mendigos de mi ciudad
Hace sol, son las diez y cuarto, mis pasos
encamino, en cualquier ciudad española;
sigo los trazos a diario de un día cualquiera,
distingo los sitios, con solo mirar los bajos.
Los mismos pobres en la puerta del templo,
con solo un vaso de plástico tendido al cielo,
esperan sin esperanza verlo lleno,
pues por no tener no tienen ni recuerdo.
Números de teléfono en teclas de piano,
colgados en farolas, puertas, árboles heridos,
en pasquines de papel mellados.
Huellas de reclamo de los desocupados,
testigo en mil anuncios de los desahuciados,
entre excrementos de paloma, y de pájaros.
Antonio González
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