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martes, 9 de abril de 2013

Retransmisiones Deportivas




Hoy juega el Real Madrid un partido que marcará el devenir de toda la temporada. Harto de política, no sabía qué tema elegir, y al final he decidido cumplir la promesa a un amigo de hablar sobre el fútbol en nuestra infancia. Sirva también como homenaje al equipo de nuestros años jóvenes, el Real Madrid, y a la Selección Española. 
En la década de los años 60, España empezaba a despertar del letargo de la postguerra y del aislamiento internacional. Había muy pocas razones para ser felices, excepto la poca esperanza de que vendrían días mejores por los planes de desarrollo industrial y el despertar del turismo. En aquellos tiempos comenzaba la implantación de  la televisión en nuestro país, y los partidos de fútbol sólo eran radiados mediante aparatos de radio, donde se oían más los ruidos y pitidos de las ondas que las palabras. La ilusión de nuestra pandilla era escuchar Radio Gaceta de los  Deportes de RNE y el Carrusel Deportivo de la SER, los fines de semana. Cuando Matías Prat radiaba el partido desde el Estadio Santiago Bernabeu, lo seguíamos con tanto entusiasmo, con tanto o más ardor que el  puesto por el propio locutor en sus retransmisiones. Veíamos y sentíamos el fútbol en estado puro, por la magia de las palabras del locutor y la creatividad de nuestra joven imaginación desbordante. Con la cabeza agachada en torno al receptor, se nos pasaba el tiempo entre regates, fueras de juego,  penaltis, anhelos y frustraciones...
Las tardes de domingo eran todo lo amenas que se puede en un pueblo pequeño de interior. En la trastienda de la farmacia de Don José el Boticario, en torno a la mesa camilla, pasábamos la tarde escuchando el Carrusel Deportivo, el 1X2  y jugando a las "siete y media"; la trastienda de Pepe y Paco el Boticario !Inolvidable por los buenos ratos pasados! De allí surgió el descabellado proyecto de ir a ver en televisión, la final de la Copa de Europa de Selecciones Nacionales entre España vs la URSS. En cuatro bicicletas -cuál de ellas en peor estado- prestadas por los vecinos y amigos,  iniciamos un viaje hacia un pueblo a más de cuarenta kilómetros del nuestro, por carreteras de montaña con curvas pronunciadas al principio y rectas interminables, en donde  cielo y tierra se fundían en uno en la lejanía. La llanura del Marquesado del Zenete se extendía como lo que es: Una llanura inmensa cruzada por una carretera de rectas interminables y una vieja caseta de peones camineros rodeada de pinos centenarios, con una pintada en sus paredes que rezaba: "Franco, más agua, más árboles"; (en aquellos instantes, -Franco estaba en otra batalla, en el palco del Estadio Santiago Bernabeu- enalteciendo a los aficionados para ganarle otra batalla "al contubernio Judeo-masónico-comunista", al menos en un partido de fútbol). Después de tres horas en bicicleta, llegamos a la Casa Parroquial, donde pusimos todo el ardor necesario que nos quedaba, para que España ganara el partido por 2 a 1 a la URSS. Lo peor estaba por venir; había que volver por el mismo sitio que vinimos. Aún retengo en la retina a mi Primo tendido en la carretera -cuan largo era- totalmente exhausto pidiendo auxilio, en una carretera sin coches y envuelto en la oscuridad de un lento atardecer. El cajón de un isocarro que pasaba por allí, sirvió de ambulancia de primeros auxilios y transporte improvisado. Yo tuve otra suerte, sin luz en mi bicicleta confiaba en mi amigo que iba unos metros por delante, para, en caso de la aparición de la pareja de guardias civiles, avisarme. De nada sirvieron mi explicaciones patriotas de apoyo a la Selección, aquellos guardias, parecían más de la república, que del régimen...!Me rio yo de los aficionados actuales! !Aquello era verdadera afición y amor por los colores patrios! Hoy no sería capaz ni de bajar al bar de la esquina, para ver un partido de fútbol. Así es la vida.





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