Translate

martes, 13 de mayo de 2014

La Relación entre Modernidad y Progreso Científico-técnico





Uno de los hallazgos más productivos de nuestra civilización ha sido la concepción y comprensión del proyecto histórico del hombre como un proceso que tiende desde la barbarie hasta nuestros días. Un momento feliz de este proceso lo encontramos en aquello que se ha llamado el siglo de las luces o ilustración en el siglo XVIII, en Francia, Alemania y en menor intensidad en Inglaterra, y que posteriormente tomó el nombre de modernidad. El afán desmesurado y la importancia dada a la razón como instrumento que sacaría a la humanidad de la minoría de edad  en la que se encontraba, liberando al hombre de su estado inferior y de su ignorancia, es una constante de aquella época, y es digno de una reflexión, que todo intelectual que se aprecie, debe de hacer con el rigor que requiere el tema. Hoy, si cave, esta reflexión se impone para poder entender las claves de una crisis que asola a Europa, en lo económico, en lo político y sobre todo en lo ético, y que podríamos sintetizar en la palabra, "desencanto". 
La modernidad hoy, no nos ha hecho más libres, ni más sabios y mucho menos más felices, sino todo lo contrario más  esclavos, pobres, ignorantes e infelices. En ninguna otra época histórica se ha vivido como lo hacemos actualmente, y sin embargo la sensación de fracaso, decepción y frustración, es una constante en nuestra sociedad que ni el crecimiento tecnológico indefinido, o el consumismo voraz, basado en el mito de una fe inquebrantable en la economía, a costa de despersonalizar el sujeto y vaciarlo de su mismidad, se ha sabido paliar. La modernidad ha auspiciado un ideario tecno-productivo que ha trastocado la tradicional concepción griego-cristiana del mundo. Ha erigido la glorificación de la categoría de trabajo en núcleo fundamental sobre el que gira la totalidad de la vida social. En lenguaje acuñado por Hannah Arendt ha identificado labor con trabajo, promoviendo una mentalidad productivista que proscribe otras facetas del ser humano que extralimitan el orden de lo estrictamente productivo. A diferencia del mundo clásico y del cristianismo, en donde se perseguía un ideal de inmortalidad terrena o transcendente, la modernidad implanta la mitología del progreso como rumbo unidireccional que guía la significación del proceso histórico. Así, consolida una concepción prometeica de la vida, en la que el hombre, buscando equipararse a Dios, se coloca en una posición de dominio respecto a la naturaleza. En contraposición a la vida contemplativa como referente de perfección humana y como modelo de conocimiento, la ciencia moderna, piensa Arendt, reduce el conocimiento a actividad práctica. De este modo, el desvelamiento de los secretos de la naturaleza obedece a un progresivo desarrollo científico-tecnológico como ideal de apropiación de una verdad que se oculta siempre tras las apariencias. Es, entonces, cuando "en lugar del concepto de ser encontramos ahora el de proceso" Como consecuencia de lo anterior, la consideración de las cosas se desplaza a una conversión en objeto al servicio de la producción. Y en esto radicaría, esencialmente, la esencia del mundo moderno: la soberanía de un sujeto prometeico que se relaciona con la naturaleza desde una actitud exclusivamente instrumental, utilitaria y productiva. Un sujeto vacío y despersonalizado.
Esta fe en el crecimiento económico y tecnológico indefinidos es el mito más extendido y operativo de nuestra época, y el que goza de mejor salud. Un mito que, tal como los actuales antropólogos culturales lo definen, es una representación colectiva no racional con un fundamento emotivo que le proporciona su coherencia e inteligibilidad. Es decir, lo característico de este mito sería su capacidad de contener una fuerte carga emotiva con poderes motivacionales profundos, que arraigan en la mentalidad de los individuos determinando sus ideas, expectativas y acciones al margen de las reglas lógicas que funcionan en el nivel de lo racional o de lo consciente. De ahí que algunos filósofos críticos de la cultura moderna lo hayan situado en la base de la ideología de quienes tratan de minimizar los importantes efectos negativos y colaterales del progreso científico-técnico tales como la maquinización de la vida de los individuos o la presión destructiva sobre el medio ambiente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario