señor de la entera creación visible para gobernarla y usarla  glorificando a Dios".
Semejante capacidad del hombre queda insertada inmediatamente dentro del contexto de la historia de la salvación, porque se dice que quedó disminuida por el pecado y restituida por Cristo con capacidad para cumplir con la nueva ley del amor. La perfección de la imagen que resplandece en Cristo, se encuentra en algún modo en cada hombre y por eso mismo todos tienen la misma dignidad y tienen que ser tratados con igual amor. el hecho de que el hombre sea imagen de Dios exige que colabore con su creador; por esto es necesaria la colaboración humanan para construir el mundo.
"Gracias a la actividad misionera, Dios es glorificado plenamente desde el momento en  que los hombres reciben plenamente conscientemente la obra salvadora de Dios, que completó en Cristo".


EN LAS IGLESIAS ORIENTALES

Se afirma ordinariamente que la imagen de Dios en el hombre abraza el conjunto de todos los demás, naturales y sobrenaturales, comunicados al hombre en su nacimiento, estos dones son como un germen una virtualidad.

EN EL PROTESTANTISMO

Se opina que la imagen de Dios es el conjunto de todos los dones conferidos a la humanidad en el principio, que deberían existir si no fuera por la presencia del pecado. La restitución de dicha imagen tendrá lugar solo en la gloria escatológica.

LA DOCTRINA CATÓLICA

Toma un camino intermedio. La verdadera naturaleza de la imagen de Dios no es algo indivisible que existe completamente en el hombre o no existe de ninguna manera, sino más bien, en una realidad dinámica, que se da siempre en el hombre terreno en germen, sin llegar jamás a su pleno desarrollo antes de la gloria final.
Llamamos secularización a ese fenómeno por el que las realidades constitutivas de la vida humana (políticas, culturales, científicas...) tienden a afirmar su autonomía cada vez mayor en relación con las normas y las instituciones pertenecientes al cargo religioso. Tal proceso de emancipación no se contenta  a veces con prescindir de su relación con lo sagrado, sino que rechaza lo sagrado con valor. Cuando llega a este extremo se le designa frecuentemente como "secularismo", y se convierte en una ideología, es decir, en una concepción del mundo que excluye la realidad y el valor de toda relación con lo trascendente. La doctrina sobre la imagen de Dios en el hombre, es uno de los puntos de orientación que es preciso tener en cuenta en la búsqueda de la solución que aún no ha llegado a elaborarse definitivamente.
La doctrina de la imagen exige cierta "secularización" en cuanto es inconciliable con esa religiosidad que distingue de modo dualista dos esferas de la realidad, una "sagrada" y otra "profana". Lo sagrado consistiría en practicas rituales y en la pertenencia e instituciones alienadas del resto de la vida. Según esta concepción la respuesta a la llamada divina de la fe se limitaría solo a esta esfera, que agotaría la práctica de la religión. A todo esto se opondría lo "profano", que abrazaría todo el resto de la realidad  y sería, si no malo o inmundo, sí al menos indiferente axiológicamente e irrelevante para las relaciones del hombre con Dios. Toda la realidad tienen un valor ante Dios aún cuando no esté "consagrada"; es decir, aunque no se le haya añadido una entidad distinta específicamente religiosa, según el Concilio vaticano II.

"Por la propia naturaleza de la creación, todas las cosas están dotadas de consistencia, verdad y bondad propias y de un propio orden regulado, que el hombre debe respetar, descubrir emplear y ordenar".              

El secularismo preferiría un cristianismo puramente "horizontal". En el fondo el secularismo es el uso inverso de la misma distinción dualista entre lo profano y lo sagrado, con la diferencia de que quiere conservar como único valor lo profano y considerar como perjudicial lo sagrado. Sin un motivo trascendental el hombre se quedaría alienado, porque tal definición le haría encontrar lo absoluto en lo relativo. El Vaticano II dice que:
   
            "La criatura sin el Creador desaparece, y por el olvido de Dios, la criatura queda oscurecida".

