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miércoles, 30 de marzo de 2011

INTOLERANCIA RELIGIOSA





Les ha bastado quedarse en ropa interior ante el altar y golpear unas cacerolas para provocar un debate sobre la existencia de capillas en las universidades. Las jóvenes que irrumpieron en el santuario del campus de Somosaguas (Universidad Complutense de Madrid) han logrado su propósito. No obstante, si en los centros hay agencias de viajes, comedores, librerías, locales sindicales o entidades bancarias, ¿por qué lo religioso no ha de formar parte de la comunidad universitaria?
Periodista Digital, María López .- 26/03/2011

Se trata de un caso de intolerancia religiosa, que afecta a los católicos profanando un lugar sagrado de culto ridiculizando lugares y símbolos. "Denominaremos como intolerante a la posición intransigente ante posibles oponentes. Por ello la intolerancia es dogmática, indicando así la unidad entre una cierta teoría de la verdad y el poder político. El intolerante afirma “poseer” la verdad o encontrarse en un acceso privilegiado con respecto a lo que se conoce como “verdadero”. Esta confianza ingenua, lejos de todo escepticismo o conciencia de la finitud de la inteligencia y la voluntad humanas, da al dogmático una certeza inequívoca y un sentido mesiánico a sumisión de extender dicha verdad en toda la humanidad (si tuviera el poder para hacerlo).
Cuando la intolerancia dogmática tiene de manera suficiente ese poder político para imponer a otros su Voluntad de Poder, es cuando se usa la violencia como un modo natural de expandir la “verdad” y exigir ser aceptada por todos los demás. Aconteció en los Califatos, en las Cristiandades, y hoy es propugnado por el fundamentalismo cristiano (entre ciertas élites actuales de Estados Unidos), sionista o islamista. Puede observarse que el intolerante tiene entonces una cierta “teoría de la verdad” entrelazada al poder político, y hasta militar, como mediación de su expansión. La aceptación del otro en la verdad dogmática es el fruto de la derrota en una guerra fundamentalista." Enrique Dussell, UAM-Iz,. México.
Para el Secretario General del Sindicato de Estudiantes, Tohil Delgado, “los que van a misa son una minoría y la religión no es un servicio público que el Estado tenga que garantizar. Quienes quieran ir que lo hagan en una iglesia al lado de su casa”. Delgado entiende que “es respetable que un joven tenga sus creencias religiosas, pero no en el ámbito de la universidad y en un espacio que se podría estar utilizando para mejorar la educación”.  Siguiendo el discurso del Sr. Delgado, en nuestras universidades no debería haber espacio para otras actividades complementarias con la educación. ¿Acaso las prácticas religiosas no ayudan a la formación integral de la persona? Pues claro que sí, lo mismo que las sindicales y de otro signo social.
Con la ley en la mano, la existencia de capillas en los centros universitarios es, desde todo punto de vista, legal. El Rectorado tiene libertad de decisión. Según Tirapu, “esto no es algo que ha puesto ahí, de repente, la Iglesia”. Las capillas están contempladas en el artículo V, del acuerdo firmado entre el Estado Español y la Santa Sede el 3 de enero de 1979, que reza: “El Estado garantiza que la Iglesia Católica pueda organizar cursos voluntarios de enseñanza y otras actividades religiosas en los Centros universitarios públicos, utilizando los locales y medios de los mismos. La jerarquía eclesiástica se pondrá de acuerdo con las autoridades de los Centros para el adecuado ejercicio de estas actividades en todos sus aspectos.”Faltaría más.
  La Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, lanzaba esta semana el órdago verbal a las jóvenes que se manifestaron semidesnudas en la capilla de Somosaguas luciendo una cruz gamada sobre la imagen de Benedicto XVI: “¿Por qué no se atreven en las mezquitas?” De haberlo hecho, “estaríamos hablando -dijo- de un gravísimo problema”. A día de hoy el precio de meterse con un católico es muy barato. Si las mismas jóvenes que mostraron su ropa interior ante un altar hubiesen realizado esta acción en una mezquita o una plaza de Teherán se habrían jugado la vida.
Vivimos, según José M. del Hierro, sociólogo, un momento de regresión. “Hemos dado un enorme paso atrás. Lo que antes era un debate y un pulso a lo largo de la historia entre la fe y la razón se está viendo sustituido ahora por la fe y la intolerancia. Estamos en la sociedad de la información, y la desinformación es absoluta, hay quienes se manifiestan contra algo que ni si quiera saben documentar ni situar en la historia, se confunde el estado aconfesional con la exclusión de la vida pública de toda manifestación religiosa”, señala.
Javier Salazar, sacerdote en la Diócesis de Toledo, entiende que sería un error ponerse a la misma altura. “Nuestras armas son la oración y la confianza plena en Dios, que también les quiere a ellos, por tanto nosotros no somos quienes para juzgar. Ahora bien, somos un estado aconfesional, sí,  pero otra cosa diferente es que no se utilice el Estado de Derecho y no se sea beligerante contra quienes se saltan las normas. No vale todo, la libertad de opinión tiene un límite. Los católicos somos ciudadanos, no de segunda clase y el mismo respeto que ellos solicitan a la Iglesia para sus ideas agnósticas o ateas, también deben tenerlo hacia nosotros. Sin el respeto a la libertad religiosa -concluye el sacerdote- no existirá una convivencia real en nuestra sociedad”.
A pie de facultad, la polémica se vive con cierta indiferencia. “A mí me da exactamente igual -dice Olga, estudiante de derecho -, lo que me parece increíble es que con los problemas de paro y la falta de salida profesional que tenemos anden con este tipo de polémicas. ¿No será porque hay elecciones a Rector?”. Alba, estudiante de medicina, argumenta sin rodeos “yo vengo a estudiar y lo que haga el resto de la gente me da igual”. “¡Libertad para fumar y para rezar! -exclama Juanma, de veterinaria- ¿qué te parece lo que opino?”. “Escuché que llamaban fascistas a los policías cuando las arrestaron -dice Rafa, de periodismo-  y para mí fascismo es ser intolerante con las creencias de otros. Fuera los radicalismos ya sean de derechas o de izquierda, por favor, todos fuera de la universidad”.
Hasta aquí el magnífico artículo de María López en periodista Digital que me sirve de pretexto para argumentar mi posición sobre este caso de intolerancia religiosa, por parte de un grupo de universitarios intolerantes y sectarios.Porque  vamos a ver, podemos hablar del ser humano como un "animal religioso" como también de  animal político, científico o filosófico. Esto implica que en las modernas sociedades secularizadas haya personas sensibles a lo religioso y otras que no tengan ninguna inquietud ni creencia en Dios. Que vivan sin Dios, que no lo busquen ni lo necesiten y que canalicen sus ideales en torno a proyectos mundanos sin necesidad de recurrir a lo religioso. Hay personas que profesan una ética humanista sin ninguna referencia religiosa y no por ello menos altruista y válida.  En un Estado democrático de Derecho aconfesional se deben respetar todas las tendencias y corresponde al Estado el garantizar la libertad  de culto explicitado en los lugares  apropiados como iglesias, capillas, ermitas etc, a todos los ciudadanos que han optado libremente por una determinada creencia religiosa. Porque es cierto que la religión tiene un componente subjetivo basado en las creencias, sentimientos y religacion con Dios, pero también social y comunitario. La fe se vive en la "ekklesía" en la asamblea comunitaria en comunión con otras personas. El hombre es un ser simbólico y necesita canalizar y  exteriorizar sus creencias en manifestaciones  rituales de culto. El hombre se encuentra en una actitud ambivalente entre lo finito, inmanente y mundano y lo infinito, trascendente y tramundano, que lo lleva a traspasar los límites de lo empírico y fáctico, en búsqueda permanente del sentido, pero sin olvidar su lugar en el mundo.  Por ello, ha de ser respetado su lugar de culto que para él es sagrado.
Culturalmente hablando y desde un plano histórico y sociológico, la sociedad española es en un 90 % católica, otra cosa es es el porcentaje de practicantes. Es así y hay que aceptarlo. No se puede borrar de un plumazo nuestra cultura y nuestra historia y esto lleva consigo usos y derechos que se han de mantener y defender porque son libremente queridos por la mayoría de la sociedad española.Esto en el plano de lo fáctico.
En el plano intelectual o de las ideas, la religión debe saber convivir con la crítica y de hecho su relación con la filosofía históricamente  ha sido conflictiva y compleja mediante el ateísmo y el agnosticismo.El objeto de toda religión se manifiesta y concreta en un lenguaje humano, situado en un momento histórico y dentro de una cosmovisión religiosa, compatible con el saber científico-técnico del hombre. Religión y ciencia han de respetarse mutuamente sin invadir el terreno ajeno, mediante un diálogo donde el hombre sea un fin en sí mismo y nunca un medio.
Ya para finalizar, manifestar que las creencias religiosas cumplen una función social muy importante en la sociedad. Como elementos motivadores de comportamientos altruistas y beneficiosos para el ser humano, son deseables, recomendables y creíbles, y por tanto, justificables. Es cierto que toda religión cree y pretende ser la única verdadera y lleva en su esencia la posesión exclusiva de la verdad, pero ello no significa renunciar a un diálogo en  plano de igualdad con otras religiones y disciplinas humanistas. Es el caso de la religión católica, que invita a seguir su doctrina sin violentar a nadie por la fuerza, respetando su libertad, practicando un proselitismo lícito.
Sorprende que la intolerancia de la que es acusada la Iglesia Católica en otras épocas históricas, haciendo de la coacción, la persecución y la guerra su distintivo, sea asumido actualmente por unos universitarios que con esta actuación manifiestan posturas intolerantes, intransigentes y dogmáticas, que otrora criticaban  a la Iglesia Católica. Cuando la intolerancia dogmática utiliza el poder y se aprovecha de la permisividad de una sociedad adormecida, impone su Voluntad de Poder, usando la violencia como un modo natural de expandir "la verdad", exigiendo a los demás acatamiento. Y es paradójico que este enfrentamiento  agresivo contra la religión, se dé en la Universidad -templo del saber- que por esencia debe ser el lugar de la confrontación de ideas, con tolerancia, diálogo y argumentación,  donde impere la fuerza de la razón y no la razón de  la fuerza.



miércoles, 23 de marzo de 2011

LA GUERRA DE LIBIA



Nunca la palabra " guerra" salió de los labios del Sr Presidente del gobierno en el Parlamento, cuando demandó autorización a las fuerzas políticas para intervenir en Libia. Tampoco en mucho tiempo se le oyó la palabra "crisis", hasta que la crisis se instaló entre nosotros !y de qué manera!  A los que la empleaban le  llamaba antipatriotas. La palabra "nación", fue  otra palabra polisémica, equívoca, podría tener cuarenta y dos significados. Nuestro Presidente nunca ha llamado a las cosas por su nombre: Se le dan bien los eufemismos.

