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miércoles, 17 de abril de 2013

La Traída de los Santos Mártires





Para cualquier abulense que se aprecie, la palabra "traída" tiene  significados muy sugerentes. Es la Traída de nuestros Santos Patronos desde la ermita donde la tradición cuenta que sus restos fueron encontrados allí, hasta la Iglesia del pueblo, para ser venerados por sufrir martirio entre los años 285 al 305 después de Cristo, siendo Diocleciano emperador de Roma y Daciano gobernador de Hispania. Los Santos, nuestros Santos Mártires, huelen a primavera de abril, a fiesta, pólvora y a corrida de toros...Son los recuerdos que evocan en mi memoria infantil estos Santos, asociados a épocas pretéritas, a niñez entre parrales, leche en polvo americana, pantalones cortos de pana negra, y a pueblo campesino que se despereza en un lento despertar de hibernación, entre bocanadas de aire frío norteño de la sierra y el dulce y suave viento del sur.
Con los primeros bostezos de primavera, la plaza, centro neurálgico del pueblo, comienza a digerir una actividad frenética que la hace cambiar desde su suelo de tierra hasta el cielo. Casetas de turroneros y feriantes montan sus tiendas y carpas bajo un cielo atiborrado de banderitas y luces. Las Cunicas, anuncian a la chiquillería su alegre girar sobre sí mismas, en un dar vueltas sobre sí mismas para estar siempre en el mismo sitio. Hasta los portales del ayuntamiento recobran vida con los trozos de hielo envueltos en paja para la elaboración de los helados. "Son los helados ricos del tío Juanico"; su olor a fresa y vainilla aún permanecen en nuestros sentidos, como recuerdo imborrable de nuestra niñez. En medio de tanto trasiego, mi mirada observadora escudriñaba cada movimiento, embelesado contemplaba la transformación de la plaza, con el placer de quien espera, sin afanarse en la llegada: ora plaza, luego ruedo. La monotonía del pueblo quedaba rota con los primeros  sones de la banda de música. Los locales del ayuntamiento se convertían en un gallinero de ruidos y pitos, hasta que la batuta del director, unificaba criterios, armonía y compases. De pronto aquella algarabía desquiciada de clarinetes, trombones y trompetas, conseguía su compostura y sonaba en una misma dirección. Ya sí. Seguro que las fiestas están aquí, entre seguidillas y pasodobles, para animar, unir a sus gentes y romper la monotonía de un pueblo salido del letargo invernal. 
Entre gastadores, la banda de tambores y cornetas, y algún que otro cohete suelto, en la tarde del 19 de abril, comienzan a desfilar por las calles del pueblo, anunciando a quienes quieran, que la Hermandad de los Santos Mártires con su hermano mayor al frente, está presta para iniciar camino de la ermita, la Traída de los Santos, desde su santuario hasta la Iglesia parroquial. Al cerrarse la noche, Los Santos, Apolo, Isacio, y Crotato, mártires por la fe de Cristo, salen de su ermita, acompañados por la que en los momentos mas duros del martirio, nunca los abandonó: La Virgen del Buen Suceso. De pronto, el cielo abulense se torna de colores, olor a pólvora, lágrimas, emoción y promesas. De rostros que iluminados por el cielo, elevan una plegaria de acción de gracias a sus heroicos soldados mártires.  De recuerdos de seres queridos presentes por la memoria y el sentimiento, ausentes por el espacio y el tiempo. Entre sones del himno nacional, fuegos pirotécnicos, y vivas a nuestros Santos, cientos de cirios y velas  en luminaria procesión, rompen la monotonía de la noche al paso lento y acompasado del tambor entre olivares y almendros. Desde su alto pedestal, la Virgen con su pequeño hijo en brazos y el cetro en la otra mano, muestra orgullosa la fe de nuestros patronos que nos precedieron en la fe, con su presencia en aquellos momentos de tribulación. La palma del martirio entre sus manos, la corona de plata de laurel sobre sus sienes, la coraza, la gladio romana y la herida sobre la yugular de sus cuellos, muestran al mundo su martirio, como fiel testimonio de su fe. Los cientos de claveles rojos a los pies de su trono, son una hermosa metáfora de la sangre derramada por decapitación. Una hermosa lección de entrega y sacrificio, de unos soldados romanos, que prefirieron abrazar la palma del martirio, antes que apostatar de su fe y adorar a dioses fabricados por la mano del hombre. Por eso los veneramos y los amamos, como parte esencial de nuestra confesión de creyentes. Porque son un ejemplo de renuncia al mundo y seguimiento de Jesús hasta dar su vida por Él,  ser testimonio de su resurrección y vencer a la muerte para siempre. Así  nos lo han transmitido y enseñado nuestros padres. Así lo profesamos y creemos.





7 comentarios:

  1. !! Felices Fiestas, Antonio !!

    ...gracias por compartir tus recuerdos, vivencias y emociones.

    Saludos :-) Paco

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    Respuestas
    1. Gracias a ti, Paco. Algún día se valorará lo que aportas por nuestra tierra. Yo, ya lo hago. Un saludo.

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  2. Felices Fiestas y Vivan Nuestros Santos.
    Saludos :)

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  3. Otro paisano de Abla,que recuerda su infancia y sabe transmitirla por escrito.

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  4. Queridos Paisanos:Gracias por el seguimiento de mi blog. Os deseo a todos felices fiestas. Espero estar entre vosotros y disfrutar de vuestra compañía.

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  5. Ha sido un grata sorpresa conocer tu blog, Antonio Martín. Prometo seguirlo. Gracias por tu comentario. Es fantástico que los abulenses nos unamos para el enriquecimiento personal y el de nuestra tierra. Un cordial saludo.

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