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jueves, 15 de octubre de 2015

El Mundo de las Ideas (Cosmos noetós)





Cosmos Noetós

"Conocer es recordar
lo que el alma contempló,
en un mundo bello de ideas,
llamado "Cosmos noetós"

No nace el conocimiento,
de aquello que es cambiable,
pues de lo mutable,
no puede haber ciencia estable.

La ciencia ha de fundarse,
en aquello que es estable,
no en un mundo cuyo modelo,
origina lo inestable.

No puede saber más el sabio,
pues es quien todo lo sabe,
no tiene más que saber,
ni quien le aventaje.  

Aquél que lo sabe todo,
nada puede más saber,
pues en "el todo" está,
todo lo que hay que saber.

No hay nadie tan necio,
que no sepa nada,
pues al menos sabe una cosa, 
que es no saber nada.

Tampoco hay en el mundo,
hombre que no sepa nada,
pues no sabría qué saber,
aquel que no sabe nada.

Entre el sabio y el ignorante,
está la filosofía:
Que es amor por el saber,
recordar lo que ya sabía.

Es la tensión del filósofo, 
que se afana  a cada instante,
por encontrar la Verdad,
de dos mundos equidistantes.

Así lo dice "El filósofo",
el gran maestro Platón,
en un bello diálogo escrito,
cuyo nombre es El Menón

Es cambiante y perecedero,
el mundo de la opinión,
es el mundo de las cosas,
llamado Cosmos horatós.

En él se da la opinión,
la apariencia, y el movimiento,
es un mundo relativo,
sin juicio y discernimiento.

Pero hay otro mundo, 
bello, estable y real,
de ideas como modelo,
la auténtica realidad.

Es fundamento del ser,
modelo para el saber,
fuente de principios éticos,
del obrar y del deber.

Ya nos lo dijo Platón:
"Conocer es recordar
lo que el alma contempló,
en un mundo bello de ideas,
llamado, Cosmos noetós."

   Antonio González Padilla




jueves, 17 de septiembre de 2015

Preguntas sin respuesta





EL MILAGRO

¿Quién dice que los milagros no existen? Sigue leyendo, querido lector, y lo comprobarás por ti mismo. 
Shelly Concord Cawley, de 23 años, entró en coma al dar a luz a su bebé durante una emergencia de cesárea. Un coagulo de sangre hizo que los médicos del hospital de Carolina del Norte decidieran hacerle a Shelly Concord Cawley una cesárea de urgencia. Tras la intervención la joven quedó en coma. Los médicos dijeron que Shelly estaba muy débil y cerca de la muerte. Sin embargo, tras una semana en coma, las enfermeras pensaron que el contacto con el bebé podía ser beneficioso para la madre. Así que, como el bebé ya se encontraba muy recuperado, el padre puso al niño en los brazos de su madre y ella al oír el llanto de su bebé después de una semana en coma y contra todo pronóstico, despertó. Despertó al escucharlo llorar. 
¿Existen o no existen los milagros? ¿Es la vida el milagro más grande del universo? ¿O tal vez sea el amor o el instinto maternal -(llámalo como quieras)- quien mueve montañas? ¿Pueden las leyes de la física ser interrumpidas sin más al libre albedrío? Son preguntas cuya respuesta la ciencia se queda muda y hay que buscarla en otro sitio, o tal vez, no buscarla sino asombrarse ante el misterio. El saber de la ciencia se centra en el cómo de la naturaleza y de las cosas. El de la filosofía en su significado inmanente y racional, que se traduce, frecuentemente, como búsqueda de su esencia e intento de definirla racionalmente. El de la religión se plantea el significado trascendente del mundo y del hombre, a los que paradojicamente relativiza y absolutiza, ya que no los acepta como realidad última, pero les hace susceptibles de trascender el entorno material y preguntarse por su origen y significado más allá de él. No se trata simplemente de plantear el significado racional de las realidades, como hace la filosofía o la ciencia, sino que se busca una respuesta a las preguntas de sentido, las cuales plantean la vida como una totalidad, más allá de la muerte, a la luz del mal, de la injusticia, y de la libertad; entramos en el ámbito del misterio. El milagro es una interrupción a las leyes de la física que acontecen por necesidad cósmica. Es la excepción a la regla o el capricho de Dios, a la necesidad que su voluntad previamente estableció; por tanto es una contradicción en sí misma, una posición voluntarista. La interrupción de dichas leyes no encuentran una explicación lógica ni coherente desde la filosofía o la ciencia; hay que buscarla en otro ámbito en torno a la búsqueda del sentido. La religión desborda la filosofía y la ciencia, ya que es también hija del deseo y lleva las preguntas a un límite para el que la razón ya no tiene respuestas ni hay comprobación empírica posible.
De lo que no cabe duda es, que Shelly Concord Cawley, orgullosa, ha asegurado según recoge Foxnews, que “ahora cree 100% en los milagros”. "Todo es bastante sorprendente", ha comentado. Como para no creer, después de este final tan hermoso.




miércoles, 17 de diciembre de 2014

Motivación vs Voluntad ?





¿Has intentado alguna vez aprender inglés de una vez por todas, perder peso, o sacar un sobresaliente de media en un curso, ser el mejor de tu equipo deportivo, o plantearte cualquier otro reto personal? En caso afirmativo, sigue leyendo porque este artículo te interesará. Seguramente has empezado todas estas tareas mencionadas anteriormente con muchas ganas, y a medida que ha pasado el tiempo, perdiste parte de la motivación que tenías al principio. Este no es un problema que solo te afecta a ti, mucha gente se enfrenta al reto de mantener la motivación y no lo consigue: Basta ver cuanta gente se queda en el camino y abandona antes de llegar a la meta. No te preocupes que no estás sólo.
Veamos que nos dice la Psicología. La psicología moderna y, los docentes en particular, tienen un problema que aún está por resolver: Todos queremos  estar motivados o que nos motiven, todos queremos que nuestros alumnos se motiven con nuestra materia, que participen y se entusiamen con nuestras clases, pero ¿Cómo conseguirlo? Motivación viene de "motus" = movimiento, impulso, tendencia..., ponerse en movimiento para conseguir una  determinada acción, o sea, tener ganas para hacer algo, así de simple. Consideramos que quien está motivado, tiene una ventaja sobre quien no lo está, y creemos que ese convencimiento le proporciona una fuerza interior que elimina los obstáculos o los hace más asequibles, para conseguir un determinado fin.  Hoy esta palabra la hemos desterrado de nuestro vocabulario y la hemos sustituido por motivación. ¿De dónde procede ese impulso? ¿Cómo lo llamamos? ¿Qué hay que hacer para conseguirlo? ¿Cómo podemos motivar a nuestros alumnos para que tengan "ganas" de hacer algo y crearles esa  necesidad?
Antes le llamábamos voluntad, facultad de querer hacer algo, razonado y alumbrado por el entendimiento; una fuerza que nace del interior de la persona y de su propio convencimiento. Hoy la moderna psicología, por el afán de estudiar empíricamente la conducta y vaciar de contenido metafísico al "yo", acentúa la importancia de la satisfacción de las tendencias mediante la fuerza de atracción del objeto externo, de tal modo, que la conducta depende más de "motivaciones externas" ligadas  a la recompensa  material obtenidas, que a causas internas dependiendo de una escala de valores altruistas, (como veis las palabras no son ajenas a los contenidos). ¿Qué sucede cuando he de hacer algo y no estoy motivado? Pues no lo hago. Si a corto plazo no atisbo ni veo una recompensa que me estimule, abandono. ¿Dónde está el sentido del deber? Motivar a nuestros alumnos con las notas y el aplauso social, es bueno y necesario porque eleva su autoestima, pero no es suficiente, porque, a veces, hay que hacer cosas que no nos gustan. El deber consolida la fuerza de nuestros proyectos a largo plazo, y es un elemento seguro para mantenernos fieles a nuestros principios y conseguir nuestros proyectos. Ortega escribió: “Es triste tener que hacer por deber lo que podríamos hacer por entusiasmo”. Pero no hay otra solución. José Antonio Marina ha escrito, El misterio de la voluntad perdida (Anagrama), un libro que trata sobre estos temas con la agudeza, claridad y simplicidad que le caracteriza. Te recomiendo que lo leas.


miércoles, 26 de noviembre de 2014

"No se aprende filosofía, sino a filosofar" Inmanuel Kant





"La filosofía no es el arte de consolar a los necios... su única tarea es la búsqueda de la verdad y destruir prejuicios" 

                                                                 Anónimo


¿Para qué sirve la filosofía? A lo largo de mi dilatada vida de profesor de filosofía es la pregunta que más me hacían mis alumnos sin que ni yo mismo lo supiera muy bien. Trataba de salir airoso manifestando mi humildad y la propia humildad de la filosofía que ante el estupor de los alumnos  preguntaban que estábamos haciendo allí sin saber por qué y para qué. No tenía sentido hacer una actividad filosófica que ni siquiera en sus comienzos podía fundamentar su quehacer a diferencia de otras materias de ciencias cuya utilidad nadie cuestionaba. Les pedía paciencia porque a final de curso esa y otras preguntas podían tener respuesta y trataba de convencerles utilizando una metáfora sobre el conocimiento de Granada, sus calles, rincones y plazas, mediante explicaciones teóricas, cuando lo que había que hacer es salir a pasear, patear sus calles, conocer a sus gentes y visitar sus monumentos...y después de tener una "vivencia vital de Granada" la conoceríamos en profundidad. Lo mismo sucedería con la filosofía, -les decía-  sería a final de curso cuando su curiosidad se vería colmada (reconozco que era más una estrategia para ganar tiempo, que una solución que ni yo mismo me la creía).
Hoy, desde la atalaya de mi jubilación, me sigo preguntando la misma pregunta ¿Para qué sirve la Filosofía?, sin encontrar respuesta. Tampoco hay que extrañarse, porque desde que comencé a estudiarla me advirtieron que en filosofía son más importantes las preguntas que las respuestas.  El tercer jueves del mes de noviembre se celebra el día mundial de la filosofía, como si durante el resto del año pudiésemos descansar de pensar. No seré yo quien lo critique, ahora que está de moda dedicar un día  a lo más insospechado. A fuer de ser sincero, la filosofía no sirve para encontrar empleo, pues el Ministerio le da cada vez menos importancia con la LONCE y cada vez se necesitan menos profesores de filosofía en la enseñanza. Tampoco para responder a las preguntas metafísicas que todos conocemos sobre los comienzos y los fines. Dudo que su estudio nos ayude a encontrarnos a nosotros mismos y a ser más felices, entonces ¿Qué sentido tiene estudiarla? Mucho. Más de lo que nos imaginamos. Kant decía que no se aprende filosofía sino a filosofar, y no le faltaba razón. La respuesta a la pregunta sobre la utilidad de la filosofía nos viene de su historia. La Historia de la filosofía es a ésta lo que el laboratorio a las ciencias experimentales, por lo que su estudio ayuda a comprender el mundo y las otras ciencias que se fueron desgajando del tronco común de la filosofía, como la lógica, psicología, metafísica, antropología, historia, arte, pensamiento y cultura. Su capacidad de conocer la totalidad en su conjunto es una caracteristica exclusiva y única de la filosofía como función unificadora y no parcial del conocimiento de eso que bastamente llamamos cultura. Las preguntas últimas sobre la realidad la iniciaron los griegos hace 2500 años y siguen siendo las mismas sin que hasta ahora haya respuestas satisfactorias, pero ello lejos de invalidar su función, nos invita a pensar la ardua y difícil tarea con lo que se enfrenta esto que llamamos filosofía. No hay que olvidar como la Lógica nos ayuda argumentar e inferir razonamientos que luego pueden ser aplicados a las demás ciencias,  descubrir falacias mediante el análisis del lenguaje y desvelar discursos demagogos cuya finalidad es ocultar la verdad e  instrumentalizar a las masas.  Tampoco es despreciable la Epistemología como parte de la filosofía que trata sobre el alcance y límites de nuestro conocimiento, validez, aplicación y métodos, o la Filosofía de la  Ciencia para conocer como se modifican y aplican los patrones de los descubrimientos. Pero si la filosofía tienen una función esencial que brilla con luz propia sobre las demás, esa es  la Ética. Saber justificar nuestro comportamiento personal y social a través de principios que se fundamentan por ser personas de naturaleza racional, sujetos de derechos y deberes por nuestra propia esencia de seres humanos, con independencia de toda raza, creencia, o lugar de nacimiento, etc, no es banal y carezca de importancia: por eso y nada más que por eso, se debe estudiar Filosofía. Eso sí, hacerlo a partir de los 30 años o a edad tardía, una vez que se han cubierto otras necesidades más primarias como el empleo, la comida y el vestido, la vivienda etc. Nunca olvidar lo que decían los clásicos, "Primum vivere, deinde philosofare" (Primero vivir, después filosofar). ¿A qué esperar?