El inicio de la guerra contra Gadafi por parte de la coalición occidental, ha hecho que España intervenga donde  le corresponde, junto a sus aliados naturales, para defender los Derechos Humanos contra un sátrapa que masacraba a su pueblo.El mandato de la ONU justifica una operación de guerra para crear un espacio aereo libre de peligro. La contienda afecta directamente a España y  a todos los países limítrofes del Mediterráneo. España ha enviado unos cuantos aviones y barcos para ayudar a la coalición, alrededor de 500 soldados, eso sí no desembarcarán a tierra porque esto significaría  recibir ataudes y la opinión pública no lo aceptaría ni en España y menos en EEUU, que ya tienen tres guerras por falta de una. Tampoco sabría  muy bien justificar la progresía de izquierdas a los "suyos" que son los que ahora tiran las bombas  -el " No a la guerra " siempre fue un "No a ESTA guerra", lo que explica muy bien la ausencia de manifestaciones. Ser de izquierdas y defender una ofensiva liderada por los imperialistas  yanquis contra un país del Tercer Mundo, tiene difícil justificación, aunque  si hay que hacerlo se hace, mirando para otro lado. !Las vueltas que da la vida !





lunes, 21 de marzo de 2011

AQUELLOS ARBOLES DEL PASEO DE ABLA




Aquellos árboles del Paseo tenían vida propia. Fueron testigos de los juegos de mi infancia y en el lento discurrir del tiempo, asistían impávidos  acomodándose a todas las estaciones del año. Eran robustos, gigantescos y mudaban de traje y de color según la estación. Alineados en formación en dos hileras, hacían del paseo de mi pueblo un lugar tranquilo y apetecible tanto para niños como para mayores.
 Allí sentí por primera vez la fuerza de la naturaleza, rugiendo en los días de tormenta,cuando el viento los sacudía como queriendo arrancarlos de sus propias raíces.Parecían gigantes salidos de las entrañas de la tierra. Ellos se agarraban al suelo desafiando a los elementos, permaneciendo erguidos, desafiantes y nunca perdiendo la compostura, eso sí, moviendo sus ramajes como brazos de gigantes molestos, ahogando con su estruendo el suave tañer de la campana de la iglesia.

En las tardes de primavera y verano sus ramas se aquietaban y sus movimientos bruscos irregulares se convertían en un plácido movimiento, permitiendo el paso de la brisa suave que refrescaba las largas  y calurosas tardes de verano. Un coro de trinos vespertinos hacían del paseo una caja acústica sin  orden ni concierto, miles de pájaros se acomodaban en sus ramas buscando un lugar donde pasar la noche después  de una larga jornada de lucha por la subsistencia.

Por la mañana el Paseo se convertía en mercado y sitio de reunión de las mujeres convocadas por pescaderos y carniceros. A un lado de la arboleda se erigían dos construcciones rectangulares, parecidas a dos vagones de tren que servían como plaza de abastos. Sus múltiples ventanales abiertos al exterior servían como mostrador para que tanto carniceros como pescaderos ofrecieran su mercancía. Unos ganchos de hierro pendían en el centro de la nave como garfios que servían para colgar las reses ya degolladas y ofrecidas para su venta. En el centro de la nave se alineaban grandes troncos de madera inerte que servían para partir la carne.

Por la tarde el matadero se convertía en el lugar de encuentro de la chiquillería. Sus ganchos se convertían gracias a la imaginación, en trapecio de circo o gimnasio improvisado no exento de riesgo. Los múltiples trocitos de carne y pescado producto de su manipulación por los carniceros, atraían a miles de avispas y moscas que acudían para satisfacer su apetito. Los niños y las avispas nunca hicieron "buenas migas". La lucha  entre estos dos bandos era a muerte. Sus picotazos lo pagaban caro a costa de su propia vida. Con un pequeño hilo de esparto seco, en cuyo extremo se ensartaba un trocito de carne, se ofrecía a las avispas  con el grito de guerra:" chicha mota capirota". Aquellas ingenuas caían en la trampa, perdiendo el control de su defensa, afanadas en satisfacer su hambre, encontraban la muerte, bien mediante un zarpazo, o ahogadas dentro de un agujero lleno de agua, hecho en la tierra cubierto con un cristal trasparente.

No acaba aquí el uso de nuestro bello y querido Paseo. Por las tardes se convertía en campo de juego. Eran innumerables los enfrentamientos entre "Real Madrid y Barcelona", entre dos bandos irreconciliables. Se jugaba en piso de tierra, los árboles eran postes improvisados  de nuestro goles, y testigos mudos de nuestras disputas. No existía árbitro y lo de menos era quien ganaba. Lo importante era imitar a nuestros ídolos asumiendo su identidad ,olvidando mientras tanto, los sinsabores de la vida.

No le podía faltar a nuestro Paseo dos fuentes de agua, situadas a ambos extremos. El caño de agua transparente, hija fiel de su madre-sierra llamada "Nevada", risueña y complaciente en el horizonte blanco, dorada en el amanecer, resplandeciente al medio día y plomiza al atardecer, servía para satisfacer la sed de niños y mayores y como abrevadero de animales,  en un pilar de piedra tallada, reino de avispas y sanguijuelas. Durante el día era un ir y venir con cántaros y botijos, con aguaderas hechas de esparto, distribuidas de dos en dos a ambos lados del aparejo del animal. Aquel caño de flujo constante de agua, era fuente inagotable de vida para las familias que habitaban Plaza y Castillos.

Fue allí donde muchos jóvenes probamos la cerveza fresca de Maximino, bajo aquellos árboles frondosos, y supimos que existían los helados en verano, y no solo en las fiestas de abril, cuando aparecía uno de los distintivos mas representativos de las fiestas: "los helados ricos del Tío Juanico", junto a "Las Cunicas" y  "La Mariana", turronera a donde las hubiere. Y fue allí también donde parejas de adolescentes dejaban sus huellas de identidad inscritas en el tronco del árbol, como testigo mudo, de promesas y deseos venideros, algunos de difícil cumplimiento.
!Cuánto te añoro Paseo de mi pueblo! !Ya no eres lo que fuiste para ser lo que nunca serás! !Eres sueño, quimera, añoranza e ilusión! Recuerdo que se desvanece  en la lejanía de los tiempos, que aún pervive en mi corazón...



Árboles que lloran

Plátano de Oriente
árbol de dulzor amargo
testigo mudo de promesas
desechas por el tiempo
hechas en momentos de deseo
por parejas
esculpidas en vuestro tronco
como heridas
de corazones rotos
que lejos de cerrarse
se agrandan creciendo
en vuestro tronco.
Cobijo de  pájaros
cansados del acecho 
posados en las alturas
seguros en el follaje
a resguardo de cazadores
curtidos.
!Árboles talados!
la memoria en vosotros
no es pasado:
la llevo conmigo.
Al menos vuestras lágrimas
en hojas que se caen
encuentran su destino;
yo, desorientado,
sin tierra,
¡camino!

      antonio gonzález



sábado, 19 de marzo de 2011

Barreda ordena restituir el término de Semana Santa en el calendario escolar

 
El presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, ha ordenado a su consejera de Educación, Ciencia y Cultura, María Ángeles García, que proceda al cambio, en el calendario escolar, de la denominación de vacaciones por "descanso entre el segundo y tercer trimestre" por vacaciones de Semana Santa.

La Gaceta, 11:51 (19-03-2011)


La estulticia no tiene límites.La Consejera de Educación, Ciencia y Cultura, María Angeles García quiere borrar de un plumazo las tradiciones y costumbres de la sociedad española mediante un cambio de nombre. En el fondo se trata de cambiar aquello que hemos recibido como legado de nuestros padres desde siempre, tradiciones, principios y valores de carácter religioso, empezando por el leguaje con significado simbólico, racional y emotivo, para cambiar la realidad a golpe de Decretos. Olvidando  la Sra. Delegada que el origen de las fiestas religiosas de nuestra cultura occidental, está asociado a ritos y costumbres de pueblos sedentarios y nómadas,  cuya actividad principal era la agricultura y la ganadería.Posteriormente a través de la tradicción judeo-cristiana, fueron asumidos por la cultura occidental,  hasta nuestros dias.

Los fenomenólogos de la religión subrayan que la jerarquización fundamental de la vida humana está constituida por la bipolaridad sagrado/profano, siendo lo sagrado lo no manipulable, lo intocable, en una palabra, lo absoluto. El hombre se relaciona con el ámbito de lo sagrado o de lo santo, en el que se dan las primeras experiencias religiosas como hierofanías que hacen de la naturaleza o el hombre representaciones e instrumentos de la divinidad (Otto, "Lo Santo"). La respuesta del ser humano fué delimitar tanto en el espacio como en el tiempo esta relación dialéctica entre los sagrado/profano. Se reservó un espacio o lugar a lo sagrado: el templo, donde se manifestaba la divinidad. "arrodíllate, Moisés, porque el lugar que pisas es santo", dice Yaweh; dando a entender la santificación del lugar. También se consagró el tiempo y se hizo sagrado: el sábado para los judios y el domingo para los cristianos. Desde el primer día del año hasta el último hay días señalados y consagrados a la divinidad. Los ritos de las diversas culturas religiosas, están asociados  al cambio de las estaciones como al de las cosechas. Esto no sólo se da en religiones animistas, sino politeístas y monoteístas.

La religión es la matriz de estas culturas, ya que el "imaginario religioso" es inicialmente el más determinante y fundamental. Por eso, en las sociedades tradicionales es la religión, no la ciencia, y mucho menos la filosofía, el cauce por excelencia del saber, desde el cual se constituye la sociedad. Y se desarrolla la relación práctica con la naturaleza, que es siempre la madre tierra. Todo el orden jerárquico, tanto en la naturaleza como en la sociedad, se pone en relación con los dioses, siendo la religión la matriz más determinante del comportamiento humano. La funciones de cohesión, estabilidad y fundamentación del orden axiológico, sociopolítico y cultural pertenecen a la religión por derecho propio, y no han sido superadas del todo en nuestras sociedades secularizadas.

