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domingo, 11 de enero de 2015

El Kempis





EL KEMPIS


Me siento triste, desolado,
abatido y mohíno, sin apetito
ni goce, desalmado.
Todo por un libro escrito,
llamado Kempis, 
por un hombre agustino, asceta,
desapegado,
de aquello que nos define
como humanos.

El universo, la tierra, las montañas, 
los mares y océanos;
el fuego de los volcanes,
los huracanes, las tempestades.
La belleza de la aurora,
la blancura del rocío, 
la flor, el olor a pan cocido;
la sonrisa de una madre, el aullido,
el canto de un ruiseñor 
¿Todo acaba? ¿Todo es vano?

¿Por qué escribiste Tomás,
ese libro de ascetismo, afirmando
la creación, la belleza, los sentidos, 
la emoción?
¿Acaso no existe un Dios, poderoso
y creador, más padre que justiciero,
más amoroso que fiero, 
para luego proclamar,
que todo es pura apariencia, 
que el mundo no existe ya?

Que nada hay que hacer aquí:
solo ascetismo, oración;
cilicio, ayuno, paciencia,
renuncia, y penitencia.
Kempis modelo de acción,
camino de salvación:
¿Por qué todas estas maravillas, 
creadas por el Hacedor
han de ser rechazas, 
y negadas, por nuestra salvación?

!Oh Buen Dios!
¿Por qué me distes sentidos? 
¿Por qué me diste pasión?
¿Por qué gozar es pecado? 
¿Por qué he de ser condenado
si soy como tú me hiciste? 
¿Acaso hay mayor pecado,
que abandonar este mundo,
sin gozar lo que has creado?


           antonio gonzález



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