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martes, 12 de mayo de 2015

La incompatibilidad de los políticos






Como decíamos ayer, el compromiso del ciudadano con la política y su participación activa es enriquecedora para el conjunto de la sociedad y esencial para la democracia. Si la política es una actividad noble cuyo objetivo es el bien común, aquellos que se dedican a ella deben ser los mejores; los más preparados, altruistas y honestos de los ciudadanos. En el caso concreto de nuestro pueblo, a los líderes que se presentan a estas elecciones, se les supone estas tres cualidades y otras más; entre otras, la vocación de servicio a los vecinos para hacerles la vida más llevadera y ayudarles a resolver sus problemas.
Para conseguir estos objetivos, hoy, debemos reflexionar sobre las incompatibilidades de nuestros políticos. Aquí como en todo, lo importante es llegar pero no pasarse. Lo primero a tener en cuenta es su capacidad a vivir fuera de la actividad política; tener un trabajo estable o un negocio personal, como autónomo, no estaría mal; cotizar a la seguridad social, todavía mejor. De alguna manera demuestra su valía al margen de la actividad de los partidos políticos, a la vez que una independencia y autonomía para dedicarse a esta actividad, sin depender de lo económico, a la vez que establecemos un filtro para que los que lleguen a gobernarnos no tengan como prioridad fundamental el enriquecimiento personal, sino el servicio público. Esta labor  la han de hacer los partidos políticos, pero también los ciudadanos a través de las instituciones y los medios de comunicación o mass media. Es complejo tener la certeza sobre el lucro personal de nuestros representantes, pero debemos poner los mecanismos necesarios de control para que esto no suceda (sabedores que la naturaleza humana es proclive al egoísmo) La pregunta del clásico "Quid prodest?" ¿Aquién beneficia?, es oportuna y necesaria, aunque no suficiente. El conocimiento de los candidatos y su solvencia económica es imprescindible para no errar en la elección y el buen gobierno, a la vez que el establecimiento de  un código de incompatibilidades donde se promulguen normas de control de obligado cumplimiento a todos aquellos que quieran dedicarse a la acción política, (como ejemplo se me ocurre una declaración de bienes antes y después de cesar en la actividad política, ante notario).
Lo dicho, no es incompatible con establecer un salario justo a aquellos que se dedican a la política a tiempo completo, para evitar con ello, que solo los mediocres accedan a puestos de responsabilidad, e impidan que los mejor preparados  huyan a la empresa privada, en detrimento de emplear su capacidad y talento en la cosa pública. El maestro Platón sabía de la importancia de los gobernantes en la configuración del Estado, cuando en La República, dedicó uno de sus más bellos diálogos a la educación de los gobernantes. Él mejor que nadie sabía muy bien que un Estado justo se asienta en la rectitud de sus gobernantes.



 

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