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viernes, 13 de abril de 2012

PRISIONERO DEL DESEO







Uno de los principales rasgos de la sociedad moderna es la insatisfacción crónica que padece. El motivo fundamental es que nos han hecho creer que con la satisfacción de nuestros deseos materiales vamos a ser más felices. Esa es la labor de la publicidad y su objetivo fundamental: Crear necesidades -la mayoría prescindibles y superfluas- para proyectar ciudadanos cuya esencia consiste en ser consumistas.
Tanto la Psicología como la Sociología han estudiado este fenómeno que caracteriza a nuestro tiempo. Yo me limitaré a hacerlo desde claves psicológicas para profundizar en lo que denominamos "tendencias". Entendiendo como tales los hechos psicológicos por el que el sujeto tiende hacia un objeto y lo desea. Obviamos el problema moral de las tendencias sobre su bondad o maldad y sobre su licitud. Se trata de dos problemas específicamente distinto. Así, por ejemplo, comer fruta robada puede ser una falta moral, pero, desde el punto de vista psicológico, es un modo adecuado de satisfacer una necesidad de alimento. El fin de la Etica es conseguir la felicidad humana; el fin de la psicología de las tendencias es conseguir la salud psíquica del hombre. El estudio de las tendencias nos lleva a definir qué es la motivación o tendencias sensibles de origen instintivo, pero susceptibles de un control voluntario, o la propia voluntad o tendencia a un bien no sensible de naturaleza intelectual.
La motivación es aquel conjunto de necesidades y tendencias que provoca la aceptación o rechazo de un determinado objeto. Es un mecanismo psicológico por el que el ser vivo logra la adaptación con el medio ambiente y la satisfacción de las necesidades y tendencias innatas y adquiridas. Las hay de origen fisiológico y psicológico. Las primeras son necesidades orgánicas necesarias para la función vital del ser vivo: sed, hambre, respiración, cansancio, sueño, eliminación, sexualidad e instinto maternal o paternal; las segundas se desarrollan mediante hábitos de aprendizaje y por la carencia de algo psíquico que se estima o necesita: afecto, libertad, seguridad, comprensión, aprobación, aspiraciones, relaciones interpersonales, intereses e incentivos. etc
Junto a las motivaciones, los seres humanos tenemos las emociones o estados afectivos producidos por la presencia o ausencia de un objeto necesario para la realización de una tendencia. Las emociones se manifiestan en los sentimientos, como la simpatía, el amor, la compasión, serían estados afectivos de carácter duradero. La cólera, la angustia, el miedo, serían estados transitorios, menos duraderos; y, finalmente, las pasiones, tienen más fuerza que los sentimientos, como el amor, el odio, los celos, etc.
¿De qué manera podríamos actuar para conseguir una adecuada adaptación y satisfacción de nuestras necesidades? La respuesta, obviamente, ha de buscarla cada uno en su interior y en su comportamiento con los otros. Pero, existen ciertos criterios que pueden medir nuestro grado de integración, adaptación y satisfacción personal y de aceptación por parte de los demás -me limito a enumerar algunos, aunque no todos-, tales como, la capacidad de trabajar y de comprender a los demás; la visión realista del mundo que le rodea y su nivel de aspiraciones; auto control de la conducta y facilidades de conseguir gratificaciones por parte de la persona con las que se convive; autonomía y responsabilidad en las propias acciones; respeto a la autoridad  y a las normas de convivencia ajena; integración entre lo que se cree y lo que se practica. etc.
La persona de este modo configurará una personalidad estable, que le permitirá una mejor adaptación al medio, y el auto control de sus tendencias, propio de una persona madura, libre y responsable.




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