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martes, 31 de octubre de 2023

Halloween




Todos los pueblos de la tierra tienen su propia tradición, legado de sus antepasados. Es un hecho fenoménico que la antropología social nos muestra arraigado a cada pueblo, nación o lugar, y asociado a las costumbres y modos de vida de tal o cual comunidad. Las tradiciones y costumbres son el modo explícito de manifestación y desarrollo de la cultura de un determinado pueblo o nación; con otras palabras, la cultura manifiesta el ADN de un determinado pueblo, por eso necesita cauces para poder  desarrollar ese basto mundo de experiencias, conocimientos, ideas y valores que un pueblo ha ido acumulando a lo largo de su devenir histórico.Y esto que sucede culturalmente con los pueblos también sucede a nivel individual. Imitar está en la base de todo aprendizaje. Los roles sociales que nos acompañan en nuestra vida de adultos comienzan en un proceso imitativo. Aprendemos aquello que nos causa curiosidadadmiración, y después satisfacción. Así conformamos nuestro ser durante toda la vida. En ella encontramos personas y hechos dignos de imitar. No siempre  se aprende lo mejor a veces lo peor, dependen de las personas y circunstancias con las que nos encontramos en nuestro largo caminar. A veces la elección no depende del todo de nuestro libre albedrío, siempre hay razones que se nos escapan.
España es un país muy rico en tradiciones culturales por ser un lugar de asentamiento de varios pueblos y civilizaciones. Todas ellas han ido dejando un poso de experiencias y costumbres que han ido configurando lo que somos. El día 1  de noviembre celebramos la fiesta de Todos los Santos  asociada a la tradición cultural religiosa de nuestro país. La Iglesia Católica celebra esta fiesta recordando a todos aquellos que nos precedieron y ahora disfrutan de la presencia de Dios, intercediendo y rezando por los que aún peregrinamos en este valle de lágrimas.  Es costumbre visitar los cementerios para limpiar las tumbas de los seres querido y dejarles flores regadas con lágrimas: rosas, claveles, crisantemos, que bajo el silencio de los cipreses simbolizan el sentimiento místico del recuerdo y la plegaria por nuestros seres queridos. Es cierto que para acordarnos de ellos no necesitamos una día determinado ni un lugar, el cementerio. Podemos admitir que para los no creyentes haya otras manifestaciones de acuerdo con su agnosticismo o ateísmo, también muy válidos y respetuosos. Pero no todo es triste y fúnebre, también contamos con algunas tradiciones españolas alegres y divertidas para celebrar estas fechas en cada pueblo o lugar, asociado  a la gastronomía y a la estación del otoño, como la ingesta de castañas, nueces, boniatos y una repostería para relamerse, como los huesos de santo, buñuelos, panellets, etc.
Una de las fiestas que va adquiriendo más arraigo  actualmente en España es el Halloween  de EEUU, como consecuencia de ese proceso de globalización que afecta a todas las culturas, sustituyendo a las autóctonas. ¿Pero cuál es su origen en nuestro país? Debido al arraigo celta, del que derivan también las tradiciones anglosajonas, los gallegos han tenido siempre algunas costumbres de Halloween; en muchas ciudades y pueblos de Galicia (como Cedeira, O Vicedo o Narón) celebran algo parecido al Halloween de EEUU. Carlos Labraña nos ilustra "de lo que no hay duda es de los orígenes de la celebración. En el mundo celta, el 1 de noviembre se celebraba el comienzo de un nuevo año, coincidiendo con el cambio de cosecha. Según marcaba la tradición, la ventana que separa el mundo de los muertos del de los vivos desaparecía la noche anterior y, por ello, se recorrían los lugares para ahuyentar a los espíritus. Uno de esos ritos evolucionó hasta desembocar en la preparación y adorno de calabazas vacías que, en ocasiones, portan una vela en su interior, y que sirven para espantar a propios y a extraños." (Carlos Labraña, miembro de la Asociación de Amigos do Samaín). Como vemos, esta fiesta en Galicia cobra un significado especial de acuerdo con sus tradiciones y costumbres, no así en el resto de España donde su razón de ser se torna problemática, puesto que sustituye las costumbres ancestrales de nuestros pueblos con las que nos identificamos; es un vaciamiento de nuestra esencia y una pérdida de nuestra identidad como pueblo, fruto de una globalización mal entendida. Es un despilfarro identitario, que no podemos permitirnos, y que como generación trashumante, tenemos el deber y la obligación de transmitir a las generaciones venideras. 