La vida del cristiano parece "dividida", esto es, inmersa en un contexto que tiende a alienarla de lo trascendente, a suprimir su dimensión vertical. Por eso la realidad vivida de la imagen exige que haya también instituciones y comportamientos "especializados" en lo vertical, que miren directamente a la vida teologal, no para conferirle un valor a lo profano, sino para evitar que la realidad integral de la imagen de Dios quede mutilada o suprimida.


PERSONALISMO

Está más al centro de la categoría bíblica describir al hombre creado a imagen de Dios como persona, como un ser distinto de todos los seres materiales, que consciente y dueño de sí mismo, se va construyendo progresivamente en un horizonte de libertad, comprometiéndose frente a valores y entrando en diálogo con otras personas especialmente con Dios.
El hombre puede estructurar sus tendencias, escogiendo alguno de los valores (bello, arduo, grande, recto, honesto, útil, poderoso, acogedor...) como norma y como ley de su propia vida organizándola en función de un polo libremente elegido. Esta elección realizada progresivamente le da a la realidad del individuo, una estructura, una unidad ordenada en la multiplicidad. El hombre adquiere de esta manera un nuevo modo de ser en cuanto que EX-SISTE, emerge de la indeterminación inicial por medio de su propia elección: es así como la persona emerge de la naturaleza.
La orientación hacia lo absoluto es la única "forma de vida", para la fe cristiana que puede corresponder totalmente a las exigencias del hombre. La conversión a Dios exige y lleva consigo otra "conversión" a las criaturas que consiste precisamente en conformarse con la actitud divina hacia los seres contingentes, amandolos con el amor que Dios los ama.
Asumiendo la actitud de fe viva, correspondiente a la actitud de Dios que revela como salvador y como padre, el hombre se hace de forma especial imagen de Dios en la tierra. Por eso, cuando el hombre es llamado imagen de Dios, se quiere decir con ello que no puede construirse sin entrar en coloquio con Dios aceptando la invitación revelada, y sin dedicarse a actuar en el mundo según el designio divino que le hace en realidad su lugarteniente.
La afirmación  de que el hombre es imagen de Dios, se aplica no solo a cada hombre, sino también a todo el género humano, considerado como una sola persona corporativa en la que se refleja la perfección divina, captada por cada individuo según un aspecto particular, y a la cual se dirige la vocación divina de dominar y someter la naturaleza material. Por eso, la diversidad que hay entre los hombres, tanto en el orden de la naturaleza como en el de la gracia, corresponde a la voluntad de Dios, que de este modo se da con mayor abundancia al género humano.



6º  LA ANTROPOLOGÍA BÍBLICA DE LOS ORÍGENES NO CONTRADICE LA               HIPÓTESIS  EVOLUCIONISTA DE LAS CIENCIAS NATURALES

