"Ningún hecho puede ser cierto o existir y ninguna afirmación verdadera, sin una razón suficiente para que sea así  y no de otro modo; aunque con mucha frecuencia estas razones permanecen ocultas para nosotros"
                                                       
                                                                           GOTTFRIED LEIBNIZ
Leibniz  es un gran espíritu enciclopédico. Es uno de los filósofos más   considerables que ha conocido la humanidad. Es uno de los hombres de  quien con mayor razón puede decirse que es un sabio renacentista. Está  realmente a la altura de un Aristóteles o un Descartes. En su tiempo  tuvo una autoridad científica indiscutida, no sólo en filosofía sino,  también en física, en matemáticas, en jurisprudencia, en teología, en  psicología. En todo aquello que puso su mano, el saber alcanzó un alto  grado de excelencia. Leibniz  nació en Leipzig en 1646, practicamente al finalizar la guerra de los  Treinta Años. Estudió en la Universidad de su ciudad natal donde  conoció  el pensamiento de Platón, Aristóteles, la Escolástica y la  filosofía de Descartes. A los 19 años se doctoró en Derecho, dedicando a  partir de entonces gran parte de su actividad a la carrera política y  diplomática. Murió en 1716. Dos  fueron las principales controversias que sostuvo Leibniz durante su  vida: La autoría del Cálculo infinitesimal frente a Newton; y el  filosófico frente a J. Lock sobre el origen del conocimiento.
Su filosofía comienza con el concepto de MÓNADA,  aunque parte de la definición de la idea básica de  sustancia  cartesiana como autónoma e independiente de cualquier otra sustancia en  su ser y en su comportamiento.Sin embargo, Leibniz critica y rechaza dos  puntos fundamentales del cartesianismo: La concepción cartesiana de la  extensión como esencia de la sustancia material y el mecanicismo como  explicación del movimiento. Acepta en física, la idea atomista,  valorando y reconociendo la pluralidad y la individualidad, dando una  parte de razón al empirismo y al materialismo de su tiempo. También  acepta la idea de autonomía e independencia de lo simple. Pero Leibniz  también  retoma de la tradición la idea formalista, contraria al  espíritu del empirismo y del materialismo. Ello le permite recuperar la  idea de finalidad, estructura e integración.
El enorme genio  sintetizador de Leibniz aglutina todos estos ingredientes en el concepto  de Monada, entendida como "ser capaz de acción". Son sustancias  simples, creadas di rectamente por Dios e incapaces de generarse por  síntesis ni de comportarse por disgregación. Son "res cogitans" alma,  vida, fuerza (vis). Son infinitas y su unión es la que explica los  agregados o sustancias compuestas de la naturaleza. Son herméticas pero  realizan una actividad que no es reacción ante estímulos exteriores a  ellas, sino producto de la autoenegía. Esta autoactividad es doble:  representaciones y apeticiones. Las representaciones pueden ser  conscientes (apercepciones) e inconscientes (percepciones) Aquí es donde  aparece por primera vez la diferencia entre conciencia y subconsciente y  con ella la superación del mecanicismo cartesiano ( los animales tienen  alma, aunque no tengan conciencia. Se rompe ese dualismo entre  extensión y pensamiento). Cualquier mónada, en virtud de su  espontaneidad y autoenergía, representa inconscientemente el cosmos  entero. Es, por ello, un pequeño mundo que contiene virtualmente  infinitas posibilidades de desarrollo.