domingo, 7 de septiembre de 2014

Filosofía, verdad y método





En mi último viaje a Madrid coincidí con una Señora de nacionalidad argentina que me hizo el trayecto muy corto  y agradable, gracias a la variedad de temas que tocamos, con ese tono fluido de lenguaje muy característico de los argentinos. Hablamos de todo, también de filosofía. Era una persona de formación universitaria, científica y pragmática, pero muy preocupada por los temas  que afectan al descubrimiento de la naturaleza misma del hombre. Por eso, -me comentó- que cuando su trabajo se lo permitía, asistía a una terlulia filosófica en los sótanos de un bar de Granada, en la que se trataban temas y problemas que previamente habían sido votados por los participantes, bajo la coordinación de un estudiante universitario de filosofía. Elegido el tema, cada uno podía exponer su opinión personal ante los demás, sin poder defender ni contestar a lo previamente expuesto; se entendía, que una vez expuesta ante la opinión pública, tu idea, ya no te pertenecía porque era propiedad del grupo. Después de escuchar las diversas opiniones, se procuraba llegar a una conclusión por parte del coordinador, aunque esto no era lo más importante (hasta aquí el relato de mi compañera de viaje) Al principio la idea me sedujo, y me quedé pensativo...Pero pronto me vinieron una serie de preguntas por la aplicación de este método, que no supe contestar. ¿Qué es lo que se buscaba si no se sabía qué buscar? ¿No renuncia una investigación filosófica así, al "Telos"  (finalidad), y se queda en el "Odós" (medio o camino) sin precisar a donde ir? o ¿Tal vez lo que subyace es que  nadie es poseedor de la verdad y ésta -si existe, cosa que hay que probar- es fruto del consenso y la búsqueda de todos? El eclecticismo y el relativismo acechan -le comenté- ¿Puede el hombre dejar de buscar la verdad aun a sabiendas que no la va a encontrar? Y si la encuentra ¿Cómo y qué método emplear para reconocerla? No sé, pero si algo caracteriza a la filosofía desde su nacimiento en Grecia, es la dialéctica, la discusión, la oposición de argumentos bajo el férreo control de la racionalidad, y la defensa a ultranzas de las posiciones  subjetivas. Mis alumnos me cuestionaban la veracidad de la filosofía, las controversias de los filósofos, sus riñas y contradiciones eran un escándalo poco edificables para sus mentes acostumbradas a certezas científicas, cuya validez provenía de la aplicación de un método empírico, muy adecuado para las ciencias experimentales pero insuficiente para las ciencias sociales. De nada valían mis argumentos defendiendo un método filosófico adecuado a la complejidad del objeto de investigación: El Hombre y sus circunstancias. El método en filosofía es importante, pero lo es más "el topos": Hacia donde se quiere llegar; aunque, es cierto que uno condiciona al otro y ninguno es neutral. Algo así como: "Dime qué método empleas y te diré hacia donde quieres llegar".



martes, 13 de mayo de 2014

La Relación entre Modernidad y Progreso Científico-técnico





Uno de los hallazgos más productivos de nuestra civilización ha sido la concepción y comprensión del proyecto histórico del hombre como un proceso que tiende desde la barbarie hasta nuestros días. Un momento feliz de este proceso lo encontramos en aquello que se ha llamado el siglo de las luces o ilustración en el siglo XVIII, en Francia, Alemania y en menor intensidad en Inglaterra, y que posteriormente tomó el nombre de modernidad. El afán desmesurado y la importancia dada a la razón como instrumento que sacaría a la humanidad de la minoría de edad  en la que se encontraba, liberando al hombre de su estado inferior y de su ignorancia, es una constante de aquella época, y es digno de una reflexión, que todo intelectual que se aprecie, debe de hacer con el rigor que requiere el tema. Hoy, si cave, esta reflexión se impone para poder entender las claves de una crisis que asola a Europa, en lo económico, en lo político y sobre todo en lo ético, y que podríamos sintetizar en la palabra, "desencanto". 
La modernidad hoy, no nos ha hecho más libres, ni más sabios y mucho menos más felices, sino todo lo contrario más  esclavos, pobres, ignorantes e infelices. En ninguna otra época histórica se ha vivido como lo hacemos actualmente, y sin embargo la sensación de fracaso, decepción y frustración, es una constante en nuestra sociedad que ni el crecimiento tecnológico indefinido, o el consumismo voraz, basado en el mito de una fe inquebrantable en la economía, a costa de despersonalizar el sujeto y vaciarlo de su mismidad, se ha sabido paliar. La modernidad ha auspiciado un ideario tecno-productivo que ha trastocado la tradicional concepción griego-cristiana del mundo. Ha erigido la glorificación de la categoría de trabajo en núcleo fundamental sobre el que gira la totalidad de la vida social. En lenguaje acuñado por Hannah Arendt ha identificado labor con trabajo, promoviendo una mentalidad productivista que proscribe otras facetas del ser humano que extralimitan el orden de lo estrictamente productivo. A diferencia del mundo clásico y del cristianismo, en donde se perseguía un ideal de inmortalidad terrena o transcendente, la modernidad implanta la mitología del progreso como rumbo unidireccional que guía la significación del proceso histórico. Así, consolida una concepción prometeica de la vida, en la que el hombre, buscando equipararse a Dios, se coloca en una posición de dominio respecto a la naturaleza. En contraposición a la vida contemplativa como referente de perfección humana y como modelo de conocimiento, la ciencia moderna, piensa Arendt, reduce el conocimiento a actividad práctica. De este modo, el desvelamiento de los secretos de la naturaleza obedece a un progresivo desarrollo científico-tecnológico como ideal de apropiación de una verdad que se oculta siempre tras las apariencias. Es, entonces, cuando "en lugar del concepto de ser encontramos ahora el de proceso" Como consecuencia de lo anterior, la consideración de las cosas se desplaza a una conversión en objeto al servicio de la producción. Y en esto radicaría, esencialmente, la esencia del mundo moderno: la soberanía de un sujeto prometeico que se relaciona con la naturaleza desde una actitud exclusivamente instrumental, utilitaria y productiva. Un sujeto vacío y despersonalizado.
Esta fe en el crecimiento económico y tecnológico indefinidos es el mito más extendido y operativo de nuestra época, y el que goza de mejor salud. Un mito que, tal como los actuales antropólogos culturales lo definen, es una representación colectiva no racional con un fundamento emotivo que le proporciona su coherencia e inteligibilidad. Es decir, lo característico de este mito sería su capacidad de contener una fuerte carga emotiva con poderes motivacionales profundos, que arraigan en la mentalidad de los individuos determinando sus ideas, expectativas y acciones al margen de las reglas lógicas que funcionan en el nivel de lo racional o de lo consciente. De ahí que algunos filósofos críticos de la cultura moderna lo hayan situado en la base de la ideología de quienes tratan de minimizar los importantes efectos negativos y colaterales del progreso científico-técnico tales como la maquinización de la vida de los individuos o la presión destructiva sobre el medio ambiente.



lunes, 30 de diciembre de 2013

¿Qué es el Tiempo?




