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sábado, 18 de junio de 2016

Cuestión de acomodo





Se equivocó el seleccionador de fútbol alemán Joachin Löw arrascándose los huevos creyendo que estaba en el salón de su casa, pero no era el caso, estaba en un estadio de fútbol donde siempre habrá una cámara que te pille "in fraganti". También a Di María lo cazaron en Estadio Santiago  Bernabéu, tocándose dichas partes, aunque la disculpa fue cuestión de "acomodo" -(cosa que no costará entender a todo varón)-. Fue una equivocación que ahora paga porque su imagen ha sido vista por todo el mundo mundial. Su error es hacerlo en público aquello que la mayoría de personas hace en privado, por lo que no puede demonizarse. Es cierto que hay normas de urbanidad y educación que la sociedad nos impone como tributo a ser sociales y convivir  junto a otros. Tus derechos están limitados frente a los derechos de los otros, cosa que nadie puede poner en duda. El derecho  a la intimidad es una conquista que se generó en el siglo XVII pero que no siempre ha sido así a lo largo de los tiempos. De hecho, cuando alguien se ocultaba no era bien visto por la mayoría de la gente pensando que algo malo estaría haciendo. Hoy con los adelantos técnicos hay que tener mucho cuidado con lo que se hace y se dice: siempre habrá alguien con una cámara dispuesto a difundir tus imágenes o a difundir tus escritos o dichos por internet. Los que escribimos en público sabemos muy bien lo que esto significa: cualquiera puede malinterpretar una frase o subir una  foto comprometida, para crearte un problema de difícil arreglo. Lo mejor es no hacerlo y comportarse en público lo más correctamente posible en el obrar y en el decir. Kant, ilustrado alemán, decía algo así como "Obra de tal modo que tu conducta pueda convertirse en norma de ley universal" palabras hermosas donde las halla, pero que ni el mismo Kant, ni usted -querido lector- ni yo, podríamos cumplir, puesto que nadie es perfecto. Ni siquiera aquellos que critican con dureza al seleccionador alemán desde su casa; habría que ver qué hacen con la otra mano mientras escriben dando lecciones de moral a sus semejantes.



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