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jueves, 5 de noviembre de 2015

Corcuera, un socialista auténtico





Hace unos días disfruté oyendo al Señor Corcuera -ministro de interior en el gobierno de Felipe González- en el Cascabel al gato de Antonio Jiménez. Oyendo a Corcuera, recordé aquellos tiempos en los que el socialismo era un verdadero partido que vertebraba a España y la ilusión con el que militamos en sus filas con las ideas muy claras de lo que queríamos que fuera nuestro país. La España de la transición fue modélica porque todos supieron ceder en algo para llegar al consenso que permitió una regeneración democrática en torno a la Constitución del 78. Me sentí orgulloso de haber pertenecido a aquel partido joven, dinámico, comprometido y con un discurso claro y diáfano que todo el mundo entendía. Anoche este partido tan añorado, resucitó en boca del Señor Corcuera. Se habló del tema catalán y suscribo de la A a la Z su posición argumentativa. Me quedo con una idea entre las muchas que este viejo socialista desgranó para el deleite de muchos, respecto a que la función primordial de un partido no es la de conseguir tener más votos, ni siquiera la de alcanzar el poder, sino resolver los problemas de la gente. Tampoco estaba conforme con el mantra que le han cargado a Rajoy sobre que es una fábrica de producir independentistas al ser partidario de cumplir con los preceptos que marca la Constitución, "todo lo contrario -dijo Corcuera- soy partidario de repetir todas las veces que sean necesarias el cumplimiento del orden  constitucional para tratar de convencerles". Sobre un cambio en la Constitución, manifestó que es difícil pero no imposible y nunca debe hacerse para beneficiar a una comunidad autónoma en detrimento del resto, ya que los padres de la constitución así lo decidieron para que hubiera el mayor consenso.



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