Un año más se nos escapa entre las manos el tiempo, esa sombra misteriosa que nos acompaña queramos  o no en nuestra vida. ¿Qué es el tiempo? "Si nadie me lo pregunta, lo sé, pero si trato de explicárselo a quien me lo pregunta, no lo sé" -decía San Agustin-. El ser humano es una entidad que surge y está en el tiempo; su vida diaria está llena de nociones temporales como, "ahora", "antes", "después", "en este instante". El mundo que percibimos lo captamos "en el tiempo"; sin éste aliado fiel, acompañante en nuestro quehacer diario no seríamos nada, surgimos, nacemos, somos en el tiempo y acabaremos en él. Nada más equívoco que el tiempo. Para unos se hace demasiado largo, en el momento del sufrimiento y las penas; para otros, demasiado corto en las alegrías y felicidad. Los aburridos tienen todo el tiempo del mundo, mientras que a los estresados les falta. El tiempo es un amigo que te visita pero no se queda y nunca vuelve...Hay un tiempo psicológico, tiempo histórico,  tiempo físico, tiempo cosmológico. También un tiempo abordado por la filosofía; a éste último dedicaremos nuestro tiempo.
Ya la filosofía griega, propensa a la reflexión sobre los más variados asuntos, abordó la temática del tiempo. De todos los filósofos griegos es, sin duda, Aristóteles el que nos ha legado la doctrina más sólida sobre el tiempo. La visión aristotélica del tiempo está estrechamente vinculada al movimiento, ya que, en su opinión, el tiempo no es posible sin acontecimientos, sin seres en movimiento. De ahí que conciba el tiempo como el movimiento continuo de las cosas, susceptible de ser medido por el entendimiento. Conceptos como "antes" y "después", sin los cuales no habría ningún tiempo, se hallan incluidos en la sucesión temporal. Esta estrecha vinculación induce a Aristóteles a definir el tiempo en su Física en los siguientes términos: " la medida del movimiento respecto a lo anterior y lo posterior". Esta definición nos revela que el tiempo no es el movimiento, pero lo implica de tal suerte que si no tuviéramos conciencia del cambio, no sabríamos que el tiempo transcurre. El tiempo aristotélico es exterior al movimiento, pero supone un mundo que dura sucesivamente y esta duración sucesiva nos permite establecer relaciones de medida entre sus partes según un "antes" y un "después", Así surgirá el tiempo métrico, cuya estimación estará regulada por el movimiento de los astros, como el de rotación o el de translación, o por el movimiento rítmico de aparatos de desarrollo preciso, como los relojes.
Kant, filosofo ilustrado alemán, pensaba que el tiempo es una intuición pura. Algo así como un supuesto de nuestra sensibilidad interna y externa sin el cual la experiencia no podría darse. Toda experiencia está y se da en el tiempo. La posibilidad que hace que un acontecer suceda, dure, permanezca en el cambio, se la debemos al tiempo. Pero éste no se encuentra fuera de mi ni en las cosas exteriores a mi. El tiempo no es una idea obtenida por abstracción a partir de la observación de los acontecimientos, no es un concepto empírico, sino una estructura necesaria para cualquier observación. El tiempo es la posibilidad que hay en nosotros, en cuanto observadores, de percibir los acontecimientos. Tanto el tiempo como el espacio no son más que relaciones entre las cosas en cuanto que son percibidas. Cualquier experiencia tiene como condición el tiempo, de manera que éste es la condición general de todas las experiencias, superior incluso al espacio, no siempre necesario. Nuestra experiencia externa está sometida a las coordenadas espacio-temporales, mas la interna sólo lo está a la temporal. Según Kant, no podemos saber si "fuera" las cosas se suceden, pues cuando intentamos atisbarlas ya lo hacemos desde el tiempo, que es una cualidad de la conciencia del hombre. La sensibilidad humana lleva el tiempo como una manera de ser suya. El tiempo es una forma a priori de la sensibilidad que condiciona y hace posible toda experiencia.
La filosofía contemporánea estudia el tiempo a través del historicismo, vitalismo y existencialismo, intentando situar al hombre como un algo sujeto a la historia, la vida y la temporalidad, muy lejos del reduccionismo idealista de la filosofía moderna. En este contexto, surge el hombre como un producto de la historia, como algo sin hacer, un sujeto biológico pero también biográfico, capaz de interrogarse sobre los grandes enigmas y problemas desde la temporalidad transcurrida entre el nacimiento y la muerte, que constituyen acontecimientos fundamentales.
Heidegger, en su analítica existencial del Dasein, descubre al hombre como un ser incompleto e inacabado, que tiene que hacer y proyectar su propia vida, autotrascendiéndose y anticipándose a lo que va a ser, porque el futuro, entendido como posibilidad de existir, constituye una dimensión de su ser. Pero el futuro implica el pasado, puesto que nuestra posibilidad de ser se plantea desde lo ya sido. Por lo tanto, también el pasado constituye una dimensión del ser del hombre. Ahora bien, la comprensión de lo ya sido determina la comprensión de lo que actualmente somos. El presente, pues, aparece envuelto por la relación entre futuro y pasado. Estas tres dimensiones –pasado, presente y futuro- constituyen la unidad del ser humano y reciben el nombre de temporalidad. El hombre es esencialmente un ser temporal y esta temporalidad es, en realidad, el tiempo originario, a diferencia del tiempo cósmico. La temporalidad es la estructura concreta del Dasein y su sentido último, porque el hombre no se limita a estar en el tiempo, sino que éste constituye su propia esencia. El tiempo es la textura más profunda de la existencia humana, que se patentiza como preocupación, y la preocupación cobra sentido en el tiempo, en el futuro, pasado y presente. El hombre se vivencia como ser arrojado, como “ser para la muerte” (Heidegger), no sólo predeterminado biológicamente, sino con conciencia de que va a morirse y la angustia surge ante la propia conciencia de infundamentación, es decir, de contingencia y finitud. De ahí surge el "terror a la historia", es decir, la conciencia de la fluidez del tiempo y la rapidez con la que pasa la vida, que relativiza los proyectos, aspiraciones y creaciones humanas. Desde el mito a las "filosofías de la historia", el ser humano intenta con metahistorias dar un sentido al devenir y poner orden en su transcurrir. El mito ofrece significación, consuelo y orientación, elimina lo insoportable y espantoso de una realidad infundamentada. El "carpe diem" de la tradición clásica subraya la conciencia refleja del hombre como ser para la muerte.


domingo, 28 de julio de 2013

Dios y el mal




Esta es la pregunta que está en boca de muchos creyentes españoles y que tiene difícil respuesta. Hasta me atrevería afirmar que ahora es irrelevante. Lo importante es sentir en el corazón el dolor de la tragedia y solidarizarnos con los familiares de los 78 fallecidos. El brutal accidente de Santiago de Compostela, es eso, un accidente. Habrá que buscar que pasó y, si fue por negligencia humana, actuar con la Ley y exigir todo tipo de responsabilidades. Habrá que estudiar como se pueden evitar otros accidentes de este tipo y actuar en consecuencia en este tipo de trenes con aplicaciones técnicas que impidan la voluntariedad y el fallo humano de un maquinista desquiciado.  Hoy toca llorar a nuestros muertos, aliviar el dolor de las familias y solidarizarnos en el dolor porque ello nos hará más humanos y más fuertes, como pueblo y como país.
Ante una tragedia de tal calibre, es inevitable preguntarse "el por qué" de estos males, y por qué Dios lo permite. No es fácil la respuesta. Por lo pronto,  dejemos que técnicos y juristas hagan su trabajo (nosotros lo haremos desde la filosofía). Desde un humanismo antropológico o religioso, caben numerosas preguntas y respuestas, cada una legítima desde el respeto a la pluralidad. Para unos serán suficientes las respuestas de la ciencia y sus leyes físicas sujetas a un determinismo cosmológico;  para otros, -creyentes en la transcendencia- no basta la ciencia  sino que van más allá. La pregunta siempre es la misma: ¿Cómo puede Dios siendo bueno y omnipotente permitir esto? La respuesta no es sencilla sin  cuestionarnos  antes la compatibilidad entre el "libre albedrío" y el determinismo.  David Hume intentó resolver el dilema sosteniendo que el libre albedrío y la causalidad no son opuestos en realidad. El  libre albedrío, dice, es compatible con la causalidad y, más aún, es dependiente de la causalidad. Sólo podemos hacer elecciones libres en un mundo gobernado por la causalidad. Si el mundo no estuviese gobernado por la causalidad no podríamos saber qué pasaría después  de que hiciésemos nuestras elecciones y, por lo tanto, nuestras elecciones carecerían de sentido. Las propias elecciones son causas: en un mundo sin causalidad las elecciones no tendrían ningún efecto. El hábito y la costumbre de la experiencia tienen algo que decir, pero no siempre; si algo sucedió siempre, no tiene por qué no seguir sucediendo. Perfecto, tal y como concibe la ciencia el empirismo. Pero insuficiente para explicar la conducta humana; hay que aceptar un punto intermedio entre libertad y determinismo cuando nos referimos a los hechos humanos; hay que aceptar una libertad "condicionada" por factores naturales, biológicos, psicológicos y sociológicos. Una libertad humana contingente, no absoluta, que hace de la voluntad humana ser libre y responsable de sus actos.
En cuanto a la permisividad de Dios sobre estas catástrofes, y la procedencia del bien y del mal, la respuesta está en el libre albedrío.  Según esta solución propuesta, el mal es una consecuencia de la existencia del libre albedrío humano. Se afirma que un universo en el que hay seres que poseen libre albedrío es más rico y variado y, en un sentido importante, mejor que uno que contenga solo amables autómatas. Si los seres humanos fuesen siempre buenos, esto podría ser porque Dios les hubiese creado cien por cien obedientes a sus leyes y en ese caso serían meras máquinas, haciendo el bien automáticamente. La existencia del libre albedrío, pues, explica el mal moral y el valor de la libertad justifica la decisión de Dios de crear seres humanos libres, que sean criaturas capaces de elegir ambas cosas: el bien y el mal.




viernes, 21 de junio de 2013

Atentado contra la Filosofía

 
 
 
Aristóteles, acusado de "impiedad" como su antecesor Sócrates, tuvo que abandonar Atenas rumbo a Calcis en la isla de Eubea, "para que no se cometiese un segundo atentado contra la filosofía". Después de 25 años de LOGSE, parapetados a la sombra de Marx, Freud y Nietzsche, se sigue atentando contra la filosofía. "Lo importante no es conocer el mundo, sino transformarlo", decía Marx en las XI Tesis sobre Feuerbach. No había "mundo" que conocer porque era un concepto metafísico vacío y todo era "medio" (conocimiento del medio), donde lo más importante era no "el fin" ni "el origen" sino el puro presente contínuo sin que la Historia ni la Filosofía tuvieran algo que decir. Lo inmediato devora el tiempo, la acción acampa a sus anchas, sin encontrar el sentido de la historia de las ideas, o el rico legado sapiencial de nuestra cultura occidental. Arrastrados por la inercia de aguas bravas (relativismo), nos dejamos llevar sin rumbo por un cauce no elegido ni querido (ignorancia), para terminar extenuados por la zozobra, mezclados en un mar sin nombre propio (igualitarismo). Encerrados en la caverna, seguimos a las sombras y apariencias, confundidos y desorientados, sin saber distinguir la realidad de las apariencias. Atados  a las cadenas de nuestros "instantes" sin vislumbrar la salida de este estado de esclavitud. Este es el camino trazado por la educación en España y que ahora el gobierno del PP viene a rematar, si nadie lo remedia, con la nueva LOMCE que elimina en gran parte la asignatura troncal de Historia de la Filosofía en 2º de Bachillerato, que pasa a ser una optativa entre más de doce. La pregunta es la siguiente ¿Cómo podemos formar ciudadanos críticos con el sistema democrático, formados en valores y principios, si eliminamos los fundamentos que dan origen a su razón de ser? ¿Cómo argumentar con la palabra y la razón frente a la barbarie y la fuerza? ¿A quién le interesa este tipo de educación? Es evidente que a los oligopolios interesados en el pensamiento único que fundamente su poder. !Otro atentado contra la filosofía! Son ya muchos a lo largo de la historia; el problema es:  ¿A dónde refugiarse?
 
 

jueves, 18 de abril de 2013

Trascendental




Antes de tomarme un par de mostos  con los paisanos de mi pueblo, queridos amigos, y sumergirme en los aires serranos de mi tierra, me gustaría compartir con vosotros esta entrada que lleva algún tiempo rondandome por la cabeza. Hoy quiero hablaros sobre un problema trascendental. Pero no se alarmen, que aunque les voy a hablar sobre un problema "importante", verán que la sangre no llega al río. El filósofo Ilustrado Alemán Inmanuel Kant (1724 - 1804) en su obra Crítica de la Razón Pura, utilizaba la palabra transcendental en su verdadero y etimológico significado, cuando se refería a las condiciones objetivas  que tenía que tener todo conocimiento científico, para serlo. "Llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupa en general no tanto de objetos, como de nuestro modo de conocerlos, en cuanto éste debe ser posible " a priori", o sea sujeto al espacio y al tiempo". (CRP) Lo que nos quiere decir Kant, es que para que haya conocimiento científico es necesario que se cumplan unas condiciones a priori o "transcendentales", condiciones puestas por la sensibilidad, que son el espacio y el tiempo, -también llamadas intuiciones puras-. Dicho de otro modo, no es posible conocer la experiencia ni sus leyes sin antes subsumirla y suponer el espacio y el tiempo. No hay conocimiento de la realidad sin antes presuponer el espacio y el tiempo; podemos conocer el espacio sin cosas pero no las cosas sin espacio; podemos pensar el tiempo pero no las vivencias sin el tiempo (perdonen los lectores la grosería de sintetizar de esta manera la filosofía kantiana, todo sea por la claridad). Los políticos de la I República española, como Salmerón, Pi i Margall, etc estudiaron en las universidades alemana, siendo sus maestros Nator, Cohen y Cantor, discípulos de Kant. En los mítines políticos, estos pensadores utilizaban palabras sacadas del contexto donde se formaron, sabiendo muy bien lo que decían: Conocían profundamente la filosofía kantiana. Pocos oyentes tenían la posibilidad de comprender y de entender aquel lenguaje farragoso, propio de eruditos...Cuando los mítines eran impartidos por políticos de segunda categoría en plazas y pueblos pequeños, estos imitando a sus maestros, empleaban la palabra "transcendental" sin conocer su verdadero significado. Al preguntar unos a otros qué decía el orador su respuesta era siempre la misma: "Dice algo importante".



