TARDES DE VERANO
Oh tierra agrietada, tu piel no sangra
por estar sedienta, áspera, ajada...,
otrora fértil, reverdecida, calada...,
hoy, la savia no corre en tus entrañas.
Sol peregrino de caminos polvorientos,
cobijado huésped en solanas encaladas,
mustias hojas alicaídas languidecen,
por largos estíos de fuentes agostadas.
Suave húmeda brisa del sur en la tarde,
que reclama a gentes en arrimaderos,
al ritmo del agua de un botijo colgante.
Encuentros en la penumbra de las rejas,
con pasiones hilvanadas de instantes, de
besos robados..., de promesas inciertas...
ANTONIO GONZÁLEZ
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