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sábado, 31 de diciembre de 2022

Se ha montado el Belén




En casa de Pedro Sánchez
se ha montado el Belén
con Bolaños de comparsa
y Marlaska de retén.
La Montero y la Belarra
beben y cantan en el Portal 
rodeadas de pajes y pajas
en un coro transexual.

Echenique les contempla
en su trono de metal
vestido de azul y blanco
de efebo angelical
anunciando guerra y paz:
guerra para los fascistas
paz para los demás,
los llamados "progresistas."

En este especial Belén 
al Niño lo han secuestrado
y a la Virgen y San José
del Portal los han echado.
Son okupas de Colau 
-los de la Ciudad Condal-
que cantando villancicos
rechazan la propiedad.

Melchor, Gaspar y Baltasar
andan desorientados
buscan la Estrella de Oriente
en un cielo gris nublado.
Son unos reyes muy raros
sin dádivas ni regalos, 
ya que el oro, incienso y mirra,
Sánchez se los ha birlado
con malas artes
y malabares trucados:
se los ha ofrecido a Otegui
y a Junqueras se los ha dado.

En el Belén Monclovita
nada está en su propio sitio;
los pastores y pastoras
encuentran a La Calviño
y al Niño Errejón en sus brazos
llorando desconsolado
porque Ayuso le ha quitado 
el chupete MAS preciado
de sus labios. 

Un Iceta desbocado
de Herodes se ha disfrazado,
se ha puesto medias de seda 
y se ha marchado a un sarao.
De repente se ha encontrado
Marlaska uniformado
dudando qué más le gusta
si la carne o el pescado.

La Calviño quiere bailar
con el Coletas un mambo,
pero él prefiere una cesta 
que en el Belén ha encontrado:
con wisky, caviar iraní, 
y "pata negra" muy caro.
Con Monedero han brindado 
hasta ponerse morados...
cantando la internacional
con la tricolor en sus manos:
todo sea por la república
y amor al proletariado.
       
     Antonio González




jueves, 29 de diciembre de 2022

A ANA Y DAVID




En nombre de la familia y en el mío propio,
expreso en este poema palabras que el viento lleva,
a la espera de que vuelvan
como brisa mañanera,
para sentir con vosotros, Ana y David,  
las venturas de este día
con fragancia a hierbabuena.

Mis versos son un regalo, tejido con muchos hilos,
que la experiencia ha gestado y hoy salen del olvido;
como grito renovado en versos entrelazados,
para vosotros, Ana y David,
en este día venturado.
Renováis amor y fidelidad entre familiares y amigos
la promesa que selló vuestro destino.
¡Palabras más que bonitas que algunos recordarán!
Para muchos de nosotros, hoy,
las promesas y los votos siguen firmes en su lugar,
pues han sido cuidados sin dejarlos disecar,
como vuestros votos y promesas, 
son un testimonio más, a imitar.

La promesa renovada de amor y fidelidad
que hoy hacéis ante el altar, no es una promesa más.
Hoy convertid "el instante" en tiempo de eternidad,
preludio de un porvenir de gozo y felicidad.
Hoy recogéis los frutos de tanto y tanto bregar:
son vuestros hijos y nietos que ante vosotros están,
radiantes de felicidad.
Pero no acaba aquí todo; hoy plantáis una semilla
en surcos que hay que regar,
para que broten espigas con grano que desgranar,
y vendimiar en la viña para pisar en el lagar.
Hoy suenan vítores y palmas, parabienes sin igual,
¡mañana, Dios dirá!

Esta aventura sigue... solo acaba de empezar,
y así ha de continuar; como el río,
que discurre en su alegre caminar,
reflejando,
días soleados o nublados,
en sus aguas al pasar
desde la nieve del monte, hasta llegar a la mar.

Mientras, aquí, la vida continúa... 
las estaciones se siguen y el tiempo viene y va.
Algunos siguen buscando, eso que llaman "felicidad";
unos, aún no la han encontrado,
otros, no saben qué buscar.
¡Vosotros, Ana y David, la habéis encontrando ya!
        
