Translate

viernes, 15 de diciembre de 2023

Todas, todos, todes...y lo que sigue





Hablamos de nuestra lengua. Hablamos del respeto que debemos tener a nuestra lengua, la segunda lengua del mundo más extendida y hablada por más 500 millones de hispanoparlantes. Nuestra lengua es fruto de un largo proceso cultural cuajado durante siglos que nada tiene que ver con intereses políticos de ninguna clase. Lleva mucho tiempo entre nosotros desde sus orígenes con el Arcipreste de Hita, el Marqués de Santillana (s.XIII y XIV)  pasando por Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Alas Clarín, Lorca, Machado, Borges, Delibes, Cortázar Martín Santos, etc , y es -junto a otros- el principal elemento de nuestra identidad. Une, identifica, y cohesiona a esta realidad nacional, a esta gran nación compuesta por ciudadanos libres e iguales que llamamos desde antes de la fundación de Roma, Hispania. Preservarla, hablarla y escribirla correctamente, es deber y obligación de todo ciudadano español, también de aquellos que tiene la suerte de hablar además del español, otra lengua, como el catalán, gallego, vascuence o aranés.
Cosa que no hacen aquellos que emplean el lenguaje inclusivo como: todos, todas, todes, albañiles y albañilas, mecánicos y mecánicas, sastres y sastras, contentos  y contentas, venido y venida, todos, todas... etc.  La artificialidad del lenguaje inclusivo que hoy se pretende imponer por la fuerza desde "instancias oficiosas", es un instrumento artificial de dominio que solo pretende la imposición de una determinada ideología, para desde lo más profundo del pensamiento hacernos reflexionar de una forma determinada que incide en el modo de conocer, sentir y vivir la realidad. El desdoblamiento de género no es usado por el pueblo como habla común, sino por algunos políticos de ideología progresista que la utilizan como instrumento distintivo del resto de hablantes. Este hecho nos parece un error, porque en español el masculino implica ambos géneros gramaticales: masculino, femenino y el neutro; son los únicos géneros que existen. Desde la biología tenemos sexos, no géneros. Así que para dirigirse al público  no es correcto decir "españoles"  y "españolas", "niños y niñas"; decir ambos géneros gramaticales es correcto solo cuando el masculino y el femenino son palabras diferentes como, hombres y mujeres, damas y caballeros. Hay que dejar libertad para que cada cual hable como quiera, sin ninguna imposición, solo la que marca o determina la regla gramatical.
En español existe el participio presente que no tiene ni género ni número, son genéricos verbales, neutros, genéricos válidos tanto para hombres como para mujeres. El participio presente de amar es "amante", de vivir "viviente", de sentir "sentiente", de cantar "cantante", de ser el "ente", el que es. Al verbo en infinitivo se le añade el sufijo "ente" que significa el que ostenta o tiene esa cualidad o capacidad para... Por ejemplo, "el amante" es el que tiene la capacidad de amar, "el viviente" el que tiene la capacidad de vivir, etc..., y así sucesivamente. El que tiene la capacidad de presidir se le llama presidente y no presidenta, aunque "presidenta" como palabra, está reconocida por la RAE.
Que cada uno hable como quiera, pero que la izquierda "progre" no nos imponga el desdoblamiento de género del lenguaje porque es un modo regresivo de habla y de falta de respeto a nuestra lengua, cuando no de la ignorancia, contrario al esplendor y pasado histórico de nuestra lengua. Además suena fatal. Que no traten de convencernos que con el uso de tal lenguaje defienden a las mujeres porque no es verdad.  Es más bien fruto de una imposición ideológica, creada a propósito por grupos de presión, para imponer el pensamiento único como instrumento ideológico de dominio a toda la sociedad, más que como un avance progresista y moderno de nuestra lengua. Se empieza por la lengua... y ya sabemos en qué se termina.



1 comentario: