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miércoles, 4 de abril de 2012

Entre el Cielo y la Tierra




Ahora resulta que Andalucía es de izquierdas. Así se deduce de los resultados de las elecciones del 25M. Eso sí, una izquierda a su manera. Porque aquí ser de izquierdas compagina muy bien con ser devoto de la Macarena o del Cristo de las Penas. No crean que ser de izquierdas es resucitar la dictadura del proletariado o repartir las tierras de los señoritos andaluces, -bueno, un banco de tierras sí que está en el programa de IU-  y aunque no sabemos a qué interés  darán los créditos, nos imaginamos que seguirán las consignas comunistas de "la tierra para quien la trabaja". Por "el pleno empleo", nos engañó Zapatero en el 2008, y terminó su andadura contando nubes. El socialismo siempre ha tenido aspiraciones de altura y aunque renunció al marxismo y a la tierra, apunta al cielo en una huida hacia adelante, en espera de los brotes verdes que nunca llegaron. En eso se parece a la religión, esperamos la venida del Mesías y aún la siguen esperando los judíos para liberarlos de los romanos; hoy no sabemos de qué han de ser liberados, después de  tanto tiempo. Lo bueno de las promesas es que tardan en  cumplirse, pero mantienen el espíritu alerta hasta la consumación de los tiempos. La llegada del Mesías traía consigo la "buena  nueva" y el alcance de la tierra prometida, lo cual hace de la religión "opio del pueblo" o adormecedera de las penas y desgracias que nos acontecen, a costa de prometer algo que empíricamente es difícil de rebatir. Pero ¿qué nos promete el socialismo? Toda su promesa consiste en ofrecernos un banco de tierras, que vaya usted a saber a qué interés; y una vez trabajada, esperar a que llueva desde el cielo, para que dé sus  frutos. No sabemos  si los mercados esperarán tanto tiempo.
Hablando de trabajo, en la tierra del paro sería lo decente. Estamos en Semana Santa y los "pasos" están en espera de que los costaleros hagan su trabajo; al menos nos queda la esperanza que van a tener trabajo. Para que luego digan que Dios aprieta pero no ahoga. Ahogarnos no lo sabemos, pero no de agua y lluvia, porque el cielo no nos ayuda. La poca que cae impide la salida de las procesiones, pero no remedia la sequía que sufren nuestros campos. !ojalá Zapatero entre tanta nube, deje de contarlas, y nos envíe alguna, que falta nos hace! Yo mientras tanto -por esto de que estamos en Semana Santa-  prefiero  las torrijas de verdad con sabor a  leche  y canela, no falsas promesas entre el cielo y la tierra.

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