Translate

jueves, 17 de agosto de 2017

Carta a ROBERTO Hamilton





En silencio, sin hacer ruido, te has marchado, amigo Roberto. Siempre fuiste una persona callada, de pocas palabras, y no precisamente por el idioma que  hablabas a tu manera, entendiendo y escuchando cada palabra, intentando conectar con tus semejantes. Aún recuerdo mi primer encuentro contigo, asomado en tu terraza, con una pipa en la boca y dándome la bienvenida como vecino. Pues sí, ahora puedo decirlo alto y claro, mira que hemos tenido vecinos a lo largo de nuestra vida, pero ninguno se puede comparar con vosotros. Vuestra acogida y amistad será un vínculo que nadie ni siquiera la muerte podrá romper. Tu maravillosa mujer Ana, a la que tú adorabas y a la que tan unido estabas, se ha quedado sin habla y sola llora tu ausencia, desconsoladamente. Sus lágrimas son una respuesta a no aceptar la muerte porque ésta es absurda y estamos hechos para la vida. Su amor hacia ti es eterno y no cuenta con un final: Ese guión no estaba así escrito ¿Qué decir de tus cuatro hijos? Ana María, María Pilar, Baby y Mikel, ellos, estarán preguntándose el "por qué" de esta muerte tan inesperada como absurda. Porque es cierto que la muerte siempre aparece cuando menos se les espera..., pero es que tu muerte nos ha cogido a todos por sorpresa y nunca preparados para soportarla. La tuya ha sido un jarro de agua fría que ha venido a traición, silenciosa y por sorpresa. 
Desde el primer momento nos caíste bien y, siempre hemos comentado Virtudes y yo, que lo mejor que nos pasó en Alcalá de Henares fue contar con tu amistad y cariño, y el de tu querida Ana. Sería muy largo contar, en ésta entrada, los buenos ratos que hemos pasado juntos: Preferimos guardarlos en nuestro corazón. 
Hoy, lloramos tu ausencia y tu partida. Hoy nos sentimos huérfanos de tu amistad; hoy te echamos de menos, querido Roberto. Ya no podremos felicitarte en Navidad y contarnos cosas por teléfono sobre nuestros hijos y nietos; tampoco leerás mi blog, que tanto te gustaba, y que con tanta frecuencia visitabas, o aquella Enciclopedia Británica que devorabas para satisfacer tus ansias de saber..., -mejor dicho-, no los leerás aquí, pero estoy seguro que en ese otro lugar donde van las personas buenas, sí que lo harás. Así fue tu vida, así ha sido tu muerte. Nada especial. Nunca te gustó el ruido. Huías de toda algarabía. Desde tu rincón preferías observar y callar; y amar mucho a tu familia, razón de ser de tu existencia, con ese gran corazón generoso y grande que no te cabía en el pecho, ese mismo, que te ha jugado una mala pasada. Tu vida fue la de una excelente esposo, padre, y amigo, dedicado en cuerpo y alma a tu gente. Hasta tu propia muerte, te ha llegado cuando más cerca estabas con Ana, tu mujer, convaleciente en un hospital, a los pies de su cama, haciendo lo que siempre has hecho, estar junto a ella hasta el final. Ese ha sido tu último acto de generosidad, que muestra en síntesis lo que ha sido vuestra vida, una vida dedicada del uno para el otro. Ahora solo nos queda llorar tu ausencia y ahondar en el dolor junto a tus seres queridos. Un abrazo y hasta siempre Roberto, amigo.