El desenvolvimiento de la  autoenergía de cada mónada corre paralelo con el desenvolvimiento de la  autoenergía de las demás  (sincronía) sin interferencias. Esto explica  que cada mónada sea un microcosmos y que, en el caso de la mónada  espiritual, se produzcan ideas y, lo que era un gran problema, se  correspondan con las cosas. La interpretación metafísica de la realidad  en Leibniz es muy compleja, porque recoge y sintetiza las ideas  centrales de las dos tradiciones: la idea organológica y teleológica del  pensamiento clásico y la idea atomista, adoptada por los científicos de  su tiempo como el santo y seña del modelo científico de la modernidad.  Para Leibniz, cada mónada es parte, individuo; pero también es "Todo",  organismo. Esta difícil y original visión de la estructura de la  realidad por parte de Leibniz,ha sido posible en virtud de dos  descubrimientos portentosos: la espontaneidad o dinamismo a priori de  las mónadas (idea moderna) y LA ARMONÍA PREESTABLECIDA. Es  evidente que Leibniz ofrece una interpretación de la realidad en  términos vitales. Cualquier mónada contiene un infinito de  posibilidades. Desde una perspectiva actual, esta idea parece  aprovechable, porque de otro modo no sería posible explicar la evolución  de la materia orgánica a partir de la inorgánica. El fenómeno evolutivo  a partir del sustrato energético, apoya cada día más la idea leibniana  de acudir a un "plan de construcción", en los elementos originarios de  la materia, a una especie de imaginación preconsciente o protofantasía,  que contiene virtualmente, (esquemas anticipadores o razones seminales  de Agustín), la complejidad del desarrollo evolutivo posterior. En otras  palabras, para que de la materia haya podido emerger la vida y la  conciencia, se hace imprescindible que esa materia sea interpretada ya  en términos vitales, conteniendo desde el principio virtualmente  (potencialmente) las semillas de lo que el tiempo ha producido después.  Por eso yo, de acuerdo con Leibniz, defiendo que la conciencia y la  libertad, así como la inteligencia, son luces que se van atenuando  conforme nos adentramos en la noche de la historia evolutiva, pero que  nunca llegan a desaparecer, porque en el sustrato originario ya existía  un "plan" preconscientemente anticipado y querido. Naturalmente esta interpretación de la realidad dista mucho de ser mecanicista.
Leibniz  defiende la independencia e individualidad de las mónadas; cada cual  dotada de plena espontaneidad y autoenergía; es decir, absolutamente libre, sin influencias exteriores. Así  que aquí el individuo queda a salvo del allanamiento que sufre en los  monismos, como el de Spinoza o como en el posterior de Hegel. Pero  Leibniz valora también la idea organológica, la idea de totalidad, de  estructura, de integración. Y, por aquí viene siempre el peligro de  allanamiento del individuo en el sistema totalitario, donde lo que tiene  primacía es el "Todo" ante cuyos intereses está legitimado sacrificar  las partes o los individuos. 
Leibniz hace un esfuerzo por salvar  la idea de totalidad sin sacrificar la sustancia individual. Pero, ¿Lo  consigue?. Es indudablemente cierto el principio de autonomía e  independencia de las mónadas cuya actividad es producto de una AUTOENERGÍA.  Pero también es cierto que hay una "armonía preestablecida" y una  "razón suficiente" de todo lo que ocurre en el mundo. Y, por aquí, sí  que podría venir un grave obstáculo a la libertad, porque el  desenvolvimiento de esa autoenergía, podría tener un "telos" (fin)  determinado a priori por las exigencias de la razón, puesto que la  estructura de la realidad, como defendió Spinoza -siguiendo a Descartes-  es lógico-matemático-geométrica.
La monadología, que es una teoría metafísica para interpretar el conjunto de la realidad, se convierte en teoría del conocimiento y de la ciencia, cuando se centra en el reino espiritual.
Para Leibniz hay tres clases de contenidos del espíritu:
Contenidos de los sentidos externos:  son las cualidades subjetivas que no pueden resolverse en conceptos. No  ofrecen los caracteres de "universalidad y necesidad," propio de los  objetos científicos. En este ámbito falta falta la objetividad y no es  posible hablar de ciencia, dadas sus características.
Contenidos de la imaginación:  Son el "número y la extensión". Son datos sensibles comunes a todos los  objetos, pero aún no tienen el rigor y los caracteres de la ciencia.
Contenidos del entendimiento: son las "ideas y las categorías".
