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jueves, 18 de abril de 2013

Trascendental




Antes de tomarme un par de mostos  con los paisanos de mi pueblo, queridos amigos, y sumergirme en los aires serranos de mi tierra, me gustaría compartir con vosotros esta entrada que lleva algún tiempo rondandome por la cabeza. Hoy quiero hablaros sobre un problema trascendental. Pero no se alarmen, que aunque les voy a hablar sobre un problema "importante", verán que la sangre no llega al río. El filósofo Ilustrado Alemán Inmanuel Kant (1724 - 1804) en su obra Crítica de la Razón Pura, utilizaba la palabra transcendental en su verdadero y etimológico significado, cuando se refería a las condiciones objetivas  que tenía que tener todo conocimiento científico, para serlo. "Llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupa en general no tanto de objetos, como de nuestro modo de conocerlos, en cuanto éste debe ser posible " a priori", o sea sujeto al espacio y al tiempo". (CRP) Lo que nos quiere decir Kant, es que para que haya conocimiento científico es necesario que se cumplan unas condiciones a priori o "transcendentales", condiciones puestas por la sensibilidad, que son el espacio y el tiempo, -también llamadas intuiciones puras-. Dicho de otro modo, no es posible conocer la experiencia ni sus leyes sin antes subsumirla y suponer el espacio y el tiempo. No hay conocimiento de la realidad sin antes presuponer el espacio y el tiempo; podemos conocer el espacio sin cosas pero no las cosas sin espacio; podemos pensar el tiempo pero no las vivencias sin el tiempo (perdonen los lectores la grosería de sintetizar de esta manera la filosofía kantiana, todo sea por la claridad). Los políticos de la I República española, como Salmerón, Pi i Margall, etc estudiaron en las universidades alemana, siendo sus maestros Nator, Cohen y Cantor, discípulos de Kant. En los mítines políticos, estos pensadores utilizaban palabras sacadas del contexto donde se formaron, sabiendo muy bien lo que decían: Conocían profundamente la filosofía kantiana. Pocos oyentes tenían la posibilidad de comprender y de entender aquel lenguaje farragoso, propio de eruditos...Cuando los mítines eran impartidos por políticos de segunda categoría en plazas y pueblos pequeños, estos imitando a sus maestros, empleaban la palabra "transcendental" sin conocer su verdadero significado. Al preguntar unos a otros qué decía el orador su respuesta era siempre la misma: "Dice algo importante".



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