     La Sagrada Escritura relata "genéticamente" como fueron hechos por Dios los primeros hombres, cómo desciende de ellos toda la humanidad, y cómo cada individuo viene a la existencia por voluntad de Dios, que les da a los hombres una posteridad numerosa. El análisis del origen y del término de la vida de la humanidad y del individuo, resulta de una importancia decisiva para comprender la realidad humana actual.
La Escritura relata los orígenes del individuo y de la humanidad, describiendo unas intervenciones "categoriales" de Dios; presenta la operación divina como inserta en la serie de las causas segundas y produciendo cambios repentinos que las criaturas nunca podrían obtener. Ahora bien, la civilización contemporánea concibe la aparición de las especies y de los individuos dentro de un esquema biogenético, en donde estos procesos tienen su propia inteligibilidad, sin tener que  recurrir a ninguna intervención de un ser superior, que irrumpa la serie de los fenómenos, produciendo un salto inexplicable en el plano de dichos fenómenos.
¿Cómo cada persona es criatura de Dios? La Escritura reconoce una especial intervención de Dios en el origen de cada individuo, descrita con imágenes poéticas. No son los padres los que dan a sus hijos espíritu y vida, sino que es el creador del mundo el que forma los miembros de cada uno de ellos (2Mac 7, 22-23; Job, 10, 8-12) . Estas afirmaciones genéricas no son suficientes para determinar cual es la intervención de Dios.
En la controversia pelagiana existía la distinción entre cuerpo material y alma racional, por eso estaban convencidos de que el pecado, por pertenecer al orden moral, no residía en el cuerpo sino en el alma. Los pelagianos insistían diciendo que por ser el alma creada inmediatamente por Dios (creacionismo) era por tanto inocente. El creacionismo defendido antes por San Jerónimo, se impuso con Santo Tomás, especulando sobre la naturaleza espiritual del alma humana. La sustancia espiritual es simple, y por consiguiente, no puede ser producida por otra sustancia creada, ni tampoco por una sustancia espiritual del alma humana. La "Humani Generis" dice: 
"la fe católica nos obliga a afirmar que las almas son creadas inmediatamente por Dios" (D 3896).
La verdad es que el creacionismo que enseña la Iglesia quiere distinguir el origen del alma de todo otro comienzo temporal. Por otra parte, no es preciso interpretar la creación del alma en sentido unívoco con la creación del mundo, como si Dios produjese un alma de la nada y la infundiese a continuación en un cuerpo preparado por los padres. Un alma no puede existir  sin recibir su individualización por medio de su unión con la materia, ni un cuerpo es humano, sin estar animado por un alma racional.
El hecho singular de que Dios produzca un "yo", no de la materia, caracteriza la intervención singular de Dios, a quien se debe el origen de toda persona humana.
La relación que hay entre la generación humana y la creación divina tiene que buscarse en la categoría de la causalidad instrumental. Es una acción por la que una causa produce un efecto que supera su capacidad, en cuanto que su acción excitada, elevada y conducida por la causa superior. La causa superior (causa principal) no se limita, por tanto, a darle un empujón a otro ser, para que este produzca un efecto, sino que obra juntamente con la causa inferior (causa instrumental), de tal modo, que el resultado de la acción sea enteramente efecto de la causa principal y enteramente efecto de la causa instrumental, obrando cada una de ella en su propio orden: los dos influjos forman una unidad, que puede concebirse según el esquema de materia y forma. Un ejemplo de esta causalidad se tiene en la trasmisión radiofónica de una noticia, en la que el mensaje trasmitido es efecto de la energía eléctrica, pero más todavía de las personas que se sirven de dicha energía para trasmitir.
Dios y los padres producen el sujeto entero, pero los padres, pueden producirlo solamente en cuanto es un ser material vivo (tiene un cuerpo), y Dios lo produce inmediatamente en cuanto es un ser personal (tiene un alma); podríamos hablar de un concurso creativo de Dios en la producción de cada alma.


