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domingo, 7 de septiembre de 2014

Filosofía, verdad y método





En mi último viaje a Madrid coincidí con una Señora de nacionalidad argentina que me hizo el trayecto muy corto  y agradable, gracias a la variedad de temas que tocamos, con ese tono fluido de lenguaje muy característico de los argentinos. Hablamos de todo, también de filosofía. Era una persona de formación universitaria, científica y pragmática, pero muy preocupada por los temas  que afectan al descubrimiento de la naturaleza misma del hombre. Por eso, -me comentó- que cuando su trabajo se lo permitía, asistía a una terlulia filosófica en los sótanos de un bar de Granada, en la que se trataban temas y problemas que previamente habían sido votados por los participantes, bajo la coordinación de un estudiante universitario de filosofía. Elegido el tema, cada uno podía exponer su opinión personal ante los demás, sin poder defender ni contestar a lo previamente expuesto; se entendía, que una vez expuesta ante la opinión pública, tu idea, ya no te pertenecía porque era propiedad del grupo. Después de escuchar las diversas opiniones, se procuraba llegar a una conclusión por parte del coordinador, aunque esto no era lo más importante (hasta aquí el relato de mi compañera de viaje) Al principio la idea me sedujo, y me quedé pensativo...Pero pronto me vinieron una serie de preguntas por la aplicación de este método, que no supe contestar. ¿Qué es lo que se buscaba si no se sabía qué buscar? ¿No renuncia una investigación filosófica así, al "Telos"  (finalidad), y se queda en el "Odós" (medio o camino) sin precisar a donde ir? o ¿Tal vez lo que subyace es que  nadie es poseedor de la verdad y ésta -si existe, cosa que hay que probar- es fruto del consenso y la búsqueda de todos? El eclecticismo y el relativismo acechan -le comenté- ¿Puede el hombre dejar de buscar la verdad aun a sabiendas que no la va a encontrar? Y si la encuentra ¿Cómo y qué método emplear para reconocerla? No sé, pero si algo caracteriza a la filosofía desde su nacimiento en Grecia, es la dialéctica, la discusión, la oposición de argumentos bajo el férreo control de la racionalidad, y la defensa a ultranzas de las posiciones  subjetivas. Mis alumnos me cuestionaban la veracidad de la filosofía, las controversias de los filósofos, sus riñas y contradiciones eran un escándalo poco edificables para sus mentes acostumbradas a certezas científicas, cuya validez provenía de la aplicación de un método empírico, muy adecuado para las ciencias experimentales pero insuficiente para las ciencias sociales. De nada valían mis argumentos defendiendo un método filosófico adecuado a la complejidad del objeto de investigación: El Hombre y sus circunstancias. El método en filosofía es importante, pero lo es más "el topos": Hacia donde se quiere llegar; aunque, es cierto que uno condiciona al otro y ninguno es neutral. Algo así como: "Dime qué método empleas y te diré hacia donde quieres llegar".



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