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viernes, 25 de septiembre de 2015

El silencio de la Campana






EL SILENCIO DE LA CAMPANA


La iglesia del pueblo es mudéjar y fue construida en el siglo XVI. Su artesonado es de una belleza indescriptible, sobresaliendo en importancia el artesonado del altar mayor. La iglesia se construyó gracias a las aportaciones de sus habitantes y la financiación de las familias de los nobles más ricos de la localidad, a cambio de poder ser enterrados en una de aquellas capillas. Las obras duraron más de lo previsto, unas veces por razones económicas, otras por cuestiones técnicas. Su hermosa torre mudéjar sería coronada por un juego de campanas entre las que sobresalía por su tamaño y peso la dedicada a la Virgen, con la siguiente inscripción:

"Santa María me llamo, 
 cien quintales peso, 
 quién no se lo crea, 
 que me tome en peso"

Unos obreros eran los encargados de elevar las campanas a lo alto del campanario, subiéndolas por las escaleras mediante un sistema de poleas; pero La Santa María se resistió debido a su descomunal peso y magnitud. Ante estas dificultades, los arquitectos la dejaron en la base de la torre a la espera de encontrar una solución técnica a dicho problema. La sorpresa para todos fue cuando, a la mañana siguiente, 15 de agosto de 1547 -día de la Virgen-, se empezó a escuchar el sonido de las campanas, que habían sido colocadas en el alto de la iglesia, y entre ellas, la que más sonaba era La Santa María. Nadie supo explicar este hecho insólito, que fue muy comentado por todas sus gentes, dando unas interpretaciones de acuerdo a sus creencias, cual de ellas más disparatada, mezclando antiguas leyendas, mitos, supersticiones, y brujería.

En la guerra civil de 1936, Paco "El Tuerto", con un grupo de milicianos, se disponía a quemar las imágenes de los santos, altares, retablos, libros, códices, y bancos, del templo parroquial, en una pira  encendida en la plaza del pueblo. De la quema y el saqueo tampoco se librarían las campanas de la torre, entre ellas La Santa María, para ser fundidas como metralla de cañón. El día que la descolgaron de su lugar preeminente la dejaron en suelo del cuarto piso de la torre para estudiar el modo de bajarla. A media noche un ruido estremecedor sacudió los cimientos de la Iglesia y las casas limítrofes, levantando una polvareda descomunal. Después de romper cuatro techos, la campana paró su caída vertiginosa en un socavón en el suelo de la torre. Era el 15 de agosto de 1937, día de la Asunción de la Virgen.



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