miércoles, 30 de enero de 2013

Democracia y Verdad





¿Qué relación existe entre verdad y democracia? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la democracia?¿Lo que la mayoría decide es garantía suficiente para conseguir la verdad en el supuesto de que ésta exista? ¿Lo que decide la mayoría es lo que más le conviene? ¿Cuál es el criterio? W. Churchill decía que "la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás" La mayoría del pueblo alemán votó a Hitler y luego vimos las consecuencias, conocidas por todos. La democracia, es evidente que es el menos malo de los sistemas políticos. Desde el punto de vista político, lo que decide la mayoría debería ser lo mejor para esa sociedad, suponiendo -que ya es mucho suponer- que todos los ciudadanos tengan criterios éticos y morales, basados en principios de estricto respeto a los DDHH. Otro problema, no menor, es conciliar los legítimos derechos de los ciudadanos que son minoría con los que tienen la mayoría. 
Conciliar Derecho con verdad y democracia es harto complicado. Hans Kelsen, célebre teórico del Derecho y del positivismo jurídico, analizando la condena de Jesús de Nazaret por Poncio Pilatos, manifiesta el escepticismo relativista de  Pilatos por conocer la verdad -prescinciendo de principios y valores ético-morales- pero ante la pregunta: "¿Qué es la verdad?" y la imposiblidad de responderse, se dirige desde el Pretorio al pueblo y le interroga: "¿Qué  he de hacer con Jesús?" !Crucifícalo! !Crucifícalo! -responde el pueblo sediento de sangre-. Pilatos, como "buen demócrata", se lava las manos y entrega a Jesús para que le crucifiquen. Ante la imposibilidad de conocer la verdad, Pilatos, somete a ésta a un plebiscito popular, para que sea el pueblo quien dé su veredicto, renunciando a emitir un juicio ético objetivo, sin importarle el conocimiento de la verdad. De este modo, el criterio de la mayoría se erige como principio rector o norma, y así no obedecerá a la justicia, sino a los deseos, preferencias y caprichos de la mayoría. ¿Es esto justicia? ¿Es una aberración lo que hicieron con Jesús? Desde los principios naturales que subyacen en la conciencia individual de cada hombre, la respuesta es obvia: Es injusta y aberrante. Aunque -lamentádolo mucho- es democrática.  




lunes, 28 de enero de 2013

¿Para qué filosofía?





La huida de Aristóteles de la ciudad de Atenas para no caer en manos de sus enemigos y para que "no hubiera un segundo atentado contra la filosofía" (El primero fue la condena de Sócrates), muestra paradigmáticamente la situación de peligro que siempre acompañó  a ésta. La reforma educativa del ministro Wert, relega a la filosofía a la categoría de optativa y la sitúa en el camino de la total extinción del bachillerato. ¿Por qué debe mantenerse la filosofía en nuestras aulas? ¿Por qué es necesaria la filosofía? 
La filosofía surge en Grecia como amor a la sabiduría. Tiene como objeto central de su reflexión al hombre en la sociedad. Su objeto debe circuncribirse a las estructuras sociales para entender la realidad. Debe estudiar el pasado, entenderlo y comprenderlo a la luz del presente para situarse y adaptarse a la realidad actual. No debe desplazar a la historia sino comprender el momento histórico desde una perspectiva de totalidad. Sabiendo que los problemas humanos tienen una misma raíz antropológica, es quehacer del filósofo preguntarse sobre el sentido de su existencia e ir mas allá de la ciencia. El mundo se presenta ante el hombre con una complejidad desconcertante. Complejidad que va de lo social a lo científico, de lo económico a lo ético y religioso, de lo artístico a lo educativo, etc... Es entonces cuando la realidad vivida reclama una distinción de órdenes de verdad y una opción prioritaria de fines. Tal distinción implica a todos los hombres, sobre todo, al filósofo. De ahí el espíritu crítico de la la filosofía por problematizar el orden  y el fundamento  de las verdades del mundo de la vida para recuperarlas, en la palabra y el concepto, a través de un lenguaje crítico y razonado. Como dice Merleau Ponty, deberá encontrar el surgimiento del sentido en todos los niveles del mundo (Eloge de la Philosophie)). La filosofía pues, deberá conferir seguridad y brindar el asidero de más confianza al estipular un discurso razonado, desinteresado y libre de la voluntad de dominio. 
Su sentido crítico se manifestará en una actitud ética sobre una sociedad especialmente determinada, en este mundo de la vida, por el consumismo, la violencia deshumanizadora, el agnosticismo antropológico y religioso, los conflictos generacionales, la falsificación de los valores por obra de intereses solapados; por un progresismo técnico falto de fines, por una violencia sacralizada, por una mistificación política y artística y, en fin, por una falsificación interesada de lo ético, lo religioso y lo político. Sobre este suelo de su tiempo, el filósofo debe otorgarse la función de la duda, de la crítica, del inconformismo, de la puesta en entredicho de las realidades que experimenta. 
La fragmentación del saber científico-técnico, cuantificable y medible sobre la materia, es necesario para el dominio de la naturaleza y sus logros, permiten al hombre un bienestar, no exento de peligros, que la misma ciencia no está capacitada para abordar, por no ser competencia de su actividad.  Esto supone que ella no es una "superciencia", pero pretenderá situar el conocimiento científico en  relación con una visión global de la realidad ligada con el hombre. La filosofía deberá entonces colocar a las ciencias en su sitio propio dentro de esta totalidad de lo real asentada sobre suelo humano, que será la referencia a partir de la cual puede preguntarse por el "para qué" y "para quién" de la ciencia.
En fin, para esto y para muchas cosas mas, es necesaria la filosofía. Es un error eliminarla del bachillerato: “El estudio de la filosofía hace inteligible nuestra herencia cultural y nos posibilita apropiárnosla reflexivamente de un modo único, nos ayuda a integrar conocimiento, moral y sensibilidad de una manera que los saberes tecno-científicos, en su compartimentación, no permiten. La asignatura de Ética se ha visto envuelta en un estéril debate ideológico, que confunde su cometido: éste no es dictar nuestro comportamiento, sino hacer madurar la conciencia de nuestra responsabilidad con los demás y con nosotros mismos en tanto seres humanos; enseñarnos a elegir aprendiendo a dar razones de nuestra decisión. Suprimir la asignatura sería aberrante”, manifiesta el catedrático Manuel Barrios
Concluyo. ¿Para qué sirve la filosofía? Para ser  ciudadanos libres, responsables, y críticos, comprometidos con todo lo que atañe al hombre y su mundo. Otra vez se atenta contra la filosofía, expulsándola de nuestras aulas y condenando a la juventud a la peor de las  ignorancias: La de no saber qué saber. La lechuza de Minerva deberá tener sus grandes ojos, bien abiertos.



NB  Debate muy interesante sobre la filosofía: http://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q&esrc=s&source=web&cd=14&sqi=2&ved=0CH8QtwIwDQ&url=http://www.rtve.es/alacarta/videos/para-todos-la-2/para-todos-2-debate-filosofiahttp://www.rtve.es/alacarta/videos/para-todos-la-2/para-todos-2-debate-filosofia/2395248/&ei=LdZ1U4DZNsmB7QbuooCADg&usg=AFQjCNFroPfZsFGGh7Tbo4RopZxPnsAyow&sig2=gomVOLojovoNKXw-g8fm6Q&bvm=bv.66699033,d.ZGU



martes, 11 de diciembre de 2012

PLATÓN: Un Mito para Educar






Decía PLATÓN que educar consiste en mirar hacia la recta dirección. No fijar la mirada hacia las sombras que proyectan los objetos en la pared de la caverna, porque se trata de girarla, salir de la cueva para contemplar la luz del SOL exterior y ver los objetos, no como meras sombras proyectadas, sino en el mundo real. Hacer que lo que está oculto aparezca en todo su esplendor. De ahí viene la palabra verdad en griego "aletheia", lo que "no está oculto",  aquello que no está rodeado de obscuridad, sino de luz. desde este punto de vista, la educación consiste en liberar al hombre de las ataduras a las cosas sensibles, perecederas, mutables y no permanentes. Es rescatar desde el fondo confortable de la caverna, al ser humano atado a la ignorancia, a la molicie, al egoísmo; porque allí se encuentra instalado en una falsa seguridad, ya que desde su infancia no conoce otro mundo que aquel de las sombras. Vista así la educación es una aventura arriesgada, para salir del estado primitivo de naturaleza y descubrir una realidad que desconocemos, pero que nos hará mas libres, adultos y con mayoría de edad. El maestro arriesga mucho de quedarse en el empeño. Ha de convencer mediante argumentos persuasivos de la excelencia del conocimiento y de la sabiduría. Ha de inculcar a todos aquellos que se aferran a permanecer en la cueva, las ventajas de ser libres de la esclavitud de la ignorancia, arriesgando incluso su propia vida, porque habrá fanáticos que se resistirán a abandonar lo que ellos consideran su propia casa por no conocer otra mejor.