Es  el entendimiento el que ofrece  los carateres de necesidad y  universalidad, propios del conocimiento objetivo (científico). ¿Cómo lo  hace? Se anticipa ya la solución kantiana: son las estructuras del  entendimiento las que hacen inteligible lo sensible. Para que se  entienda: Platón dijo que eran las ideas inmutables y eternas,  situadas en otro mundo, las que hacían inteligibles  las realidades  materiales. Sería Aristóteles quien pondría la inteligibilidad de  las realidades materiales en las "morphes" o principios físicos  determinantes de la esencia. El Cristianismo, también colocó en las formas trascendentes (ideas divinas) los principios inteligibles de la realidad. La filosofía moderna,  desde que se inauguró el "Cogito," explica la inteligibilidad de lo  real también en virtud de formas; pero estas formas ya no son las  esencias de las cosas, entendidas como principios físicos, al estilo  aristotélico; mucho menos, formas trascendentes; se trata de formas  inmanentes a la conciencia que son las que constituyen la estructura del  pensamiento mismo, y que por lo tanto, a priori condicionan todos sus  contenidos, haciéndolos inteligibles.
Leibniz, lo mismo que  hizo Platón y como también hizo Descartes, comienza por ver en las  Matemáticas las primeras categorías (estructuras a priori o formas) del  entendimiento. De ahí, pasará a la metafísica y empezará a hablar de  sustancia, causa,efecto, acción, semejanza, unidad, pluralidad,  duración, etc... Véase como se anticipa ya lo que será la solución de  Inmanuel Kant. La enseñanza de Leibniz se sintetiza en lo siguiente:  sólo en virtud de las categorías del entendimiento  podemos utilizar  científicamente los datos del conocimiento sensible. Estos son, por  tanto, necesarios para el conocimiento científico, pero no  suficientes.esta doctrina de los Nuevos Ensayos, nos trae a la mente,  aquel texto de la C.R.P., en el que Kant afirma que si bien es cierto  que todo conocimiento nuestro comienza por la experiencia, no lo es  menos que no todo lo que hay en el conocimiento proviene de la  experiencia. Se anticipa a Kant, al entender las estructuras del  pensamiento como formas a priori de la experiencia y condiciones  necesarias para hacerla inteligible.
Este es el sentido que tiene  la defensa del innatismo frente a los empiristas ingleses: Locke y Hume.  El innatismo de Leibniz de lo que consideraban sus enemigos: es un  innatismo de estructuras. No se trata de contenidos con los que nacemos,  sino de DISPOSICIONES, APTITUDES O VIRTUALIDADES DE LA MONADA ESPIRITUAL,  que por ser fuerza primitiva, espontaneidad y autoenergía, conoce la  sustancia, lo uno, lo múltiple,la causa, el efecto, la reciprocidad,etc.
Pero  la polémica de Leibniz- Locke sobre el innatismo es más profunda de lo  que parece a los ojos del profano. Es la polémica, ya histórica, entre  racionalismo y empirismo en torno al  modelo de ciencia y de método de  investigación científica. Esto es lo que realmente se debate. En  palabras más claras e inteligibles: Para que podamos hablar de ciencia,  ¿basta con que los enunciados sean simplemente probables, (con mayor o  menor grado de probabilidad, pero simplemente probables) o se requiere  que sean estrictamente ciertos y necesarios? Desde otro punto de vista:  ¿La ciencia debe emplear métodos sintéticos, inductivos y, por ello,  aleatorios o métodos analíticos, deductivos y por ello, necesarios? Se  enfrenta el modelo de ciencia que soñó Descartes bajo el respeto casi  sagrado a la matemática, con el modelo que sueñen los pragmáticos  ingleses desde Ockham hasta Hume, que, como buenos ingleses, prefieren  sacrificar la precisión y la exactitud a la praxis. Lo cierto es que los  primeros científicos de la modernidad, desde Copérnico a Galileo, son  racionalistas y hacen física siguiendo el patrón teórico del padre del  pensamiento moderno. Newton es el primer científico moderno, ya en la  época del Barroco, que rompe con el molde metodológico del racionalismo y  se dedica a sacrificar los hechos mostrando un sobrerecogimiento,  también, casi religioso, por los datos y por los procedimientos  inductivos a posteriori.
