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miércoles, 30 de marzo de 2011

INTOLERANCIA RELIGIOSA





Les ha bastado quedarse en ropa interior ante el altar y golpear unas cacerolas para provocar un debate sobre la existencia de capillas en las universidades. Las jóvenes que irrumpieron en el santuario del campus de Somosaguas (Universidad Complutense de Madrid) han logrado su propósito. No obstante, si en los centros hay agencias de viajes, comedores, librerías, locales sindicales o entidades bancarias, ¿por qué lo religioso no ha de formar parte de la comunidad universitaria?
Periodista Digital, María López .- 26/03/2011

Se trata de un caso de intolerancia religiosa, que afecta a los católicos profanando un lugar sagrado de culto ridiculizando lugares y símbolos. "Denominaremos como intolerante a la posición intransigente ante posibles oponentes. Por ello la intolerancia es dogmática, indicando así la unidad entre una cierta teoría de la verdad y el poder político. El intolerante afirma “poseer” la verdad o encontrarse en un acceso privilegiado con respecto a lo que se conoce como “verdadero”. Esta confianza ingenua, lejos de todo escepticismo o conciencia de la finitud de la inteligencia y la voluntad humanas, da al dogmático una certeza inequívoca y un sentido mesiánico a sumisión de extender dicha verdad en toda la humanidad (si tuviera el poder para hacerlo).
Cuando la intolerancia dogmática tiene de manera suficiente ese poder político para imponer a otros su Voluntad de Poder, es cuando se usa la violencia como un modo natural de expandir la “verdad” y exigir ser aceptada por todos los demás. Aconteció en los Califatos, en las Cristiandades, y hoy es propugnado por el fundamentalismo cristiano (entre ciertas élites actuales de Estados Unidos), sionista o islamista. Puede observarse que el intolerante tiene entonces una cierta “teoría de la verdad” entrelazada al poder político, y hasta militar, como mediación de su expansión. La aceptación del otro en la verdad dogmática es el fruto de la derrota en una guerra fundamentalista." Enrique Dussell, UAM-Iz,. México.
Para el Secretario General del Sindicato de Estudiantes, Tohil Delgado, “los que van a misa son una minoría y la religión no es un servicio público que el Estado tenga que garantizar. Quienes quieran ir que lo hagan en una iglesia al lado de su casa”. Delgado entiende que “es respetable que un joven tenga sus creencias religiosas, pero no en el ámbito de la universidad y en un espacio que se podría estar utilizando para mejorar la educación”.  Siguiendo el discurso del Sr. Delgado, en nuestras universidades no debería haber espacio para otras actividades complementarias con la educación. ¿Acaso las prácticas religiosas no ayudan a la formación integral de la persona? Pues claro que sí, lo mismo que las sindicales y de otro signo social.
Con la ley en la mano, la existencia de capillas en los centros universitarios es, desde todo punto de vista, legal. El Rectorado tiene libertad de decisión. Según Tirapu, “esto no es algo que ha puesto ahí, de repente, la Iglesia”. Las capillas están contempladas en el artículo V, del acuerdo firmado entre el Estado Español y la Santa Sede el 3 de enero de 1979, que reza: “El Estado garantiza que la Iglesia Católica pueda organizar cursos voluntarios de enseñanza y otras actividades religiosas en los Centros universitarios públicos, utilizando los locales y medios de los mismos. La jerarquía eclesiástica se pondrá de acuerdo con las autoridades de los Centros para el adecuado ejercicio de estas actividades en todos sus aspectos.”Faltaría más.
  La Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, lanzaba esta semana el órdago verbal a las jóvenes que se manifestaron semidesnudas en la capilla de Somosaguas luciendo una cruz gamada sobre la imagen de Benedicto XVI: “¿Por qué no se atreven en las mezquitas?” De haberlo hecho, “estaríamos hablando -dijo- de un gravísimo problema”. A día de hoy el precio de meterse con un católico es muy barato. Si las mismas jóvenes que mostraron su ropa interior ante un altar hubiesen realizado esta acción en una mezquita o una plaza de Teherán se habrían jugado la vida.
Vivimos, según José M. del Hierro, sociólogo, un momento de regresión. “Hemos dado un enorme paso atrás. Lo que antes era un debate y un pulso a lo largo de la historia entre la fe y la razón se está viendo sustituido ahora por la fe y la intolerancia. Estamos en la sociedad de la información, y la desinformación es absoluta, hay quienes se manifiestan contra algo que ni si quiera saben documentar ni situar en la historia, se confunde el estado aconfesional con la exclusión de la vida pública de toda manifestación religiosa”, señala.
Javier Salazar, sacerdote en la Diócesis de Toledo, entiende que sería un error ponerse a la misma altura. “Nuestras armas son la oración y la confianza plena en Dios, que también les quiere a ellos, por tanto nosotros no somos quienes para juzgar. Ahora bien, somos un estado aconfesional, sí,  pero otra cosa diferente es que no se utilice el Estado de Derecho y no se sea beligerante contra quienes se saltan las normas. No vale todo, la libertad de opinión tiene un límite. Los católicos somos ciudadanos, no de segunda clase y el mismo respeto que ellos solicitan a la Iglesia para sus ideas agnósticas o ateas, también deben tenerlo hacia nosotros. Sin el respeto a la libertad religiosa -concluye el sacerdote- no existirá una convivencia real en nuestra sociedad”.