El Mito de la Caverna de Platón, nos sigue ilustrando desde la Grecia Clásica y cada vez que lo leemos, es fuente de inspiración y de sabiduría. Pertenece a los Diálogos de Platón y en concreto a La República o "politeia". Es una obra que trata sobre el gobierno de la ciudad, de la educación o "paideia" de los gobernantes y de los diversos sistemas políticos de gobierno, siendo el párrafo principal,  culmen de la obra, cuando PLATÓN manifiesta "que hasta que los filósofos no sean reyes o gobernantes y los reyes no se hagan filósofos, nunca acabarán los males de este mundo, Glauco". 
El mito, nos habla de unos hombres encadenados a la pared que hay que liberar. La liberación se consigue conociendo la auténtica realidad del ser  que no es otra sino la idea o "eidos". En esto consisten la verdadera ontología, en el des-velamiento o conocimiento del ser, frente a la apariencia o "doxa". El mito nos muestra cual es el verdadero objeto de la investigación filosófica, que no es otra que el ser "to on" en la idea. Las sombras proyectadas en la pared son la "eikasía", las que no tiene entidad, es solo eso, apariencia y sombra, fuente de errores para gente confusa. Nadie puede construir un conocimiento sobres ellas -dice Platón- pues son como arenas movedizas que no soportan nada. La realidad está formada de cosas, creencias "pistis" y sombras, que no permanecen que son y no son a la vez. ¿De dónde vienen las ideas? Éste fue uno de los problemas agudos que Platón tuvo que solucionar. Comentaba que el sabio al saberlo todo, no necesitaba saber mas porque todo lo sabía; el que no sabe nada o necio total, tampoco era válido para el conocimiento filosófico, porque al no saber nada, no sabe "que no sabe" y tampoco sabe qué saber. De esta aporía o problema, sólo se sale siendo filósofo o "amante de la sabiduría", porque "saber es recordar lo que nuestra alma ha contemplado en el mundo de las ideas" o "cosmos noetós". El verdadero filósofo es el que hace de ella su vida. Es el amante de la sabiduría y debe estar en tensión para escuchar y desvelar el verdadero sentido de la realidad. De ahí el desapego del maestro Platón sobre lo perecedero y lo movible y su desprecio a las cosas de este mundo de apariencia o "cosmos horatós", por no ser sino copias imperfectas "metexis", imágenes, que participan y manifiestan "parousía" o modelos "paradigma" de la verdadera realidad que es la idea. No en vano la  raiz de la palabra idea, proviene de "eidein" que significa "ver", no con los ojos de la cara, sino con los del alma. Se trata de acceder, mediante el conocimiento al mundo de las ideas "cosmos noetos" para conocer las verdaderas realidades o ideas que en estricta jerarquización terminan en la Idea de BIEN, de la que emana o participan las demás ideas.
Pero el mito, también nos muestra una verdadera epistemología o "teoría del conocimiento" basada en la búsqueda de la ciencia o "epistemé" Para ello, hay que salir de la caverna donde solo hay un conocimiento de conjetura "eikasía" de imágenes y sombras o de creencia "pistis" en la contemplación directa de los objetos, que nos muestra un conocimiento sensible y opinable "doxa", y encontrar el verdadero conocimiento científico,  que está en la razón discursiva "dianoia" de la matemáticas, y en la razón intuitiva  "nous"  o dialéctica de las ideas.
No acaba aquí la fecundidad del mito platónico. También es fuente de inspiración  axiológica o de valores. El nuevo hombre salido de la caverna, debe ajustar su conducta a principios y valores éticos, en perfecto equilibrio y equidad, con la gran virtud que ha de presidir su relación con  él mismo y con el Estado: LA JUSTICIA o "dikaoisine". Debe ser un hombre prudente "frónesis" y recto para sí y los demás. Esto es una exigencia del conocimiento de las ideas y un principio "areté" que rige y se sitúa en la cabeza: el auriga que conduce el carro de nuestra existencia hacia el BIEN, y no hacia la "hedoné" o placer sensible. También ha de ser fuerte, valeroso y valiente "andreía" pero a la vez ha de controlar sus fuerzas y encauzarlas  al servicio de la "polis" o Estado; nunca dejarse llevar por la ira. Finalmente, debe ser moderado "sofrosine",  controlar sus apetitos y pasiones y someterse al recto juicio de la razón.




viernes, 16 de noviembre de 2012

UN NUEVO PARADIGMA






El mundo occidental y Europa en particular ha construido su identidad según los paradigmas de la cultura clásica greco romana y el cristianismo, que actuó como elemento aglutinador y sintetizador de la filosofía, el derecho y la religión.
El Cristianismo no se limitó a trasmitir un legado humanista enriquecedor de forma pasiva, sino que aportó elementos enriquecedores en lógica, ética y metafísica. La síntesis formidable de Tomás de Aquino es una muestra de lo que afirmamos. Sus aportaciones en  ética, derecho y política -sin olvidarnos de la metafísica y la teología- hacen del "Doctor Angélico" artífice y fundamento de los principios y valores de la cultura occidental europea.
La sociedad medieval fue la cuna donde se gestaron los fundamentos de la sociedad moderna occidental. Los principios y los valores que daban sentido a la  sociedad medieval, estaban ligados a la metafísica del ser,  a la ética del Derecho Natural y a la política como realización social de aquel ideal. La arquitectura ético-social, era perfecta, ordenada, de acuerdo con unos valores éticos cuya finalidad se apoyaba, como el arco de medio punto de sus catedrales, en la trascendencia, gozne, cerrazón y sentido, de todo el edificio. Fue la Edad Moderna, suplantando  a la metafísica del ser por la epistemología del pensar, la que empezó a derribar este formidable edificio. Primero, eliminando la sustancia, (cosa en sí, -decía Kant- como incognoscible), para después eliminar la misma realidad de "existencia",  la causalidad y finalmente la trascendencia. La demolición de la metafísica afectó a la ética y la política. La ética eudemonista y teleológica del Aquinate, basada en la ley eterna, ley positiva y en el Derecho Natural, dejó paso a la ética racionalista, trasmutando los valores cualitativos por los cuantitativos y dejando al hombre sin el marco de referencia y la seguridad que hasta entonces poseía. La política, desprovista de su marco de referencia, se acomodó al convencionalismo de las normas y a sustituir el fundamento tradicional del poder, por la racionalidad del número y la cantidad.  (Cfr. Blog Cosmosnoetós, El imperio del número, 10/03/12).
Las consecuencias de lo meramente cuantitativo, no se han hecho esperar en el mundo actual. La democracia es el reino de lo cuantitativo, porque el número, la cantidad de individuos, son los que generan los mecanismos de poder. Las leyes y normas del legislativo, dependen del número de parlamentarios que apoyan una determinada ley. Son las mayorías -equivocadas o no- las que operan al margen de valores, tradiciones e ideas, y forman un "Corpus jurídico", sin que muchas veces  busquen el bien común de los ciudadanos a los que representan, sin escuchar lo que piensan o manifiestan las minorías. La disciplina de partido, se impone inexorablemente a la hora de votar una determinada ley, sin que se tenga en cuenta, la disidencia ni las opiniones contrarias, cualitativamente bien fundamentadas de la oposición, aplicando el rodillo de la mayoría. Es así como la referencia a la cantidad genera su propio orden axiológico: nada existe antes y más allá del número. La Ley, como expresión de una cantidad de voluntades a la que se denomina mayoritaria, es norma válida o inválida, pero la justicia o injusticia dejan de ser atributos operativos, para servir a fines partidistas de dudosa eticidad. ¿Dónde está el fundamento u orden de las esencias? ¿Dónde el Derecho Natural, como conjunto de principios que determinan el modelo de convivencia conforme a las exigencias de la naturaleza humana? ¿Dónde está la participación activa de la ciudadanía en asuntos de vital trascendencia para su bienestar? ¿Dónde encontrar un  nuevo orden axiológico humanista que nos haga recobrar la seguridad de los fines frente a la inseguridad de los medios? Sí, ya sé que estas preguntas y otras que podemos hacernos, no tienen una respuesta fácil. Pero ahí está el reto. Tal vez la respuesta esté en los Clásicos.



lunes, 29 de octubre de 2012

ETICA Y CAPITALISMO





¿Son incompatibles ética y capitalismo? El ensayo del economista Robert Skidelsky y  su hijo Edward, profesor de filosofía ¿Cuánto es suficiente? Qué se necesita para una buena vida, (Crítica), trata de asentar las bases teóricas de una nueva sociedad y de una nueva economía. Según estos autores, "lo necesario para disfrutar de una buena vida consiste en aspirar, materialmente, a sólo aquello que de verdad necesitamos." El problema es saber lo que "realmente necesitamos", en cada momento y en cada lugar, para actuar en consecuencia.  Afirman con rotundidad, que "la ética debe ser la base de la economía", eso sí, una ética humanista basada en los principios de la moral católica. El problema se agrava, según su opinión, porque la publicidad capitalista no ayuda, creando necesidades superfluas con el único afán de consumir, en una espiral que nunca acaba. La solución pasa por crear un nuevo orden y educar ciudadanos responsables que consuman estrictamente lo necesario, desechando lo superfluo y sean respetuosos con los bienes de la tierra. Potenciar el comercio cooperativista  y los mercados locales, frente a las grandes superficies, es otra de sus  recomendaciones. Desde el humanismo cristiano se exhorta a ver a los demás no como un objeto consumista, manipulable para conseguir beneficios, sino como una oportunidad para cooperar de acuerdo con principios justos y equitativos.
El ensayo de estos autores me parece un intento serio de búsqueda para solucionar los graves problemas que aquejan a la humanidad, aunque voluntarista y utópico. El problema  principal es conseguir un equilibrio entre progreso y sostenibilidad de los recursos. Entre llegar y no pasarse. ¿Quién establecerá la medida? No parece que sean los países y sus gobernantes, dependientes de las mayorías, cuyas políticas económicas sirven a intereses de poder consumista.Un nuevo orden mundial se impone, pero este no vendrá de los poderosos, los mercados o los políticos, sino de una sociedad civil que se conciencie que los recursos son limitados y escasos. En cuanto a las relaciones humanas siempre deberán asentarse sobre principios éticos de justicia distributiva y  del bien común. ¿Quién educará a los ciudadanos en estos principios? ¿Quién le pondrá el cascabel al gato en tiempos de crisis anteponiendo intereses generales frente a los particulares? ¿Por qué yo he de cumplir y el vecino no? Admitiendo como base el principio innato de conservación que por naturaleza tiene todo ser vivo, que nos hace egoístas desde que tenemos uso de razón, la educación y la publicidad del capitalismo materialista, creador de necesidades, no ayuda para nada en este loable empeño.



 

jueves, 5 de julio de 2012

NIETZSCHE, UN FILÓSOFO DE LA SOSPECHA

 

Junto a Marx y Freud, Nietzsche forma la trilogía de filósofos que podríamos considerar de la "sospecha", pues cada uno de ellos pone en tela de juicio toda la filosofía tradicional, haciendo una crítica demoledora. Se podrá estar  a favor o en contra de sus tesis, pero su conocimiento es imprescindible para conocer e interpretar nuestro tiempo.

Nietzsche, (1844-1900) hace una crítica al valor de la metafísica, la epistemología y la ética a partir de la afirmación o negación de la vida. Hoy me limitaré  a la epistemología y a la metafísica, y dejaremos para otro dia la moral. Para nuestro filósofo, todo gira en torno a la vida  considerada  como algo biológico, instintivo  e irracional, y todo ha de ser medido y comparado con ella. El error de la filosofía clásica, tradicional, de los griegos, ha sido sobrevalorar la racionalidad, y minusvalorar la vida en sí misma. Aunque esto no aconteció hasta el siglo V a. de Xto y la llegada de la decadencia griega con Sócrates y Platón. De hecho, es la Grecia  arcaica la que tiene aunténtico valor para Nietzsche. En ella se manifiesta con todo su esplendor el culto a Dionisos y Apolo; representando Dionisos, la vida es sus diversas manifestaciones, instintivas, irracionales y biológicas, y Apolo el mundo ordenado y racional. La manipulación de la decadente cultura griega liderada por Sócrates y Platón, tergiversa el mensaje tradicional, elevando a lo más alto la cultura apolínea como recta, luminosa, racional y ordenada, y demonizando lo dionisíaco con el no ser y la irracionalidad, rompiendo así la armonía entre estos dos principios, desde la época arcaica, donde lo dionisiaco era considerado -siempre a juicio de Nietzsche- como la auténtica verdad. Será a través del triunfo  de la moral judeocristiana y el monoteísmo, como se perpetuará  ésta manipulación en la cultura occidental, pervirtiendo los verdaderos principios heredados de la tradición griega hasta nuestros días. Por ello, la crítica de Nietzsche abarcará todos los ámbitos de dicha cultura: la filosofía, por inventarse un mundo racional, la moral por ser una moral de los débiles, y la religión por crear y creer en un mundo trascendente, alejado del mundo de la vida.

