"La felicidad consiste en ser libre, es decir, en no desear nada"
Ahora resulta que en plena crisis económica estamos más cerca de la felicidad que nunca. Y no porque lo anunciara la profetisa del PSOE Elena Valenciano para todas las mujeres andaluzas que votasen socialismo, ni porque nuestro Presidente Mariano Rajoy diga "que sabe lo que tiene que hacer" -usando el singular para superar su complejo de autoridad-, sino porque según un Congreso de la Felicidad, que se celebra en Madrid, la felicidad consiste en disfrutar de las cosas y momentos más sencillos que nos ocurren a diario, y que nada tiene que ver con el materialismo salvaje que corroe nuestra existencia. Ahora nos dicen que la felicidad no está en consumir, ni en los grandes almacenes, ni siquiera en estrenar un vestido nuevo o calzar un zapatilla Nike o Adidas. Ya podían haberlo dicho antes. (Si yo sé esto no me compro unas Adidas para hacer el Camino de Santiago; eso sí, la compra no me ha llenado de felicidad, aunque mis pies me lo han agradecido).
Se trata de valorar lo viejo, lo decrépito, como algo valioso que el tiempo nos devuelve agradecido. "La arruga es bella", nos decían los publicistas, tal vez cansados de que los hombres de negocios no supieran planchar las camisas cuando estaban fuera de casa. Si no puedes con tu enemigo alíate a él. Veremos por nuestras ciudades pasear a hombres inmensamente felices con zapatos viejos y trajes andrajosos desafiando al estado del bienestar y la prima de riesgo. Una sociedad feliz que al no alcanzar la utopía del pleno empleo y el pleno consumismo, -cosas del pasado- vivirá en una Arcadia donde reinará la apatía y la carencia de deseos lo cual nos llevará hacia una sociedad sin violencia. "Si quieres hacer feliz a un hombre, no le añadas bienes sino réstale deseos." -decía Séneca-.
Pues visto así, la cosa no está tan mal. Resulta paradógico que Schopenhauer, filósofo pesimista donde los haya, nos dé consejos sobre la felicidad. Citando a Aristóteles nos dice "que el prudente no aspira al placer, sino a la ausencia de dolor". Un sabio consejo de un hombre viejo a quien los dolores le visitaban muy amenudo. La filosofía siempre ahí para consuelo de muchos. De mi felicidad sí que estoy seguro, y es levantarme cada mañana, preparar el café al alba, y escribir estas cosas que comparto con vosotros. Para mí es suficiente...Pero yo veo, gente triste deambular por las calles, sin rumbo. Familias rotas por el paro y proyectos truncados sin esperanza...
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