                                
            El primo Antonio


A mis primos Ana y David en el día de sus bodas de oro, con mi mayor afecto y cariño.



domingo, 25 de diciembre de 2022

Una Mágica Navidad

 



Si no hubiera Navidad habría que inventarla. La Navidad tiene su origen en las fiestas Saturnales de Roma, que se celebraban alrededor del 25 de diciembre, dedicadas al nacimiento del Dios Sol Invicto. Fue Julio II quien la institucionalizó incorporándola al calendario cristiano de fiestas. Los Evangelios de Mateo y Lucas hablan del nacimiento de Jesús sin precisar fecha exacta de su nacimiento; Marcos y Juan no lo relatan. Se adecuó esta fecha como la más propicia para el gran acontecimiento como es la irrupción de Dios en la naturaleza humana para elevar a ésta a categoría divina.

Ninguna religión o filosofía se atrevió a tanto. El pensamiento griego fue cosmocéntrico, es decir, el hombre se consideraba un elemento más del cosmos, vinculado a él. Por el contrario, en la Biblia el hombre es considerado como una privilegiada criatura de Dios. La naturaleza no es sólo la realidad de referencia con la que se relaciona el hombre desde un saber utilitario e inmanente, marcado por la curiosidad y la evaluación, sino que aparece también como una realidad prepotente y absoluta que suscita admiración y temor, fascinación y reserva. La religión pretende ofrecer una interpretación global del hombre, como la filosofía, pero sin dejarse limitar por la racionalidad y la inmanencia. De ahí que se postule una comprensión original de la realidad misma, al considerarla como creación en las religiones bíblicas, y se busque una referencia trascendente y divina para explicarla. Nada de esto tendría sentido si Dios no se hubiera hecho hombre en el vientre de María, uniendo la naturaleza divina con la naturaleza humana en la persona de Jesús. Éste es el significado profundo del Niño-Dios hecho hombre en el gran misterio de la  Encarnación y que nace en Belén. 

Pero personalmente, tengo unos recuerdos entrañables asociados a mi infancia, a mi gente y a mi pueblo de la Navidad, menos filosóficos y más familiares. Me emociona, cada vez más, el sentir la  Nochebuena como una noche mágica especial. No tanto el día de Navidad quizás por ser tan corto. Esa noche mágica la esperaba con verdadero anhelo, porque eran las primeras vacaciones del primer trimestre de colegio. La Navidad, sin la mirada al pesebre donde Dios se hace niño, no tendría ningún sentido. Tampoco sin los villancicos. Para mí la Navidad es la fiesta de la familia, la asocio a mi infancia y al entorno donde nací y me crié: un bello pueblo llamado Abla, perdido entre montañas nevadas en la Alpujarra almeriense. Es la fiesta más entrañable de mi infancia, la de los buenos deseos, la unión, y el orgullo de sentirse querido por  la pertenencia a una familia. Es la fiesta del encuentro con personas, con las que se comparte todo lo que se es y todo lo que se tiene, más allá del  consumismo, los adornos navideños, y los regalos de Papá Noël. Es la fiesta donde aparecen los sentimientos más nobles del ser humano y donde la humanidad desea paz, salud, y prosperidad. La publicidad moderna no ha sido capaz de inventar un anuncio tan sublime como éste: "gloria a Dios en el cielo y paz a los hombres de buena voluntad".

Las navidades de la posguerra, nada tienen que ver con las actuales, las del consumismo y la abundancia. No las cambio por nada del mundo. Estábamos muy felices con lo poco que teníamos, aunque nos sobraba ilusión e imaginación. No teníamos dinero, ni mesas copiosas, el turrón más bien escaseaba y la carne y el pescado no abundaban. Tampoco era cuestión de quejarse: la reciente matanza del cerdo y el jamón curado del año anterior, cumplían su misión restauradora con creces. Cuando Papá abría la caja surtida de mantecados de Estepa, roscos y alfajores, en mi casa sabíamos que la Navidad había llegado realmente. Para  hacerla realidad, papá, como agente comercial, vendía cientos de cajas en las casas particulares a conocidos y amigos y aquella caja surtida era parte del fruto de su esfuerzo. Mientras tanto, Mamá, se esmeraba en la panadería de Ángel -"El de la Tahona"- y elaboraba unos mantecados con manteca de cerdo y almendras que se relamía uno los dedos de gusto.