Empecemos por considerar la crítica a la filosofía empezando por la epistemología o teoría del conocimiento. Cuando la filosofía crea los conceptos y establece la diferencia entre esencia y rasgos accidentales, que dan  lugar a diferencias entre individuos, cree conocer la realidad. Pero cae en un error consistente en afirmar la existencia de la sustancia como realidad permanente y subsistente, cuando sólo es una creación metafísica de la mente sin correspondencia real. Desde este punto de vista, el hombre no tiene acceso al conocimiento real de las cosas ni desde la última instancia de la lógica o la razón. Las leyes de la naturaleza y sus principios no concuerdan ni se someten al imperio de la razón. Todo es mera invención, todo es quimera, fruto de un deseo del hombre por someter a regularidad y necesidad lo que es contradición, cambio y contingencia. La objetividad -de la que se vanagloriaba la filosofía tradicional- no existe. A juicio de Nietzsche, la metáfora y el arte son más adecuados para expresar y captar la realidad, que la filosofía. ¿dónde queda, pues, la filosofía como instrumento válido para desentrañar los grandes interrogantes del hombre? No lo sabemos. Para Nietzsche, todo se explica en la creencia absurda de una realidad absoluta inventada por el platonismo ( el mundo de las ideas) y el cristianismo (el Dios cristiano). La objetividad del conocimiento, salta por los aires y se diluye en un perspectivismo subjetivista carente de  objetividad. Su epistemología se fundamenta en un relativismo subjetivo y vitalista.

Pero si demoledora es la crítica al conocimiento, no lo es menos a la ciencia y las matemáticas. Ninguna de las dos reflejan y explican la realidad; son construcciones humanas parciales que miden la realidad miopemente, olvidando aspectos cualitativos, imaginativos, instintivos, vitales. No existe una realidad objetiva, cuantitativa, geométrica, con leyes fijas e inmutables. No existen leyes universales y necesarias. Todo se explica desde la unidad de la razón que inventa un mundo ficticio, pero a juicio de Nietzsche, esto es erróneo por sobrevalorar la razón el mundo de la cantidad, despreciando la cualidad, la pluralidad, el movimiento. La razón ha sobrevalorado el especto cuantitativo, olvidandose del cualitativo. De acuerdo con Nietzsche, ya que el hombre no es solo razón sino sentimiento y pasión, pero cae en el error  maniqueista y partidista de afirmar una parte olvidando la otra, tal vez hastiado de tanto idealismo.

La parte más noble de la filosofía es la metafísica. Ella es el corazón que da fuerza y vitalidad a las otras partes de la filosofía como fundamento. Nietzsche lo sabía y por eso ataca a a sus fundamentos. La metafísica tradicional ya fue demolida por Kant como conocimiento científico, pero esto le parece insuficiente a Nietzsche. La tradición metafísica occidental toma como verdadera la reflexión de la razón, sin darse cuenta de que lo que fundamenta esa reflexión no es la lógica, sino la necesidad que tiene el ser humano de sobrevivir en un mundo donde todo es devenir. La filosofía presenta un mundo inadecuado e inverosimil, una realidad bajo la apariencia de totalidad y racionalidad que no existe. Para ello, crea una serie de conceptos básicos como Dios, alma, mundo, substancia, esencia, unidad, permanencia... Pero el mundo de los sentidos nos muestran otra percepción contraria, movimiento mutabilidad, cambio, multiplicidad, corporeidad, etc. Es el mundo de Platón y la escisión entre  Cosmos noetós (mundo de las ideas) Y Cosmos horatós, (mundo de las cosas). El primero es el mundo de la verdadera realidad, objetivo, inmutable, eterno, objeto de la verdadera ciencia y paradigmático; mientras que el segundo es el de la apariencia, mutabilidad, movimiento, temporalidad, subjetivo, y cambiante. El grave error de la filosofía occidental, ha sido aceptar la tesis metafísica del platonismo, la valoración positiva del mundo del espíritu y sus nefastas consecuencias, en detrimento de la corporeidad y del sentido de la vida. Con la inestimable ayuda del cristianismo y la religión, la cultura occidental se manifiesta como decadente y equivocada, y más concretamente, la metafísica. Ésta es signo de tendencias antivitales, guiadas por un instinto filosófico ajeno al mundo de la vida, mentiroso y superfluo. Creador de categorías metafísicas que solo están en la mente calenturienta de los filósofos, como ser, substancia, esencia, etc., frente al verdadero mundo cambiante de los sentidos. Pero no contento con esto, Nietzsche hace una crítica a la metafísica desde la gramática. Según él, el lenguaje da una visión errónea de la realidad: la estructura sujeto-predicado, el empleo unívoco de las mismas palabras para designar distintos individuos, y la primacía que tienen las oraciones con el verbo ser, favorecen la creencia en una concepción sustancialista de la realidad, y crea a ésta de realidades y esencias de naturaleza universal, que en realidad no existen y distorsionan la visión que tenemos del mundo real. "La razón en el lenguaje: !Oh que vieja hembra engañadora...! Creo que no vamos a desembarazarnos de la idea de Dios porque aún seguimos creyendo en la gramática" Crepúsculo de los ídolos, Alianza editorial, pág. 49


martes, 19 de junio de 2012

Los Ciclos de la Historia



               "Todo vuelve  y retorna eternamente,
                 cosa  a la que nadie  escapa"
                  
                                       Friedrich Nietzsche


Cuando España vive momentos de zozobra e incertidumbre y cunde el pesimismo, es necesario apelar al sentido común y no perder la esperanza. La historia se repite cíclicamente, como ya pronosticaron los clásicos griegos, Hesíodo  (Los trabajos y los días) y Platón sobre el mito de la edad de oro. También en Oriente se desarrollaron teorías cíclicas de la historia en China (Teoría del ciclo dinástico), así como en el mundo Islámico con Ibn Jaldún. El Cristianismo, sin embargo, desarrolló una teoría lineal de la historia basada en el judaísmo bíblico del Antiguo Testamento, situando a Jesús de Nazaret, como el acontecimiento más importante de la historia entre el alfa de la creación y el omega del fin del mundo.
Si como afirma la Bíblia, hay tiempo de vacas gordas y de vacas flacas, lo importante ahora es relativizar las decepciones y comprender que la escasez y la abundancia se suceden en ciclos a lo largo de la Historia. El hombre es un ser contingente y su vida también. Mil peligros nos acechan; de hecho "la vida  del hombre -según Kant- es pasar una mala noche en una mala posada". Pasa como con la edad, cuando cumplimos 40 años, nos apesadumbramos y hasta tenemos depresiones; ahora con  50 o 60 años, añoramos los 40. Hemos vivido la época más esplendorosa y de bienestar de nuestra nación en toda su historia; ahora no nos gustaría vivir como lo hicieron nuestros padres en las posguerra. Hoy, afortunadamente, no estamos como entonces, pero debemos tomar conciencia de que todo puede suceder.
Como profesor, siempre he vivido modestamente, sin grandes altibajos. No le he dado mucha importancia a mis finanzas, así que he soportado estoicamente las alzas y las bajas, siendo pariente cercano a  "penia" (escasez) y educado en la pobreza, primero, profesando el voto de pobreza como religioso y posteriormente como algo que ha imprimido carácter en mi forma de vida. Mis comienzos en la enseñanza fueron de tal precariedad económica, que algunos amigos y familiares se reían del precario salario recibido, después de tantos sacrificios de estudio y oposiciones. Comparado con otras profesiones u oficios, siempre salía perdedor. Mis hijos, no entendieron tanto esfuerzo y dedicación al estudio, para tan exiguo salario; ninguno se hizo profesor, conocida la experiencia de su padre. En Francia conseguí juntar una cierta suma de dinero que me alejaba de la pobreza y me acercaba a la riqueza, lo que me llevó a cuestionarme que algo estaría haciendo mal para que me ocurriese tal cosa. La flexibilidad de adaptación en el extranjero, me sirvió para saber que no debemos instalarnos en ninguna parte, pues ciudadanos del mundo somos -decía Séneca- y nada nos pertenece; somos pasajeros en el eterno devenir del tiempo.
Hoy me vienen a la memoria las palabras de un filósofo por el que siento un cierto aprecio, Nietzsche y el Eterno Retorno. Sus palabras resuenan hoy más que nunca "!Todo vuelve y retorna eternamente, cosa a la que nadie escapa!" ¿Es una pesadilla, una calle sin ninguna salida? ¿Estamos atrapados en un destino ya totalmente escrito que se repite una y otra vez (como un libro cíclico, el que termina con su principio, y empieza con su final) , sin descanso alguno durante el infinito? Algo así fue lo que pensó Nietzsche. ¡ Y si fuere cierto! ¡Hagamos de esta pesadilla la construcción de nuestro mayor sueño, "vivamos de manera tal que deseemos volver a vivir", pues "mirémonos frente a frente, somos hiperbóreos ", hagamos todo de manera tal que nos acerquemos los más posible a la perfección, tal vez así, tallando precisamente con el cincel de la persistencia reproduzcamos la puerta de salida, atravesemos el umbral, en aquel punto exacto donde se halla la salida del círculo: "el mediodía que es también mi medianoche ". !Amemos el mundo tal como es!: hermoso, cambiante, esperanzador, contingente, como la vida misma; en la abundancia y en la escasez, en la salud y en la enfermedad. Porque amar el cambio,  es amar la vida. Sólo así viviremos desarraigados y ligeros de equipaje, para no tener que pagar a plazos el precio de nuestra ruina. 



lunes, 18 de junio de 2012

PARADIGMA



                                                      "Yo soy yo y mis circunstancia, 
                                             y si no  la salvo a ella no me salvo yo"           


                                                                                    José Ortega y Gasset.


Cada uno de nosotros cuando nace no tiene que inventar su mundo. Éste está constituido por una serie de parámetros ajenos a nuestra voluntad. El modelo en el que desarrollamos nuestra personalidad está hecho. Los griegos lo llamaban paradigma, ejemplo, modelo, entorno o circunstancia, que va a ser determinante para nuestra identidad personal. En las ciencias sociales, el paradigma se encuentra relacionado al concepto de cosmovisión. El concepto se emplea para mencionar a todas aquellas experiencias, creencias, vivencias y valores que repercuten y condicionan el modo de ser de una persona y que actúa en función de ello Esto quiere decir que un paradigma es también la forma en que se entiende el mundo. Por ello nuestro mundo se configura mediante la educación recibida, las creencias religiosas, familiares, políticas y económicas, que son las que moldearán nuestra forma de ser más de lo que a primera vista pudiera parecer. La prueba es evidente: la mayoría de la gente que nace en un determinado lugar habla el mismo idioma, tiene las mismas creencias religiosas, defiende una determinada cultura, una determinada política, y hasta siente la misma afición deportiva por un determinado equipo, etc., lo hacen desde un mismo paradigma. 
Esto es debido a que normalmente no elegimos nuestras creencias, que condicionan nuestra  forma de comprender la vida, nuestros valores, que influyen en nuestra libertad para elegir, nuestras  aspiraciones que marcan la meta a la que queremos llegar, nuestras prioridades, que manifiestan lo que consideramos más importante. Todo este conjunto o trasfondo donde discurre nuestra vida lo llamamos paradigma o circunstancia. Sería, algo así, como la forma en que comprendemos, sentimos y valoramos el mundo, desde nuestra mismidad, y por  la que pensamos tener cierta certeza de ser felices.
Estas cincunstancias serán determinantes para establecer el horizonte de nuestros deseos y aspiraciones, de tal manera, que el mundo lo veremos bajo el prisma que ellas nos configuran siendo raiz de nuestros estados de bienestar o malestar. Por eso, Ortega nos advierte que "si no salvo mi cicunstancia no me salvo yo".
¿Existe la objetividad? Esta pregunta es obvia, si admitimos que todo lo que comprendemos lo hacemos bajo el prisma de nuestra circunstancia o de nuestras emociones, de tal manera que cuanto más identificado esté con algún acontecimiento, mas suceptible de ser deformado lo veré. No, no existe la objetividad, sino la perspectiva que para cada uno es diferente, desde su propia subjetividad. Tener esto en cuenta es muy importante para el diálogo con los demás y para superar viejos dogmatismos, por una parte, y el relativismo por otra.