Olvida la Sra. Consejera que nuestra cultura, le guste o no, está fuertemente asociada a lo  religioso, y el 80% de la  población española  cree o practíca alguna religión. El hecho de que el Estado Español sea aconfesional, y una determinada ideología gobierne, ello no le confiere autoridad moral para cambiar por decreto tradicciones sociales muy arraigadas en nuestra sociedad y relacionadas con ritos y fiestas religiosas, por otros tradicciones contrarias al sentir de la mayoría. Se pueden cambiar usos y hechos sociales, siempre que se demuestre que son nocivos para la sociedad y cuenten con un ámplio respaldo social.Cosa que aquí no se da. Aquí lo que  subyace es la suplantación de valores y principios religiosos trascendentes  por otros de corte inmanentes. Es cierto que ante el fenómeno religioso nadie es neutral, ya que estamos condicionados por nuestra biografía personal y cultural. Podemos fundamentar nuestra  ética en un humanismo científico y no religioso, aunque no por ello más seguro y fiable, enmarcado en una cosmovisión más ámplia, pero su respuesta, estará dada desde convicciones sujetivas carentes de certezas racionales, como sucede en la religión. Toda religión es un  producto histórico cultural y todos los lenguajes religiosos son construcciones humanas, por lo que son suceptibles de ser criticados y revisados, aunque respetando las creencias sujetivas y sociales. Corresponde a la sociedad civil, en concreto a la filosofía como reflexión crítica, este quehacer, pero no a los políticos a golpe de Decreto. Todo a su tiempo y sin hacer "tabula rasa". De sabios  es saber rectificar.


martes, 15 de marzo de 2011

EREMITAS: REPTILES QUE VIVEN BAJO LAS PIEDRAS

 

Desesperado intento del PSOE andaluz para establecer un cortafuegos en el escándalo de los EREs.Salta el 'fúsible' montado por Griñán Chaves y Zarrías

El ex consejero Antonio Fernández, imputado por el caso de los EREs fraudulentos


El desesperado intento del PSOE de establecer un cortafuegos a la altura del ex director general de Trabajo andaluz, presentado de forma interesada como responsable último de la trama de los EREs fraudulentos, ha fracasado ante la Justicia, que no ha dudado en subir un escalón para imputar a Antonio Fernández, ex consejero de Empleo de la Junta y colaborador directo de Manuel Chaves y José Antonio Griñán.
La magnitud y la altura institucional de la trama urdida al amparo del régimen socialista andaluz comienza a ser investigada por unos tribunales ante los que no cabe, como ha intentado el PSOE, minimizar lo ocurrido.

La titular del Juzgado de Instrucción número 6 de Sevilla, Mercedes Alaya, que investiga las irregularidades detectadas en numerosos expedientes de regulación de empleo (ERE) incentivados por la Junta de Andalucía gracias a un acuerdo entre la Dirección General de Trabajo y Seguridad Social y el antiguo Instituto de Fomento de Andalucía (IFA), ha comunicado al ex consejero de Empleo Antonio Fernández que, a cuenta del contenido de las diligencias, debe designar a un procurador y a un abogado al objeto de personarse en la causa en calidad de imputado (...)

Los hechos, en concreto, son el libramiento de 647.869.157 euros para la reestructuración de empresas en crisis mediante una fórmula ajena a la Ley autonómica de Hacienda Pública y la fiscalización administrativa, además de una trama de prejubilaciones fraudulentas en los expedientes de regulación de empleo incentivados gracias a este acuerdo entre la Dirección General de Trabajo y Seguridad Social y el IFA. (PERIODISTA DIGITAL, Redacción, 15 de marzo de 2011)

Algunos amigos con los que comparto mis inquietudes política, se extrañaban que no escribiese sobre  el "fondo de reptiles" de  Andalucía. Mi respuesta era siempre la misma: Hay que dejar trabajar a la justicia y ya habrá tiempo. La imputación de un Consejero de la Junta de Andalucía, ha marcado un antes y un después este caso de corrupción sin parangón en nuestra democracia.Es tiempo de análisis.

Según la Enciclopedia Libre Universal en Español: "eremita es una clase de sujeto que lleva una vida solitaria sin contacto permanente con la sociedad y que rehuye la compañía de los demás. Ermita procede del latin eremīta que a su vez deriva del griego ἐρημίτης o de ἔρημος que significa « del desierto»"  Si algo bueno nos aporta este triste caso de corrupción política es la creación de una nueva palabra que enriquece nuestro diccionario, adorna nuestro vocabulario y que agradecemos a nuestros políticos socialistas de Andalucía, por la riqueza que aportan a nuestro acerbo cultural: Eremita chupóptero  político corrupto trincón, que lleva una vida solitaria, sin contacto permanente con sus ciudadanos para enriquecerse  ilicitamente a costa del sudor de los demás y que acumula  fortuna, jubilación y prebendas, sin merecerlo, reptando  por debajo de las piedras para no ser descubierto.

Si no fuera por la trascendencia del caso sería para tomárselo a guasa. Pero no.
Lo que ha sucedido en mi tierra no tiene nombre, por la gravedad e inmoralidad de los acontecimientos. En una tierra cuyo paro está alrededor del 30% y el paro juvenil es del 43%, siendo una de las últimas autonomías en fracaso escolar, estando en la cola según todos los parámetros que miden riqueza y bienestar, el gobierno del PSOE está involucrado hasta las cejas en el caso de corrupción mas importante de nuestra joven democracia. Durante este tiempo,  nuestros dirigentes políticos han estado echando balones fuera, exculpandose y manifestando que son unos pocos casos puntuales en número y personas. Pero la realidad es tozuda, y la justicia, -no con la rapidez que desearíamos-, ha descubierto alrededor de 146 casos de EREs ilegales, y solo ha evaluado un 25%.

Se trata de una trama orquestada y dirigida por el gobierno de la Junta de Andalucía de alcance imprevisible. Siguiendo un guión previsto y aceptado por  altos cargos de la Junta desde el Presidente pasando por el Consejero y diversos intermediarios. En concreto, consiste en  el libramiento de 647.869.157 euros (1.075 millones de pesetas aproximadamente), para la reestructuración de empresas en crisis mediante una fórmula ajena a la Ley autonómica de Hacienda Pública y la fiscalización administrativa, además de una trama de prejubilaciones fraudulentas en los expedientes de regulación de empleo incentivados gracias a este acuerdo entre la Dirección General de Trabajo y Seguridad Social y el IFA, con la única finalidad de enriquecer a su clientela política, con fondos destinados  a los parados y a los más necesitados. Habría que ser muy ingenuo para culpabilizar de tamaño delito a un obscuro funcionario de poca monta o a pequeños fallos de la propia administración. La responsabilidad política es evidente: afecta a altos cargos administrativos y para algunos también la responsabilidad penal.

Todo hecho  corrupto ha de evaluarse desde tres perspectivas diferentes: la responsabilidad ético-moral, de ámbito privado, cuyo juez es el individuo y su conciencia. La responsabilidad política, de ámbito público y es el Parlamento y sus comisiones de investigación los que tienen las competencias para dirimir la culpabilidad o no de los encausados. La responsabilidad penal, propia del Poder Judicial y de un juez en particular, que deberá impartir justicia.

¿Como es posible que un partido político que lleva en sus siglas el nombre de "obrero" esquilme y robe a los trabajadores a los que prometió defender?¿Cómo ha llegado el PSOE de Andalucía a caer tan bajo en una degradación moral sin precedentes? !qué lejos quedan los tiempos en los que recién salidos de la universidad hacíamos proselitismo político con estas siglas sintiéndonos orgullosos de los valores que representaba! !si solamente hubieran robado unos cuantos millones de Euros! Han robado algo más: han secuestrado la ilusión, la esperanza de tantas gentes que creían en ellos y en su proyecto ético-político. Han destrozado y mancillado el recuerdo de tantos buenos socialistas que lucharon por implantar la democracia en nuestros pueblos: mi propio Padre, o Alfredo Bueso, y otros que subyacen en nuestra memoria. Hombres que se avergonzarían de ver lo bajo que ha caído el PSOE de Andalucía.

¿Por qué se ha llegado a este estado de degradación en lo moral y en lo político? ¿Cuáles son las causas? Son muchas, pero nos limitaremos a señalar las más importantes: Treinta años de poder ininterrumpido, -es evidente que legal-, pues fueron votados por los andaluces, llegando a considerar a Andalucía su cortijo particular donde hacer y deshacer a su antojo. La imputación de un Consejero de la Junta y los gravísimos delitos probatorios mediante firmas y documentos públicos solo se explican mediante la certeza de que nunca iba a ser descubierto.

Creación de una red de clientelismo e intervencionismo en todas las facetas de la vida pública: empresas-tapadera  desvío de fondos públicos al margen de la intervención administrativa, de asociaciones culturales, etc. Campo propicio para  el nepotismo entre familiares, amigos y correligionarios políticos, a costa de utilizar los fondos destinados para las clases mas desfavorecidas, para su propio provecho.

¿Cuáles son los responsables? Es evidente que por la trascendencia, importancia y cuantía económica, los responsables políticos son el Presidente de la Junta de Andalucía Sr. Griñán  cuya responsabilidad política es innegable, la penal está por ver. Su ex Consejero de Empleo Antonio Fernández, imputado, y todas aquellas personas beneficiarias que aceptaron la corrupción y no la denunciaron, junto a empresas e intituciones intermediarias, sindicatos  afines a su ideología sin los cuales no puede prosperar ningún ERE. La justicia pondrá a cada uno en su sitio.

Para terminar lamentar el bochornoso espectáculo que la clase dirigente política del PSOE andaluz está dando ante la opinión pública española y el poco respeto que siente por los que le votaron y por todos los andaluces en general,negandose  el Sr. Presidente de la Junta de Andalucía D. Juan  Antonio Griñán a admitir una comisión de investigación en el Parlamento, exigida por el PP, sobre la irregularidad de los EREs de Andalucía, tramitado por el gobierno andaluz, argumentando que lo que se pretende es que sea altavoz de los "intereses partidistas". Sin comentarios.
Solo espero y deseo que los ciudadanos demos un escarmiento político a estos  afanadores de lo público, con nuestro voto en las urnas, como corresponde a ciudadanos libres y responsables. Es tiempo de exigir y pedir responsabilidades y dejar a la justicia hacer su cometido.

miércoles, 9 de marzo de 2011

CIERRE DE EMPRESAS EN CATALUÑA

EL PERIÓDICO.COM


Piaggio anuncia el cierre de la fábrica de Derbi

El traslado de la producción a Italia dejará sin trabajo a más de 200 empleados en Martorelles


"La multinacional italiana Piaggio ha dado el mazazo definitivo a la industria de la moto en Catalunya. La compañía ha decidido cerrar la fábrica de Derbi en Martorelles (Vallès Oriental) y trasladar la producción a Italia, según confirmó un portavoz de la empresa. La decisión afectará a los más de 200 empleados de producción y compras que mantenía Derbi.
La compañía ha justificado el traslado de producción por la necesidad de incrementar el nivel de actividad de las plantas de Italia, que son más grandes que la catalana y se encuentran infrautilizadas. Piaggio ha manifestado su intención de mantener la histórica marca creada por la familia catalana Rabassa.
El anuncio de Derbi se suma al cierre en negociación de Yamaha y al que llevó a cabo anteriormente Honda en Catalunya. Con la marcha de las multinacionales, en la comunidad solo quedarán pequeños fabricantes de capital catalán como Gas-Gas y Rieju."
( Martes, 8 de marzo del 2011.Antoni Fuentes)

El cierre de la fábrica de Yamaha en Cataluña y la marcha de Derbi a Italia son los dos últimos síntomas de los graves problemas que aquejan a la economía catalana y que llevan tiempo provocando su decadencia. Un declive que ilustran a la perfección las siguientes cifras: hace pocos años, la región aportaba más del 20% al PIB español; hoy apenas llega al 18% y la Comunidad de Madrid ya la supera ligeramente.
¿Por qué esa decadencia de la otrora región puntera de la economía española? En primer lugar, por la globalización y la entrada de paises emergentes que compiten con ventaja en costes salariales menores - la  mano de obra bien cualificada  no da ventaja suficiente-, y costes de produción poco competitivos, por la carestía de la energía como consecuencia de una mala planificación del gobierno de España. El resultado es la marcha, no sólo de los fabricantes de motocicletas, sino de laboratorios farmaceuticos,telefonía móvil y electrónica de consumo, que no ven las ventajas de tiempos pasados.

