La palabra "matrimonio" viene del latín "mater", madre y del verbo "muniens" defender. Se refiere a la unión de un hombre y una mujer para la procreación, alimentación y educación de la prole. Como institución social cumple un papel esencial en el proceso de socialización y es garantía de estabilidad, mediante la institución familiar de la propia sociedad. Se trata, como establece su etimología, de defender o proteger a la madre por parte del padre y la comunidad, como agradecimiento y consideración de dar un miembro a la sociedad. De crear las condiciones más idóneas para la estabilidad de la familia. La palabra "proteger" se ha de entender en sentido ámplio. Proteger a la madre y a la prole indefensa, cuando mas lo necesita. Las palabras lo dicen todo y significan algo.
La sentencia del Tribunal Constitucional de llamar "matrimonio" a la unión de dos individuos del mismo sexo, es desafortunada, arbitraria y no corresponde a la realidad de los hechos. Lo diga Agamenón o su porquero. Podríamos aducir las pruebas clásicas del Derecho Natural, la procreación de los hijos, fruto del amor entre hombre-mujer, géneros diferentes, etc. Pero no lo haremos. Partiremos de los axiomas evidentes e indemostrables de la lógica clásica. El principio lógico de "no contradicción" ¬(A y ¬A) (no a la vez A y no A) establece que no se puede dar a la vez una cosa y su contraria; luego, (A v ¬A) luego una cosa o la otra, pero no ambas. Aplicado a nuestro problema, si llamamos matrimonio a la unión de un hombre y una mujer, no podemos hacerlo cuando esa unión sea entre dos hombres o dos mujeres. Los conceptos, que están detrás del lenguaje de las palabras, se refieren a realidades concretas, no contradictorias: "lo mismo es ser que pensar". Lo que es contradictorio en la mente también es en la realidad. Las palabras pueden ser, unívocas, equívocas y análogas. La palabra "matrimonio" no es análoga. Entendemos por análogo la palabra "padre" referida a Dios; ej: "Dios es nuestro padre"(Dios es Dios y no nuestro "padre"; cada uno tiene un padre diferente); ni es equívoca: "He hablado con el Sr. Manzano" (apellido y no árbol); es unívoca: "El matrimonio entre Luis y Ana, marcha bien". (Sabemos a lo que nos referimos).
Otra cosa es defender el derecho que tienen dos personas del mismo sexo, a establecer una unión estable y que sea reconocida socialmente por los poderes públicos y la propia sociedad, utilizando otro nombre. Están en su derecho y no hay nada que objetar sobre ello. Corresponderá al Estado legislar sobre el tema, amparando el legítimo derecho que tienen las personas para convivir a su libre albedrío.
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