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jueves, 23 de febrero de 2012

Lo primero, aprender




Queridos lectores: Después de reflexionar en  mi blog sobre filosofía y  política, me hace ilusión escribir sobre antropología, tal vez porque su contenido esté más cerca del diálogo que cada uno de nosotros debe hacer consigo mismo.
No hemos venido a este mundo a triunfar en la vida. Tampoco a ganar dinero o ser y conformarnos como los demás quieren que seamos. Tampoco estamos aquí para aparentar ser lo que no somos, ni para alcanzar "status" que sean la envidia de los demás. Y mucho menos para ser consumidores de productos que no necesitamos en una espiral que nunca acaba. Tampoco estamos aquí para satisfacer todos los caprichos que se nos ocurren aun a costa de que otros caigan en el camino. Ni siquiera estamos aquí para satisfacer nuestras emociones, sentimientos y pasiones, y menos para subsistir físicamente.
Entonces, ¿Para qué estamos aquí? ¿Hay algún motivo que trascienda nuestra vida? ?Cuál es el verdadero motivo de nuestra existencia? La respuesta no te la puedo dar yo, te corresponde encontrarla a ti. Porque te juegas mucho el resto de tu vida. Pero sí voy a contarte lo que hombres sabios han hecho en su vida y que puede   ilustrarnos. "Conócete a ti mismo", decía Sócrates en la Grecia clásica.
La naturaleza humana ha dotado a los humanos de grandes potencialidades para su desarrollo y adaptación a la vida. La más importante es la capacidad de raciocinio. Por contra, esta misma naturaleza nos hizo muy débiles y dependientes de nuestros progenitores en nuestra infancia, aunque dotados de grandes potencialidades que desarrollar mediante el aprendizaje. El resto de  mamíferos nacen como lo que son, nosotros nacemos todavía por hacer: Venimos al mundo para aprender. Pero, aprender ¿Qué? Aprender a ser felices por nosotros mismos. Este es el único fin que tiene la existencia humana y todo lo demás son medios para alcanzar este fin. 
¿Y para llegar a esto tanta alforja? No, querido lector, ten paciencia que todo llegará. Lo primero que hemos de aclarar es qué se entiende por felicidad, en qué consiste y como se adquiere. La felicidad consiste en estar en paz uno consigo mismo. En la aceptación y valoración de lo que uno es. La felicidad personal no depende de los otros sino de ti mismo. Ni siquiera de la persona más amada. Es la ausencia interna de apetitos y necesidades que no pueden ser satisfechos por algo externo a uno mismo. Tampoco se puede confundir la felicidad con el placer (hedonismo) -este es un medio pero nunca un fin; y mucho menos con  la posesión de bienes materiales (egoísmo), no seremos más felices por lo que poseemos y sí por lo que somos. La mayor felicidad la alcanzaríamos en la ausencia de todo deseo, pero esto es imposible en el ser humano, pues, por tener un cuerpo tenemos necesidades materiales y por tener un espíritu necesidades espirituales. El problema radica en creer que nuestra felicidad depende de causas externas, cuando no es cierto: solo depende de mí.
Aceptarse cada uno como es y valorarse en su justo precio, es fundamental para ser feliz. También aceptar las circunstancias -"yo soy yo y mis circunstancias", decía Ortega y Gasset- es esencial para la estabilidad del ser humano. Dialogar con los coetáneos, sin querer cambiar el mundo, desde el realismo, el inconformismo, el compromiso, la solidaridad, nos hará más humanos y por tanto más felices; erradicar el pasotismo, la resignación, la indiferencia nos hará más fuertes y solidarios, y por tanto, más felices. Todo esto se aprende en el aprendizaje de la vida.

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