En segundo lugar, el gobierno  catalán optó por una política económica convirtiendo a la región en sede de multinacionales que se quisieran instalar en España y especializar a las empresas catalanas en auxiliares de las mismas para la distribución de bienes y servicios, en vez de impulsar la modernización en una industria propia, promoviendo la liberalización y la competitividad, apostando por un modelo independiente del sector público, tanto de sus regulaciones como de sus ayudas. En definitiva, por no apostar por una economía, libre, abierta y flexible.En la empresa catalana no prima la innovación, sino el seguir haciendo lo de siempre y tratar de colocar su producción en las economías emergentes, sin darse cuenta de que sus rivales o bien incorporan tecnologías más avanzadas que hacen que sus productos sean más competitivos o, simplemente, más atractivos, o bien fabrican en esos mismos países emergentes, donde los costes laborales son sensiblemente inferiores. Así no se puede competir, se mire como se mire. Por todo ello,  hoy paga las consecuencias de su elección desacertada porque el mundo ha cambiado y ya no es lo que era.

En tercer lugar, para complicar más las cosas, el modelo económico catalán no aguanta, ni de lejos, la política secesionista, incluida la inmersión lingüística, en que se embarcaron sus líderes políticos desde que el tripartito llegó al poder y que continúa con el Gobierno de Artur Mas. Las multinacionales que en las décadas de los setenta y ochenta se instalaron en Cataluña lo hicieron porque era parte de España y su interés estaba en el mercado español. Hoy, esas multinacionales, lo mismo que miles de pequeñas y medianas empresas españolas, abandonan Cataluña en busca de otros territorios en los que ni se cuestione la españolidad de los mismos, ni se les obligue a incurrir en todos los costes que lleva asociado el catalanismo a ultranza del que hacen gala los distintos partidos que han ocupado en los últimos años el Gobierno de la Generalitat. El nacionalismo tiene un coste y, les guste o no a los nacionalistas catalanes, parte de la factura se paga en forma de decadencia económica.

Las consecuencias de ésta política secesionista están a la vista: la creación del tripartito de organismos públicos inútiles para generar clientelismo y colocar a amigos, correligionarios y parientes, de abrir embajaditas aquí y allí para remedar un Estado, de quemar millones y millones en una política lingüística y cultural totalitaria y excluyente, de lucir boato y lujo de nuevo rico provinciano, de superponer niveles de administración con tal de diferenciarse del resto de España y de llenarse el bolsillo con ahora el tres, después el cinco y en ocasiones especialmente propicias el diez por ciento de lo que se pusiera a tiro. Treinta años de esquilmar al contribuyente sin el desgaste de recaudar porque esa desagradable tarea la hace el gobierno central, mientras que el muy honorable y su corte de honorables y de ilustres se dedican a gastar a manos llenas en busca del voto y del bote.
Les guste o no, Cataluña se desliza por la pendiente de la decadencia, tanto por razones económicas como por factores políticos y nadie, excepto ellos mismos, puede revertir el proceso. Pero para ello hacen falta que abandonen unas posiciones políticas cada vez más extremas y, además, que renuncien a su proteccionismo secular para abrazar actitudes más liberales. Las autonomías españolas que apuestan por ello, como Madrid, Navarra y La Rioja no sólo prosperan, sino que se van situando paso a paso en la vanguardia de la Unión Europea. Esa vanguardia en la que, en un tiempo que se antoja ya lejano, estuvo una Cataluña hoy inmersa en un proceso de decadencia que se niega a reconocer y del que trata de salvarse pretendiendo colonizar al resto del país.

martes, 8 de marzo de 2011

KANT: El conocimiento científico: Crítica al principio de causalidad de Hume








La Filosofía Moderna comienza su andadura por la epistemología (Teoría del conocimiento) y no por la ontología (teoría de la realidad) también llamada metafísica. Para los modernos primero es el conocer y después el ser. La filosofía se hace método y se inscribe en el núcleo de la razón, bien como ideas innatas (racionalismo) o ideas que tienen su origen en la experiencia (empirismo)
Kant como buen filosofo de la modernidad, tratará de sintetizar estas dos corrientes: racionalismo-empirismo. Hume había destruido el principio de causalidad relegándolo a una mera sucesión de ideas basadas en el hábito y la costumbre (agnosticismo). La consecuencia fué reducir la Ciencia a fenómenos despojándola de necesidad y universalidad, características propias del conocimiento científico. Kant no podía estar de acuerdo con Hume puesto que el modelo físico-matemático de Newton demostraba lo contrario. La causalidad, lo mismo que  la necesidad, son estructuras a priori del entendimiento que hacen posible los juicios sintéticos a priori de la física. Veamos unos ejemplos: “Todo aquello que se comporta sucesivamente del mismo modo, en diversas circunstancias, es necesario”. “Todo lo que comienza a existir tiene una causa”. Estos dos juicios plantean los problemas típicos de la ciencia: la causa de los fenómenos y la ley o regularidad de los procesos naturales. Se trata de juicios sintéticos y no analíticos, pero a priori y por eso, necesarios y universales.
Aquí radica la originalidad kantiana y la profunda desviación con respecto a Hume. Recuérdese que para Hume, decir que todo lo que empieza a existir tiene una causa, es un juicio que hemos elaborado a partir de unas experiencias, siguiendo la fuerza del hábito y de la costumbre, pero que carece de universalidad y necesidad. Es nuestra imaginación, la que con una necesidad psicológica, nos lanza a este tipo de afirmaciones para armonizarnos con la naturaleza y vivir sensatamente. La imaginación representa a algo que inconscientemente nos impulsa a vivir armónicamente con la “naturaleza” exterior, después que apareció la tensión superable entre la razón y la vida.
Todo esto quiere decir que no es, para Hume, lógicamente imposible que, en cualquier momento, comience a existir algo sin causa. Nos extrañaría mucho porque hasta ahora estamos acostumbrados a lo contrario, pero podría ocurrir. Así que Hume considera que el principio de causalidad es algo sintético y a posteriori (contingente); es el producto de una experiencia parcial hasta este momento; y esto es lo único que nos condiciona a tener una expectativa de futuro para lo que no hay otro fundamento que la creencia o la fe. Es simplemente esa acumulación de experiencias pasadas la que, a priori está condicionando expectativas de futuro absolutamente infundadas.
Pues bien, Kant aquí, como en el caso de la sustancia y en el de la necesidad, lo que hace es “trascendentalizar la “custom” de Hume; es decir, recurrir a la categoría a priori del entendimiento. Quiero decir, que Kant lo que hace es establecer la primacía de la ley general sobre sus aplicaciones concretas, en cada caso, porque el principio de causalidad es una categoría a priori del entendimiento, por eso es por lo que, de modo necesario, y sin excepciones posibles, se puede defender este principio en la naturaleza. Yo digo que el imán es la causa de la atracción de las limaduras de hierro, o que el calor es la causa de la dilatación de los cuerpos, o que la estructura nuclear de los metales es la causa de la corriente de electrones. Bien, estos juicios son científicos, propios de la física. Pero que quede claro, que lo que se establece en ellos, según Kant, no es la conexión necesaria entre el calor y la dilatación etc.., sino entre la causa y el efecto porque causa y efecto son dos categorías del entendimiento que se aplican de modo necesario y universal a toda la experiencia para hacerla inteligible. Por lo tanto, el juicio que establece que los cuerpos se dilatan con el calor, es sintético y a posteriori y, por ello, contingente (véase como estamos lejos de volver a planteamientos metafísicos). El único juicio que es sintético y a priori y, por ello, necesario, es el que establece que “todo tiene una causa’. Si apareciese un cuerpo que se contrajese con el calor, cosa posible (porque la naturaleza se ha vaciado de intelegibilidad: esencias como núcleos o centros de referencia que vinculan los accidentes o propiedades), seria una excepción al juicio sintético a posteriori, pero jamás una excepción al juicio sintético a priori porque, tal cuerpo, tendría una causa de su especial y extraño, hasta ese momento, comportamiento.
En resumen, todos los principios fundamentales de las ciencias, como el de causalidad, son sintéticos a priori. Por eso las ciencias se montan sobre juicios universales y necesarios, puesto que la necesidad queda establecida a priori. Para que quede claro que con esto no se están estableciendo las categorías ontológicas, ni revalidando el tradicional concepto de ciencia. La causa, la sustancia, la necesidad, la propia existencia, ya no existen realmente en sí, en el mundo de las cosas; en ese mundo no sabemos lo que hay ni como es realmente. Estas categorías solo son esquemas o formas estructurales de nuestro pensamiento que proyectadas sobre el exterior, tienen la virtualidad de presentarnos una multitud caótica y desordenada de impresiones, ordenada, codificada y estructurada. Estamos ante el sustituto adulterado de la antigua naturaleza, porque ésta, ya no es la naturaleza tal y como es en sí, el ser o la verdad de las cosas, el qué; sino lo que es para mí, el cómo: El “ser”, es ya una añoranza lejana e imposible.
Kant ha revalidado el ideal científico de la modernidad (física de Newton) de las sombras del agnosticismo de los escépticos ingleses. Pero esto, es una consecuencia de las exigencias metodológicas (Descartes) que habían decidido sustituir el interés por los aspectos metafísicos y ontológicos en favor de los aspectos gnoseológicos y antropológicos. Ésta es la idea fundamental de la modernidad, que hace nacer y alimenta a todos los humanismos de la Ilustración y que da impronta y carácter a la época. En el campo de la ciencia, nada tiene de extraño que se nos presente un modelo de saber que se desentienda por todo aspecto entitativo y se oriente exclusivamente a la eficacia, a la vertiente prática y operativa de resultados. Esto es lo que queremos decir al hablar del carácter fenoménico de las ciencias positivas. Y esta es la física de Newton: una ciencia fenoménica, operativa y volcada a la eficacia para poner los conocimientos al servicio del hombre, el gran valor de la Ilustración (compárese esto con el ideal griego y medieval del hombre que se reafirma a sí mismo en el servicio a la verdad, y al saber que vale por sí mismo y que es el fin del esfuerzo y de la tensión humana. Ahora es el saber el que se pone al servicio del hombre; de un hombre que no tiene que realizarse sirviendo a nada ni a nadie porque es absoluto, fin en sí mismo. Ante este valor supremo que se ha levantado sobre las ruinas de las entidades sobrenaturales, hasta la propia ciencia adquiere la condición de medio).
La Crítica de la Razón Pura está en la misma orientación metodológica abierta por Descartes en las “Regulae” y en el Discurso del Método. El pensador francés ofrecía la fundamentación teórica de la ciencia de Galileo, mientras que Kant ofrece la fundamentación de la ciencia de Newton. sin embargo hay que reconocer que Kant es mucho mas coherente que sus predecesores que, basados en los mismos presupuestos metodológicos, no supieron o no pudieron resistirse a la tentación metafísica, disponiéndose para aceptar la renuncia al “ser”, dedicándose con exclusividad al fenómeno y conformándose, como los científicos puros, con una inteligibilidad simplemente funcional, Kant radicalizó la postura metodológica y sacó las consecuencias.
Hasta aquí, más de acuerdo con Kant que con sus predecesores, porque hay que ser coherente y llegar hasta el final. Pero personalmente, yo estoy mas de acuerdo con Husserl cuando en las “Investigaciones Lógicas” hace una llamada para radicalizar la actitud crítica, tantas veces olvidada, incluso por pensadores que dedicaron su obra a potenciarla y a encomiarla como el propio Kant. Husserl ha insinuado que es necesario replantearse críticamente la validez del fundamento de la filosofía y de la ciencia moderna, tan adicta a las excelencias de la matemática. Cuando el lo dijo sonó a delirio de locos y a escándalo; pero hoy se esta confirmando parcialmente su predicción: la física de nuestro tiempo ha descubierto una problemática para la que ya no vale la matemática de siempre y, desde luego, ya se han independizado metodológicamente muchas ciencias de la física, dando al traste con el ideal de la “Matemática Universal”.
Por otra parte, nuestra civilización, se ha montado sobre ese dogma, sobre ese respeto y esa veneración casi sagrada por la matemática y por los hechos mensurables, ha comenzado a desintegrarse. No son pocos los que piensan que ya ha dado de si todo lo que tenía que dar y que asistimos a los inicios de una gran crisis cultural, como aconteció en el S. XIV. Indudablemente, no ha dado buenos resultados. Los dos modelos del conocimiento científico: la Matemática y la Física, consideradas otrora como la panacea universal como la solución de todos los males del hombre, nacidos de la superstición y de, la ignorancia, no han sido capaces de eliminar los desequilibrios psicológicos ni sociales; antes bien, parece que los han agudizado. A mi juicio, se ha demostrado que no es suficiente ofrecer como único incentivo al esfuerzo intelectual de los hombres, el puro, perfecto y exacto juego lógico (la Matemática), ni tampoco la simple eficacia operativa, el puro conocimiento pragmático, el consumo (Ciencia y Tecnología)
Quizá sea este momento de crisis, un momento para la síntesis; por retomar desapasionadamente lo positivo del pasado o incorporarlo al presente para ver si podemos solucionar nuestros problemas. Y el pasado nos legó la apasionante tentación de la búsqueda del “Ser”. Quizá, pienso yo, que esa “sabiduría” de entonces, pueda completar nuestros conocimientos científicos y tecnológicos de ahora, evitando la irracionalidad con que se emplean y las extralimitaciones a que dan lugar. Esto es hoy mas arriesgado que nunca, pero el hombre tiene derecho y posibilidades de vivir sabia y prudentemente, mientras que no se demuestre lo contrario.
Kant era indiscutiblemente un buen conocedor de la filosofía moderna pero se despreocupó en exceso de la anterior, dando por terminantes las críticas del siglo XIV y de los siglos sucesivos. Por eso, considero que la renuncia a la metafísica es consecuencia de este dogmatismo que declara como axioma la incuestionabilidad y exclusividad de los principios del método abiertos y establecidos por Descartes. Por eso yo no me cansaré de insistir en la importancia y en la trascendencia que el problema metodológico adquiere en la filosofía moderna: la evidencia matemática, es una consecuencia del método; la evidencia del cógito, es una consecuencia de la evidencia matemática; el racionalismo, el idealismo, y hasta el propio empirismo, tanto el filosófico (Hume) como el científico (Newton), son también consecuencia de todo lo anterior. Por todo ello, Kant y lo que significa en la historia del pensamiento su  filosofía -fundamento del modelo científico imperante, y relegación de la metafísica al campo de la moral- es la consecuencia ultima del desarrollo coherente de la trascendental decisión tomada por el padre de la filosofía moderna en el campo metodológico.





