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viernes, 25 de noviembre de 2011

Con la boca llena, no se puede hablar

La RAZÓN DIGITAL 25 Noviembre 11 - - Fernando Cancio  

MADRID- "De momento, la victoria de los populares ha tenido que ser un jarro de agua fría para las centrales sindicales, pues en los últimos 4 años de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero han ingresado más de mil millones de euros (1.006.491.765 euros) en subvenciones de todo tipo. Una cifra cuanto menos chocante con la situación económica que vive el país y con la que, por ejemplo, podrían llegar a descongelarse más de 4 millones de pensiones. Y, como en todo, siempre hay grandes beneficiarios, en este caso, la Unión General de Trabajadores (UGT) de Cándido Méndez y Comisiones Obreras (CC OO) de Ignacio Fernández Toxo.
Muchas de estas ayudas, en lugar de reducirse, se han mantenido año tras año o, incluso, han aumentado, como es el caso de las relacionadas con la Memoria Histórica o las que reciben por la «realización de actividades de carácter sindical», esto es, por hacer su trabajo. Pero al Gobierno no le ha temblado el pulso a la hora de conceder fondos públicos."




"Con la boca llena no se puede hablar".  Para mantener a los sindicatos con la boca cerrada y la "paz social", el gobierno de ZP ha debido subvencionar a los sindicatos con más de mil millones de euros. Los grandes beneficiarios han sido los sindicatos de clase. ¿Para qué ha servido esta ingente cantidad de dinero? Para que los sindicatos hayan tragado con cinco millones de parados sin levantar la voz ni pertubar la paz social del gobierno socialista. Un matrimonio de conveniencia. Es obvio preguntarse: ¿Para qué sirven los sindicatos? En los tiempos que corren, donde la política económica se impone sobre la política social, para bien poco. Los sindicatos en el siglo XXI sirven pero no con el modelo actual.
La etimología de la palabra "sindicato" proviene del griego "Sin"(con) "Dikaios" (Justicia): "con justicia"; La justicia era la virtud por excelencia que debía prevalecer en el Estado y en sus gobernantes. Platón, en su República, la eleva a lo más alto del Estado superior a las virtudes de la prudencia, la valentía y la moderación. Vista la situación actual, en poco se parecen los sindicatos al nombre que ostentan. 
Es cierto que se impone un cambio radical para que en una sociedad democrática los trabajadores puedan defender legítimamente  sus derechos, frente a los empresarios, pero no así. ¿Dónde han estado los sindicatos  en este tiempo? No al lado de los parados, ni en manifestaciones en la calle, ni con los más pobres, -allí encontré a Cáritas dando de comer a los hambrientos- sino cobrando las subvenciones y dando cursos a los parados de dudosa efectividad. No han aportado ninguna idea brillante a los interlocutores sociales para superar el paro que asola a la sociedad española. 
Se impone un cambio de modelo y de gestión urgente. Empezando por eliminar las subvenciones vía presupuestos del Estado para ser más neutrales e independientes del poder político y empresarial. Deben autofinanciarse con la cuota de sus afiliados y no por delegado elegido en la empresa. Por ahí hay que empezar. Que copien de la iglesia católica  el modelo de subvención y dejen de criticarla -poniendo una cruz en la declaración de hacienda- y que sean los ciudadanos los que libremente asuman su financiación, como hacen los católicos con su Iglesia. Mucho hablar de solidaridad y de igualdad, pero en tiempos de crisis la Iglesia ayuda a los pobres mientras estos desertan.

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