A pie de facultad, la polémica se vive con cierta indiferencia. “A mí me da exactamente igual -dice Olga, estudiante de derecho -, lo que me parece increíble es que con los problemas de paro y la falta de salida profesional que tenemos anden con este tipo de polémicas. ¿No será porque hay elecciones a Rector?”. Alba, estudiante de medicina, argumenta sin rodeos “yo vengo a estudiar y lo que haga el resto de la gente me da igual”. “¡Libertad para fumar y para rezar! -exclama Juanma, de veterinaria- ¿qué te parece lo que opino?”. “Escuché que llamaban fascistas a los policías cuando las arrestaron -dice Rafa, de periodismo-  y para mí fascismo es ser intolerante con las creencias de otros. Fuera los radicalismos ya sean de derechas o de izquierda, por favor, todos fuera de la universidad”.
Hasta aquí el magnífico artículo de María López en periodista Digital que me sirve de pretexto para argumentar mi posición sobre este caso de intolerancia religiosa, por parte de un grupo de universitarios intolerantes y sectarios.Porque  vamos a ver, podemos hablar del ser humano como un "animal religioso" como también de  animal político, científico o filosófico. Esto implica que en las modernas sociedades secularizadas haya personas sensibles a lo religioso y otras que no tengan ninguna inquietud ni creencia en Dios. Que vivan sin Dios, que no lo busquen ni lo necesiten y que canalicen sus ideales en torno a proyectos mundanos sin necesidad de recurrir a lo religioso. Hay personas que profesan una ética humanista sin ninguna referencia religiosa y no por ello menos altruista y válida.  En un Estado democrático de Derecho aconfesional se deben respetar todas las tendencias y corresponde al Estado el garantizar la libertad  de culto explicitado en los lugares  apropiados como iglesias, capillas, ermitas etc, a todos los ciudadanos que han optado libremente por una determinada creencia religiosa. Porque es cierto que la religión tiene un componente subjetivo basado en las creencias, sentimientos y religacion con Dios, pero también social y comunitario. La fe se vive en la "ekklesía" en la asamblea comunitaria en comunión con otras personas. El hombre es un ser simbólico y necesita canalizar y  exteriorizar sus creencias en manifestaciones  rituales de culto. El hombre se encuentra en una actitud ambivalente entre lo finito, inmanente y mundano y lo infinito, trascendente y tramundano, que lo lleva a traspasar los límites de lo empírico y fáctico, en búsqueda permanente del sentido, pero sin olvidar su lugar en el mundo.  Por ello, ha de ser respetado su lugar de culto que para él es sagrado.
Culturalmente hablando y desde un plano histórico y sociológico, la sociedad española es en un 90 % católica, otra cosa es es el porcentaje de practicantes. Es así y hay que aceptarlo. No se puede borrar de un plumazo nuestra cultura y nuestra historia y esto lleva consigo usos y derechos que se han de mantener y defender porque son libremente queridos por la mayoría de la sociedad española.Esto en el plano de lo fáctico.
En el plano intelectual o de las ideas, la religión debe saber convivir con la crítica y de hecho su relación con la filosofía históricamente  ha sido conflictiva y compleja mediante el ateísmo y el agnosticismo.El objeto de toda religión se manifiesta y concreta en un lenguaje humano, situado en un momento histórico y dentro de una cosmovisión religiosa, compatible con el saber científico-técnico del hombre. Religión y ciencia han de respetarse mutuamente sin invadir el terreno ajeno, mediante un diálogo donde el hombre sea un fin en sí mismo y nunca un medio.
Ya para finalizar, manifestar que las creencias religiosas cumplen una función social muy importante en la sociedad. Como elementos motivadores de comportamientos altruistas y beneficiosos para el ser humano, son deseables, recomendables y creíbles, y por tanto, justificables. Es cierto que toda religión cree y pretende ser la única verdadera y lleva en su esencia la posesión exclusiva de la verdad, pero ello no significa renunciar a un diálogo en  plano de igualdad con otras religiones y disciplinas humanistas. Es el caso de la religión católica, que invita a seguir su doctrina sin violentar a nadie por la fuerza, respetando su libertad, practicando un proselitismo lícito.
Sorprende que la intolerancia de la que es acusada la Iglesia Católica en otras épocas históricas, haciendo de la coacción, la persecución y la guerra su distintivo, sea asumido actualmente por unos universitarios que con esta actuación manifiestan posturas intolerantes, intransigentes y dogmáticas, que otrora criticaban  a la Iglesia Católica. Cuando la intolerancia dogmática utiliza el poder y se aprovecha de la permisividad de una sociedad adormecida, impone su Voluntad de Poder, usando la violencia como un modo natural de expandir "la verdad", exigiendo a los demás acatamiento. Y es paradójico que este enfrentamiento  agresivo contra la religión, se dé en la Universidad -templo del saber- que por esencia debe ser el lugar de la confrontación de ideas, con tolerancia, diálogo y argumentación,  donde impere la fuerza de la razón y no la razón de  la fuerza.



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