Leibniz considera que la verdadera  ciencia debe basarse en contenidos rigurosos y necesarios y que, por  ello debe realizarse con una metodología deductiva y analítica. Por eso,  para él, el modelo de ciencia es la Matemática. Véase la distancia con  respecto a Kant para el que el modelo de saber científico es ya, como  para Newton, la Física. Leibniz piensa que la inducción no da más que  simple probabilidad, y que ésta, no nos permite conocimientos más  rigurosos que las simples asociaciones que realizan los puros brutos.  También aquí se puede ver una anticipación del agnosticismo de Hume con respecto a la física.
La física para Leibniz es un ámbito menos claro, más confuso y más problemático que el ámbito de la matemática. Pero piensa que también puede ser conocida científicamente,  aunque a la postre no resulte un conocimiento modélico. En esto se  diferencia de los empiristas ingleses, Locke y Hume, para los que,  paradógicamente, la física no es posible como ciencia rigurosa, porque  considera el mundo físico como algo absolutamente contingente y vaciado  de necesidad.
En Leibniz no ocurre esto con el mundo de las ideas  matemáticas, pero tampoco con el mundo físico, porque, dada su  concepción matematico-geométrica de la realidad, piensa que todos los  procesos naturales e incluso humanos, están penetrados de una necesidad  que, como decía Spinoza, es lógica. Por eso es posible el conocimiento  científico (Física) de ese mundo, pues no está vacío de inteligibilidad.  Únicamente, tal conocimiento habrá que conseguirlo siguiendo los  principios del método cartesiano.
Lo que ocurre es que el  entendimiento humano, en contraposición con el divino, tiene infinitud  de limitaciones. De ahí que no siempre está en condiciones de descubrir  los nexos o vínculos necesarios de ese gran sistema  deductivo y  analítico que es la realidad. Pero los nexos y los vínculos están ahí  porque toda la realidad, la natural y la humana, tiene una idéntica  estructura: la matemática o lógica. Así que la realidad tiene siempre  una estructura lógica y racional; lo que ocurre es que el entendimiento  humano no está siempre en condiciones de captarla.
Este es el sentido que tiene la distinción leibniana entre VERDADES DE RAZÓN y VERDADES DE HECHO.  Las primeras son analíticas y necesarias (Matemática), basta con  analizar el sujeto de la proposición para encontrar que el predicado le  conviene. Por ejemplo: "un todo es mayor que sus partes." Basta con  analizar la idea de "todo" para comprender que es mayor que sus  "partes"; para comprender que no puede ser de otro modo y que el  predicado  le conviene "necesariamente". Estas verdades se basan en el principio de "contradicción"  exclusivamente; es contradictorio para el entendimiento, que "un todo  no sea mayor que las partes." Las verdades de hecho son sintéticas y  aleatorias (Física). No son analíticas, es decir, no basta con analizar  el sujeto para comprender que el predicado le conviene; Tomemos otro  ejemplo: "Colón descubrió América". Esta proposición enuncia un hecho  que podemos descubrir en los libros de Historia. Esta verdad no es  analítica, ya que por mucho que analizáramos el concepto "Colón", nunca  deduciríamos que descubrió América, como hemos deducido entre "todo" y  "partes". No es una verdad analítica, sino contingente: Colón podía no  haber descubierto a América y hacerlo otro, y no pasaría nada. Estas  verdades contingentes y no necesarias se fundamentan en un principio llamado de "razón suficiente".  Este principio establece que todo lo que existe o sucede tiene una  razón para existir o suceder. Aplicado a nuestro ejemplo, el principio  exige que hay alguna razón suficiente para que Colón descubriera  América, por si no, no lo habría hecho. ¿Por qué hizo esta distinción  Leibniz? Volvemos al tema de la libertad: Para salvar la libertad de los actos humanos.  A primera vista parece difícil de mantener esta distinción porque a la  postre las verdades de hecho se convierten en verdades de razón -así  ocurre con Dios para quien no existen verdades de hecho sino que todas  son analíticas de Razón. Veámoslo por partes. Si Colón descubrió  América, es porque había una razón suficiente para hacerlo. Esta razón  no puede ser la pura "gana". La gana no es sino la carencia de razones:  el que dice haber hecho algo "porque le dio la gana" en realidad está  diciendo que lo hizo sin razón alguna suficiente. pero esto es  irracional. Luego si hubo una razón ésta está en Colón, y puede ser  porque era marinero, porque conoció a los Reyes Católicos etc Sería  necesario hacer un análisis infinito para convertir las verdades de  hecho en analíticas de razón; y aunque facticamente es imposible hacer  este análisis teóricamente sí lo es.