lunes, 7 de marzo de 2011

KANT: "Hume me despertó de mi sueño dogmático"




¿Qué puedo conocer? He aquí la pregunta a desvelar en la Crítica de la Razón  Pura. Kant considera que para responder a esta pregunta hay que establecer previamente principios desde los cuales es posible un conocimiento científico de la naturaleza y los límites dentro de los cuales se ha de dar este conocimiento.
Kant comienza distinguiendo entre sensibilidad y entendimiento. La sensibilidad predominantemente pasiva puesto que es la que recibe, las impresiones del exterior (ideas simples en Locke o impresiones de la sensación en Hume) . Por el contrario el entendimiento es activo y espontáneo, porque produce conceptos e ideas sin derivarlos de la experiencia ( las categorías: sustancia, causa, necesidad, existencia real.
Hay que decir que Kant fue inicialmente racionalista: defendió que el entendimiento podía conocer la realidad construyendo sistemas a partir de sus propias categorías, sin contar ni recurrir a la experiencia. Indudablemente, la experiencia confirmaría tales sistemas deductivos y a priori. Recuérdese que esta era la fe de Descartes, Galileo y Kepler. Kant por lo tanto, participó, al principio, en este dogmatismo racionalista que, como sabemos, se basaba en la aceptación implícita o explícita de la identidad entre el pensamiento y la realidad bajo el denominador común de la estructura matemática: el pensamiento tiene una estructura lógico-matemática, la realidad también; En consecuencia, los productos del pensamiento, coherentemente deducidos, no pueden dejar de ser confirmados por la experiencia. Esta armonía preestablecida por Dios, según Leibniz, era una exigencia de la estructura lógica y era la que planteaba problemas tanto a la libertad divina como a la humana.
Pero Kant dice que Hume le despertó de este sueño dogmático. Quedó impresionado por el principio del empirismo: la experiencia es el origen y el límite de nuestros conocimientos. Pero, por este camino el empirismo había llegado con Hume a la disolución de las sustancias y a la aniquilación de la física. El esfuerzo de Kant consiste en recuperar ambas cosas (no es posible recuperar la física como ciencia, sin recuperar la sustancia) sin renunciar al principio empirista.

¿Cómo lo hace? Pues retornando e incorporando a su pensamiento lo que había sido la idea clave del pensamiento racionalista que le precedió (Descartes, Leibniz) Esto era lo que el racionalismo tenía de positivo, para Kant: haber descubierto el nuevo "cosmos noetos” en el que se encontraban Las estructuras o formas que harían inteligible la realidad: el ‘Cogito”. Por eso, cuando Kant recupera la sustancia para recuperar también la física, no lo hace ya como categoría óntica, sino como categoría noética. La sustancia, como la causa, como la existencia o como la necesidad, no son otra cosa que los conceptos puros del entendimiento (el” intelectus ipse” de Leibniz) cuya misión es la de unificar, estructurar y hacer inteligible la multiplicidad caótica y desordenada de los datos sensibles. Así es como el hombre podrá volver a conocer científicamente la experiencia sensible (los objetos fisicos), por medio de esta ordenación y unificación que se establece a priori, desde las formas, categorías o estructuras del pensamiento.


Se comprende que Kant discrepa parcialmente de las dos grandes corrientes predecesoras: racionalismo y empirismo; por eso mismo, acepta parcialmente también sus enfoques. Su conclusión es que: todo conocimiento científico proviene de la experiencia aunque no todo lo que hay en el concimiento científico tiene su origen en la experiencia. El entendimiento posee unas estructuras a priori (racionalismo), pero estas estructuras sólo pueden ser aplicadas legitimamente a la ordenación y unificación de la experiencia (empirismo). El entendimiento, aunque dotado de espontaneidad que le permite rebasar la experiencia, no debe hacerlo, si quiere hacer ciencia. Sin embargo el entendimiento lo hace, y entonces es cuando aparece la “metafísica”. Preconocer científicamente realidades que están más allá de la experiencia, (Dios, alma, mundo) . Pero tal conocimiento científico es una ilusión nacida de la ilegitimidad cometida por el entendimiento. Por eso, Kant que no excluyó jamás la metafísica como actividad del espíritu, la excluyó como conocimiento científico, al no reunir las condiciones de éste. (El conocimiento de las cosas extensas por ser matematizables, no ofrecen el desagradable espectáculo de los conocimientos metafísicos).

lunes, 21 de febrero de 2011

KANT: Un proyecto humanista.






"Sapere Aude" (Atrévete a pensar por ti mismo)

Alguna vez en nuestra vida nos hemos preguntado sobre cuestiones que afectan a lo más profundo de nuestra existencia, buscando certezas de difícil hallazgo. ¿Quién no  se ha preguntado sobre el conocimiento de Dios, -no en su creencia sino en su demostración-? ¿Cuáles son  los límites de la ciencia?  ¿Los actos morales se deben fundamentar en una recompensa o por el contrario exclusivamente en el deber? ¿Hay vida y esperanza después de la muerte?.

