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lunes, 21 de septiembre de 2015

Cataluña: El Mito Secesionista ( I )





“No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte; De lo que hay que tener miedo es del propio miedo”
                                                                         
                                                                             Epicteto
                                                                                                     

La filosofía nació en Grecia con el paso del mito al logos (razón); dicho de otra manera, la forma de interpretar la realidad de los griegos evolucionó desde los relatos cosmogónicos de Hesíodo y Homero hacia una nueva forma de  relato basado en la razón, porque las explicaciones mitológicas no bastaban por ser insuficientes para poder explicar la complejidad de la cultura griega. El mito, nunca abandonó a la Grecia clásica y supo acomodarse y convivir  con la racionalidad filosófica. Otro tanto ocurrió con la religión como un "saber" que se acomodó en la sociedad griega más como una tradición que como un elemento dinamizador de la antropología griega. La Filosofía se fue imponiendo progresivamente al mito, no sin esfuerzo y trabajo de los que la cultivaban, donde los avances y retrocesos convivían a la par. Este avance fue lento y laborioso y solo era perceptible en una élite cultural minoritaria. Tuvieron que pasar siglos para que los frutos de la racionalidad filosófica se manifestara en las formas  socioculturales y políticas de los griegos. El paso del mito al logos significó un cambio cultural antropológico desde la emoción y el sentimiento (mito) a la razón y la inteligibilidad de lo real. Gracias a este paso, nuestra cultura occidental inició un proceso irreversible y fecundo para erradicar la superstición, el oscurantismo y el miedo de una sociedad anclada en el pasado sentimental y mitológico, y sustituirlo por la racionalidad filosófica.
La política y las formas de gobierno también se vieron reinterpretadas a la luz de la filosofía, descubriendo un nuevo sentido del poder y la autoridad en consonancia con los nuevos tiempos; su manifestación más definitoria la encontramos en "demos" (pueblo) y "Kratos" (gobierno) la democracia como forma de gobierno participativa, y en el "nomos" (ley) como expresión escrita de la voluntad del pueblo, ambos sujetos al imperio de la razón. Lejos queda el mito, emotivo y sentimental, sujeto al arbitrio de las veleidades de los dioses y de sus intérpretes, de la racionalidad filosofica, la eficacia, el buen gobierno o "el principio de realidad" freudiano. Mito que en el plano de la política, se manifiestan como tiranía, caudillismo o populismo, al servicio de intereses ocultos, en beneficio de sus líderes o gobernantes

Han pasado 2500 años desde el siglo V o siglo de Pericles en la Grecia clásica, y vuelven a repetirse en Cataluña los mismos hechos históricos con diferentes protagonistas. El nacionalismo secesionista iniciado en el siglo XIX a las ubres del romanticismo, inició un proceso cuyo recorrido terminará -más tarde o más temprano- en el independentismo. Es cuestión de tiempo. Instalado en el mito, el sentimiento y la ensoñación, utilizará todos los medios a su alcance para conseguir sus objetivos, al margen de la racionalidad.  Para ello cuentan con una formidable maquinaria de propaganda en los medios de comunicación y en la escuela: “La economía o incluso la geopolítica no son más que cortinas de humo", escribe Michel Houellebecq en su último libro, Sumisión: "Quien controla a los niños controla el futuro, punto final. Así que la única cuestión capital, el único aspecto en el que no darán su brazo a torcer, es la educación de los niños". La escuela catalana, más que educar en valores, crea ideología secesionista (recuerden los vídeos de TV3 de manipulación a niños menores de edad en la escuela primaria durante la pseudo consulta del 9 de noviembre). Para ello cuenta un relato metafísico, basado en el enfrentamiento y en la diferencia, maniqueista y victimista de "buenos" (nosotros, los catalanes) y "malos" (los otros, los españoles); Son treinta y cinco años martilleando a los niños en falsas interpretaciones de la historia, en la inmersión lingüistica, en un proselitismo ideológico, etc, -y ya se sabe, que cuando una mentira se repite indefinidamente se convierte en verdad-; por tanto, es cuestión de tiempo.
El problema no es el "encaje" de Cataluña en España, ni su "singularidad", ni la seducción o amor de los españoles a Cataluña -no nos engañemos-, hagamos lo que hagamos la hoja de ruta está trazada y seguirá su trayectoria hasta terminar en el independentismo. Se equivoca el PSOE al pretender una tercera vía federalista basada en más competencias o en una ventajosa financiación económica en detrimento de otras regiones de España. No se trata de eso, porque el nacionalismo secesionista no se contentará, lo quiere todo. Tampoco las advertencias de los organismos internacionales con sus líderes a la cabeza de la salida de Cataluña de la Unión Europea y sus consecuencias  económicas (con todo lo que significa para el tejido empresarial y de comercio) Infructuosas las advertencias de la deuda de Cataluña, de la falta de financianción, del corralito que se formaría, de la imposibilidad de pagar las pensiones etc, etc. Enquistados en el mito del independencia, harán oídos sordos a las advertencias de los políticos, empresarios, banqueros, (así se explica, que cuantas más advertencias más suben las encuentas del independentismo, una reacción contraria a la que se pretende) Pues nada ni nadie podrá contra el "procés" y su meta de "tierra prometida" donde todos los problemas quedarán resueltos por encanto. Negarán las consecuencias y apelarán a la mentira, al ocultamiento, a reconocer la realidad (saltarán por la ventana negando la ley de gravedad a la espera de no pegársela) No encontraremos una respuesta coherente o racional ante tales peligros, más bien sus respuestas entran en el terreno de los sentimientos:  "No podrán prescindir de  7 millones de catalanes", "Los bancos no se marcharán renunciando a un mercado...", etc etc; no hay una respuesta racional basada en un principio de realidad, no se quiere reconocer la evidencia de los tratados internacionales, todo es voluntarismo metafísico...
Llegados a este punto nos podemos preguntar cómo acabará esto o qué podemos hacer. Lo primero corresponde a los Catalanes votar el día 27 contra este desafío independentista, por los partidos constitucionalistas. Además, el Estado democrático cuenta con suficientes procedimientos para parar esta ruptura secesionista, apelando al orden constitucional y a los tribunales de justicia (una solución poco práctica porque tarda demasiado y su eficacia está por ver), ya que aplicar los artículos de la Constitución sin más, -por ejemplo el art. 155- es problemático porque le falta un desarrollo normativo que ha de hacerse en el parlamento con una gran mayoría entre todos los partidos políticos. (Continuará)




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