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martes, 18 de octubre de 2011

¿Es difícil creer en Dios?





CREYENTES, AGNÓSTICOS, Y ATEOS

En los tiempos que corren, uno se interroga  por qué es tan difícil y complicado creer en Dios. Hay tantas cosas en este mundo que no podemos entender, que con frecuencia la gente duda de la existencia de Dios porque no entienden o no están de acuerdo con las cosas que Él hace o permite. La búsqueda de Dios es cada día mas difícil en un mundo secularizado, materialista, consumista y en una sociedad superficial, insolidaria e individualista, que solo busca el placer inmediato. Sin embargo nada de lo que somos actualmente se entiende sin una referencia a nuestras raíces cristianas. La modernidad ha supuesto una crisis en las creencias religiosas, ya iniciada en el siglo de las luces y seguida por los llamados "filósofos de la sospecha": Marx, Nietzsche y Freud.

El creyente es aquel que tiene como referente a Dios,en quien confía ciegamente y con el que establece una relación personal de amor, de acuerdo con el modo de entender la vida, la cultura, la tradición, y la historia. Es aquel que afronta su relación con Dios y con los hombres, mediante una alianza que implica un compromido en el conocer, actuar y esperar, que impregna la totalidad de su vida sin "aparcar los problemas mas profundos para después". También es, quien duda, zozobra y comete errores en su fe. Nadie en esta vida está seguro. La certeza que busca la filosofía, no se da en la religión. La naturaleza no es sólo la realidad referencial con la que se relaciona el hombre desde un saber utilitario e inmanente, marcado por la curiosidad y la evaluación, sino que aparece también como una realidad prepotente y absoluta que suscita admiración y temor, fascinación y reserva. La religión pretende ofrecer una interpretación global del hombre, como la filosofía, pero sin dejarse limitar por la racionalidad y la inmanencia. De ahí que se postule una comprensión original de la realidad misma, y se busque una referencia trascendente y divina para explicarla. La infundamentación del mundo y del hombre, su contingencia, lleva a buscar una referencia última, absoluta, desde la que explicarla y relacionarla con el hombre. En el creyente hay luces y sombras fruto de la incertidumbre de su destino mas allá de la muerte. La religión es hija del deseo, de la carencia y de la esperanza, y no sólo una construcción de la razón. No es necesariamente anti-racional, pero tampoco permanece dentro de los límites de la razón, aunque ofrece a ésta tópicos y problemas a discutir. Su seguridad radica en una cierta "certeza" de sentirse protegido por Dios, aunque la praxis del creyente sea poco edificante y moralmente poco ejemplarizante.
Socialmente -la mayoría de los creyentes- se declaran religiosos pero viven  la religión de forma contradictoria entre su fe y sus obras. No van a la iglesia, aunque sí a las procesiones; tampoco eligen la religión para sus hijos, etc. La sentencia del evangelio "por vuestras obras se os conocerá", es mas bien un deseo que una realidad. La religión se ha convertido mas en una fiesta folklórica, que en una verdadera "religación con Dios".

Tampoco el ateo es ejemplo de altruismo, solidaridad y diálogo. Las mismas "razones" que tiene el creyente para creer, tiene el ateo para no creer; o sea, ningunas. Las mismas certezas, dudas e indecisiones afectan a ambos. Es un salto en el vacío sin saber la dirección, o un camino lleno de dudas, incertidumbres, y desalientos, cuya meta desconocemos. Se impone tolerancia y respeto para creyentes y no creyentes. Nadie es mejor que el otro. A ninguno se le distingue por sus creencias, sino por sus actos; en uno y otro grupo hay gente buena y menos buena. Unos creen en Dios, otros en el hombre; unos en en la trascendencia, otros en la inmanencia. El creyente y el humanista no se excluyen, no son actitudes contradictorias sino complementarias; solo que sus principios y paradigmas tienen fundamentos opuestos.

Otra cosa es el agnosticismo para quien Dios no puede ser objeto de conocimiento, porque el hombre no posee los instrumentos necesarios para conocerle. Su actitud me parece más intelectualmente honesta que la del ateísmo. El ateísmo declara que Dios no existe -una posición improbable empíricamente. Mientras que el agnosticismo declara que la existencia de Dios no puede ser probada o negada -que es imposible conocer si Dios existe. Desde esta posición, totalmente de acuerdo con el agnosticismo, ya que la existencia de Dios no puede ser empíricamente probada o negada. "Por eso, la filosofía y la religión han tenido una relación compleja y conflictiva, al menos en nuestra cultura occidental. La filosofía en cuanto saber reflexivo, crítico, racional e inmanente, que evalúa y analiza los otros saberes humanos, ha interpelado y, frecuentemente, descalificado la validez del saber religioso y las funciones ejercidas por la religión. El ateísmo y el agnosticismo son dos de las expresiones fundamentales de la impugnación de la religión, aunque ambas no se reducen a planteamientos filosóficos, sino que forman parte de una postura más amplia y existencial, en la que se combina tanto la justificación teórica como la actitud práctica. La fe no es algo puntual, aunque una experiencia concreta puede ser decisiva en la vida de una persona, sino que se inscribe en el entramado biográfico y procesual de cada creyente. En realidad tanto la creencia religiosa, como la increencia, en su versión agnóstica o atea, responden a un proceso existencial y no se reducen a la aceptación o no de una determinada prueba o justificación de la existencia de Dios" Cfr. Estrada, Ciencia, Filosofía, Religión.
Cuando se habla sobre estos temas religiosos, nadie en este mundo está seguro de nada: se cree o no se cree. Pero lo que realmente importa no es ser ateo, creyente o agnóstico, sino respetar todas las ideas y creencias y ser tolerante con los que no piensan como tú.





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