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jueves, 2 de junio de 2016

Infancia, Salud y Felicidad






"Te pensaré en el corazón", -dijo Carla, una niña de cuatro años en la unidad oncológica de un hospital de Granada- acercando su carita al oído de la lectora que acababa de leerle el cuento de La Oruga Glotona, a modo de agradecimiento -como solo  sabe hacerlo un niño- antes de abandonar el hospital. Hoy, Carla, ha superado el cáncer gracias a los cuidados de la ciencia médica y de los cuentos que todos los martes le contaba una lectora para hacer su vida más llevadera y placentera en la habitación aséptica de un hospital. Ayer, hubo muchos actos culturales en Granada, pero yo tuve la suerte de asistir a una mesa redonda  celebrada en el Parque de las Ciencias, que me ha hecho reflexionar; su título es: Infancia, Salud y Felicidad,  dirigida por Francesco Tonucci y amigos, entre los que se encontraban pediatras, matronas y profesores expertos en la atención primaria de los neonatos.  
El profesor Tonucci comenzó su intervención mostrando como el niño llora al nacer un grito para comenzar a respirar, a vivir; el segundo llanto tienen una respuesta: la teta de la madre. Vendrán muchos más que recompensarán su llanto. Hasta que un día, se despertará y no llorará; estará en silencio y esperará...¿Para qué llorar "si sabe que su hambre será saciada" antes o después? El niño acaba de descubrir "el tiempo". Maravilloso, ¿Verdad? 
La segunda anécdota tiene que ver con los cuidados médicos y la visita del pediatra. Un niño auscultado por el pediatra no llega a comprender en sus reflexiones internas lo siguiente: "¿Pero cómo es posible que mi mamá le pregunte a este Señor qué me pasa y cómo estoy, acaso no he estado con ella las 24 horas del día? No creo que este Señor sepa lo que me pasa con solo verme quince minutos..." De lo que se trata es de adecuar la medicina a las necesidades reales de los niños que se enfrentan con la enfermedad, el dolor y hasta la muerte. Según el Señor Tonucci, los hospitales han de adecuar sus hábitat para hacerlo más asequible a sus jóvenes pacientes. El color blanco es nefasto para ellos porque lo asocian a los profesionales de la medicina y les causa miedo, (el ya conocido "síndrome de las batas blancas") el ruido característico de los carritos con el instrumental médico, el olor tan característico de las habitaciones a fármacos, las jeringuillas, los madrugones para tomar la temperatura, etc ¿Por qué no hacerlo a horas más asequibles? Hasta el exceso de luz diurna -propio de nuestra tierra- es negativo para los recién nacidos acostumbrados a la penumbra del útero materno...Además de todo esto, se habló de la importancia de la lectura de cuentos o libros para que las horas interminables que "necesariamente" han de pasar los niños como pacientes en la habitación, les sea más provechosa y puedan de algún modo con su maravillosas fantasía oír de la voz de un lector historias y cuentos divertidos, para que si algún día no lejano nos dejan, hagan el camino más llevadero con una sonrisa en sus labios, junto a sus héroes preferidos. Habilitar camas para el acompañante y que el niño nunca esté solo...adecuar habitaciones de duelo para que los familiares asistidos puedan expresar su dolor, etc. Una mesa redonda donde se trataron muchos problemas y sus respectivas soluciones que afectan a los DDHH del niño y algunas propuestas de incalculable valor en torno a su mundo. Ojalá todos nos concienciemos en defender y salvaguardar los derechos de los más indefensos de la sociedad, como son los niños, para que "nazcan libres e iguales en dignidad y derechos, y que no puedan ser objeto de discriminación, origen étnico, raza, sexo, religión, opinión política, riqueza o posición económica". Así lo establecen algunos de los derechos enunciados en la Declaración de Derechos del Niño de la ONU.


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