Hoy quiero invitaros, amigos míos, a que conozcáis a un gran hombre llamado Immanuel Kant (1724-1804) Hombre de Ilustración, inquieto por estos problemas allá por el siglo XVIII. Nuestro filósofo nació en una pequeña ciudad llamada Könisgberg. De familia humilde y profundamente religiosa. Era de complexión pequeña y salud quebradiza y muy metódico y meticuloso en todo lo que hacía: así se explica que viviera ochenta años. De afable trato y un gran conversador y un poco tímido con las mujeres. Algunos ejemplos ilustrarán lo que decimos.
Se levantaba a las cinco de la mañana al grito de :"!Es la hora!", que un viejo criado militar le gritaba. Se preparaba  sus clases y alrededor de las ocho en punto partía hacia la Universidad, lo hacía con tal regularidad y precisión, que las vecinas ponían el reloj en hora a su paso.
Cuentan que un día, mientras impartía clase de geografía física sobre las poblaciones que recorría el río Támesis en Inglaterra, lo hacía con tal precisión y meticulosidad, que un joven inglés entusiasmado por la exposición, invitó a Kant a que volviese por allí; Kant le contestó que él nunca había salido de su tierra. Efectivamente, éste hombre que revolucionó el pensamiento europeo del XVIII, nunca abandonó su ciudad. Su obra principal: Crítica de la Razón Pura, la escribió a la edad de cincuenta y siete años, marcando un hito en la historia del pensamiento.

"Sapere Aude", ese fue el grito de  uno de los mayores ilustrados de Europa. Ha llegado el momento de  luchar por la mayoría de edad. La minoría de edad no provenía, según Kant, de la incapacidad de la propia razón, sino de su mal uso. Había que fundamentar la Ciencia siguiendo el modelo de la fisico-matemática de Newton y refutar la metafísica negando su status de ciencia.
Immanuel Kant se encuentra en el cruce de las cuatro grandes corrientes filosóficas que surcan el siglo XVIII: En la primera etapa de su vida, Kant vive el espíritu de la Ilustración. La confianza en la razón, en una razón usada independientemente, en una razón que no admite ninguna imposición desde fuera de ella misma, así como la valoración de la obra de Newton, son rasgos fundamentales de su mentalidad. Desde el punto de vista filosófico, los autores que valora más el joven Kant son los racionalistas. Su formación filosófica se hace siguiendo las enseñanzas de Wolff y, de hecho, cuando Kant ingresa en la Universidad sus primeros escritos tratan sobre las relaciones entre el pensamiento de Descartes y el de Leibniz. La tercera corriente que influye en su pensamiento, provocando un primer conflicto con su mentalidad anterior, es la que proviene de Rousseau. El mismo Kant confiesa en 1764 que había puesto todas sus esperanzas en las ciencias hasta el día en que la lectura de Rousseau le había convencido de que los progresos de las ciencias y de las artes no conseguían hacer que los hombres fueran ni mejores ni más dichosos. Y, por último, el pensamiento que va a hacer que Kant se tenga que plantear los problemas desde una nueva perspectiva, dando origen además a su llamada “etapa crítica” (alrededor de 1770), es el de Hume. Hume saca a Kant del “sueño dogmático” en el que se encontraba sumido hasta esta etapa de su vida y orienta su filosofía por unos derroteros radicalmente distintos.
Como consecuencia de estas influencias, algunas de ellas encontradas, Kant se ve enfrentado a una serie de problemas a los que trata de dar solución.

En primer lugar, el problema del conocimiento en general. Este problema no es nuevo. Toda filosofía tiene que enfrentarse con él. Lo que ocurre es que, en el mundo moderno, es el problema fundamental y el más urgente. Además, la filosofía de la época había llevado el tema a un callejón sin salida: mientras que el racionalismo, partiendo de la conciencia, mantenía que lo verdadero, lo “real”, era lo coherente, lo lógico, y que lo proveniente de los sentidos no era fiable, el empirismo situaba en el conocimiento sensible, en la experiencia, la base del conocimiento auténtico; al margen de la experiencia ningún conocimiento es posible y la razón no puede hacer otra cosa que juzgar con las ideas que el hombre adquiere por su mediación. Era necesario, pues, enfrentarse con el tema desde una perspectiva nueva que superara esa dualidad irreconciliable.

Un segundo problema, totalmente relacionado con el anterior, es el del conocimiento científico. Uno de los rasgos que define al siglo XVIII es la admiración por la obra de Newton que Kant comparte plenamente. Sin embargo, la obra de Hume con su afirmación de que sobre la experiencia no pueden existir conocimientos que posean un valor universal y necesario, y con su negación de la causalidad, había puesto en solfa la solidez de la ciencia físicomatemática de Newton. Se hacía necesario, por lo mismo, fundamentar sobre unas nuevas bases su indiscutible prestigio y sus indiscutibles progresos.
Y por último, el tercer problema con el que Kant se encuentra, y que exige a sí mismo una urgente solución, es el de fundamentar la moral, el de señalar cómo debe comportarse el ser humano, y cuáles son las bases en las que se asienta la exigencia  de ese comportamiento. Esta cuestión es también permanente en la historia del pensamiento, pero en el siglo XVIII adquiere una urgencia mayor que en otros momentos históricos puesto que la religión -que había servido de base y dotado de contenido a la moral hasta esa época— ya no puede , desempeñar el mismo papel en un siglo que proclama la independencia de la razón. Era necesario, pues, buscar una moral, independiente de la tradición religiosa, que quisiera lo bueno por convencimiento —y no por imposición o por temor— y que contribuyera a liberar a los hombres.

Su pensamiento es de rabiosa actualidad, si tenemos presente los problemas con los que Kant se enfrenta. Es muy fácil darse cuenta de que esos mismos problemas lo son también de nuestro mundo. Si Kant valora la ciencia —sobre todo la físico-matemática de Newton— y se ve precisado a profundizar en cuál es el fundamento de su validez, y, como consecuencia del mismo, en qué tipo de cuestiones posee autoridad y dónde no tiene nada que decir, ¿no se plantea el mismo problema en nuestra época? ¿Acaso no existen pensadores para los que el conocimiento científico es el único tipo de conocimiento posible y afirman que solamente los problemas que puede abordar la ciencia son los que tienen una solución racional? ¿Y no existen, asimismo, pensadores para los que el conocimiento científico, y sobre todo su excesiva valoración, son la causa de la decadencia de la cultura occidental?
En cuanto a la moral, ¿se puede afirmar que está fundamentada en nuestra época? ¿No se producen en este campo algunas de las polémicas más apasionantes del final de este siglo?
También son de nuestra época las reflexiones que se hace Kant sobre la sociedad y su afán por sentar las bases para que la guerra, que es la situación normal, desaparezca definitivamente de la faz de la tierra.
Pero la actualidad de Kant es mayor aún si en lugar de fijarnos en los problemas que se plantea atendemos a la orientación de las soluciones que da a esos problemas.
La participación que Kant atribuye al sujeto en la elaboración del conocimiento va a ser a partir de su obra una constante en el pensamiento contemporáneo.
Por otra parte, los conceptos de “universalidad” y “autonomía”, que se encuentran en la base de su moral, se van a convertir en los conceptos clave de la moral actual.
Y, por último, las bases sobre las que Kant sienta la posibilidad de una “paz perpetua” son posibilidades que nuestro tiempo está intentando realizar, aunque, todo hay que decirlo, sin mucho éxito por el momento.
Kant se encuentra en el cruce de las cuatro grandes corrientes ideológicas que surcan el siglo XVIIII: racionalismo, empirismo, Ilustración y crítica de la Ilustración llevada a cabo por Rousseau y, con su obra, pretende solucionar los problemas que plantea este múltiple cruce, que fundamentalmente son tres:

a) ¿cuál es el estatuto de la ciencia?

b) ¿cuál es del conocimiento en general?

c) ¿cómo debe comportarse el ser humano?

La contestación a las dos primeras preguntas es el objeto de su obra Crítica de la Razón Pura y viene determinada por lo que Kant denomina "el hecho de la razón pura”, que es la ciencia físico—matemática de Newton, de cuyo valor no duda en ningún momento. Por eso, parte, para dar la contestación, del análisis de las características de esta ciencia.
Según Kant, la física y las matemáticas están compuestas de juicios sintéticos a priori, es decir, de juicios en los que se mezclan dos elementos: uno que proviene de la experiencia y otro que aporta el sujeto. Sin la aportación del sujeto no hay conocimiento científico, y esa misma aportación es necesaria tanto en el conocimiento sensible como en el conocimiento intelectual. Sin ella no hay conocimiento auténtico, y, por lo mismo, en el conocimiento ya no se pone el hombre en contacto con la realidad, con la cosa en sí -a la que denomina noúmeno—, sino con el objeto del conocimiento, con el fenómeno.
La teoría de Kant recibe el nombre de idealismo trascendental, ya que en ella lo que el hombre conoce son sus propias ideas, no la realidad, que en sí misma es incognoscible, pero sus ideas no existirían sin una realidad que aportara el elemento material sobre el que se vuelcan los elementos formales del sujeto.
Precisamente por esto, la metafísica no es una ciencia, ya que pretende conocer la realidad independientemente del sujeto y, además, sus objetos —el yo, Dios, y el mundo— no son realidades sensibles que pueda aportar el elemento material necesario para que se produzca un conocimiento auténtico; la metafísica pretende lograr un conocimiento de realidades de las que el sujeto no puede tener experiencia y eso es imposible. Pretende conocer el noúmeno.

En su obra Crítica de la Razón Práctica trata de dar respuesta a la pregunta de cómo debe comportarse el ser humano, a la que va unida la de qué es lo que le cabe esperar, que Kant considera más importantes que las anteriores.
La respuesta a estas preguntas va a venir determinada por lo que Kant denomina “el hecho de la razón práctica”, que es la existencia en todo hombre de una ley moral, que posee carácter de imperativo categórico y a la que el hombre debe acomodar su conducta por ser expresión de su razón. La moral kantiana es, pues, una moral autónoma, ya que el hombre al cumplir esta ley moral porque proviene de su propia razón, al cumplir el deber por el deber, se obedece a sí mismo, y es también una moral universal, ya que los imperativos categóricos, al ser expresión de la naturaleza racional del hombre, son comunes a todos los seres humanos.
Analizando “el hecho de la razón práctica”, se encuentra también la contestación a la pregunta de qué es lo que le cabe esperar al hombre. En efecto, para explicar la existencia del orden moral es necesario postular que el hombre es libre e inmortal y que existe un Ser Supremo, Dios, que garantiza que el cumplimiento del deber estará recompensado con la felicidad eterna.
Kant se propone revitalizar el espíritu ilustrado mediante una reflexión crítica sobre la propia Razón para manifestar la dignidad especial de quien la posee y el orgullo de ser hombre. La intención de kant es, por lo tanto humanista, descubrir al hombre como ser capaz de pensar, como ser libre e independiente porque el pensamiento racional derribará todos los obstáculos dogmáticos hijos de la autoridad irracional y de la ignorancia.

El análisis crítico de la razón pura establecerá:

Los principios que rigen el conocimiento de la naturaleza.

Las leyes que regulan la conducta libre de los hombres.

Los fines últimos de la vida y las condiciones para alcanzarlos.

