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lunes, 29 de abril de 2013

Tres comidas al día




El sur de España es Andalucía. En la tierra de José María El Tempranillo, los bandoleros y de la devoción devota de la Virgen, se pasa hambre. El desastre de esta tierra nada tiene que ver con la maldición de los dioses ni el infortunio de los hados. El hambre y el paro, tampoco se debe al tórrido calor del verano ni aun determinismo histórico, sino a la determinación de sus gentes, a la voluntad de sus dirigentes políticos, a su estructura política. Nadie se creería que esta tierra en 1800 su PIB era la cuarta parte de España 25%, hoy no llega ni al 13,4 %. La que en un tiempo fue calificada como "la California  española", hoy es la evidencia palpable de un fracaso colectivo cuyos culpables somos todos, cada uno de acuerdo a su responsabilidad. Son treinta años de socialismo, desde que esta tierra tiene un gobierno autonómico. Lo sorprendente e inaudito es que después de un año y tres meses se le esté pidiendo responsabilidad al gobierno central de Mariano Rajoy, sobre el paro, los deshaucios, la sanidad y la educación...(Cosa que no me parece mal) Mientras que a la Junta de Andalucía, al gobierno del Señor Griñán, en definitiva a los socialistas, después de treinta años ininterrumpidos, no se les exija la misma responsabilidad sobre las competencias transferidas, que al gobierno central, y no tengan la contestación en la calle, por su acción de gobierno que se merecen ¿Como lo harán? Son muchas las causas, pero los socialistas están ahí no porque hayan bajado de las nubes, sino porque han sido votados por los andaluces, aunque las últimas elecciones las perdieran en favor del PP. Lo último que sabemos de este gobierno monocolor de izquierdas, PSOE e IU, es que las familias andaluzas podrán acogerse a una norma que garantiza que los niños pobres puedan recibir tres comidas al día. Así están las cosas por nuestra tierra. "Lo que se presenta como una medida progresista no es ni más ni menos que la demostración del fracaso colectivo que golpea la conciencia de los andaluces que parecen desconocer que la pobreza no es sólo un fenómeno de carácter económico vinculado a la falta de comodidades y al sufrimiento. La pobreza es también una condición social y psicológica que convierte a los ciudadanos en súbditos. Aunque no sólo eso. Como han puesto de manifiesto innumerables estudios, el trabajo es el principal elemento de integración social. La posición de cada uno en la sociedad viene dada por lo que es, no por lo que no es. Y cuando no solamente se está parado sino que, además, hay que recurrir a la beneficencia pública, es que la fractura social existe. La democracia es una estafa" (...)  "Lo cual demuestra el fracaso de una región gobernada durante décadas por una casta -nunca mejor empleada esta expresión- que ha convertido la política en un gigantesco teatro de la demagogia y del oportunismo. Lo curioso del caso es que se presenta la medida como un gesto progresista de solidaridad, cuando en realidad lo que deja entrever es la frustración de un pueblo condenado a la beneficencia pública. Precisamente, por la ausencia de políticas generadoras de puestos de trabajo y de riqueza. La cultura de la subvención y del clientelismo como supremo instrumento de acción política. Andalucía se ha metido en una espiral destructiva de la que es incapaz de salir. Que seis de cada cien niños estén en riesgo de exclusión social, no es más que el reconocimiento del fracaso del partido que lleva tres décadas gobernando y ha hecho de la caridad y la beneficencia, su razón de ser".(Carlos Sańchez, El Confidencial) ¿Culpables? Todos, incluido el pueblo andaluz que con sus votos  es corresponsable de lo que hacen sus políticos.




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