viernes, 13 de abril de 2012

PRISIONERO DEL DESEO







Uno de los principales rasgos de la sociedad moderna es la insatisfacción crónica que padece. El motivo fundamental es que nos han hecho creer que con la satisfacción de nuestros deseos materiales vamos a ser más felices. Esa es la labor de la publicidad y su objetivo fundamental: Crear necesidades -la mayoría prescindibles y superfluas- para proyectar ciudadanos cuya esencia consiste en ser consumistas.
Tanto la Psicología como la Sociología han estudiado este fenómeno que caracteriza a nuestro tiempo. Yo me limitaré a hacerlo desde claves psicológicas para profundizar en lo que denominamos "tendencias". Entendiendo como tales los hechos psicológicos por el que el sujeto tiende hacia un objeto y lo desea. Obviamos el problema moral de las tendencias sobre su bondad o maldad y sobre su licitud. Se trata de dos problemas específicamente distinto. Así, por ejemplo, comer fruta robada puede ser una falta moral, pero, desde el punto de vista psicológico, es un modo adecuado de satisfacer una necesidad de alimento. El fin de la Etica es conseguir la felicidad humana; el fin de la psicología de las tendencias es conseguir la salud psíquica del hombre. El estudio de las tendencias nos lleva a definir qué es la motivación o tendencias sensibles de origen instintivo, pero susceptibles de un control voluntario, o la propia voluntad o tendencia a un bien no sensible de naturaleza intelectual.
La motivación es aquel conjunto de necesidades y tendencias que provoca la aceptación o rechazo de un determinado objeto. Es un mecanismo psicológico por el que el ser vivo logra la adaptación con el medio ambiente y la satisfacción de las necesidades y tendencias innatas y adquiridas. Las hay de origen fisiológico y psicológico. Las primeras son necesidades orgánicas necesarias para la función vital del ser vivo: sed, hambre, respiración, cansancio, sueño, eliminación, sexualidad e instinto maternal o paternal; las segundas se desarrollan mediante hábitos de aprendizaje y por la carencia de algo psíquico que se estima o necesita: afecto, libertad, seguridad, comprensión, aprobación, aspiraciones, relaciones interpersonales, intereses e incentivos. etc
Junto a las motivaciones, los seres humanos tenemos las emociones o estados afectivos producidos por la presencia o ausencia de un objeto necesario para la realización de una tendencia. Las emociones se manifiestan en los sentimientos, como la simpatía, el amor, la compasión, serían estados afectivos de carácter duradero. La cólera, la angustia, el miedo, serían estados transitorios, menos duraderos; y, finalmente, las pasiones, tienen más fuerza que los sentimientos, como el amor, el odio, los celos, etc.
¿De qué manera podríamos actuar para conseguir una adecuada adaptación y satisfacción de nuestras necesidades? La respuesta, obviamente, ha de buscarla cada uno en su interior y en su comportamiento con los otros. Pero, existen ciertos criterios que pueden medir nuestro grado de integración, adaptación y satisfacción personal y de aceptación por parte de los demás -me limito a enumerar algunos, aunque no todos-, tales como, la capacidad de trabajar y de comprender a los demás; la visión realista del mundo que le rodea y su nivel de aspiraciones; auto control de la conducta y facilidades de conseguir gratificaciones por parte de la persona con las que se convive; autonomía y responsabilidad en las propias acciones; respeto a la autoridad  y a las normas de convivencia ajena; integración entre lo que se cree y lo que se practica. etc.
La persona de este modo configurará una personalidad estable, que le permitirá una mejor adaptación al medio, y el auto control de sus tendencias, propio de una persona madura, libre y responsable.




lunes, 2 de abril de 2012

LEIBNIZ, UN ESPÍRITU ENCICLOPÉDICO




"Ningún hecho puede ser cierto o existir y ninguna afirmación verdadera, sin una razón suficiente para que sea así  y no de otro modo; aunque con mucha frecuencia estas razones permanecen ocultas para nosotros"
                                                       
                                                                           GOTTFRIED LEIBNIZ



Leibniz es un gran espíritu enciclopédico. Es uno de los filósofos más  considerables que ha conocido la humanidad. Es uno de los hombres de quien con mayor razón puede decirse que es un sabio renacentista. Está realmente a la altura de un Aristóteles o un Descartes. En su tiempo tuvo una autoridad científica indiscutida, no sólo en filosofía sino, también en física, en matemáticas, en jurisprudencia, en teología, en psicología. En todo aquello que puso su mano, el saber alcanzó un alto grado de excelencia. Leibniz nació en Leipzig en 1646, practicamente al finalizar la guerra de los Treinta Años. Estudió en la Universidad de su ciudad natal donde conoció  el pensamiento de Platón, Aristóteles, la Escolástica y la filosofía de Descartes. A los 19 años se doctoró en Derecho, dedicando a partir de entonces gran parte de su actividad a la carrera política y diplomática. Murió en 1716. Dos fueron las principales controversias que sostuvo Leibniz durante su vida: La autoría del Cálculo infinitesimal frente a Newton; y el filosófico frente a J. Lock sobre el origen del conocimiento.

Su filosofía comienza con el concepto de MÓNADA, aunque parte de la definición de la idea básica de  sustancia cartesiana como autónoma e independiente de cualquier otra sustancia en su ser y en su comportamiento.Sin embargo, Leibniz critica y rechaza dos puntos fundamentales del cartesianismo: La concepción cartesiana de la extensión como esencia de la sustancia material y el mecanicismo como explicación del movimiento. Acepta en física, la idea atomista, valorando y reconociendo la pluralidad y la individualidad, dando una parte de razón al empirismo y al materialismo de su tiempo. También acepta la idea de autonomía e independencia de lo simple. Pero Leibniz también  retoma de la tradición la idea formalista, contraria al espíritu del empirismo y del materialismo. Ello le permite recuperar la idea de finalidad, estructura e integración.
El enorme genio sintetizador de Leibniz aglutina todos estos ingredientes en el concepto de Monada, entendida como "ser capaz de acción". Son sustancias simples, creadas di rectamente por Dios e incapaces de generarse por síntesis ni de comportarse por disgregación. Son "res cogitans" alma, vida, fuerza (vis). Son infinitas y su unión es la que explica los agregados o sustancias compuestas de la naturaleza. Son herméticas pero realizan una actividad que no es reacción ante estímulos exteriores a ellas, sino producto de la autoenegía. Esta autoactividad es doble: representaciones y apeticiones. Las representaciones pueden ser conscientes (apercepciones) e inconscientes (percepciones) Aquí es donde aparece por primera vez la diferencia entre conciencia y subconsciente y con ella la superación del mecanicismo cartesiano ( los animales tienen alma, aunque no tengan conciencia. Se rompe ese dualismo entre extensión y pensamiento). Cualquier mónada, en virtud de su espontaneidad y autoenergía, representa inconscientemente el cosmos entero. Es, por ello, un pequeño mundo que contiene virtualmente infinitas posibilidades de desarrollo.
El desenvolvimiento de la autoenergía de cada mónada corre paralelo con el desenvolvimiento de la autoenergía de las demás  (sincronía) sin interferencias. Esto explica que cada mónada sea un microcosmos y que, en el caso de la mónada espiritual, se produzcan ideas y, lo que era un gran problema, se correspondan con las cosas. La interpretación metafísica de la realidad en Leibniz es muy compleja, porque recoge y sintetiza las ideas centrales de las dos tradiciones: la idea organológica y teleológica del pensamiento clásico y la idea atomista, adoptada por los científicos de su tiempo como el santo y seña del modelo científico de la modernidad. Para Leibniz, cada mónada es parte, individuo; pero también es "Todo", organismo. Esta difícil y original visión de la estructura de la realidad por parte de Leibniz,ha sido posible en virtud de dos descubrimientos portentosos: la espontaneidad o dinamismo a priori de las mónadas (idea moderna) y LA ARMONÍA PREESTABLECIDA. Es evidente que Leibniz ofrece una interpretación de la realidad en términos vitales. Cualquier mónada contiene un infinito de posibilidades. Desde una perspectiva actual, esta idea parece aprovechable, porque de otro modo no sería posible explicar la evolución de la materia orgánica a partir de la inorgánica. El fenómeno evolutivo a partir del sustrato energético, apoya cada día más la idea leibniana de acudir a un "plan de construcción", en los elementos originarios de la materia, a una especie de imaginación preconsciente o protofantasía, que contiene virtualmente, (esquemas anticipadores o razones seminales de Agustín), la complejidad del desarrollo evolutivo posterior. En otras palabras, para que de la materia haya podido emerger la vida y la conciencia, se hace imprescindible que esa materia sea interpretada ya en términos vitales, conteniendo desde el principio virtualmente (potencialmente) las semillas de lo que el tiempo ha producido después. Por eso yo, de acuerdo con Leibniz, defiendo que la conciencia y la libertad, así como la inteligencia, son luces que se van atenuando conforme nos adentramos en la noche de la historia evolutiva, pero que nunca llegan a desaparecer, porque en el sustrato originario ya existía un "plan" preconscientemente anticipado y querido. Naturalmente esta interpretación de la realidad dista mucho de ser mecanicista.

Leibniz defiende la independencia e individualidad de las mónadas; cada cual dotada de plena espontaneidad y autoenergía; es decir, absolutamente libre, sin influencias exteriores. Así que aquí el individuo queda a salvo del allanamiento que sufre en los monismos, como el de Spinoza o como en el posterior de Hegel. Pero Leibniz valora también la idea organológica, la idea de totalidad, de estructura, de integración. Y, por aquí viene siempre el peligro de allanamiento del individuo en el sistema totalitario, donde lo que tiene primacía es el "Todo" ante cuyos intereses está legitimado sacrificar las partes o los individuos.
Leibniz hace un esfuerzo por salvar la idea de totalidad sin sacrificar la sustancia individual. Pero, ¿Lo consigue?. Es indudablemente cierto el principio de autonomía e independencia de las mónadas cuya actividad es producto de una AUTOENERGÍA. Pero también es cierto que hay una "armonía preestablecida" y una "razón suficiente" de todo lo que ocurre en el mundo. Y, por aquí, sí que podría venir un grave obstáculo a la libertad, porque el desenvolvimiento de esa autoenergía, podría tener un "telos" (fin) determinado a priori por las exigencias de la razón, puesto que la estructura de la realidad, como defendió Spinoza -siguiendo a Descartes- es lógico-matemático-geométrica.