Así que la filosofía para Kant sólo es una reflexión sobre los principios y fines de la razón humana para poder responder a las tres preguntas que orienten nuestra existencia: ¿Qué puedo conocer? (ciencia), ¿Qué debo hacer? (moral) ¿Qué puedo esperar? (religión). Por eso se puede decir que la filosofía kantiana no es teórica, sino práctica, humanista; Él es un humanista ilustrado, puesto que el hombre y la razón son los motivos de su pensamiento. En el fondo, sólo hay una pregunta que le interesa: ¿Qué es el hombre?. Y su proyecto es clarificar los principios y los límites dentro de los cuales se puede conocer científicamente la naturaleza, los principios de la acción humana y las condiciones de la libertad y el destino último del hombre y las condiciones de su realización. Estamos, por lo tanto, ante un proyecto humanista e ilustrado porque el hombre es el objeto de la investigación y porque el método para realizarlo es el análisis crítico de la razón.




martes, 15 de febrero de 2011

ARISTÓTELES: "No es más feliz quien busca que quien encuentra"





Aristóteles, en su Ética a Nicómaco nos  comenta lo que él entiende como virtud: La virtud (moral) es... una disposición voluntaria adquirida, que consiste en un término medio en relación con nosotros mismos, definida por la razón y de conformidad con la conducta de un hombre consciente. Y ocupa el término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto.» (Ética a Nicómaco., II, 6, 1107.)

Para Aristóteles el Bien Supremo es la actividad intelectiva o vida contemplativa, que es una vida conforme a la virtud. Ahora bien, no todo es actividad intelectiva en el hombre. En efecto, en el alma humana distingue Aristóteles dos partes: una dotada de razón y otra que carece de ella, esto es, una parte que realiza la actividad de pensar y otra que tiene la capacidad de obedecer a la primera.
De ahí que Aristóteles establezca una distinción entre virtudes intelectuales, propias del alma racional, y virtudes morales, propias del alma irracional.
Son virtudes intelectuales o dianoéticas: el entendimiento o razón intuitiva, la ciencia, la sabiduría, el arte, la prudencia, la discreción, el buen consejo, etc. Todas estas virtudes perfeccionan en el hombre sus potencias superiores. Son virtudes morales o éticas: la fortaleza, la templanza, la veracidad, la amabilidad, la justicia, etc. Estas virtudes ordenan conforme a la razón las potencias inferiores.

¿Qué entiende Aristóteles por virtud? La virtud es un hábito adquirido deliberada o voluntariamente, a partir de una capacidad o potencialidad inicial, y desarrollado mediante la enseñanza y el aprendizaje—en el caso de las virtudes intelectuales- y mediante el ejercicio y repetición de buenos actos, en el caso de las virtudes morales. Es evidente que la introducción de la libertad y el esfuerzo en la consideración de la virtud supone una superación del intelectualismo moral de Sócrates, para quien la ciencia conducía irremediablemente al buen obrar. Lo importante de este planteamiento es que se trata de un modo de ser o hábito; no de algo innato, sino de algo adquirido a fuerza de repeticiones de acciones guiadas por la razón de tal manera, que adquirimos las virtudes morales mediante el ejercicio y la práctica de las mismas. Es evidente la superación del intelectualismo socrático como el teoricismo platónico.
Por último, Aristóteles define la virtud moral como el medio entre dos extremos viciosos, uno por defecto y otro por exceso: por ejemplo, la valentía es el medio entre la temeridad o imprudencia y la cobardía; la modestia es el medio entre la timidez y el descaro. Pero, ¿cuál es el criterio para discernir lo que sea ese medio? En primer lugar, no se puede decidir con rigor matemático —la ética no es una ciencia exacta, dice Aristóteles—; el medio está un poco en relación con las características y condiciones de cada cual, la realizamos cada uno individualmente como tarea que nunca acaba y que perfecciona a la persona con sus debilidades y defectos, reflexionando en cada momento sobre la acción adecuada para esa ocasión y circunstancia. Finalmente admitir que el término medio no puede ser aplicado a acciones como le mentira el  homicidio, la maldad. En último término, el criterio debe ser la recta razón, el medio que señalaría el juicio de un hombre razonable.
La conclusión de Aristóteles en su Ética es que si la felicidad es la actividad conforme a la virtud, la felicidad más alta lo será con relación a la virtud más perfecta, y la virtud más perfecta es la actividad del entendimiento, que tiene por objeto los objetos más altos, los de la metafísica, y los de la matemática.
Es evidente que Aristóteles incurre en el mismo error que la ética socrática. Ahora bien, ya no es suficiente para obrar solo la sabiduría de la razón, sino que introduce el concepto de “hábito.  (Confr. Intelectualismo moral).

Aristóteles hace un tratamiento del problema del hombre, en su doble dimensión ética y política, basado en una concepción del alma fundamentalmente distinta de la platónica.Ya hemos dicho en otras ocasiones que fue más empirista y mucho más reacio a introducir principios explicativos de la naturaleza que trascendiese a ésta. Al explicar el problema del movimiento veíamos como se dejaba translucir una concepción dinámica de la realidad en orden a la consecución de un fin que era su bien (carácter teleológico).
Pues bien, en esta dimensión de lo humano, no cambian las cosas. También existe una concepción dinámica de la naturaleza humana. Aristóteles entiende que la felicidad es el bien supremo; es decir, algo que se busca por sí mismo y que nunca es medio para fines más elevados. Pero la felicidad para este pensador griego de talante empirista, no consiste en un ideal trascendente y externo a la naturaleza, en algo anclado en un mundo lejano; tampoco cree que sea algo meramente subjetivo. Piensa que consiste sencillamente en la perfección o planificación de los seres, en la culminación de la tarea natural de desarrollo. Pero tal culminación, en el caso de los seres naturales, no ha de entenderse en Aristóteles como un “ergon” (obra) sino como una “energeia” (fuerza), es decir, como una “praxis” (comportamiento o modo de obrar) y concretamente en un determinado modo de ésta: la “eu—praxia” (buena conducta).
Aristóteles parece, parece por tanto, que reduce el bien trascendente Platónico a las Virtudes éticas. Pero continua vinculado a la tradición racionalista de sus maestros. Por ello, no desplaza aún de la ética las virtudes “dianoéticas” (racionales). Es más, en ellas parece asentar la planificación definitiva del hombre y la felicidad. Quiere esto decir, que para Aristóteles, la vida más plena y más elevada sigue estando en la “theoria”(contemplación). Quizá considerase el maestro esta vida del “theorein” como sobrehumana, propia del Acto puro que es “noesis noeseos” (pensamiento autosuficiente). Considerando las virtudes éticas como las autenticas formas del ser humano. Si fuese así, debió de reconocer la imposibilidad humana para ser totalmente feliz, porque el negar la trascendencia, donde se podría dar el transcendimiento humano como en el éxtasis platónico, la muerte natural se convertía en la confirmación de nuestra imperfección y de nuestra contingencia, en vez de ser su corrección. De cualquier manera parece claro que Aristóteles valoró muy seriamente la “theoria” y por eso precisamente colocó parte de la felicidad humana en la “phrónesis” (sabiduría práctica o saber obrar bien) , en ese saber controlar los impulsos y en ese saber afrontar los peligros que para él era algo distinto del conocimiento teórico.
Pero es que, incluso en este terreno de las virtudes éticas la razón es el principio rector del comportamiento sabio. Si en campo de la sabiduría práctica (virtudes éticas) hay algo felicidad, ello es en función de ese control racional tan gusto de sus maestros. Así que, Aristóteles, a pesar de la profundidad de su reacción ante Platón,  continúa profundamente ligado a los principios filosófico—éticos de la filosofía griega precedente que había sido racionalista. La Razón es la que introduce la mesura y la ponderación en la conducta determinando las virtudes morales. Y con ello, el hombre empieza a ser feliz gracias a su esfuerzo y a su capacidad para controlar razonablemente sus energías psíquicas y sus fuerzas instintivas. Pero para acabar de serlo, la Razón habrá de continuar su camino sola trabajando no ya en la regulación de la conducta, sino en la contemplación teórica de la realidad. Algunos han querido ver aquí un intento por parte de Aristóteles de buscar la apertura de la ética a la trascendencia.
Yo, personalmente, creo que no se da. Será el pensamiento cristiano quien lo haga sobre la base de este sustrato ideológico. Lo cierto es que también los estoicos bebieron de esta fuente racionalista que empezó a manar con Heráclito. Pero no supieron hacerlo con mesura y asi llegaron a los ideales inhumanos de la “agkrateia” (dominio de si), de la “autarkeia” (independencia) y de la “apatheia” (insensibilidad). Pero Aristóteles sólo dijo que en la renuncia y en el control equilibrado de las pasiones había algo de felicidad. Muestra, al igual que Sócrates anteriormente, una actitud equilibrada que se manifiesta en los dos sentidos que el diccionario griego da del término “eupraxia”:
—Buena conducta acciones nobles, terminadas comportamiento perfecto.
—Buena suerte.
Parece como si Aristóteles quisiera decir que la autarquía, la independencia y la insensibilidad ante el turbulento mundo de nuestras pasiones, que nos hace tantas veces infelices, proporcionan cierta felicidad; pero que ésta no está solo en este dominio de sí y en ésta independencia. Conducirse perfectamente (eupraxia), exige, además de dominio de sí, buena suerte. Lo primero se consigue mediante el esfuerzo moral, por medio de las virtudes éticas; pero lo segundo, ya no depende de nosotros. Será el pensamiento cristiano el que saque consecuencias de esto, introduciendo el concepto de gracia como don divino.
Aristóteles distingue, por lo tanto, entre felicidad y virtudes éticas. Aquella, depende también de causas ajenas al esfuerzo personal. Con ello, está introduciendo un ingrediente de modestia y de humildad reconociendo la limitación humana, ingrediente que brilla por su ausencia en la moral estoica que identifica la virtud moral con la felicidad y, por ello, matiza tal virtud con ciertos ribetes de soberbia porque supone afirmar que el hombre, abandonado a sus solas fuerzas, a su esfuerzo personal, puede conseguir la perfección, la plenitud y la felicidad sin restricciones.
Aristóteles también distingue felicidad de placer. El placer y la virtud dan felicidad; pero no toda, porque ésta trasciende a ambos. Esta trascendencia a la que alude constantemente el término “eupraxia” indica, por lo tanto, que para Aristóteles hay un bien más alto que el placer y la virtud; es la “theoria”, la contemplación. Sin embargo, se trata de un bien inalcanzable para el hombre y ello impide su felicidad total.
El análisis de esta afirmación aristotélica es lo que ha llevado a algunos a buscar en Aristóteles la posibilidad de la trascendencia del alma sobre el cuerpo después de la muerte, es un tema muy oscuro y no creo que Aristóteles se manifestase nunca de modo contundente sobre él. Sin embargo es cierto que Aristóteles supone que solo se trabaja para reposar; que sólo nos movemos para alcanzar la inmovilidad; que el fin del movimiento, que está en la experiencia fundamental de su concepción dinámica de la naturaleza y del hombre, es su constante y progresiva autosupresión. Para Aristóteles es cierto e indudable que sólo buscamos para encontrar. Pero tal encuentro trasciende nuestras posibilidades puesto que tendría que darse en un tiempo perfecto que nos es imposible (eternidad) ya que somos realidades en el tiempo imperfecto, en la dialéctica trágica del pasado, del presente y del futuro. Por eso hemos dicho en otra ocasión que la muerte, que en Platón fue principio de la vida, solo es la confirmación de nuestra imperfección, nunca su corrección.
Ante esta situación, sólo quedan ya dos soluciones: o se trasciende desde la ética a la religión, reconociendo que la Filosofía y la Ciencia no están en condiciones de hacernos totalmente felices, o nos conformamos con el concepto de felicidad alumbrado por Aristóteles que es el más elevado sin alusiones a la trascendencia, pues la felicidad del que busca sin encontrar parece una  fábula increíble. Por éso la ética cristiana va a optar claramente por el salto. Le será fácil interpretar la “theoria” como “visio et fruitio”, posibilitando la apertura de la ética a la religión. Y el cristianismo toma esta decisión porque hace intervenir a su voluntad, porque quiere que así sea, porque cree que la felicidad plena no puede consistir, como para el griego, en el simple descubrimiento del orden del Universo por medio del conocimiento contemplativo (sabiduría); porque ha tenido la experiencia del fracaso de los conocimientos científicos en orden a proporcionar la felicidad. Agustin de Hipona refleja perfectamente en su("intelligas ut credas)", para autotrascenderse desde la intimidad de su ser: “Noli foras ire; in te ipsum redi, quia in interiore hóminis habitat Veritas”. (No busques fuera lo que está  en ti mismo, pues en el interior del hombre habita la verdad). Así es como procede: desde lo interior a lo Superior y desde la fe a la inteligencia de lo creído ("crede ut intelligas") este será el planteamiento del cristianismo primitivo hasta la llegada de Santo Tomás de Aquino.

