"Todo vuelve y retorna eternamente,
cosa a la que nadie escapa"
Friedrich Nietzsche
Cuando España vive momentos de zozobra e incertidumbre y cunde el pesimismo, es necesario apelar al sentido común y no perder la esperanza. La historia se repite cíclicamente, como ya pronosticaron los clásicos griegos, Hesíodo (Los trabajos y los días) y Platón sobre el mito de la edad de oro. También en Oriente se desarrollaron teorías cíclicas de la historia en China (Teoría del ciclo dinástico), así como en el mundo Islámico con Ibn Jaldún. El Cristianismo, sin embargo, desarrolló una teoría lineal de la historia basada en el judaísmo bíblico del Antiguo Testamento, situando a Jesús de Nazaret, como el acontecimiento más importante de la historia entre el alfa de la creación y el omega del fin del mundo.
Si como afirma la Bíblia, hay tiempo de vacas gordas y de vacas flacas, lo importante ahora es relativizar las decepciones y comprender que la escasez y la abundancia se suceden en ciclos a lo largo de la Historia. El hombre es un ser contingente y su vida también. Mil peligros nos acechan; de hecho "la vida del hombre -según Kant- es pasar una mala noche en una mala posada". Pasa como con la edad, cuando cumplimos 40 años, nos apesadumbramos y hasta tenemos depresiones; ahora con 50 o 60 años, añoramos los 40. Hemos vivido la época más esplendorosa y de bienestar de nuestra nación en toda su historia; ahora no nos gustaría vivir como lo hicieron nuestros padres en las posguerra. Hoy, afortunadamente, no estamos como entonces, pero debemos tomar conciencia de que todo puede suceder.
Como profesor, siempre he vivido modestamente, sin grandes altibajos. No le he dado mucha importancia a mis finanzas, así que he soportado estoicamente las alzas y las bajas, siendo pariente cercano a "penia" (escasez) y educado en la pobreza, primero, profesando el voto de pobreza como religioso y posteriormente como algo que ha imprimido carácter en mi forma de vida. Mis comienzos en la enseñanza fueron de tal precariedad económica, que algunos amigos y familiares se reían del precario salario recibido, después de tantos sacrificios de estudio y oposiciones. Comparado con otras profesiones u oficios, siempre salía perdedor. Mis hijos, no entendieron tanto esfuerzo y dedicación al estudio, para tan exiguo salario; ninguno se hizo profesor, conocida la experiencia de su padre. En Francia conseguí juntar una cierta suma de dinero que me alejaba de la pobreza y me acercaba a la riqueza, lo que me llevó a cuestionarme que algo estaría haciendo mal para que me ocurriese tal cosa. La flexibilidad de adaptación en el extranjero, me sirvió para saber que no debemos instalarnos en ninguna parte, pues ciudadanos del mundo somos -decía Séneca- y nada nos pertenece; somos pasajeros en el eterno devenir del tiempo.
Hoy me vienen a la memoria las palabras de un filósofo por el que siento un cierto aprecio, Nietzsche y el Eterno Retorno. Sus palabras resuenan hoy más que nunca "!Todo vuelve y retorna eternamente, cosa a la que nadie escapa!" ¿Es una pesadilla, una calle sin ninguna salida? ¿Estamos atrapados en un destino ya totalmente escrito que se repite una y otra vez (como un libro cíclico, el que termina con su principio, y empieza con su final) , sin descanso alguno durante el infinito? Algo así fue lo que pensó Nietzsche. ¡ Y si fuere cierto! ¡Hagamos de esta pesadilla la construcción de nuestro mayor sueño, "vivamos de manera tal que deseemos volver a vivir", pues "mirémonos frente a frente, somos hiperbóreos ", hagamos todo de manera tal que nos acerquemos los más posible a la perfección, tal vez así, tallando precisamente con el cincel de la persistencia reproduzcamos la puerta de salida, atravesemos el umbral, en aquel punto exacto donde se halla la salida del círculo: "el mediodía que es también mi medianoche ". !Amemos el mundo tal como es!: hermoso, cambiante, esperanzador, contingente, como la vida misma; en la abundancia y en la escasez, en la salud y en la enfermedad. Porque amar el cambio, es amar la vida. Sólo así viviremos desarraigados y ligeros de equipaje, para no tener que pagar a plazos el precio de nuestra ruina.
Uroboros: la constancia y la persistencia eterna. Tal vez es eso lo que produce en nuestro interior un halo de esperanza para mejorar cada día y para encontrar en cada paso el sentido de vivir.
ResponderEliminarA veces es difícil encontrarlo, pero como dices, hay que saber amar la vida tal y como viene sin pretender que una determinada situación, por muy óptima que ella fuere, sea inmutable.
El tiempo siempre vuelve para traernos de nuevo prosperidades y fracasos, pero creo que es en el conocimiento profundo y en la introspección propia de nuestro ser, cuando logramos adaptarnos y aceptar de una mejor forma las cosas que hemos de vivir.
Me alegro que tú persistieras en tu camino, que lucharas por ofrecer todo tu conocimiento a alumnos ansiosos por saber...
Ojalá yo pudiese hacer eso algún día.
Un abrazo,
Imanol
!Hola Imano! Gracias por tus comentarios, siempre sagaces y oportunos. Tu también llegarás, mas pronto que tarde; para eso te preparas. Ahora es tiempo de sembrar, después recogerás la cosecha. Un abrazo, Antonio
ResponderEliminarMe ha encantado Antonio y es verdad este es un universo dual, siempre cambiante, nada permanece. Es como un sueño pero a la vez sentimos que hay algo más, algo fuera del sueño-pesadilla y descubrirlo es un buen propósito. Gracias
ResponderEliminarEn este caso, las preguntas por el sentido van más allá de los límites (de la razón, del mundo, de la historia) y que no puede justificar la racionalidad filosófica, ni la racionalidad científica, porque desborda a ambas. No se asume simplemente la finitud y la contingencia como dimensiones fácticas de la vida humana, sino que se busca darle un fundamento y significado, más allá de la realidad material, de lo limitado y finito, de lo mortal y perecedero. La pregunta por el sentido metafísico de la Historia y de la vida humana, no sólo desborda los límites del cosmos y de la vida terrena, sino que es motivada y canalizada más allá de la razón. Tanto las cosmogonías religiosas como los humanismos de lo absoluto, no son sino intentos de la búsqueda del sentido, un deseo innato que procede de fábrica porque así estamos hechos. Entretanto"dar palos de ciego" y convivir con la incertidumbre, lo inestable y lo cambiable, es lo que nos define. Un lanzarse al vacío sin saber que hay al otro lado. Lo peor es que no tenemos otra alternativa. Con razón decía J.P.Sartre que "el hombre es una pasión inútil condenado a ser libre". Gracias por tu intervención.
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