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jueves, 24 de septiembre de 2015

Cataluña: El Mito Secesionista ( II )



"La unidad del país es la columna principal de la verdadera independencia y el sostén de la tranquilidad interna...de vuestra propia seguridad y de las libertades que tanto amáis".

                                                                                             Washington


Como decíamos ayer, junto a la educación hemos perdido la batalla del lenguaje. ¿Qué significa esto? Los constructores mitos y leyendas al "socaire" de sus propios intereses, aquellos que se erigen como caudillos, mesías salvadores del pueblo, o encantadores de serpientes, cuando no, embaucadores y trileros que engañan a su pueblo con falsas promesas, necesitan hacer proselitismo para expandir la "nueva religión" del independentismo; para ello cuentan con el lenguaje. ¿A quién no le gusta oír: "El derecho a decidir",  la "libertad de los pueblos oprimidos", "la democracia del pueblo", "independencia", son palabras que evocan liberación, libertad, modernidad, progreso, tolerancia, aventura, etc...; palabras, que en apariencia, dichas así de forma abstracta, no dicen ni significan nada; pero en la tribuna de un mitin con la camisa desabrochada, cuelan, y mucho: todo el mundo estaría de acuerdo. Otra cosa es cuando debajo de las palabras y el discurso que lo componen, analizamos su contenido, entonces la falacia, la demagogia, la manipulación, o el victimismo, lo encontramos oculto en su caldo de cultivo. También la estética jovial y desenfadada con que se presenta el producto (en carteles y manifestaciones) puede atraer al consumidor. Demasiado tarde, pues su discurso ha llegado a la gente, conformando su conciencia en consonancia con sus postulados. 
El siguiente paso consiste en aunar voluntades y esfuerzos para expandir la nueva religión del independentismo, la sacralización de sus mitos y símbolos (bandera, himnos, identidades, etc) identificando a "los nuestros" frente a "los otros", que llamaremos "facistas" porque se identifican con un período oscuro de la dictadura franquista, ¿Y quién se siente a gusto con este adjetivo aunque no sea cierto? (he aquí la perversión del lenguaje, la búsqueda del agravio comparativo de una época superada, que nada tiene que ver con la actual). Las consecuencias del "credo nacionalista" son evidentes: La fractura de la sociedad catalana entre los que se sienten constitucionalistas (catalanes y españoles) o independentistas (catalanes separatistas) es un hecho de consecuencias graves, que afecta a la familia, a los amigos, al mundo laboral, etc. El miedo a ser identificado y señalado como "anticatalán" o "españolista" como hereje o renegado de la causa o proceso de "la patria catalana", explica muy bien esta actitud de falta de libertad en una sociedad democrática, por eso, los ciudadanos guardan silencio (es lo que tiene la herejía) De aquí a ser apartados y excluídos del reconocimiento social, con las consecuencias económicas y de oportunidades que se pierden, hay un pequeño trecho. 
De lo que se trata es de olcultar el fracaso de un gobierno que ha renunciado a gobernar, como es la lucha contra el paro (principal problema de la sociedad catalana), la sanidad, los servicios sociales, etc., todo queda supeditado y postergado al ideario independentista del proceso, que como tapadera, envuelve el fracaso de un gobierno que no se ha dedicado a resolver los problemas de los catalanes, sino a construir un proyecto para tapar la corrupción y su ineptitud para gobernar, no asumiendo su propia responsabilidad y culpando siempre a los otros (España nos roba). 
En esta dialéctica sociológica, los españoles constitucionalistas no lo hemos perdido todo; contamos con el respaldo internacional de instituciones y líderes del mundo de la política, del mundo financiero y empresarial, que por activa y por pasiva le han dicho a Mas la inviabilidad del proceso independentista. Pero sobre todo la ley está de nuestra parte, así han de entenderse las palabras del presidente europeo, Jean-Claude Juncker, quien ha declarado sobre la independencia de Cataluña: "Ningún Parlamento autonómico puede contradecir la Constitución nacional". Se puede decir más alto pero no más claro. Dicho en lenguaje coloquial. El Parlamento de Cataluña no tiene las competencias para declarar la independencia ni aún sacando el 99% de los votos los partidos políticos a favor del separatismo (esto ellos lo saben, pero no lo dicen; prefieren engañar a sus ciudadanos) 
Sobre este aspecto, el filósofo Fernando Savater vinculó identificó ayer a los nacionalistas como "el populismo" en España y advirtió de que precisamente el populismo es "la democracia de los ignorantes". El intelectual se refirió así sobre la independencia de Cataluña durante su intervención en el Congreso del Bienestar. Savater abordó la convivencia multicultural y los radicalismos en una charla en la que no faltaron las referencias al proceso catalán. Así, sobre el reto separatista, el filósofo apuntó que "ser ciudadano no es una cuestión sentimental, sino administrativa" y advirtió de que la "libertad" de un territorio respecto de España no implica la libertad individual de cada uno pero esa idea, añadió, "no interesa que se sepa". En su opinión "aunque el 99% votase la independencia, seguiría existiendo el mismo atropello a la ciudadanía con el resto del país". Savater, que inició su intervención reivindicando la figura de Voltaire, también habló de los fanatismos y alertó de que este movimiento "se cura con las leyes, aunque lo peligroso son los sitios donde mandan los fanáticos". Nuestra seguridad, libertad, e independencia -en palabras de Washintong- no nos la concederán gratuitamente, están en la unidad del país -y yo añadiría- en la seguridad de la ley constitucional, que nos hemos dado todos los españoles, y que nos libra del fanatismo, de la demagogia y de los separatismos.

