NIETZSCHE, UN FILÓSOFO DE LA SOSPECHA
Junto a Marx y Freud, Nietzsche forma la trilogía de filósofos que podríamos considerar de la "sospecha", pues cada uno de ellos pone en tela de juicio toda la filosofía tradicional, haciendo una crítica demoledora. Se podrá estar a favor o en contra de sus tesis, pero su conocimiento es imprescindible para conocer e interpretar nuestro tiempo.
Nietzsche, (1844-1900) hace una crítica al valor de la metafísica, la epistemología y la ética a partir de la afirmación o negación de la vida. Hoy me limitaré a la epistemología y a la metafísica, y dejaremos para otro dia la moral. Para nuestro filósofo, todo gira en torno a la vida considerada como algo biológico, instintivo e irracional, y todo ha de ser medido y comparado con ella. El error de la filosofía clásica, tradicional, de los griegos, ha sido sobrevalorar la racionalidad, y minusvalorar la vida en sí misma. Aunque esto no aconteció hasta el siglo V a. de Xto y la llegada de la decadencia griega con Sócrates y Platón. De hecho, es la Grecia arcaica la que tiene aunténtico valor para Nietzsche. En ella se manifiesta con todo su esplendor el culto a Dionisos y Apolo; representando Dionisos, la vida es sus diversas manifestaciones, instintivas, irracionales y biológicas, y Apolo el mundo ordenado y racional. La manipulación de la decadente cultura griega liderada por Sócrates y Platón, tergiversa el mensaje tradicional, elevando a lo más alto la cultura apolínea como recta, luminosa, racional y ordenada, y demonizando lo dionisíaco con el no ser y la irracionalidad, rompiendo así la armonía entre estos dos principios, desde la época arcaica, donde lo dionisiaco era considerado -siempre a juicio de Nietzsche- como la auténtica verdad. Será a través del triunfo de la moral judeocristiana y el monoteísmo, como se perpetuará ésta manipulación en la cultura occidental, pervirtiendo los verdaderos principios heredados de la tradición griega hasta nuestros días. Por ello, la crítica de Nietzsche abarcará todos los ámbitos de dicha cultura: la filosofía, por inventarse un mundo racional, la moral por ser una moral de los débiles, y la religión por crear y creer en un mundo trascendente, alejado del mundo de la vida.
Empecemos por considerar la crítica a la filosofía empezando por la epistemología o teoría del conocimiento. Cuando la filosofía crea los conceptos y establece la diferencia entre esencia y rasgos accidentales, que dan lugar a diferencias entre individuos, cree conocer la realidad. Pero cae en un error consistente en afirmar la existencia de la sustancia como realidad permanente y subsistente, cuando sólo es una creación metafísica de la mente sin correspondencia real. Desde este punto de vista, el hombre no tiene acceso al conocimiento real de las cosas ni desde la última instancia de la lógica o la razón. Las leyes de la naturaleza y sus principios no concuerdan ni se someten al imperio de la razón. Todo es mera invención, todo es quimera, fruto de un deseo del hombre por someter a regularidad y necesidad lo que es contradición, cambio y contingencia. La objetividad -de la que se vanagloriaba la filosofía tradicional- no existe. A juicio de Nietzsche, la metáfora y el arte son más adecuados para expresar y captar la realidad, que la filosofía. ¿dónde queda, pues, la filosofía como instrumento válido para desentrañar los grandes interrogantes del hombre? No lo sabemos. Para Nietzsche, todo se explica en la creencia absurda de una realidad absoluta inventada por el platonismo ( el mundo de las ideas) y el cristianismo (el Dios cristiano). La objetividad del conocimiento, salta por los aires y se diluye en un perspectivismo subjetivista carente de objetividad. Su epistemología se fundamenta en un relativismo subjetivo y vitalista.
Pero si demoledora es la crítica al conocimiento, no lo es menos a la ciencia y las matemáticas. Ninguna de las dos reflejan y explican la realidad; son construcciones humanas parciales que miden la realidad miopemente, olvidando aspectos cualitativos, imaginativos, instintivos, vitales. No existe una realidad objetiva, cuantitativa, geométrica, con leyes fijas e inmutables. No existen leyes universales y necesarias. Todo se explica desde la unidad de la razón que inventa un mundo ficticio, pero a juicio de Nietzsche, esto es erróneo por sobrevalorar la razón el mundo de la cantidad, despreciando la cualidad, la pluralidad, el movimiento. La razón ha sobrevalorado el especto cuantitativo, olvidandose del cualitativo. De acuerdo con Nietzsche, ya que el hombre no es solo razón sino sentimiento y pasión, pero cae en el error maniqueista y partidista de afirmar una parte olvidando la otra, tal vez hastiado de tanto idealismo.
La parte más noble de la filosofía es la metafísica. Ella es el corazón que da fuerza y vitalidad a las otras partes de la filosofía como fundamento. Nietzsche lo sabía y por eso ataca a a sus fundamentos. La metafísica tradicional ya fue demolida por Kant como conocimiento científico, pero esto le parece insuficiente a Nietzsche. La tradición metafísica occidental toma como verdadera la reflexión de la razón, sin darse cuenta de que lo que fundamenta esa reflexión no es la lógica, sino la necesidad que tiene el ser humano de sobrevivir en un mundo donde todo es devenir. La filosofía presenta un mundo inadecuado e inverosimil, una realidad bajo la apariencia de totalidad y racionalidad que no existe. Para ello, crea una serie de conceptos básicos como Dios, alma, mundo, substancia, esencia, unidad, permanencia... Pero el mundo de los sentidos nos muestran otra percepción contraria, movimiento mutabilidad, cambio, multiplicidad, corporeidad, etc. Es el mundo de Platón y la escisión entre Cosmos noetós (mundo de las ideas) Y Cosmos horatós, (mundo de las cosas). El primero es el mundo de la verdadera realidad, objetivo, inmutable, eterno, objeto de la verdadera ciencia y paradigmático; mientras que el segundo es el de la apariencia, mutabilidad, movimiento, temporalidad, subjetivo, y cambiante. El grave error de la filosofía occidental, ha sido aceptar la tesis metafísica del platonismo, la valoración positiva del mundo del espíritu y sus nefastas consecuencias, en detrimento de la corporeidad y del sentido de la vida. Con la inestimable ayuda del cristianismo y la religión, la cultura occidental se manifiesta como decadente y equivocada, y más concretamente, la metafísica. Ésta es signo de tendencias antivitales, guiadas por un instinto filosófico ajeno al mundo de la vida, mentiroso y superfluo. Creador de categorías metafísicas que solo están en la mente calenturienta de los filósofos, como ser, substancia, esencia, etc., frente al verdadero mundo cambiante de los sentidos. Pero no contento con esto, Nietzsche hace una crítica a la metafísica desde la gramática. Según él, el lenguaje da una visión errónea de la realidad: la estructura sujeto-predicado, el empleo unívoco de las mismas palabras para designar distintos individuos, y la primacía que tienen las oraciones con el verbo ser, favorecen la creencia en una concepción sustancialista de la realidad, y crea a ésta de realidades y esencias de naturaleza universal, que en realidad no existen y distorsionan la visión que tenemos del mundo real. "La razón en el lenguaje: !Oh que vieja hembra engañadora...! Creo que no vamos a desembarazarnos de la idea de Dios porque aún seguimos creyendo en la gramática" Crepúsculo de los ídolos, Alianza editorial, pág. 49
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