El pollo relleno al horno era tradicional y nunca faltó a la mesa en Nochebuena. A mi me parecía el mejor manjar del mundo. Me pasaba la tarde del 24 contemplando cómo se doraba en el horno de mi casa, dando viajes a la despensa en busca de algún consuelo e ir preparando el cuerpo para la gran cena en familia, en torno al "Portal de Belén", cantando villancicos al ritmo de guitarra, zambomba y pandereta.

En la cena de Nochebuena, mis hermanos y yo comíamos con un apetito sano los exquisitos manjares preparados por mamá para la ocasión. En casa éramos iguales, cada uno cumplía su papel y nos repartimos los roles. Ahora entiendo el significado de la familia. Allí nos queríamos por lo que cada uno era, por su modo de ser; nos aceptamos sin intentar cambiar al otro. La desnudez del Portal de Belén, la escasez, la sencillez y la humildad de aquella familia, servía como modelo de lo que era la nuestra, sin darnos cuenta que vivíamos el misterio de la navidad. Al finalizar la cena, con el último mantecado en la boca, nos disponíamos a asistir a la "misa del gallo" a cantar en el coro los villancicos: "Noche de paz, noche de Dios, claro sol brilla allá. Nace Dios en un pobre portal"... El templo, abarrotado de abulenses, se disponía a celebrar aquella noche mágica, deseando paz a los hombres de buena voluntad. Así fue, y así te lo he contado.  ¡Feliz Navidad !

 


viernes, 23 de diciembre de 2022

Él sí cree en ti





Hablamos de la Navidad. No la Navidad de las luces, ni la de los regalos, los polvorones, el champán, el turrón, o la lotería. No. Hablamos de esa Navidad que celebra la venida de Dios a la tierra en forma de hombre en Jesús de Nazaret para salvarnos. Sí, ya sé que hay muchos que no creen en Él, pero dejemos eso en manos de Dios. En la película de "Ángeles y Demonios " basada en la novela de Dan Brown, un personaje ateo le dice al Papa que él no cree en Dios, a lo que el Papa le responde: no te preocupes, porque Dios sí cree en ti.
Créeme si te digo que yo lo he encontrado y no lo dejaré escapar. Mucho tiempo ha sido rescoldo en un rincón de mi corazón, pero finalmente ha prendido la llama por el soplo del Espíritu. Lo único que siento es no haberlo encontrado antes. Algunos me llamarán extravagante, iluminado, soñador, cuando no loco. Lo asumo, pero la felicidad de tenerlo siempre cerca de mí, me da paz, serenidad, autoestima y me hace ser mejor persona.
¿Qué dónde lo he encontrado? Pues no, te equivocas si crees que lo he hallado en los libros, o en complicados ensayos de filosofía o teología. Está en ti y en mí. Está entre nosotros, en la gente sencilla con la que convivimos diariamente. En la sonrisa de tus nietos, en la mirada de tu pareja  amada, en el abrazo de un viejo amigo, en el olor a pan recién hecho, en el café de la mañana..., en la lluvia y el olor a tierra mojada.
Pero sobre todo está, en la mano abierta del mendigo que pide a la puerta del supermercado, o en la mirada suplicante del enfermo desde una cama de hospital a la espera del milagro, en la mujer embarazada que besa a su hijo antes de nacer..., y en tantos y tantos hombres y mujeres que sufren la violencia de la guerra, el maltrato personal, la soledad por la pérdida de un ser querido...  
¿Solo ahí? No. Está en vivir con alegría la fe en la soledad del sagrario, en el silencio de la oración y la escucha, en el Sacramento del perdón, en la Liturgia dominical de la Palabra y la Eucaristía, y sobre todo, en la Comunión. Todos los días del año son Navidad; porque cada día, Él nace, te cuida, te piensa, te quiere, más de lo que te imaginas. Él sí cree en ti. ¡Feliz Navidad!