Es un hecho que el mundo está interrelacionado por ese fenómeno  que llamamos "globalización", en un proceso de mestizaje intercultural, mediante el cual los pueblos  intercambian modelos de conocimiento, ciencia, tecnología, costumbres y usos sociales. España no está al margen de estas influencias de globalización. Exportamos productos de calidad a todo el mundo, también usos y costumbres (la siesta es un producto genuino español, del que estamos muy orgullosos los españoles y felices aquellos que la practican...) También importamos e imitamos usos y costumbres de otros pueblos. Pero no, aquí imitamos usos y folklore de dudosa comprensión, desconectados del trasfondo sociológico cultural donde adquieren sentido, como es el caso de la fiesta de Halloween (Noche de Brujas, Noche de Difuntos). Una fiesta de brujas y seres perversos que habitan en las regiones de un mundo invisible, que causa espanto, temor y curiosidad. Es el mundo de la muerte y el misterio de lo intangible, de la tiniebla, de los susurros, ruidos y roces que proceden de ninguna parte... Es la noche donde lo invisible se hace presente mediante el símbolo de la calabaza. ¿Para qué imitar a los americanos en fiestas que tienen su "razón suficiente" en tradiciones ancestrales con sentido propio? No somos un país culto por beber coca-cola, comer hamburguesas, ver películas de vaqueros, o asistir a conciertos de rock and roll. Tampoco importando fiestas, donde si sales de casa te muelen a escobazos los niños de los vecinos de escalera... No está mal querer parecerse a los americanos. Por mi, encantado. Empecemos por el hecho religioso y sus manifestaciones y prácticas rituales cristianas muy comunes en familias creyentes americanas, donde la lectura de la Biblia y la plegaria en los hogares es una práctica común. Vivamos la liturgia religiosa del Día del Señor con fervor y entusiasmo  -como ellos hacen-  participando toda la familia en dichas celebraciones con regularidad ¡Imitamoslos!
También no estaría mal imitarles en nuestra vida socio-política. Empecemos por ponerle letra a nuestro himno nacional y cantarlo con la pasión que ellos acostumbran, con una mano en el pecho junto al corazón. Respetemos nuestra Constitución, garantía de derechos y deberes de todos los ciudadanos, vivamos donde vivamos. Honremos a nuestra bandera constitucional símbolo de la unidad de España, si no izada en los balcones y jardines de nuestras casas, sí en el corazón de los ciudadanos. Tengamos una separación real de poderes, libres e independientes de situaciones coyunturales políticas. Imitemos su capacidad de investigación y elevemos el nivel de nuestras universidades, para que al menos aparezca alguna universidad española entre las cien primeras del mundo. Respetemos a nuestras víctimas del terrorismo y no aceptemos la intromisión de sentencias que denigran nuestra dignidad, vengan de donde vengan. Cerremos de una vez la herida de la guerra civil..., que crea división y enfrentamientos. Puestos a imitar, imitemos su forma de representación democrática eliminando la partitocracia, sustituyéndola por listas que representen circunscripciones electorales reales, y no la obediencia ciega a la estricta voluntad de determinados líderes políticos. Seamos una nación, orgullosa de su pasado, comprometida con el presente, y esperanzada en su futuro. Acabemos de ser un proyecto en eterna discusión. Acabemos de poner en cuestión eternos debates metafísicos identitarios de hace 500 años, como:  ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? o ¿A dónde vamos? Tal vez, algún día no muy lejano, lleguemos a ser un país orgulloso de su pasado y su historia, como sucede con todos los pueblos civilizados de nuestro entorno. ¡Seamos nosotros mismos, sin complejos! Sana envidia.




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