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lunes, 6 de febrero de 2012

PAIDEIA




El tema, por amplio y complejo excede el tiempo y el espacio que dedico diariamente a mis artículos del blog, pero unas pinceladas sí que intentaré dar sobre la educación en España. Como docente jubilado y padre de alumno en activo, quiero expresar mi opinión desde la experiencia que me confiere haber sido profesor durante 33 años.
Es labor de las sociedades democráticas es crear instituciones que tengan como objetivo primordial trasmitir los conocimientos, ideas y valores para todos los miembros que la componen. Esencialmente son dos los agentes socializadores que trasmiten la cultura: la familia y el Estado; ambos son los que tienen el deber y la obligación de llevar a cabo ésta tarea tan importante para la sociedad. Son los progenitores quienes deben elegir la educación que quieren para sus hijos y el Estado el medio para llevarla a término. Ambas instituciones han fallado en su cometido, por diversas razones que expondré a continuación.
La controversia llegó con la Ley Orgánica de Educación de 2006 (LOE) y resucita ahora en el marco de la nueva reforma: van 13 desde 1970 y nunca llega el tan cacareado Pacto de la Educación. Polémicas como esta vuelven a poner de manifiesto la división de la comunidad educativa. Una de las críticas que se han oído a los llamados "progres" es por qué  cada vez que hay un cambio de gobierno ha de haber una nueva Ley de Educación. Claro esto sólo lo dicen cuando hay un gobierno contrario a su ideología política. Yo también me lo pregunto, y la respuesta es obvia: todos los gobiernos PSOE y PP, han utilizado la educación como arma ideológica -especialmente el PSOE a quien debemos las tres ultimas reformas de Educación- y no como agente en la construcción de ciudadanos libres y responsables. La educación se ha utilizado para instruir a los jóvenes en el catecismo del progresismo -mal llamado "intelectual"- empezando por el lenguaje y siguiendo por los principios y valores. De ahí por convertir a la escuela en un rebaño de zoquetes, sin pensamiento propio, iletrados, vagos, inmaduros e irresponsables. Sin valorar el esfuerzo, la capacidad, la excelencia. ¿Que has suspendido cuatro asignaturas? "No te preocupes, chico, que para no causarte trauma te dejamos pasar de curso y adelante". ¿Que hoy no quieres madrugar porque trasnochaste? "Tranquilo, mamá te justifica la falta". ¿El profe te tiene manía? "Pínchale las ruedas del coche y ya aprenderá". Detrás de todo esto subyace la cultura del "dolce fare niente", renegar  de la disciplina y el esfuerzo, de la autoridad y el respeto al profesor, porque ya no se lleva y además es represivo. ¿Para qué estudiar filosofía? ¿De qué sirve estudiar Historia? ¿Para qué ver las películas en versión original si están traducidas? En fin, todo dispuesto para hacer la vida más fácil a los jóvenes y educarles para la vida laboral, creando una generación NI-NI-NI (ni estudia,ni trabajan, ni piensan) adoctrinados, narcotizados  aborregados y preparados para votar progresismo a los 18 años.
¿Es esta la educación que queremos para nuestros hijos? Creo que no. ¿Por qué la educación ha de adoctrinar más bien que instruir? ¿Por qué hay que formar la conciencia moral de los alumnos, derecho exclusivo de los padres, y no del Estado? Por eso, a priori, es reconfortante la decisión del ministro Wert de suprimir EpC, sustituida por Educación Cívica y Constitucional, una materia, apuntó, que "estará exenta de cuestiones controvertidas" frente a una clase en la que, cree, se había favorecido "gran carga de adoctrinamiento". Habrá que ver los contenidos de ésta nueva materia, aunque personalmente yo hubiera preferido no sustituirla por ninguna otra. Totalmente de acuerdo con los principios programáticos de la educación, como,  devolver a los docentes la autoridad y la dignidad perdidas (masacradas); a los alumnos los valores de esfuerzo y respeto; y a las familias el papel de educadores en cuestiones morales y de conciencia, que nunca debió haber quedado en manos de los profesores. Bachillerato más largo y de mayor contenido. Becas y ayudas según resultado y no según prejuicios. Bilingüismo para conseguir la excelencia. Cultura de la evaluación, basada en la evaluación externa o algún tipo de reválida. Se trata de crear ciudadanos educados (en el sentido más amplio), no borregos adoctrinados. ¿Para qué sirve una asignatura cuyos contenidos pueden ser aprendidos transversalmente por otras del curriculum? El mismo Peces Barba reconoce que "La asignatura de Educación para la Ciudadanía es la mejor expresión de la moralidad de una cultura secularizada y laica que considera al hombre el centro del mundo". El relativismo moral, el positivismo jurídico, la ideología de género y la fundamentación de todo, son posicionamientos doctrinarios que afectan a la conciencia moral del alumno, lo que hace que sea una asignatura para el adoctrinamiento y la manipulación ideológica.








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