Ser ojetivo es la meta de todo comunicador. Aunque es más un deseo que una realidad. La objetividad está asociada a la búsqueda de la verdad, aunque ésta es una realidad metafísica difícil de precisar. Los clásicos la definen como "adecuación del pensamiento con la realidad". En este sentido se dice que un conocimiento es verdadero cuando manifiesta el ser de las cosas. El problema aparece al preguntarnos qué entendemos por realidad, un concepto demasiado abstracto e impreciso. No obstante, para determinar la verdad de un conocimiento es necesario comparar lo conocido por nosotros con la realidad objetiva, para determinar si hay adecuación o no.
Cuando comencé a escribir mi blog, me propuse la búsqueda de la verdad y la objetividad por norma, aunque sea más un propósito que una realidad. Intenté siempre separar la noticia y los hechos de la opinión y la subjetividad. Es cierto que en la elección de unos temas frente a otros o de una forma de desarrollarlos y explicarlos, entra la libertad personal de quien escribe; y hasta el orden seguido también puede ser cuestionado. Algunos lectores me han criticado que he sido demasiado duro con posiciones políticas contrarias a mi posición ideológica. No es cierto, aunque admito pueda parecerlo. Si he sido duro con el partido gobernante es por el poder que ha ejercido y la influencia y la responsabilidad que ha tenido en cuestiones trascendentales para mi País y sus ciudadanos. Lo mismo haré con el partido que gobierna actualmente, cuando corresponda. No pertenezco a ningún partido político y cuando escribo lo hago desde mi propia libertad como ciudadano libre, sin coacción alguna. Todo lo que expreso lo hago a título personal, desde el derecho a ejercer mi libertad de expresión. La única motivación que me mueve es contar críticamente lo que pienso y lo que veo, sin ánimo de lucro, con la certeza de saber que quien más sabe mejor persona será. Si lo he conseguido, no me corresponde a mí expresarlo, sino a mis lectores.
Las creencias, ideas y valores son parte esencial de lo que llamamos cultura.El proceso de socialización en el que nos educamos, forma parte de "la segunda naturaleza" inherente a cada individuo. Los mecanismos de control social que ejerce el sistema afecta a todos los individuos que lo componen, también a mí. Es cierto que somos libres para cambiarlo, pero desde dentro del propio sistema, lo cual condiciona todas nuestras decisiones afectando a su neutralidad, por lo que conseguir la objetividad es mas bien un deseo que una realidad. La verdad humana es histórica, contingente y limitada por la circunstancia, que la condiciona. No confundir con el relativismo. Berger sostiene que el fundamento del relativismo radica en el hecho de que muchas personas creen que al estar atrapados en su localización histórica o cultural, les es imposible juzgar la veracidad o falsedad de una convicción, aunque ésta sea una verdad material no formal, -esto es-, una verdad no reconocida universalmente, pero verdad al fin. Este hecho provoca la paradoja de que la misma intolerancia del relativismo absoluto, se relativice a sí misma, pues su pretensión es convertirse en verdad, pero negándola, resultando como tal, en una evidente falsedad absoluta. Sabemos que vivimos épocas en las que el fanatismo de todo tipo le ha hecho mucho daño al mundo, sin embargo, no por eso debemos renunciar al propósito fundamental de la existencia humana, que es, esencialmente, la búsqueda de la verdad.
Las creencias, ideas y valores son parte esencial de lo que llamamos cultura.El proceso de socialización en el que nos educamos, forma parte de "la segunda naturaleza" inherente a cada individuo. Los mecanismos de control social que ejerce el sistema afecta a todos los individuos que lo componen, también a mí. Es cierto que somos libres para cambiarlo, pero desde dentro del propio sistema, lo cual condiciona todas nuestras decisiones afectando a su neutralidad, por lo que conseguir la objetividad es mas bien un deseo que una realidad. La verdad humana es histórica, contingente y limitada por la circunstancia, que la condiciona. No confundir con el relativismo. Berger sostiene que el fundamento del relativismo radica en el hecho de que muchas personas creen que al estar atrapados en su localización histórica o cultural, les es imposible juzgar la veracidad o falsedad de una convicción, aunque ésta sea una verdad material no formal, -esto es-, una verdad no reconocida universalmente, pero verdad al fin. Este hecho provoca la paradoja de que la misma intolerancia del relativismo absoluto, se relativice a sí misma, pues su pretensión es convertirse en verdad, pero negándola, resultando como tal, en una evidente falsedad absoluta. Sabemos que vivimos épocas en las que el fanatismo de todo tipo le ha hecho mucho daño al mundo, sin embargo, no por eso debemos renunciar al propósito fundamental de la existencia humana, que es, esencialmente, la búsqueda de la verdad.
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