La monadología, que es una teoría metafísica para interpretar el conjunto de la realidad, se convierte en teoría del conocimiento y de la ciencia, cuando se centra en el reino espiritual.
Para Leibniz hay tres clases de contenidos del espíritu:
Contenidos de los sentidos externos: son las cualidades subjetivas que no pueden resolverse en conceptos. No ofrecen los caracteres de "universalidad y necesidad," propio de los objetos científicos. En este ámbito falta falta la objetividad y no es posible hablar de ciencia, dadas sus características.
Contenidos de la imaginación: Son el "número y la extensión". Son datos sensibles comunes a todos los objetos, pero aún no tienen el rigor y los caracteres de la ciencia.
Contenidos del entendimiento: son las "ideas y las categorías".
Es el entendimiento el que ofrece  los carateres de necesidad y universalidad, propios del conocimiento objetivo (científico). ¿Cómo lo hace? Se anticipa ya la solución kantiana: son las estructuras del entendimiento las que hacen inteligible lo sensible. Para que se entienda: Platón dijo que eran las ideas inmutables y eternas, situadas en otro mundo, las que hacían inteligibles  las realidades materiales. Sería Aristóteles quien pondría la inteligibilidad de las realidades materiales en las "morphes" o principios físicos determinantes de la esencia. El Cristianismo, también colocó en las formas trascendentes (ideas divinas) los principios inteligibles de la realidad. La filosofía moderna, desde que se inauguró el "Cogito," explica la inteligibilidad de lo real también en virtud de formas; pero estas formas ya no son las esencias de las cosas, entendidas como principios físicos, al estilo aristotélico; mucho menos, formas trascendentes; se trata de formas inmanentes a la conciencia que son las que constituyen la estructura del pensamiento mismo, y que por lo tanto, a priori condicionan todos sus contenidos, haciéndolos inteligibles.
Leibniz, lo mismo que hizo Platón y como también hizo Descartes, comienza por ver en las Matemáticas las primeras categorías (estructuras a priori o formas) del entendimiento. De ahí, pasará a la metafísica y empezará a hablar de sustancia, causa,efecto, acción, semejanza, unidad, pluralidad, duración, etc... Véase como se anticipa ya lo que será la solución de Inmanuel Kant. La enseñanza de Leibniz se sintetiza en lo siguiente: sólo en virtud de las categorías del entendimiento  podemos utilizar científicamente los datos del conocimiento sensible. Estos son, por tanto, necesarios para el conocimiento científico, pero no suficientes.esta doctrina de los Nuevos Ensayos, nos trae a la mente, aquel texto de la C.R.P., en el que Kant afirma que si bien es cierto que todo conocimiento nuestro comienza por la experiencia, no lo es menos que no todo lo que hay en el conocimiento proviene de la experiencia. Se anticipa a Kant, al entender las estructuras del pensamiento como formas a priori de la experiencia y condiciones necesarias para hacerla inteligible.
Este es el sentido que tiene la defensa del innatismo frente a los empiristas ingleses: Locke y Hume. El innatismo de Leibniz de lo que consideraban sus enemigos: es un innatismo de estructuras. No se trata de contenidos con los que nacemos, sino de DISPOSICIONES, APTITUDES O VIRTUALIDADES DE LA MONADA ESPIRITUAL, que por ser fuerza primitiva, espontaneidad y autoenergía, conoce la sustancia, lo uno, lo múltiple,la causa, el efecto, la reciprocidad,etc.
Pero la polémica de Leibniz- Locke sobre el innatismo es más profunda de lo que parece a los ojos del profano. Es la polémica, ya histórica, entre racionalismo y empirismo en torno al  modelo de ciencia y de método de investigación científica. Esto es lo que realmente se debate. En palabras más claras e inteligibles: Para que podamos hablar de ciencia, ¿basta con que los enunciados sean simplemente probables, (con mayor o menor grado de probabilidad, pero simplemente probables) o se requiere que sean estrictamente ciertos y necesarios? Desde otro punto de vista: ¿La ciencia debe emplear métodos sintéticos, inductivos y, por ello, aleatorios o métodos analíticos, deductivos y por ello, necesarios? Se enfrenta el modelo de ciencia que soñó Descartes bajo el respeto casi sagrado a la matemática, con el modelo que sueñen los pragmáticos ingleses desde Ockham hasta Hume, que, como buenos ingleses, prefieren sacrificar la precisión y la exactitud a la praxis. Lo cierto es que los primeros científicos de la modernidad, desde Copérnico a Galileo, son racionalistas y hacen física siguiendo el patrón teórico del padre del pensamiento moderno. Newton es el primer científico moderno, ya en la época del Barroco, que rompe con el molde metodológico del racionalismo y se dedica a sacrificar los hechos mostrando un sobrerecogimiento, también, casi religioso, por los datos y por los procedimientos inductivos a posteriori.
Leibniz considera que la verdadera ciencia debe basarse en contenidos rigurosos y necesarios y que, por ello debe realizarse con una metodología deductiva y analítica. Por eso, para él, el modelo de ciencia es la Matemática. Véase la distancia con respecto a Kant para el que el modelo de saber científico es ya, como para Newton, la Física. Leibniz piensa que la inducción no da más que simple probabilidad, y que ésta, no nos permite conocimientos más rigurosos que las simples asociaciones que realizan los puros brutos. También aquí se puede ver una anticipación del agnosticismo de Hume con respecto a la física.
La física para Leibniz es un ámbito menos claro, más confuso y más problemático que el ámbito de la matemática. Pero piensa que también puede ser conocida científicamente, aunque a la postre no resulte un conocimiento modélico. En esto se diferencia de los empiristas ingleses, Locke y Hume, para los que, paradógicamente, la física no es posible como ciencia rigurosa, porque considera el mundo físico como algo absolutamente contingente y vaciado de necesidad.
En Leibniz no ocurre esto con el mundo de las ideas matemáticas, pero tampoco con el mundo físico, porque, dada su concepción matematico-geométrica de la realidad, piensa que todos los procesos naturales e incluso humanos, están penetrados de una necesidad que, como decía Spinoza, es lógica. Por eso es posible el conocimiento científico (Física) de ese mundo, pues no está vacío de inteligibilidad. Únicamente, tal conocimiento habrá que conseguirlo siguiendo los principios del método cartesiano.
Lo que ocurre es que el entendimiento humano, en contraposición con el divino, tiene infinitud de limitaciones. De ahí que no siempre está en condiciones de descubrir los nexos o vínculos necesarios de ese gran sistema  deductivo y analítico que es la realidad. Pero los nexos y los vínculos están ahí porque toda la realidad, la natural y la humana, tiene una idéntica estructura: la matemática o lógica. Así que la realidad tiene siempre una estructura lógica y racional; lo que ocurre es que el entendimiento humano no está siempre en condiciones de captarla.
Este es el sentido que tiene la distinción leibniana entre VERDADES DE RAZÓN y VERDADES DE HECHO. Las primeras son analíticas y necesarias (Matemática), basta con analizar el sujeto de la proposición para encontrar que el predicado le conviene. Por ejemplo: "un todo es mayor que sus partes." Basta con analizar la idea de "todo" para comprender que es mayor que sus "partes"; para comprender que no puede ser de otro modo y que el predicado  le conviene "necesariamente". Estas verdades se basan en el principio de "contradicción" exclusivamente; es contradictorio para el entendimiento, que "un todo no sea mayor que las partes." Las verdades de hecho son sintéticas y aleatorias (Física). No son analíticas, es decir, no basta con analizar el sujeto para comprender que el predicado le conviene; Tomemos otro ejemplo: "Colón descubrió América". Esta proposición enuncia un hecho que podemos descubrir en los libros de Historia. Esta verdad no es analítica, ya que por mucho que analizáramos el concepto "Colón", nunca deduciríamos que descubrió América, como hemos deducido entre "todo" y "partes". No es una verdad analítica, sino contingente: Colón podía no haber descubierto a América y hacerlo otro, y no pasaría nada. Estas verdades contingentes y no necesarias se fundamentan en un principio llamado de "razón suficiente". Este principio establece que todo lo que existe o sucede tiene una razón para existir o suceder. Aplicado a nuestro ejemplo, el principio exige que hay alguna razón suficiente para que Colón descubriera América, por si no, no lo habría hecho. ¿Por qué hizo esta distinción Leibniz? Volvemos al tema de la libertad: Para salvar la libertad de los actos humanos. A primera vista parece difícil de mantener esta distinción porque a la postre las verdades de hecho se convierten en verdades de razón -así ocurre con Dios para quien no existen verdades de hecho sino que todas son analíticas de Razón. Veámoslo por partes. Si Colón descubrió América, es porque había una razón suficiente para hacerlo. Esta razón no puede ser la pura "gana". La gana no es sino la carencia de razones: el que dice haber hecho algo "porque le dio la gana" en realidad está diciendo que lo hizo sin razón alguna suficiente. pero esto es irracional. Luego si hubo una razón ésta está en Colón, y puede ser porque era marinero, porque conoció a los Reyes Católicos etc Sería necesario hacer un análisis infinito para convertir las verdades de hecho en analíticas de razón; y aunque facticamente es imposible hacer este análisis teóricamente sí lo es.
En otras ocasiones, Leibniz nos muestra que hay otra diferencia radical entre ambas verdades. Las verdades de razón se refieren a esencias, mientras que las verdades de hecho se refieren a existencias. En  las verdades de razón su verdad es independiente de que existan o no los objetos a los que se refiere; ejemplo: "los tres ángulos de un triángulo suman dos rectos"; esto es verdad con independencia de la existencia del triángulo. Mientras que en las verdades de hecho, Colón tiene que existir para descubrir América.
Pero para Dios, Mónada Espiritual, no hay verdades de hecho, son todas de razón. (también aquí la libertad, tanto la divina como la humana, se ve amenazada por esa férrea necesidad lógico-matemática tal y como ocurría en Spinoza, y ha de ocurrir a la fuerza en todo sistema racionalista.) Los seres humanos, por el contrario, tenemos muy pocas verdades de razón y muchísimas de hecho (aleatorias, contingentes, no necesarias, temporales.) Por eso sabemos científicamente tan pocas cosas. Pero esta contingencia, no es constitutiva de la realidad sino consecuencias de las limitaciones de nuestro intelecto. De ahí esté garantizado el progreso indefinido de las ciencias, porque la mónada espiritual es limitada en el tiempo, pero con el tiempo, es un abismo de posibilidades.

En resumen, para Leibniz, el modelo de saber científico es la Matemática y no la Física, porque valora lo universal, lo necesario y lo intemporal (le parece que la verdad ha de ser intemporal y necesaria). Los juicios de la verdadera ciencia son los juicios analíticos que se dan en la Matemática. Pero el significado histórico de Kant está en haber descubierto los juicios sintéticos a priori y con ellos, haber realizado la fundamentación teórica de la Física como ciencia de lo necesario. Para Leibniz solo hay juicios analíticos, que son a priori, y que aportan necesidad; y juicios sintéticos, que son a posteriri y solo dan probabilidad. El sentido y la originalidad kantiana consiste en haber descubierto unos nuevos juicios que son a la vez sintéticos y a priori: por lo primero, son físicos y no matemáticos; por lo segundo, sacan a la física del lamentable estado en que quedará con Hume, para hacerla ciencia de lo necesario, auténtica ciencia.
Dios, aparece en Leibniz como el principio de Razón Suficiente de todo el cosmos en tres dimensiones: Lógica, ontológica y teológica, siendo nexo de unión de todas ellas. Las tres se pueden reducir a una sola, dentro de la mentalidad idealista-racionalista. En efecto, lo que se quiere decir es que lo ideal-esencial, constituye el núcleo ontológico de la existencia real y, por eso, su principio y razón suficiente. Esta forma de hablar, no nos es desconocida; a todos nosotros nos recuerda al viejo maestro griego, descubridor del mundo de las ideas. Él fue el primer racionalista de la historia y la semilla que ha fructificado en nuevos y continuos platonismos.