En otras ocasiones, Leibniz  nos muestra que hay otra diferencia radical entre ambas verdades. Las  verdades de razón se refieren a esencias, mientras que las verdades de hecho se refieren a existencias.  En  las verdades de razón su verdad es independiente de que existan o  no los objetos a los que se refiere; ejemplo: "los tres ángulos de un  triángulo suman dos rectos"; esto es verdad con independencia de la  existencia del triángulo. Mientras que en las verdades de hecho, Colón  tiene que existir para descubrir América.
Pero para Dios, Mónada Espiritual,  no hay verdades de hecho, son todas de razón. (también aquí la  libertad, tanto la divina como la humana, se ve amenazada por esa férrea  necesidad lógico-matemática tal y como ocurría en Spinoza, y ha de  ocurrir a la fuerza en todo sistema racionalista.) Los seres humanos,  por el contrario, tenemos muy pocas verdades de razón y muchísimas de  hecho (aleatorias, contingentes, no necesarias, temporales.) Por eso  sabemos científicamente tan pocas cosas. Pero esta contingencia, no es  constitutiva de la realidad sino consecuencias de las limitaciones de  nuestro intelecto. De ahí esté garantizado el progreso indefinido de las  ciencias, porque la mónada espiritual es limitada en el tiempo, pero  con el tiempo, es un abismo de posibilidades.
En  resumen, para Leibniz, el modelo de saber científico es la Matemática y  no la Física, porque valora lo universal, lo necesario y lo intemporal  (le parece que la verdad ha de ser intemporal y necesaria). Los juicios  de la verdadera ciencia son los juicios analíticos que se dan en la  Matemática. Pero el significado histórico de Kant está en haber  descubierto los juicios sintéticos a priori y con ellos, haber realizado  la fundamentación teórica de la Física como ciencia de lo necesario.  Para Leibniz solo hay juicios analíticos, que son a priori, y que  aportan necesidad; y juicios sintéticos, que son a posteriri y solo dan  probabilidad. El sentido y la originalidad kantiana consiste en haber  descubierto unos nuevos juicios que son a la vez sintéticos y a priori:  por lo primero, son físicos y no matemáticos; por lo segundo, sacan a la  física del lamentable estado en que quedará con Hume, para hacerla  ciencia de lo necesario, auténtica ciencia.
Dios, aparece en  Leibniz como el principio de Razón Suficiente de todo el cosmos en tres  dimensiones: Lógica, ontológica y teológica, siendo nexo de unión de  todas ellas. Las tres se pueden reducir a una sola, dentro de la  mentalidad idealista-racionalista. En efecto, lo que se quiere decir es  que lo ideal-esencial, constituye el núcleo ontológico de la existencia  real y, por eso, su principio y razón suficiente. Esta forma de hablar,  no nos es desconocida; a todos nosotros nos recuerda al viejo maestro  griego, descubridor del mundo de las ideas. Él fue el primer  racionalista de la historia y la semilla que ha fructificado en nuevos y  continuos platonismos.