Y a mí, efectivamente, me parece que no hay opciones nuevas que hacer. O se acepta la trascendencia para evitar el fracaso del proyecto humano o se acepta el fracaso por no creer en la trascendencia, porque la experiencia manifiesta que la muerte nos sorprende siempre buscando y aflorando. En este sentido, el existencialismo, que se decantó por el fracaso, resulta para mi el más consecuente y coherente de las formas del pensamiento acerca del hombre, una vez perdida la fe en la trascendencia. Y es que, definir al hombre como “pasión inutil” es lo único que queda sin una apertura de la ética hacia la trascendencia, sin una grantía de inmortalidad.
Por eso, el resto de las teorias modernas sobre el hombre: pragmatismos, hedonismos, naturalismos, marxismo, consumismo, “pasotismo”, no son consecuentes con los principios de que parten. Les falta el arrojo y la valentía de un Pirandello, de un Sartre, de un Camus,  para sacar, con total coherencia, las últimas consecuencias de la “muerte de Dios” que anunció Nietzsche. Veamos.
Los modernos y contemporáneos, en la mayor parte de los casos, se han formado una concepción de la filosofía humana, del humanismo, completamente distinta a lo que veníamos desarrollando. Qué duda cabe que la clase de filosofía que se profesa, depende de la clase de persona que se es. Y el ambiente general del mundo contemporáneo es materialista. Por eso, negarán fundamentalmente la realidad del alma y eliminarán el problema y su posible inmortalidad. Naturalmente, al plantearse el problema ético de la conducta y de la felicidad, tendrán que montar una nueva filosofía en la que, al revés que para los griegos y los medievales, lo importante no es la “sophía” (Sabiduría) sino el “filo”(La tendencia). No es el lugar sino el camino, no es el fin sino el medio. Es decir, los modernos y contemporáneos, antes de poner en tela de juicio sus presupuestos materialistas, prefieren decir con Lessing que “es más feliz quien busca que quien encuentra”. Por eso abundan las teorías filosóficas, políticas etc. que se rotulan humanismos. Y está de moda hablar de humanismo y de derechos humanos, incluso para quienes, o sobre todo para quienes, por su deplorable conducta, perdieron los derechos que como seres humanos les correspondían. Y es que el hombre no dispone de un derecho incuestionable a casi nada, sus derechos se los gana a pulso en el respeto a sus deberes para con los derechos de los demás. Quien no ha aprendido a respetar, no tiene derecho a exigir que le respeten. Y digo esto porque a mí me suena la frase de Lessing a carta de permisividad, a santificación de la acción, independientemente de otras consideraciones aleatorias, como por ejemplo las consecuencias y los resultados. Sin embargo, tales licencias, el hombre sólo se las puede permitir otorgándose a sí mismo un permiso, pero nunca reclamando un derecho.
Así que veo razonable y coherente la postura de quienes declaran el absurdo de la existencia y del hombre por constatar la imposibilidad de encontrar lo que se busca o de alcanzar lo que se desea: (recuérdese al efecto la experiencia de nuestro Miguel de Unamuno con la inmortalidad); pero esto no es propiamente hablar de un humanismo porque es declarar al hombre como pasión inútil; más bien es la destrucción, de su nada, de su absurdez. Y tampoco es esto una confirmación de que sea más feliz el que busca que el que encuentra, sino su refutación más trágica y dramáticamente ostensible.
Pero quienes pretenden ofrecernos la felicidad, presentando un proyecto humanista basado en la licencia y en la santidad o inocencia de la acción independientemente de sus resultados, al negarse a aceptar como posible, lógica y coherente alguna forma de hipocresía, porque saben que en medio de la ansiedad, es imposible la felicidad plena, y en tal caso, lo que procede siguiendo las leyes de la lógica es reconocer el fracaso del hombre. Así que no veo razonable declarar el sentido de la existencia y al mismo tiempo la imposibilidad de un autotrascendimiento del hombre, alegando que es más feliz el que busca que el que encuentra lo buscado. Esto me parece que es jugar con las palabras para ver si se consigue que nadie entienda lo que se quiere decir.




domingo, 13 de febrero de 2011

"PIDO A LOS DIOSES LARGA VIDA PARA TI, NO SEA QUE QUIEN TE SUCEDA, RESULTE AÚN PEOR"

Corren malos tiempos para la política y los políticos. El pueblo español cada vez es más escéptico y no cree que los políticos puedan resolver los gravísimos problemas que afectan a nuestro País. Yo sí creo en la política. Estas son mis razones.
Dionisio I (430-367 a.C.), -apodado el Antiguo para distinguirle de su sucesor homónimo-, escaló las cimas del poder en Siracusa sobornando al ejército y engañando al pueblo. Ávido de grandeza, incluso llevó a Platón a su Corte, aunque poco tiempo después, -por cuanto el filósofo criticó severamente su Tiranía-, furioso, lo esclavizó. Ambicioso también de gloria, organizó un certamen poético, compró a los jueces, y ante el asombro de la población, procuró que lo proclamaran vencedor.
En la imposición de tributos se caracterizó por ser cruel y sanguinario. Pese a la estima inicial, el pueblo terminó odiándolo, de lo que él era consciente. De ahí la sorpresa que le ocasionó saber que Hiemera, -cierta anciana de la ciudad-, rogaba insistentemente a los dioses por él. Tanta extrañeza le provocó el rumor, que hizo traer a la mujer a su presencia para escuchar, de su propia boca, las razones de tan insólita devoción: “Siendo niña, -le dijo-, tuvimos un gobernante cruel. Rogué a los dioses que lo quitaran del camino y ellos me oyeron. Más a aquel Tirano, le sucedió otro que lo superó en maldad. Volví a rogar pidiendo lo mismo y nuevamente mis ruegos fueron escuchados. Posteriormente llegaste tú, que has hecho niños de pecho a tus antecesores. De ahí que, escarmentada, pido a los dioses larga vida para ti, no sea que quien te suceda, resulte aún peor.”

Esta anécdota me sirve como ilustración paradigmática para hablar sobre la política. ¿Qué es la política? ¿Somos por naturaleza políticos -como nos decía Aristóteles-  y por ser animales sociables necesitamos vivir en común en la "polis"? No somos dioses tampoco bestias, solo somos humanos por eso necesitamos la política para desarrollar la convivencia entre nosotros, alejados de la violencia, para evitar la guerra, el miedo y la barbarie.
Necesitamos de la política, "por naturaleza", pero también por civilización, historia y cultura. La política discurre y se teje y desteje en la temporalidad histórica.
La política se desarrolla en la sociedad y ésta se complementa en la ciudad donde convivimos con seres humanos que no hemos elegido, por los que no se siente nada en particular, y que en muchos sentidos, son nuestros rivales, cuando no nuestros aliados. Esto supone articularse en torno a un Estado, lucha por el poder, acuerdos desacuerdos, enfrentamientos, aunque regulados por  leyes acatadas por todos, evitando la violencia. Por eso la política empieza donde termina la guerra. Es evidente que el poder está repartido y por doquier, pero solamente nos sometemos al que hemos elegido para ser más libres, más humanos, más fuertes. Por eso hacemos política.
Thomas Hobbes  decía en el Siglo XVII  que "el hombre es un lobo para el hombre". Lo argumenta como sigue: "En la naturaleza del hombre encontramos tres causas principales de discordia: primera, la competencia; segunda, la desconfianza; tercera, la gloria. La primera causa impulsa a los hombres a atacarse para obtener un beneficio; la segunda, para obtener seguridad; la tercera, para ganar reputación...Con todo esto se pone de manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se encuentran en la condición o estado que se denomina guerra; una gerra tal que es la todos contra todos..." El Estado se impone como algo necesario.La cooperación, el diálogo, el entendimiento, frente a la lucha, la enemistad, y el  enfrentamiento. 
Es cierto, que  los tiempos no acompañan para creer en la política. Casos de corrupción hay por doquier y están en la memoria de todos los ciudadanos. La sociedad civil en un Estado Democrático de Derecho ha de estar vigilante y no delegar  esta función exclusivamente en los políticos, sino asumir su responsabilidad y castigar con el voto a los que no cumplan.  No podemos eludir nuestra responsabilidad y menos dejar en manos de dictadores, -sean del signo que sean-, tecnócratas, profesionales de la política, corruptos, demagogos, facistas, fanáticos y racistas, lo que afecta a la mayoría. No hacerlo sería renunciar al poder que nos corresponde como sociedad civil e irresponsable por nuestra parte. No lo dejemos todo en manos de los dioses como hizo Hiemera.