Translate

domingo, 14 de abril de 2024

¿Me lo vas a preguntar a mi?



Esta es la historia de la deslealtad de un pueblo que ha olvidado sus raíces y su historia, manipulado por un grupo de secesionistas catalanes, que tratan de independizar a Cataluña de España por las bravas, sin contar con el resto de españoles, no respetando la Constitución Española del 78 que ellos mismos aprobaron con más del 67,9% de síes. Un pueblo desagradecido, víctima del secesionismo.


¿Me lo vas a preguntar a mi o solo a los catalanes?  "¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente?" "Sí / No". Estamos ante quién la tiene más larga. Son las cosas de los chicos independentistas, que como no tienen algo más importante que hacer -como arreglar los problemas de las cosas de comer- se dedican a hacer experimentos con gasolina. No lo conseguirán. Empecemos por la historia.

En 1714 Barcelona era un pueblo de 37.000 habitantes, Madrid tenía 120.000. Cadiz, Sevilla, Bilbao, eran ciudades que duplicaban en habitantes y riqueza a Barcelona. El comercio con las Indias estaba monopolizado por los puertos del antiguo Reino de Castilla, siendo Cataluña una de las regiones más pobres de España. El denostado Borbón Felipe V, nieto de Luis XIV de Francia, -llamado "El animoso" por su incapacidad a divertirse-, con cuarenta y seis años de reinado, y dominado por el cardenal Portocarrero, "anda niño anda, que el cardenal lo manda"; fue quien cambió el destino de las  mercaderías en favor del puerto de Barcelona. Las consecuencias de esta decisión no se hicieron esperar. Los puertos de Castilla sufrieron el golpe, sus ciudades se empobrecieron, mientras Barcelona se enriqueció subiendo como la espuma en riqueza, habitantes e importancia. En 50 años, Barcelona cuadruplicó su poblacion. A finales del siglo XVIII, contaba con 130.000 habitantes. Cataluña empezó a emerger de la pobreza gracias a la política de los Borbones.
Las consecuencias de esta decisión política de ampliar el puerto de Barcelona, trajo consigo poner en mano de la burguesía catalana el denostado comercio de esclavos desde África a las Indias. Otra vil decisión tomada por la monarquía borbónica, que gracias a sus beneficios, catalpultó la incipiente industria textil de Cataluña en detrimento de Castilla. 
Durante el siglo XIX y primer tercio del siglo XX, el denostado Borbón protegió a la incipiente y poco competitiva industria textil catalana aplicando unos aranceles aduaneros exorbitantes a los paños ingleses y flamencos. Una vara de paño flamenco pasó de costar 2 pesetas a costar 6 pesetas, así los paños catalanes que costaban 5 pesetas se podían vender al resto de España, copando el mercado nacional a costa de encarecer el producto importado. Esto originó la respuesta de holandeses y británicos que como réplica a esta medida, aplicaron los mismos aranceles al trigo importado de Castilla, dejando de venderse. Así una fanega de trigo castellano pasó de costar 10 pesetas a costar 5 pesetas. Los catalanes compraban el trigo y la lana más baratos y los castellanos compraban los paños más caros. El resultado fue un empobrecimiento de Castilla y un enriquecimiento de Cataluña. 
Después de la guerra civil, el Plan de Desarrollo de Franco invirtió el 40% del dinero del INI (Instituto Nacional de Industria) en Cataluña, con la factoría SEAT a la cabeza, el 20% en las Vascongadas, otro 20% en Madrid; y el 20% restante lo invirtió en el resto de España. Las consecuencias fueron inmediatas: el despegue económico de Cataluña fue rápido, mientras que el resto de España se empobrece hasta llegar a la miseria. Desde los años 60 en adelante, nuestros pueblos de Andalucía, de Extremadura, las dos Castillas, Aragón y Galicia, sufrieron la despoblación de sus territorios a favor de Cataluña y en menor medida la de las Vascongadas y Madrid. La emigración interior fue brutal, con el consiguiente abandono de la agricultura en favor de la industria y los servicios. No solo emigró la población joven como mano de obra barata, sino que también el futuro y la esperanza de nuestra tierra partió con aquella gente para no retornar nunca más. Hoy, pese al desarrollo y esfuerzo  de las CCAA, seguimos sin salir del hoyo. Así que cuando escucho a los independentistas catalanes que "España les roba" me pregunto por qué tanto engaño y tanta deslealtad con el resto de españoles. En inversión estatal, Cataluña es la primera. En renta "per capita" solo la supera Madrid. ¿De qué se quejan? Nadie tiene la culpa de que gestionen sus recursos económicos tan mal y tengan actualmente una deuda superior a los 85.000 millones de euros, que por cierto, quieren que sea condonada, asumida o pagada por el gobierno de España, o lo que es lo mismo, por el resto de Españoles. Tampoco nadie tiene la culpa que hayan dilapidado sus oportunidades en sueños quiméricos secesionistas, como  golpes de Estado, creación de embajadas en el extranjero, etc..., en vez de resolver los problemas cotidianos que preocupan realmente a los ciudadanos catalanes, tales, como la educación, sanidad, o la fuga de empresas de Cataluña a Madrid y el resto de España, huyendo de su inestabilidad jurídico-politica.
Actualmente, los españoles, no salimos de nuestro asombro. Después de que un presidente irresponsable, a cambio de siete votos, les conceda el indulto por dar un golpe de Estado, que pretendió independizar a Cataluña del resto de España, perdonarles la malversación de fondos públicos, concederles la amnistía, -a petición propia de un fugado de la justicia-, no contentos con ello, ahora exigen un referendum para que decidan solo los ciudadanos catalanes sobre la independencia de una parte de España. ¡Pues NO! La Constitución  no lo permite. Tendrán que consultar a todos los españoles. También me tendrán que preguntar a mí, porque Cataluña es parte de España, y eso me afecta a mi también como español. Puede que digamos que sí,  hartos de tanta deslealtad. Porque eso es un derecho que corresponde, no solo a los ciudadanos catalanes, sino a todos los ciudadanos españoles.





    No hay comentarios:

    Publicar un comentario