Un ejemplo ilustrativo lo tenemos en el debate televisivo de la pasada noche entre Margallo vs Junqueras ¿Quién crees que ganó? Según el medio y su ideología quien ganó fue uno u otro. Pues bien, para mí no ganó ninguno, puesto que sus planteamientos no son comparables por ser diametralmente opuestos, la razón frente al sentimiento. Mientras Junqueras habla de su Arcadia feliz, utilizando un lenguaje  sentimental, mitológico, poético, ilusorio..., en donde describe el amor platónico de catalanes y españoles, con las contradicciones de seguiremos siendo españoles pese a ser un Estado independiente, etc.,(ser o no ser...,"To be or not to be");  Margallo, argumenta y establece un discurso racional, justificado con datos objetivos de tratados de derecho internacional, que se imponen por la lógica de los hechos, y "el principio de realidad" incuestionable.

El día 27 de septiembre próximo, los catalanes no se van ha encontrar con dos papeletas en la mesa electoral sobre el "Sí" o el "No" a la independencia de Cataluña, sino una serie de papeletas de todos los partidos políticos que confluyen a estas elecciones para votar a sus representantes políticos de una región de España llamada Cataluña, para formar un parlamento y un determinado gobierno (que no nos ganen otra vez la batalla del lenguaje) que gobernará durante los próximos cuatro años. Esto es lo que marca la ley y esto es lo que se vota, todo lo demás son cantos de sirena que tratan de confundir  a la ciudadanía.
A modo de conclusión, me dirijo a todos los ciudadanos catalanes -y en particular a mis amigos y familiares de Cataluña- para animarles a que vayan a votar, y que su voz no sea silenciada por aquellos que más gritan; que nadie les tape la boca, y que asuman su responsabilidad como ciudadanos libres de la sociedad civil, para que otros no decidan por ellos. En palabras de Fernándo Savater, "Las personas libres no preguntan qué va a pasar, sino qué tenemos que hacer". Que lo mismo que contribuyeron con su sacrificio y trabajo en el pasado a hacer una Cataluña próspera y rica, para ellos y sus hijos, ahora, nadie les despoje de lo que les pertenece por derecho: Ser ciudadanos catalanes, españoles y europeos. Para que cuando vengan a nuestra tierra -su tierra- no lo hagan con un pasaporte extranjero.



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