LA HOMINIZACIÓN

La explicación evolucionista sobre el origen de los vivientes dice que las especies vivientes más profundas están unidas por vínculos de descendencia con las especies inferiores, de forma que hay un tránsito continuo desde la hidroesfera a través de la biosfera, hasta la hominización.
Gracias a la controversia evolucionista ha quedado bien claro que la revelación no suple a los conocimientos paleontológicos sobre el hombre, sino que narra los orígenes del hombre mediante los esquemas culturales del tiempo, para enseñar la situación del hombre en relación con Dios, con la comunidad humana y con el mundo material.
Al teólogo le toca resolver la cuestión de cual es lo afirmado en  (Gn 1, 1-2, 4 y 2,4-24) que pida nuestro asentimiento de fe. El problema tienen que resolverse con el análisis del género literario de las dos narraciones.
Para los estudiosos de la etnografía religiosa, "mito" significa una narración dramática a través de la cual se quiere expresar una verdad "metahistórica", una verdad que vale en todas las partes y en todos los momentos.
Las narraciones genesíacas son una etiología sapiencial, por medio de la cual, se explica la condición actual  de los hombres, a través de una reflexión que se remonta a las causas. Se trata de un "genus mixtum" que reúne diversos aspectos de los géneros literarios, mítico, ecológico, sapiencial e histórico: con él los sabios de Israel en el destierro como respuesta a las cosmogénesis mesopotámicas, pretenden expresar el fruto de su reflexión. Cocretamente: en Gn 1,2,  se afirma en relación con la hominización que la humanidad en su realidad psicofísica y bisexual, ha surgido por la acción de Dios; todas las demás especificaciones, sobre el modo con que ha tenido origen la humanidad, no son más que representaciones dramáticas y pintorescas de la verdad.
La interpretación "fixista" de los orígenes de la humanidad no puede decirse que pertenezca a la fe. Hasta el siglo XIX la explicación fixista no tenía otra alternativa y, por consiguiente, no podía escogerla, sino que la suponía necesariamente como la única explicación posible. La resistencia de los teólogos se explica por el hecho de que el origen evolucionista se presentaba como un medio para demostrar la falsedad de la fe. La "Humani Generis" considera el origen evolucionista de la humanidad como una hipótesis  posible, que no tiene que ser aceptada definitivamente. 
Actualmente, el problema no es si el evolucionismo antropológico es verdadero, ni si es conciliable con la fe, si no más bien, cómo la doctrina revelada sobre el hombre puede concebirse en una perspectiva evolucionista.
En la humanización, la acción generativa humana es sustituida por la acción  generativa de un organismo inferior. Pero a este organismo inferior no le resulta "natural", en el sentido metafísico de la palabra, cooperar en la hominización, pues entonces obra en un plano ontológicamente más elevado de aquel en que existe. Esta superación tiene que tener de suyo su "causa", según el principio de sentido común: "nemo dat quod non habet".
Entonces,  Dios con su "concurso evolutivo" obra no solo como causa primera (haciendo que la criatura actúe, permaneciendo en el plano de su propia esencia) sino como causa principal (elevado a causa creada para que produzca efectos desproporcionados a la misma). La acción divina, necesaria para la hominización, se explica dentro del esquema de la cooperación entre la causa principal y la causa instrumental. Los organismos generantes son instrumentos de una acción divina que, desde las formas más primitivas de la vida, va empujando la evolución hacia su cima más alta, esto es, el organismo humano.
Está en plena armonía con la creación evolutiva el hecho de que la sumisión del universo a Cristo, cabeza, término y fin de la obra creadora, se realice también como "punto omega" de toda la evolución (1ª Cor 15, 24-25) Es el mismo Dios el que suscita, sostiene, y eleva la cooperación necesaria y libre, natural, y sobrenatural de las criaturas en la universal historia cósmica.


PROBLEMA DEL MONOGENISMO

Las personas humanas, que componen la humanidad actual ¿descienden todas ellas de un único padre, o no? El monogenismo teológico se refiere a un solo padre y no tiene ninguna seria probabilidad, desde un punto de vista científico, que en vez de esto se llama "monofiletismo".
El uso del esquema monogenetista en la Escritura, puede ser una manera de hablar espontánea e irrefleja, sin que se afirme la verdad del monogenismo, esto es: los mitos antropogenéticos difunden la figura de "un primer padre universal". La afirmación de un padre común puede servir de vehículo para concebir y expresar la solidaridad e igualdad que existe entre todos los hombres.
En la base, nos encontramos con otro problema bastante complejo: la redención universal de Cristo implica una pecaminosidad universal, y ésta se explica por la descendencia universal de un solo pecador. Por consiguiente, el valor de la tesis monogenista, ha de medirse por el valor que tiene la conexión que hay entre esta tesis y el dogma del pecado original.

                                                                                   
                                                        Antonio González Padilla