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miércoles, 17 de diciembre de 2014

Motivación vs Voluntad ?





¿Has intentado alguna vez aprender inglés de una vez por todas, perder peso, o sacar un sobresaliente de media en un curso, ser el mejor de tu equipo deportivo, o plantearte cualquier otro reto personal? En caso afirmativo, sigue leyendo porque este artículo te interesará. Seguramente has empezado todas estas tareas mencionadas anteriormente con muchas ganas, y a medida que ha pasado el tiempo, perdiste parte de la motivación que tenías al principio. Este no es un problema que solo te afecta a ti, mucha gente se enfrenta al reto de mantener la motivación y no lo consigue: Basta ver cuanta gente se queda en el camino y abandona antes de llegar a la meta. No te preocupes que no estás sólo.
Veamos que nos dice la Psicología. La psicología moderna y, los docentes en particular, tienen un problema que aún está por resolver: Todos queremos  estar motivados o que nos motiven, todos queremos que nuestros alumnos se motiven con nuestra materia, que participen y se entusiamen con nuestras clases, pero ¿Cómo conseguirlo? Motivación viene de "motus" = movimiento, impulso, tendencia..., ponerse en movimiento para conseguir una  determinada acción, o sea, tener ganas para hacer algo, así de simple. Consideramos que quien está motivado, tiene una ventaja sobre quien no lo está, y creemos que ese convencimiento le proporciona una fuerza interior que elimina los obstáculos o los hace más asequibles, para conseguir un determinado fin.  Hoy esta palabra la hemos desterrado de nuestro vocabulario y la hemos sustituido por motivación. ¿De dónde procede ese impulso? ¿Cómo lo llamamos? ¿Qué hay que hacer para conseguirlo? ¿Cómo podemos motivar a nuestros alumnos para que tengan "ganas" de hacer algo y crearles esa  necesidad?
Antes le llamábamos voluntad, facultad de querer hacer algo, razonado y alumbrado por el entendimiento; una fuerza que nace del interior de la persona y de su propio convencimiento. Hoy la moderna psicología, por el afán de estudiar empíricamente la conducta y vaciar de contenido metafísico al "yo", acentúa la importancia de la satisfacción de las tendencias mediante la fuerza de atracción del objeto externo, de tal modo, que la conducta depende más de "motivaciones externas" ligadas  a la recompensa  material obtenidas, que a causas internas dependiendo de una escala de valores altruistas, (como veis las palabras no son ajenas a los contenidos). ¿Qué sucede cuando he de hacer algo y no estoy motivado? Pues no lo hago. Si a corto plazo no atisbo ni veo una recompensa que me estimule, abandono. ¿Dónde está el sentido del deber? Motivar a nuestros alumnos con las notas y el aplauso social, es bueno y necesario porque eleva su autoestima, pero no es suficiente, porque, a veces, hay que hacer cosas que no nos gustan. El deber consolida la fuerza de nuestros proyectos a largo plazo, y es un elemento seguro para mantenernos fieles a nuestros principios y conseguir nuestros proyectos. Ortega escribió: “Es triste tener que hacer por deber lo que podríamos hacer por entusiasmo”. Pero no hay otra solución. José Antonio Marina ha escrito, El misterio de la voluntad perdida (Anagrama), un libro que trata sobre estos temas con la agudeza, claridad y simplicidad que le caracteriza. Te recomiendo que lo leas.


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