Translate

lunes, 30 de abril de 2012

LA GUERRA FRÍA




No se asusten, queridos lectores, que RUSIA no se ha convertido en la URSS y no ha terminado la guerra fría. Es sólo mi memoria infantil la que prodigiosamente me retrotrae a 1955, cuando sólo era un niño de un pueblo almeriense -llamado ABLA-, con siete años de edad y una imaginación desbordante.
Uno de los acontecimientos más sobresalientes del pueblo, era la proyección de películas en el cine los fines de semana. En aquella época en la que no existía televisión, el cine cumplía una función social, que para bien o para mal, es justo reconocerlo,  mostraba  el mundo exterior, bajo el prisma de la censura del régimen del General Franco. El NODO, que se proyectaba antes de la película, era un noticiero que semanalmente contaba las excelencias del régimen, donde la crítica brillaba por su ausencia y se magnificaban las obras y hazañas del Dictador, siempre bajo los postulados de la ideología franquista.

Aquella semana de primavera se proyectó en el cine del pueblo, una película que trataba sobre la guerra fría entre EEUU y la URSS. No recuerdo el título, pero me impactó la trama porque por una vez no era de vaqueros y espadachines, sino de espías. El maniqueísmo imperante de la época entre buenos y malos ya no era entre vaqueros e indios, sino entre americanos (los buenos) y los rusos (los malos). Al final, siempre ganaban los que nos imaginamos: los americanos que eran, los mejores, inteligentes y guapos. Aquella película era una fuente de información inagotable para mi mente imaginativa. Durante la noche del domingo no podía dormir, proyectando un plan para jugar con la pandilla entre entre espías, soldados y banderas. 
Lo primero que se me ocurrió al despertar, era construir dos banderas una de EEUU, -con sus barras y estrellas-, copiada de una enciclopedia de la escuela y otra de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) con la hoz y el martillo sobre fondo rojo. !Eran magníficas, exactamente iguales a las vistas en la película! Ya solo faltaba la tropa de uno y otro bando, para que empezaran las hostilidades y la mismísima guerra entre los dos bandos. El primo David, se encargó de liderar a los malos y yo a los buenos. Al mando de cinco aguerridos guerreros, armados con pistolas y espadas, en estricta formación y con la bandera de la URSS por enseña, tomó la plaza del pueblo ondeando la bandera con la hoz y el martillo, siendo la única plaza de España que dejó de ser franquista para convertirse en comunista. Yo, al mando de los americanos, me refugié en los soportales del ayuntamiento, esperando el ataque de "los malvados comunistas", que después de blandir la bandera "roja" por la mismísima Plaza del Generalísimo, tomó la calle de José Antonio Primo de Rivera y bajando por el callejón  de la Torre camino de la calle de Juan Padilla, subir la calleja prolongación del Chorrillo y volver a la plaza por la calle Real. 
Desde mi posición privilegiada de los portales, divisaba las tropas comunistas, al mando del Primo David que orgulloso blandía la bandera "Roja de la hoz y el martillo", acercándose a la plaza frente a la puerta del cuartelillo.  De pronto una figura verde  con tricornio negro y gran mostacho, se abalanzó sobre  el Primo David; era el guardia de puertas que desde el cuartelillo gritaba desaforadamente, a la vez que se abalanzaba para pisotear aquella bandera que tanto había costado fabricar, diciendo: "!comunista, comunista! ¿De quién eres tú hijo? ¿Quién es tu familia?" Sorprendido y asustado por tan inesperado y alevoso ataque,  mi primo David, entre sollozos decía: "!Ha sido mi primo Antoñico!"
Yo, atrincherado en los portales del Ayuntamiento, sudaba a la vez que temblaba, sin llegar a comprender la trascendencia de aquel hecho, entre el miedo y la sorpresa. Cuando, de repente, ví a mi padre cruzar la plaza en dirección al café, y ser interpelado por el guardia de puertas, al pasar por delante del cuartelillo. Pasados unos minutos de conversación entre ambos, mi padre dió media vuelta hacia la plaza y con malévola y sarcástica sonrisa, quitándose la correa, me preguntaba en voz alta: "Hijo, ¿Donde estás?,  !comunista!".
Esta gesta no será narrada por ningún libro de historia, pero es paradigmática de una época, que muchos de nosotros vivimos y que nunca olvidaremos. La guerra entre estas dos potencias acababa de empezar.




NB: Dedicado a mi Primo David, a quién tanto quiero. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario